Marco Teruggi, sociólogo y escritor
Hecho en el socialismo. Esa frase impactaba al llegar a Venezuela hace unos años atrás. Estaba en chocolates, yogures, aceites, carteles, con un corazón y la infaltable estrella roja de cinco puntas. En esta última etapa se hizo esquiva, ahora es más la excepción que la regla. No fue la única calificación revolucionaria que se le atribuyó a las cosas: todo ministerio pasó a ser del poder popular, y cada panadería o ruta comenzó a ser “socialista”. Chávez lo cuestionó esta denominación por cadena nacional, explicó : “nombrar a las cosas de socialistas no las hace socialistas. Sin embargo para Chávez si algo debía construir la revolución era una transición al socialismo del siglo XXI. El movimiento chavista debía ser socialista.
No fue así desde un principio, al menos de manera pública. Puede pensarse que todavía esa conclusión no estaba presente en Chávez , o porque de lo que se trataba, en la esfera política, era de llegar a esa idea de manera colectiva, desembocar en esa necesidad desde un proceso de masas. El asunto no era que Hugo Chávez estuviera convencido, sino que se tratara de un avance popular en esa dirección, una maduración del sujeto histórico, epicentro de la política. Crear el deseo por el socialismo, nombrado por primera vez en el 2005.
Hasta ese momento, en el Libro Azul (uno primeros escritos de Hugo Chávez ) existían ideas fuerzas aglutinadoras y movilizadoras ; la recuperación del proyecto de independencia traicionado y el nacionalismo popular bolivariano. Es decir la reivindicación de lo nacional con los humildes como protagonistas, una revolución con una dimensión latinoamericanista, para refundar desde la ética un país saqueado durante décadas por una clase política/empresarial corrupta. En un mismo movimiento se reunía la bandera tricolor, la boina roja, la autoridad militar, los plebeyos, la liberación nacional y social Esas eran las líneas de avance, esa era la convocatoria hecha a un país en crisis orgánica pero con las clases populares en movimiento desde el Caracazo en 1989 y con un Chávez que la aparece como un rayo en el año 1992.
Las claves socialistas de ese proyecto pueden rastrearse a través de la puesta en marcha de algunos mecanismos centrales: espacios para el ejercicio de la democracia participativa, multiplicación de la organización popular, ensayos de institucionalidades paralelas al Estado -como las misiones – y la conformación de un sujeto político capaz de encarar esas tareas. El centro de gravedad estratégico estaba en las clases populares, en la construcción de un poder popular que a lo largo de los años tomó diferentes formas. El Estado debía recuperar el poder y la economía, para luego transferirlo al pueblo organizado en proceso de aprendizaje del ejercicio del poder. Una construcción compleja, virtuosa, necesaria.
Las claves socialistas aparecieron antes que se anunciará del carácter socialista de la revolución bolivariana. No se trataba de salir del orden neoliberal para apuntalar “un capitalismo mejor repartido”, sino de buscar los caminos para superar el orden del capital. En su momento lo explico de la siguiente manera: “Esta revolución ha asumido la bandera del socialismo, y eso requiere y exige mucho más que cualquiera otra revolución, hubiéramos podido quedarnos en una revolución nacional, pero detrás de ese término, muchas veces indefinido, se esconde planteamientos que terminan siendo reformistas, de derecha, que terminan aplicando el programa gatopardista”.
La definición del 2005 coincide con la formulación de los consejos comunales, seguido de las comunas. Chávez traza la vía comunal al socialismo, una vía que requiere construir un nuevo Estado sobre la base del poder político, cultural y económico de las comunas. Lo dejó por escrito: el Estado burgués debía ser pulverizado, y para eso redactó un plan con pasos. Era imprescindible edificar otro sistema basado en la profunda democratización del Estado heredado, con una arquitectura participativa, autogestionaria. Un socialismo desde abajo, endógeno, como lo definiera el filósofo István Mészáros.
La propuesta socialista de Chávez estuvo en tensión con otra política que nunca fue formulada abiertamente. Se puede resumir en estas ideas fuerza: la centralidad debe recaer sobre un Estado, protector y actor, (sujeto principal del proceso) las formas de organización popular deben subordinarse a las instituciones y abarcar áreas limitadas y controladas, desde la fuerza del estado se debe llegar a acuerdos con los empresarios de la vieja guardia y con los emergentes, hay que apostar por la creación de una burguesía nacional proveniente de las mismas filas del chavismo o de carácter externo. Un socialismo de Estado en la frontera con la idea de un capitalismo que redistribuya las riquezas, sin remover los cimientos del capital.
Este debate se puede observar en algunas políticas concretas. Así lo hizo Chávez, en cadena nacional, como pedagogía de masas y también hablando para su gabinete cito una vez más a István Mészáros : “El patrón para medir los logros socialistas se aprecian en el los avances de las medidas que contribuyen activamente a la constitución y consolidación de un modelo sustancialmente democrático de control social y de autogestión general”.
Por tanto Chávez dejó claro que según su visión la forma de construir desde la institucionalidad es diferente si el objetivo es solo una gestión eficiente del Estado, o si, junto con eso, se trabaja para un ejercicio del poder en mano de las comunidades que en un movimiento organizado caminan construyendo una nueva forma de Estado. El sujeto de la revolución no es un ministro, un alcalde, son las clases populares en proceso de organización dentro de una estrategia de poder.
Para Chávez el socialismo del siglo XXI debía ser comunal, feminista, un sistema donde las formas sociales de propiedad sobre los medios de producción deben convertirse en hegemónicas. Nos dejo años de ensayos en esa dirección, tanto en lo político como económico. Su balance es una deuda pendiente.
Desde el 2014, con una situación económica contra las cuerdas los varios chavismos existentes miraron este proyecto desde su heterogeneidad y, la revolución se encontró en una encrucijada, con dos caminos posibles: una respuesta de defensa y conservación, con posibles retrocesos de conquistas, pero alejada de la vía comunal. La otra según la definición de Chávez es : “la profundización de los cambios iniciados con la ampliación de los campos de acción y decisión del poder popular”.
Estas dos visiones son guías entender la estrategia predominante al interior del chavismo …pero ¿cuál chavismo? Al parecer se ha optado por la primera opción, es decir fortalecer el acuerdo con el empresariado y desandar la apuesta comunal.
Este es el «río revuelto» de la historia de Venezuela en el presente. Los análisis y, los actores, tienen intereses y deseos diversos, aunque se mantiene unido las tensiones de clase conviven al interior del mismo chavismo.
¿Dónde está el socialismo? Está lejos del relato oficial . Está en las experiencias concretas territoriales. Estas experiencias cargadas de potencia, están en disputa al interior de los chavismos.. todo en medio de un país amenazado por una guerra imperial de desgaste y por las tendencias burocráticas que descreen del sujeto histórico y creen en… ¿en qué creen?
El chavismo será socialista o no será.