por Pepe Escobar, periodista de Asía Times
La geopolítica es también una guerra geoeconómica . Hasta ahora fría , pero a punto de subir de temperatura . La Estrategia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos lo definió con claridad. China es un competidor estratégico que debe ser contenido en todos los frentes: económico, militar y, sobre todo, tecnológico.
La ofensiva actual es de amplio espectro. Va desde el 5G, la Inteligencia Artificial, hasta los movimientos que intentan evitar la llegada de la globalización 2.0.
Estados Unidos aplica la máxima presión, en todo el mundo, para evitar que las naciones se unan a las Nuevas Rutas de la Sed (o Belt and Road Initiative- BRI-), el concepto estratégico de la política exterior China y la hoja de ruta para la integración euroasiática.
Todo está interconectado; desde la guerra comercial de Trump ( que ha logrado que Google bloquee la utilización del sistema operativo Android a la empresa Huawei) hasta la demonización de las Rutas de la Seda para controlar las cadenas de suministro globales y las nuevas infraestructuras tecnológicas.
Huawei no es un peón sino la reina en el tablero de ajedrez de la guerra tecnológica. En su entorno, las empresas chinas avanzan rápidamente registrando nuevas patentes científicas. Huawei es sólo el primero entre iguales.
China representa una “amenaza” para la tecnológica estadounidense en campos tan importantes como el conocimiento tecnocientífico, la investigación aplicada y las soluciones creativas “de mercado” . Este es el corazón del choque geopolítico y geoeconómico entre el hegemon y la nueva superpotencia.
La presión sobre Alemania, el Reino Unido e Italia, basada en un concepto confuso de «agresión económica» , no podrá impedir que estas naciones industrializados se beneficien con el avanzado 5G de Huawei . Un modelo que permitirá crear las Ciudadela “inteligentes” del siglo XXI.
El gobierno de Trump tampoco logrará fragmentar las cadenas de suministro globales: es asunto es que la interdependencia económica ya no tiene vuelta atrás .
Aunque el 22% de los productos de Huawei tienen componentes de EEUU lo más importante del Made in China es que está creando procesos nuevos y creativos que privilegian el valor agregado para clientes globales, privados y corporativos.
El corazón del Made in China tiene como objetivo reducir la dependencia de la tecnología occidental y transformar a la nación asiática en el líder mundial en inteligencia artificial, servicios en la nube, Internet de las cosas, automatización industrial , industria aeroespacial y biotecnología . Adiós a la fabricación en masa a bajo costo. Hola a una avalancha de tecnologías emergentes.
El ‘Asianomics’
El capital de riesgo chino, Kai-Fu Lee, con décadas de experiencia , muestra de manera concluyente cómo la tecnología «puede abrir una brecha entre las superpotencias que desarrollen la IA . Según más de alguien la sociedad puede llegar a » imitar a la ciencia ficción de carácter distópico «.
EEUU y China ya son superpoderes en la IA. Aparte de tener los mejores laboratorios de investigación ambas naciones pueden contar con «una gran base de usuarios y un ecosistema empresarial y de capital de riesgo».
A lo largo de toda Eurasia, siguiendo la huella de las Rutas de la Seda, China instalará el 5G y la IA, desde el sudeste de Asia hasta el corazón de África.
Europa Occidental será un campo de batalla a conquistar. Lo cierto es que Huawei y otras compañías tecnológicas chinas deberán seducir, con sus servicios de Internet. También es verdad que gran parte de los llamados «aliados» de Estados Unidos ahora tienen más comercio con China que con él Imperio anglosajón .
El 5G establecerá un nuevo paradigma tecnológico. Entre muchos campos altamente especializados el 5G permitirá el desarrollo de la robótica en la producción industrial, la cirugía a control remoto, nuevas soluciones de transporte, la logística de distribución , los vehículos autónomos y un flujo de interconexión libre y de alta velocidad.
En estas áreas, la tecnología de Huawei es más barata, más innovadora y sus productos consumen menos energía. Por otra parte las empresas chinas dicen tener otra ventaja decisiva: están dispuestas a trabajar con absoluta transparencia en la experimentación con los laboratorios tecnológicos de Europa (como el Huawei Transparency and Cyber Security Center en Bruselas).
No solo China, sino que Asia en su conjunto, se está convirtiendo en el gran motor de desarrollo tecnológico del siglo XXI. Bienvenidos, por lo tanto, a «Asianomics».
Esto significa que Huawei, incluso bajo un feroz ataque del gobierno de los Estados Unidos, no tendrá problemas en encontrar otros proveedores chinos y asiáticos.
Adelantándose a los problemas con EEUU, Pekín ha reunido a todas las grandes empresas tecnológicas para desarrollar los componentes que carece por el momento.
En este tema abundan los precedentes. En septiembre de 2014, el Primer Ministro Li Keqiang se dirigió a los «Summer Davos» chinos en Tianjin para explicar cómo la innovación tecnológica era esencial para el crecimiento y la modernización de la economía china.
Estos discursos – que suelen ser una somnolienta letanía – esta vez fue diferente, Li propuso un desafío inédito: «Emprendimiento masivo e innovación masiva».
Este ambicioso reto se convirtió en el grito de guerra de un proceso impulsado por el gobierno chino que se ha volcado en el fomento de los ecosistemas y del apoyo a la innovación tecnológica.
En julio de 2015, el Consejo de Estado de China (el organismo que aprueba todas las políticas importantes) emitió una directiva clave; “ de ahora en adelante, todos deben unirse al carro del emprendimiento y la innovación».
El objetivo es crear miles de incubadoras de tecnología y zonas de emprendimiento para los creadores. Los «fondos», respaldados por Beijing, tienen como propósito atraer al capital de riesgo mediante políticas fiscales atractivas y trámites simplificados para iniciar los negocios.
Así funciona China. El gobierno central establece metas y objetivos claros . Pero, la implementación es totalmente local. En otras palabras la participación será de millones de personas , cientos de miles de alcaldes y una multitud de funcionarios regionales .
Para ser promovidas, dentro de una vasta burocracia, estas personas deben desempeñarse de manera eficaz y creativa. Por supuesto, todo el proceso es supervisado por el departamento de recursos humanos del Partido Comunista Chino.
Esto es exactamente lo que va a pasar a continuación; Beijing alcanzará un nivel superior en el desarrollo de las nuevas tecnologías. De hecho, cualquiera que haya estado en el centro de experimentos de Shenzhen sabe lo que esto significa: la represión de Estados Unidos contra Huawei inevitablemente será contraproducente.
Desde hace un tiempo Huawei ha acelerado la implementación comercial de su propio sistema operativo. Lo que era su Plan B , ahora es su Plan A.
Y claro , nunca hay que subestimar las consecuencias de una política represiva ; lo más probable, es que a fin de cuentas el monopolio global de Google empiece a declinar gracias a la tecnología de Huawei y de sus socios.