Dragan Plavšić, periodista miembro de la revista británica Counterfire
Cuando el conocido ilusionista Uri Geller (experto embaucador en doblar cucharas) envió una carta a Theresa May ofreciendo usar sus poderes telepáticos para detener el Brexit, parecía que la política británica había llegado al máximo del surrealismo.
Sin embargo, esa payasada no ha sido la última. El colmo de los absurdos fue el momento en que la señora May ofreció su renuncia a los parlamentarios de su partido para que apoyaran el acuerdo con la UE . Sin embargo para el asombro mundial esta suerte de soborno no funcionó y pareció la guinda del pastel de la incompetencia.
Y para no quedarse atrás, algunos parlamentarios laboristas han estado corriendo su propia carrera en esta maratón de comedias políticas
En una manifestación reciente , el diputado laborista Tom Watson prometió hacer todo lo contrario de lo que piensa y votar por un acuerdo al que se opone. Mientras tanto, Caroline Flint dijo que votaría a favor porque «protege los derechos de los trabajadores».
El intento de Caroline Flint de darle una aire de izquierda al acuerdo de May es simplemente otro fraude político. La parlamentaria laborista parece olvidar que los objetivos del acuerdo de la señora May son básicamente dos : alinear al Reino Unido con la UE en torno al neoliberalismo y colocar todos los obstáculos posibles a un hipotético gobierno liderado por Jeremy Corbyn
El Brexit es algo más que el Brexit . La lógica que pretende explicarlo fuera de contexto está fuera de toda lógica . Mirando un poco más allá de la coyuntura podremos comprobar que las tremendas dificultades, en torno al Brexit, son la manifestación de una profunda crisis del neoliberalismo, que en el caso del Reino Unido ha debilitado la posición de la clase dominante y su influencia en el mundo.
Un panorama más amplio
Para entender lo que se está jugando necesitamos una perspectiva que explique el largo declive de Gran Bretaña. Su prolongada decadencia (acelerada después de las huelgas de los mineros de mediados de los 70 del siglo pasado) ofrece razones suficientes para abrigar serias sobre dudas la capacidad de la clase dominante para seguir gobernando.
Esta crisis histórica se manifiesta , entre otros factores, en el hecho que Alemania y EEUU han crecido el doble que el Reino Unido desde finales del siglo 19, provocando que el otrora gran Imperio Británico se haya deslizado de manera constante cuesta abajo como polo de competencia económica global.
Costó dos guerras mundiales para que EEUU se transformara en el poder global dominante. El resultado fue que Gran Bretaña se viera arrinconada a una situación muy disminuida y se transformara en un obediente compinche del naciente imperio estadounidense.
¿Soluciones a la crisis del ex-imperio Británico?
A las crisis nunca les faltan propuestas para resolverlas, pero la pregunta clave es quién propone la solución y por qué. En la década de 1970, la clase dominante británica tomó la iniciativa con un conjunto de políticas diseñadas para detener caída global del Reino Unido y evitar futuras crisis.
La primera decisión fue unirse, en 1973, a la entonces Comunidad Económica Europea para obtener beneficios económicos. (El Reino Unido todavía gozaba de poderío en tres sectores estratégicos : en la Mancomunidad post-imperial, en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, y en la OTAN , donde ocupa el segundo lugar después de EEUU) .
La elección de Thatcher como Primer Ministro en 1979 trajo la gran segunda decisión; Neoliberalizar Gran Bretaña. La Thatcher convirtió los beneficios sociales en cargas individuales, transformó las empresas estatales en negocios privados y trasladó el peso de la seguridad social a las espaldas de la clase trabajadora. Su objetivo era desregular y “liberar” para competir globalmente.
En los cuarenta años subsiguientes hemos vivido una crisis económica tras otra, pero ninguna tan dramática o potencialmente catastrófica como la caída de 2007-2008. Esta última crisis del capitalismo neoliberal es el resultado directo de años de desregulación especulativa, especialmente en el sector bancario. Después de más de una década han sido los trabajadores, y no los banqueros, los que todavía soportan los costes con una feroz austeridad.
Una respuesta política a la crisis fue el crecimiento del partido UKIP, que explotó el descontento y trató de canalizarlo hacia un anti-europeísmo racista y xenófobo. A su vez, su ascenso envalentonó a la derecha Tory euroescéptica que presionó a Cameron para realizar un referéndum acerca de la pertenencia en la Unión Europea
Su decisión fue un error de cálculo homérico . Cameron no entendió que el respaldo provisional al Partido UKIP eran simplemente una expresión de un descontento generalizado provocado por los rigores de la austeridad. Un malestar que ni los neoliberales ni la UE, son capaces de remediar con sus impopulares políticas.
Pero el aumento electoral del UKIP también fue posible debido a la falta de una alternativa de izquierda capaz de encabezar ese descontento. Era la época en que los laboristas estaban comprometidos con el blairismo neoliberal.
Finalmente la amplitud y profundidad del descontento encontró una voz que los representara; Jeremy Corbyn. Activistas y simpatizantes radicalizados, derrotaron al blaibarismo y ganaron el Partido Laborista para una política que ponga fin de la austeridad . En este sentido, el “Corbynismo” vino a representar la expresión política del profundo descontento con la austeridad y las políticas neoliberales.
La cuadratura del círculo
El referéndum de 2016 y los resultados de las elecciones generales de 2017 fueron el resultado de ese descontento. Este giro llevó a los conservadores y a la clase dominante al desconcierto y al desorden.
De repente los neoliberales se encontraron tratando de manejar dos complicadas contradicciones ; la economía y la política iban en direcciones completamente opuestas y asomaba una amenaza desde la izquierda que no se había visto en los últimos 40 años.
La primera contradicción se debe al hecho que la mayoría de la clase gobernante (la City de Londres y las corporaciones multinacionales) están a favor de permanecer en la UE, pero las grandes decisiones políticas han escapado de su control.
Desde esta perspectiva el intento de May de cuadrar el círculo exige una ruptura aparente con la Unión Europea para que los Tories se presenten en la próximas elecciones como los grandes “liberadores”. (La señora May está desesperada no tanto por su reputación personal, sino por obtener una ventaja política frente a Jeremy Corbyn en las siguientes elecciones).
La segunda contradicción es Irlanda del Norte. Desde su territorio se producen el 31% de las exportaciones a la UE. Como obviamente Irlanda pierde con el Brexit los deseos de cuadrar el círculo han llevado el líder irlandés, Nigel Dodds, ha declarar que prefiere quedarse en la UE.
Estas contradicciones explican porqué la señora May no ha sido ni fuerte ni estable. Su incompetencia para manejar la crisis es evidente. En otra época habría sido destituida hace mucho tiempo, sin embargo sigue en el puesto porque su desaparición política puede llevar a Jeremy Corbyn al número 10 de Downing Street .
El neoliberalismo, la lucha de clases y un Brexit popular.
Por supuesto, el Brexit de Theresa May es un Brexit neoliberal. Para los euroescépticos del Partido “Tory” el Brexit debería ser un Brexit súper-neoliberal. Su opinión es que la actual crisis es un fracaso porque no se han implementado todas las recetas neoliberales; en política internacional esta facción mira con admiración el gobierno de Trump.
Y luego están los neoliberales que quieren un segundo referéndum para mantener el status quo. Son una mezcolanza de conservadores, demócratas liberales y partidarios de Blair que de hecho han sido núcleo duro del neoliberalismo. En otras palabras son el extremo centro, cuyos parlamentarios han logrado movilizar a un sector de la burguesía a las calles.
Lo que tienen en común todos ellos es su compromiso con el globalismo neoliberal. Un compromiso que les imprime de forma indeleble su carácter de clase dominante, ya que la lucha de clases gira en torno a una cuestión muy diferente. A nuestro parecer es la siguiente ¿ el pueblo británico será capaz de poner fin al neoliberalismo o seguirá sometido por este modelo capitalista ? Esto implica que todas las manifestaciones políticas deben verse a través de esta perspectiva , incluido , por supuesto, el Brexit.
Aunque “Corbynismo” ha representado, hasta el momento, una ruptura con el neoliberalismo en la política contingente ha ocurrido algo aparentemente disonante. Los ataques contra Corbyn no han sido dirigidos contra su oposición al neoliberalismo, (sus políticas son demasiado populares para eso) en su lugar se han centrado en presionarlo para que comprometa con el acuerdo de May con la UE. La razón es clara: un acuerdo con la Unión Europea es al mismo tiempo un acuerdo con el neoliberalismo.
Ahora bien, si el “Corbynismo” quiere ser fiel con el descontento popular tiene que abogar por un Brexit del Pueblo que proporcione a un futuro gobierno la libertad necesaria para terminar con los devastadores cuarenta años de neoliberalismo.
Un Brexit del Pueblo es, por tanto, la única alternativa, tanto contra los neoliberales que desean abandonar la UE, como contra los neoliberales que quieren permanecer en la Unión Europea .
Efectivamente, el adelanto de las elecciones son la opción más temida por todos las facciones neoliberales del parlamento.
Por tanto, mientras antes tengamos elecciones generales mejor será para el pueblo británico .