[otw_shortcode_quote border_style=»dashed» background_pattern=»otw-pattern-1″]Una vez que la tormenta (crisis y depresión de los años 30) había pasado la sociedad burguesa podía respirar un suspiro de alivio. Por tanto el Keynes radical de ayer se volvió en el Keynes conservador de siempre.[/otw_shortcode_quote]
Michael Roberts, economista británico
¿Fue Keynes un revolucionario en el campo de la economía? ¿ Eran radicales su ideas ?
Ann Pettifor es una de las asesores económicas de Jeremy Corbyn, En su libro más reciente “La producción del dinero” sostiene que: «el impacto político y social del actual sistema de producción de dinero, operado por la industria financiera global, está fuera del alcance de un control político democrático» .
No cabe duda que la economista Ann Pettifor está contra la austeridad impuesta por la escuela neoclásica y una promotora de un programa de gobierno que recupere los servicios públicos e impulse la economía. Para lograr estos cambios, propone un nuevo «keynesianismo» .
En un breve artículo publicado hace poco Ann Pettifor afirma que la teoría económica de Keynes es revolucionaria y la compara con la revolucionaria teoría de la evolución de las especies de Charles Darwin. En su opinión, Keynes «inventó» la macroeconomía y descartó la asfixiante obsesión neoclásica por la microeconomía (el estudio del valor y los mercados a niveles específicos).
En sintonía con las teorías del dinero de Keynes la señora Pettifor cree que las crisis del capitalismo están causadas por quienes «acaparan el dinero en lugar de gastarlo». La economista es partidaria del «internacionalismo keynesiano del FMI y del Banco Mundial, porque estas instituciones controlan la especulación y evitan la inestabilidad del capitalismo”.
Pettifor sostiene que al cuestionar las políticas de Keynes los gobiernos occidentales : “han retornado a un capitalismo decadente muy lejano de las políticas de Keynes que hizo funcionar al capitalismos de manera eficiente para todos”. » Es hora de restaurar al Keynes revolucionario «, sostiene sin ambages.
Bueno, me permito disentir sobre esta visión de Keynes y de sus políticas . Para empezar, Pettifor exagera al sugerir que las ideas de Keynes están a la par con las de Charles Darwin. Claro que es posible que todavía haya algún creacionista despistado que cree que Dios diseñó el mundo a su imagen y semejanza pero, hoy ninguna persona sensata piensa que esto tiene validez alguna, pues son abrumadoras las evidencias de que Darwin tenía razón en la evolución de las especies.
¿Podemos decir lo mismo de Keynes? ¿Tenía razón sobre las tendencias que rigen la economía capitalista? No lo creo, y trataré brevemente de mostrar por qué.
La señora Pettifor se equivoca cuando habla de la «economía clásica». El uso del término «clásico» utilizado por Keynes se refiere no solo a los grandes economistas de principios del siglo XIX como Adam Smith, James Mill y David Ricardo . También Keynes usa el término para hablar de las teorías de la utilidad marginalista de mediados a fines del siglo XIX de Jevons, Bohm-Bawerk, Walrus y Mises.
J.M. Keynes aceptó los conceptos de microeconomía marginalista . Sin embargo, los economistas clásicos del capitalismo de principios del siglo XIX, nunca hicieron distinción entre lo micro y lo macro. Su propósito era analizar el movimiento y las tendencias de las «economías» y para eso la teoría del valor fue su herramienta fundamental.
Con el tiempo la microeconomía se convirtió en una forma de combatir el peligroso desarrollo de la economía clásica que mediante la teoría del valor podía derivar en una explicación fundamentada de la explotación del trabajo y de relaciones sociales en conflicto. Así que , sin mayores explicaciones , la teoría del valor fue reemplazada por la teoría de la utilidad marginal de la oferta y la demanda.
Los grandes economistas clásicos habían comenzando con un análisis de la naturaleza del capitalismo sobre una base «objetiva», sin embargo, una vez que el capitalismo se convirtió en el modo de producción dominante (en las principales economías) y quedó claro que el capitalismo era otra forma de explotación del trabajo (esta vez por el capital) la “economía política” se propuso negar sistemáticamente esta realidad. Entonces, la economía dominante se convirtió en una apología del capitalismo, sustituyendo la teoría del valor por la teoría de la utilidad marginal.
Con el fracaso de la producción capitalista aparecen los análisis macroeconómicos. Esto ocurre especialmente, después de la gran depresión de los años treinta. Había que hacer algo. En ese momento emergió Keynes que a pesar de mantener la teoría marginalista de su mentor, Alfred Marshall, se desplaza teóricamente más allá de la ley de la oferta y la demanda.
La economía “burguesa” dominante ya no podía basarse en la cómoda teoría de la utilidad marginal . Esta teoría era insostenible porque equivalía a sostener una desprestigiada teoría de la oferta y demanda en medio de una brutal crisis económica
Este el momento que la ley de la oferta y la demanda (llamada ley de Say) es abiertamente cuestionada. Nadie en los 30 del siglo pasado podía desconocer que el capitalismo está sujeto a cumbres y depresiones, a desequilibrios (¿permanentes?) Y, por tanto, a crisis regulares.
Las crisis tuvieron que ser estudiadas, para ser “manejadas”. Este panorama exigía una explicación desde la macroeconomía. Sin embargo el keynesianismo no regresó a los principios de la «economía clásica». Esos estudios se transformaron en peligrosos porque reconocían que la economía tenía que ver con la estructura social y las relaciones sociales (explotación de clase) y no con una teoría de la «escasez» y los «precios de mercado».
En esos años parecía que la macroeconomía keynesiana había logrado salvar al capitalismo. En la «edad de oro» del capitalismo, después de 1948, el crecimiento económico fue fuerte, el empleo fue pleno y los ingresos altos. La economía parecía haber proporcionado las políticas para «gestionar» el capitalismo con éxito.
Aunque le pese a la señora Pettifor este éxito fue solo una ilusión momentánea. La edad de oro pronto perdió su brillo. La teoría y las políticas keynesianas fueron abiertamente desautorizadas con la primera recesión internacional de 1974-5 y la consiguiente depresión de 1980-1982. A Pettifor le hace falta recordar que el colapso de la producción y de la inversión – a nivel internacional- tuvieron lugar durante la aplicación de políticas macroeconómicas de impronta keynesiana.
La señora Pettifor afirma que las crisis de finales del siglo XX fue «porque las autoridades públicas – en todo el mundo – decidieron abandonar la regulación del crédito y elegieron dar movilidad al capital a principios de los años 70”. En otras palabras, faltó regulación sobre unos banqueros irresponsables.
Sin embargo, la pregunta que Anne Pettifor no responde es: ¿por qué los grandes estrategas del capital abandonaron la gestión y el control al estilo keynesiano y optaron por la desregulación, si todo funcionaba tan bien en los años cincuenta y sesenta?
La verdadera razón fue que el keynesianismo había fracasado, por eso los gobiernos pro-capitalistas se inclinaron hacia el monetarismo y las políticas neoliberales. Y fracasó en el área más importante para el capitalismo: mantener la rentabilidad del capital.
El gran cambio desde mediados de la década de 1960 hasta principios de la década de 1980 fue el colapso de la rentabilidad del capital en las principales economías, crisis económica que provocó una sucesión de depresiones en 1970-74 y 1980-82.
Ante estas reiteradas crisis los teóricos liberales y los productores capitalistas rompieran con Keynes. Los servicios públicos, el estado de bienestar, los buenos salarios y el pleno empleo ya no se podía «permitir» y, como bien dice Pettifor, “ el keynesianismo fue percibido como un intervencionismo estatal con un gasto público deficitario».
El gran cambio se produjo después de la crisis de la década de 1970. En el periodo anterior se «regulaba el capital financiero”, se «gestionaban las monedas”, los sindicatos tenían derechos, el gobierno podía intervenir fiscalmente y habían pocas privatizaciones. Fue el fracaso de la producción capitalista y la incapacidad de las ideas keynesianas la que causó el cambio en la teoría y la política.
Sin embargo, argumenta Pettifor, abandonar el keynesianismo fue un error de los «poderes» porque Keynes tenía las respuestas para evitar las crisis y hacer que las economías capitalistas siguieran funcionando.
Keynes, dice Pettifor, habría desarrollado una «teoría revolucionaria» del dinero. Su teoría sostiene que “las crisis ocurren cuando los inversionistas o los tenedores de dinero no lo gastan, sino que lo acumulan. Lo hacen por razones subjetivas y por falta de espíritu animal» . En otras palabras los capitalistas tiene falta de confianza en que sus inversiones les proporcionen rendimientos suficientes”.
La solución, afirma Pettifor, es que las autoridades monetarias intervengan y reduzcan el costo de los préstamos «imprimiendo» dinero, de modo que los intereses sean menores que el rendimiento de las inversiones. Esta política animaría a los acumuladores de dinero a invertir sus recursos. Para la economista tales políticas son «todavía consideradas demasiado radicales para ser aceptables hoy» .
En su libro “La producción de dinero”, Pettifor nos dice que «el dinero no es más que una promesa de pago , por tanto ,cuando creamos dinero estamos haciendo un promesa». De esta manera explica su posición: «El dinero es infinito, y no debe estar limitado por la producción de bienes. Esto significa que las sociedades pueden imprimir todo el dinero que quieran sin consecuencias económicas perjudiciales. A través de este “efecto multiplicador keynesiano”, los ingresos y el empleo pueden expandirse sin problemas. No hay incompatibilidad económica si el gobierno invierte su dinero para crear empleo»».
Para Pettifor, con la expansión del dinero (¿o es crédito?) el único problema sería mantener el costo del dinero con tasas de interés lo más bajo posible, estimulando de esta manera la economía capitalista. Por lo tanto, no hay necesidad de ningún cambio de un modo de producción con fines de lucro; simplemente se trata de tomar el control de la máquina de hacer dinero para garantizar un flujo infinito del dinero y todo el sistema funcionará convenientemente.
Bueno, el capitalismo es una economía monetaria pero no es solo una economía monetaria. El dinero no puede hacer más dinero si no produce un nuevo valor. Y esto requiere del empleo y de la explotación de la fuerza de trabajo.
Marx explicó que era un fetiche pensar que el dinero puede crear más dinero. Sin embargo, esta versión del keynesianismo parece pensar que se puede crear dinero de la nada.
Cuando los bancos centrales expanden la oferta monetaria imprimiendo dinero o creando reservas bancarias (depósitos), lo que hoy se conoce como ‘flexibilización cuantitativa’, estos mecanismos no crean valor. Solo crearían valor si ese dinero se utilizara de manera productiva desarrollando medios de producción o ampliando una fuerza laboral que aumenta la producción y de ese modo cree un nuevo valor.
Marx ya argumentó -en la década de 1840- contra la «teoría cuantitativa del dinero». El sostuvo que expandir la oferta de dinero no aumentará el valor ni la producción, sino que lo más probable es que infle los precios, devalúe la moneda nacional o abulte artificialmente el precio de los activos financieros.
Esto último es lo que ha ocurrido en el reciente período de impresión de dinero. La “flexibilización cuantitativa” no ha terminado con la actual depresión global, sino que simplemente ha provocado nuevas especulaciones financieras.
Esta versión de la economía keynesiana es, por lo tanto, difícilmente «revolucionaria» o «radical». De hecho, esta política ha sido adoptada por todos los bancos centrales después de la crisis del 2008 (y la posterior Gran Recesión) sin lograr reponer el crecimiento económico, la inversión productiva y los ingresos medios.
En realidad, durante la gran depresión de la década de 1930, el propio Keynes prescindió de las soluciones monetarias ante los desplomes financieros y optó por el estímulo fiscal . Incluso, propuso la «socialización de la inversión», una política mucho más radical que la producción de más dinero.
En su tratado sobre el dinero ( escrito en 1930 al comienzo de la Gran Depresión) Keynes argumentó que los bancos centrales tendrían que intervenir con lo que ahora llamamos ‘políticas monetarias no convencionales’ diseñadas para reducir el costo de los préstamos y aumentar la liquidez para la inversión. Bajar solo la tasa de interés no era suficiente.
A continuación , en 1936, después de cinco años de más de depresión (similar al tiempo transcurrido desde reciente recesión), Keynes se mostró muy poco convencido con las «políticas monetarias no convencionales».
Keynes lo explico de esta manera “la solo la producción de más dinero ha fracasado, ahora me he transformado en un escéptico sobre el éxito de una política meramente monetaria … lo que parece probable es que las fluctuaciones del mercado y la diferencia marginal de los tipos de capital, son demasiado grandes para ser suplidos por las rebajas en las tasas de interés ” .
De esta manera Keynes pasó a defender el gasto fiscal y la intervención estatal para complementar una inversión empresarial deficiente. Sin embargo, Anne Pettifor se aferra solamente al manejo de las tasas de interés; flexibilización monetaria y el abandono del estímulo fiscal. De hecho, olvida una política de «socialización de la inversión».
Resumiendo la narrativa que hace Pettifor sobre la economía de Keynes es cualquier cosa menos, «revolucionaria».
Fue Keynes un «internacionalista»
Keynes se hizo un nombre al demostrar que las políticas de “penuria económica” contra Alemania aplicadas después de la primera guerra mundial serían contraproducentes para los intereses de Francia y Gran Bretaña. También fue el promotor de “la construcción de la arquitectura financiera internacional”. Una idea que fue apoyada por políticos y economistas (y no por los banqueros) en Bretton Woods en 1944.
En realidad Keynes pensaba que era necesario establecer instituciones ‘civilizados’ para garantizar la paz y la prosperidad a través de la gestión internacional de las economías, las monedas y dinero. Sin embargo lo que ha ocurrido con estas ideas destinadas a controlar los excesos del capitalismo, es que instituciones como el FMI, el Banco Mundial , se están utilizando descaradamente para promover las políticas del imperialismo, encabezada por los Estados Unidos.
En lugar de un mundo de líderes «civilizados» tenemos una terrible águila a horcajadas sobre el mundo, imponiendo su voluntad. Sus intereses materiales deciden las políticas y los economistas inteligentes como Keynes no tienen cabida. Su internacionalismo, ha dado como resultado una “economía de penurias” implementado por el FMI sobre los países emergentes en dificultades.
Por otra parte, Keynes fue siempre más un representante de los intereses del imperio británico. Después de todo, formó parte del servicio civil británico en la India.
El biógrafo de Keynes, Lord Skidelsky, escribe al tercer volumen de su biografía : “en las reuniones de Bretton Woods de la posguerra, Keynes no representaba los intereses de los pobres del mundo o un orden mundial democrático, el era el representante de los intereses nacionales del imperialismo británico que trataba de evitar la dominación absoluta de Estados Unidos».
Tras Bretton Woods hablando ante el parlamento británico Keynes declaró : “ el acuerdo no es una reafirmación del poder estadounidense, sino un compromiso razonable entre dos grandes naciones con los mismos objetivos; restaurar la economía mundial liberal”. De hecho para Keynes sólo dos naciones importaban, el resto de países no le importaban en absoluto.
Keynes tenía una visión tradicional neoclásica del ‘libre comercio’ . Durante mucho tiempo creyó que con los mercados libres se beneficiaría todo el mundo. Desde su cargo como secretario de la Asociación de Libre Comercio de la Universidad de Cambridge defendió el libre comercio en un sinnúmero de debates académicos : “Debemos mantener al libre comercio como principio internacional, porqué no es simplemente una doctrina de la ventaja económica.”
En 1929, Keynes empezó a cambiar su posición al sugerir: “en el futuro el libre comercio debe basarse , no en principios abstractos como el “dejar hacer”, al contrario debe estar en sintonía con las ventajas de una política realista “.
La terrible experiencia de la Gran Depresión le había hecho cambiar sus puntos de vista hasta tal punto que propuso aranceles a la importación de bienes extranjeros y subsidios para la inversión nacional. Estas recomendaciones las hizo en un conferencia privada del Comité Mac Millán en 1930 ( una comisión de expertos patrocinada por el gobierno del Reino Unido creada para ofrecer asesoramiento al gobierno británico en el inicio de la depresión).
Cuando se le preguntó si el abandono de libre comercio valía la pena y cuales serían los efectos del proteccionismo, Keynes respondió: “No tengo una opinión clara. Desconozco donde se encuentra el equilibrio. Estoy terriblemente asustado con el proteccionismo como una política económica de largo plazo. Pero uno no puede permitirse tener siempre miradas de largo plazo. . . En mi opinión, la cuestión es hasta qué punto estamos dispuestos a correr el riesgo de trastornos económicos por un período con el fin de conseguir un alivio en la actual depresión“.
La depresión siguió y en poco tiempo, propuso más medidas proteccionistas. En respuesta al primer ministro, Keynes escribió :“me he convencido, a regañadientes, que hay que introducir algunas medidas proteccionistas”. Más tarde, en un memorándum para la Comisión de Economistas del Consejo Asesor Económico, Keynes elaboró un documento sobre los beneficios de imponer tasas.
Estos beneficios incluían la solución de uno de los problemas fundamentales del momento: la falta de alineación entre los costos y el tipo de cambio. Propuso una tasa aduanera que elevaría los precios internos y que reduciría los salarios reales hacia un ‘valor de equilibrio’, evitando de esta manera una caída perjudicial de los salarios nominales (pero los salarios reales caerían sin que la clase trabajadora se diera cuenta).
Las tasas también estaban destinadas a: “restaurar la confianza de las empresas y crear un clima favorable para nuevas inversiones, pero según mi opinión no deberían (a no ser que estén mal diseñadas) estimular las demandas de los sindicatos por aumentos salariales o tener efectos adversos en el empleo.”
De esta manera los nuevos tributos de Keynes servirían al capital británica frente a sus competidores y reduciría los ingresos reales de los hogares. Keynes no solo prefiere devaluar la moneda, también insta a implantar nuevos tasas de aduana.
Ahora abogaba ‘empobrecer al vecino’ para ayudar capital británica frente a sus rivales.
En 1933 dio otro paso: “ debemos reducir al mínimo los tinglados económicos entre naciones. Las ideas, el conocimiento, el arte, la hospitalidad, los viajes, son cosas que por su naturaleza, deben ser internacionales. Pero dejemos que los bienes pueden andar por casa siempre que sea razonable y convenientemente posible; y, sobre todo, dejemos que las finanzas sean primordialmente nacionales.”
Sin embargo, una vez que la depresión y la guerra terminó, Lord Keynes volvió a respaldar la teoría del libre comercio en su último discurso: “los bloques económicos separados y todos la fricción y pérdida de la amistad entre las naciones son pretextos que pueden conducir a un mundo hostil , donde el comercio termine acabando en amplias zonas del mundo“.
Creo que Keynes era un «típico comerciante inglés». Era partidario del libre mercado mientras este mecanismo le diera ventajas al capital británico, pero estuvo a favor de protección cuando estas políticas eran necesarias para salvar al capital nacional.
Para Keynes , sólo había dos naciones «civilizadas» que podrían conducir el mundo; los Estados Unidos y el Reino Unido (como socio menor),. Keynes nunca criticó el papel del Imperio Británico, por el contrario, lo vio como algo bueno que debía ser preservado.
Con el auge de Europa, el Reino Unido comenzó a moverse hacia el continente, uniéndose el mercado único y a la UE. Pero el capital británico permaneció dividido acerca de con quien alinearse. En la psique de la élite dominante británica se ha mantenido la nostalgia por el Imperio y la contemplación de pasados éxitos del «atlantismo».
Con la crisis de las economías europeas, los súbditos reaccionarios del viejo imperio han presionado por una ruptura con Europa y un retorno al ‘viejo orden’ como socio menor del imperialismo estadounidense, de la época de Keynes.
¿Cómo Keynes habría reaccionado a esto? Hay que considerar que durante los acuerdos de Bretton Woods, J. M. Keynes estuvo en general a favor de la liberalización del comercio y de los flujos transnacionales de capital, porque pensaba que este modelo favorecía al capital anglo-americano. Hoy, seguramente habría apoyado la entrada del Reino Unido en la UE, pero no a la zona Euro, porque una política de este tipo habría quitado el control sobre la moneda y la opción de su devaluación .
¿Cuál sería la posición de Keynes ante el Brexit? ¿Habría sido una ‘Leaver’ o ‘Remainer’?
Probablemente habría estado de acuerdo con su rival económico de la década de 1930, Friedrich Hayek. En realidad Keynes cambió sus ideas como que cambió sus camisas. Keynes fue un “internacionalista” sólo el tiempo que esta posición no entraba en conflicto con los intereses del capital británico o del imperialismo estadounidense. (Más o menos la misma posición que mantuvo Winston Churchill).
Keynes se opuso vehementemente al internacionalismo socialista. Diseño todas sus políticas para “salvar al capitalismo de sí mismo” y evitar la temida alternativa del socialismo. Lo expresó con estas palabras : “Aunque en sí mismo el capitalismo es en muchos aspectos muy objetable creo que el capitalismo gestionado con prudencia, probablemente puede ser más eficiente para la consecución de fines económicos que cualquier sistema alternativo que tengamos a la vista. Nuestro problema es trabajar en una organización social que deberá ser lo más eficiente posible. Por tanto en la guerra de clases me encontrarán siempre en el lado de la burguesía educada».
¿Fue Keynes un luchador por la una mayor igualdad?
En relación a este aspecto de su pensamiento esto fue lo que dijo. “Por mi parte, creo que hay justificación social y psicológica para las desigualdades de ingresos y de riqueza, lo que no debe existir son las grandes disparidades que existen en la actualidad. Hay valiosas actividades humanas que requieren del impulso para hacer dinero y, la propiedad privada es el ambiente natural para su plena realización”.
Este personaje es el revolucionario de la señora Pettifor.
Keynes calculó que en la medida que el capitalismo se expanda por el avance tecnológico, el sistema crearía un mundo de abundancia y de ocio. Producto de esta abundancia, los préstamos para invertir no serían necesarios. De esta manera banqueros y financieros tampoco serían necesarios y podrían ser eliminados como intermediarios ( ‘la eutanasia del rentista’).
Bueno, parece que esto NO está sucediendo. Los seguidores de Keynes sostienen ahora que el capitalismo se ha deformada por la ‘financiarización’ y que el capital financiero es el verdadero enemigo.
¿Qué ha pasado con la eliminación gradual de las finanzas en el capitalismo tardío según creía Keynes?
En su teoría del capital financiero Marx no previó una eliminación gradual de las finanzas; por el contrario, el filósofo alemán describe un papel creciente del crédito y de las finanzas con la concentración y centralización del capital en el capitalismo tardío.
Aunque las funciones de gestión y la inversión se separan cada vez más de los accionistas en las grandes empresas, esto no altera la naturaleza esencial del modo de producción capitalista – y ciertamente no implica que los especuladores de la inversión financiera desaparecerán gradualmente .
¿Ha vuelto Keynes?
Keynes, el supuesto oponente radical de la economía neoclásica, según la visión de Pettifor, ha vuelto de nuevo.
Cuando terminó la gran depresión y comenzó la Segunda Guerra Mundial, en uno de sus últimos artículos sobre la economía capitalista Keynes señaló: “Nuestra crítica de la teoría clásica de la economía ha consistido no tanto en la búsqueda de defectos lógicos sino en señalar que sus supuestos tácitos son satisfechos rara vez o nunca, con el resultado que no puede resolver los problemas económicos del mundo real. Pero si nuestros controles centrales logran establecer el pleno empleo en un volumen tan cerca como sea posible, la teoría clásica deberá aplicarse desde ese punto en adelante. ”
Así que según Keynes una vez se alcanza el pleno empleo, podemos prescindir de la planificación y ‘inversión socializada’ y habrá que restablecer el libre mercado y la economía neoclásica: “llenar los vacíos en la teoría clásica no es terminar con los sistema de Manchester (mercados ‘libres’ ), pero para que funcione el libre juego de las fuerzas económicas se requiere liberar las potencialidades de la producción».
De hecho, en sus últimos años, ensalzó el capitalismo ‘liberal’ que ahora sus seguidores condenan. En 1944, le escribió a Friedrich Hayek, ( el principal ‘neoliberal’ de su tiempo y mentor ideológico del thatcherismo) para alabar su libro “Camino de servidumbre”, que sostiene que la planificación económica conduce inevitablemente al totalitarismo: “moral y filosóficamente me encuentro de acuerdo con prácticamente la totalidad de su obra; y no sólo estoy de acuerdo con ella, estoy profundamente conmovido por el trabajo de Hayek.”
Y … Keynes escribió en su último artículo, “me encuentro movido, a recordar a los economistas contemporáneos que las enseñanzas de los clásicos encarnan algunas verdades permanentes de gran importancia …. Hay en estos asuntos corrientes subterráneas que están operando a favor del equilibrio, son fuerzas naturales, que uno puede llamar incluso la mano invisible,. Si no fuera así, no podríamos haber conseguido lo que hemos hecho durante muchas décadas en el pasado».
Así, que economía ‘neoclásica’ de la ‘mano invisible’ y el ‘equilibrio’ regresa después de todo. Todo lo contrario lo que los seguidores keynesianos dicen representar.
Una vez que la tormenta (crisis y depresión) había pasado la sociedad burguesa podía respirar un suspiro de alivio. Por tanto el Keynes radical de ayer se volvió en el Keynes conservador de siempre.
Sin embargo, el mito de Keynes, como radical y revolucionario se conserva. Es promovida por la izquierda keynesiana y sigue influyendo en el movimiento obrero (en particular en sus líderes) como la ‘alternativa’ a los neo-liberales, y a la economía pro-mercado de la ‘austeridad’. ¿Por qué es esto? Bueno, hay razones teóricas.
La macroeconomía keynesiana asume que el capitalismo trabaja para desarrollar las fuerzas productivas y satisfacer las necesidades de las personas. El problema es que de vez en cuando, hay un ‘fallo técnico’ (Paul Krugman) y por alguna razón (pérdida de confianza, o espíritus animales?) la inversión capitalista se queda atascado en un ‘acaparamiento de dinero’ de modo que no puede salir de la trampa de la falta de liquidez.
Por lo tanto, es necesario que las autoridades gubernamentales le den un ‘empujón’ con el estímulo monetario y / o fiscal, y entonces todo estará bien de nuevo (¿ hasta la próxima crisis?).
A Keynes le gustaba considerar a los economistas como los dentistas que solucionan un dolor de muelas :“Si los economistas considerarse así mismos como personas humildes y competentes como los dentistas, esto sería espléndido”. Los keynesianos modernos han comparado su papel como el de los «fontaneros» , que se dedican a reparar las fugas en las tuberías de la acumulación y el crecimiento.
Las diferencias entre Keynes y Marx son muy importantes . Lo que el análisis marxista del modo de producción capitalista revela es que el capitalismo no puede poner fin a la desigualdad, la pobreza y la guerra . El capitalismo es incapaz de crear mundo de abundancia y de evitar la catástrofe del desastre ambiental (algo ignorado por Keynes).
Esto ocurre simplemente porque el capitalismo es un modo de producción impulsado por las ganancias ; la explotación y no la cooperación; un sistema que genera contradicciones irreconciliables que no pueden ser resueltos por una mera gestión técnica «a lo fontanero» de la economía. Sus contradicciones sólo pueden resolverse mediante la sustitución del capitalismo. En este sentido, Marx, en lugar de Keynes, está mucho más cerca de Darwin . Fue Marx quien aportó una teoría revolucionario a la economía.
En los años 1920 y 1930, Keynes teme que el ‘mundo civilizado’ se enfrente a una revolución socialista o a una dictadura fascista. Según Keynes el socialismo como una alternativa al capitalismo en la época de la gran depresión, podría derribar la «civilización'» y nos traería la ‘barbarie’ .
Keynes era un ‘ liberal’ que creía que un capitalismo que funcionara eficazmente lograría impedir la revolución socialista. Esa es la narrativa keynesiana.
Estas ideas todavía atraen a los líderes del movimiento laboral y a los «liberales progresistas». Según el escritor Geoff Mann :“ Cierta izquierda quiere democracia sin poder popular, quiere una política de transformación sin los riesgos de la transformación; quiere una revolución sin revolucionarios. Pero, lamentablemente estaremos todos muertos si no acabamos con el modo de producción capitalista. Y esto requerirá de una transformación revolucionaria».
Apostar por remendar los supuestos fallos de funcionamiento del capitalismo «liberal» no salvará nuestra civilización
*Resumen de un artículo de Michael Roberts, publicado en dos partes por