[otw_shortcode_quote border_style=»dashed» background_pattern=»otw-pattern-1″]Los neo-fascistas se han vestido con la bandera del populismo y el nacionalismo. Y han convencido a sus partidarios que son los campeones de una lucha contra el globalismo , el elitismo y la corrupción del sistema. Sin embargo, son fieros defensores del capitalismo.[/otw_shortcode_quote]
Gilbert Mercier Editor Jefe del diario News Junkie Post
Está en todas partes y en pocos años, ha hecho metástasis como un cáncer en todos los continentes. Sus fervientes defensores y sus partidarios mal informados lo llaman populismo o nacionalismo.
Sin embargo, de la década de 1930, en la Italia, Alemania o España, esta ideología de la exclusión, el miedo, el odio al otro y la adoración por un poder ejecutivo tiránico, fue llamada por su nombre propio: fascismo.
Mussolini en Italia, Hitler en Alemania y Franco en España fueron los tenores sanguinarios de esa gran orquesta sinfónica del capitalismo que cantaba una ópera mortal dirigida tras bambalinas por los complejos militares-industriales. Cuando Rusia y los aliados occidentales pusieron fin a la psicosis colectiva inducida por el fascismo en 1945, entre 68 y 80 millones de personas habían sido asesinadas en todo el mundo.
América Uber Alles
Esa enfermedad, expresada sintéticamente en el slogan Deutschland Uber Alles (Alemania sobre todos), también es contagiosa hoy en día . Ahora se ha empaquetado de nuevo con un lema un poco más blando “ Hagamos Estados Unidos grande de nuevo-
¿ Y por qué no Italia, Austria, Hungría, Brasil , Israel, España grandes de nuevo ? La doctrina de un país sobre todo los demás es, en realidad, la mejor forma de justificar la tiranía del Estado contra su propia población.
Las amenazas , externas o internas, en su mayoría fabricadas y amplificadas por los medios subordinados, hacen que las personas toleren o, lo que es peor, respalden un aparato de seguridad omnipresente, ya sea militar o policial. Los regímenes fascistas siempre han borrado la línea entre el ejército y la policía.
¿Por qué no desplegar su ejército contra sus propios ciudadanos si se les ha lavado el cerebro con la idea que el país está amenazado por enemigos internos? Después de todo, el miedo y la paranoia son los vectores más poderosos del imperio orwelliano global en el que vivimos.
El neofascismo y el capitalismo.
Los neo-fascistas se han vestido con la bandera del populismo y el nacionalismo . Y han convencido a sus partidarios que son los campeones de una lucha contra el globalismo , el elitismo y la corrupción del sistema político neoliberal. Sin embargo, son fieros defensores del capitalismo y su abyecta explotación sistemática del trabajo.
Para los neofascistas, al igual que para los capitalistas, la riqueza debe concentrarse en pocas manos, y el dinero debe circular a través de las fronteras sin restricciones, mientras que la gente común no puede no hacerlo. Apoyados por el capital financiero y el complejo industrial-militar, los neofascistas niegan el cambio climático y promueven la super-explotación de los recursos naturales y la deforestación es .
De hecho, no hay nada nuevo bajo el sol. Si los industriales de hoy se benefician de las guerras con ambos lados de cada conflicto, las gigantescas compañías de los Estados Unidos (como Ford y General Motors) hicieron lo mismo durante la Segunda Guerra Mundial. El historiador Bradford Snell escribió, hace ya más de 20 años : «los nazis no podrían haber invadido Polonia y Rusia sin la General Motors».
La amistosa relación de Ford y GM con el régimen nazi se remonta a principios de los años treinta. El propio Henry Ford fue partidario de los nazis, y Hitler era un fanático de la industria automotriz.Estas dos compañías, Ford y GM, que se presentaron a sí mismas como «el arsenal de la democracia» fueron, al menos hasta 1942, también el arsenal del fascismo .
Esta misma aparente esquizofrenia se está practicando hoy. Al igual que Ford y GM fueron cómplices con los nazis, el capitalismo global y los mercaderes de la muerte, se están beneficiando de los crímenes de guerra al vender armas al régimen islamofascista de Arabia Saudita, que actualmente comete crímenes de lesa humanidad bombardeando a miles de civiles y matando de hambre a la población de Yemen.
Estos crímenes de guerra se cometen con armas fabricadas en los Estados Unidos, el Reino Unido, Francia y España. La República francesa, el país en que su presidente liberal Emmanuel Macron se declara asimismo como el “campeón de los derechos humanos”, vende 7 mil millones de euros en armas por año a India, Arabia Saudita y Egipto.
Muros mentales de odio.
Trump, Salvini, Kurz, Orban y Bolsonaro fueron elegidos en gran parte con una premisa falsa. Escondidos tras una amenaza inexistente y una noción racista del choque de civilizaciones, han fomentado el mito que los inmigrantes, los extranjeros de piel oscura o de otras religiones, representan un peligro “existencial” para los países de acogida.
Los neofascistas han crecido construyendo muros mentales de odio en la “fortaleza Europa” y en la “fortaleza América”. La proliferación mundial del neofascismo constituye una nueva forma de globalización ideológica, y hoy el capitalismo global se apoya en ella. Por ejemplo, una vez que se hizo evidente que Bolsonaro sería elegido presidente de Brasil, el mercado de valores del país aumentó un 13 por ciento en dos semanas.
Durante la Segunda Guerra Mundial, los poderes del eje fascista fueron Alemania, Italia y Japón. Ahora son los Estados Unidos, Italia, Austria, Hungría y Brasil.
Geopolítica
El ascenso global del neofascismo está cambiando el paisaje político en un terreno que ya está muy inestable.
En Latinoamérica John Bolton, asesor de Seguridad Nacional de Trump, ha puesto en el punto de mira a Venezuela, Cuba y Nicaragua, llamándolos » troika de tiranos «. Ahora, Bolton en su empeño por imponer una revivida Doctrina Monroe cuenta con dos nuevos colaboradores regionales del imperialismo estadounidense ; Colombia y Brasil.
En Europa, los neofascistas han ascendido al poder en Hungría y en gobiernos de coalición en Italia y Austria. Sus compañeros ideológicos en Alemania, Polonia, Francia, Suecia y Países Bajos no han alcanzado el poder, pero su influencia política está creciendo rápidamente. Este ascenso de los neofascistas, pretende dominar a la Unión Europea… En este proceso el ex asesor de Trump, Steve Bannon está haciendo el papel de ideólogo y eminencia gris.
Jesús y América
«Dios está con nosotros» Estas palabras junto a un águila y una esvástica, fue la inscripción que adornaba las hebillas del cinturón del ejército alemán durante la Segunda Guerra Mundial. ¡Si hay un Dios, su poder ciertamente no ayudó mucho a los soldados del Tercer Reich! Dicho esto, definitivamente hay un camino religioso en el auge del fascismo global.
En los Estados Unidos y en Brasil, el voto de los cristianos evangélicos fue un factor primordial en las elecciones de Trump y Bolsonaro. Los fundamentalistas cristianos «renacidos» de los Estados Unidos se concentran principalmente en los Estados del Sur que anteriormente fueron los Confederados de la Guerra Civil.
Estas comunidades evangélicas fundamentalistas rechazan la evolución, el secularismo y el cambio climático. Muchos en estas comunidades creen que los Estados Unidos deben ser un estado cristiano. Estos fundamentalistas cristianos son el bloque de votación más confiable de Trump, tal como lo fueron para George W. Bush. Los think tanks de esta derecha extrema, bien financiados como La Fundación Heritage, han estado manejando las hilos de poder desde principios de los años setenta.
Patriotas
Bolsonaro , fue criado como católico, pero se convirtió – en lo que podría considerarse un cínico cálculo político- en un evangélico «renacido». Posiblemente fue el bloque evangélico quien le dio una ventaja decisiva en las recientes elecciones presidenciales.
Mientras tanto, en la “fortaleza Europa”, los neofascistas esgrimen su herencia cristiana, y alimentan sentimientos anti-islamistas, creando una ideología mezcla de racismo y de intolerancia religiosa.
En Israel, bajo lo que se puede llamar el Judeo-fascismo del Primer Ministro Netanyahu, los palestinos son deshumanizados y perseguidos, como se perseguía a los judíos en los pogroms de Europa durante siglos. En Arabia Saudita, el islamo-fascista Mohamed bin-Salman hace lo mismo pintando a los chiítas de Irán como herejes y terroristas.
En India, el Primer Ministro Modi, también ha estado utilizando la religión para crear conflictos y justificar los gastos militares. En resumen, los fundamentalistas religiosos de todas las tendencias son hoy en día los mejores activos para que los neofascistas manipulen las personas, poniéndolas a menudo, violentamente unas contra otras.
La huella ecológica del fascismo.
Los neofascistas son – como Trump en Estados Unidos y Bolsonaro en Brasil- negadores del cambio climático. Después de todo, Dios o Alá tiene las llaves del destino de la humanidad .
Para el resto de nosotros, que no esperamos que Dios tenga un planeta Tierra adicional en su bolsillo, el ascenso del neofascismo global ofrece una perspectiva sombría para la supervivencia.
Bajo las botas las tropas de asalto del neofascismo global lo poco que queda de nuestro ecosistema puede llegar a ser arrasado totalmente. De hecho Jair Bolsonaro amenaza con aplicar “tabula rasa” en el Amazonas, la foresta más grande del planeta y el gran pulmón de la tierra.
Mientras tanto los súper ricos que controlan el capitalismo global darán carta blanca a sus capataces neo-fascistas para que utilicen su enorme aparato policial y militar para reprimir a los miles de millones de refugiados del cambio climático y víctimas del colapso ecológico .
Las consecuencias de cambio climático, que los neofascistas quieren convertir en un problema de seguridad nacional, probablemente desencadenará la etapa final del capitalismo. Todo el oro y los diamantes en el mundo no detendrán las tormentas ni protegerán la atmósfera de los rayos mortíferos de un sol ardiente e inclemente.