Frederic Lordon, filósofo francés
Cuando un problema es demasiado embarazoso, siempre existe la posibilidad de mirar hacia otro lado . Con una concepción de la política esencialmente tomada del movimiento Scout los intelectuales orgánicos Hamon-Gglucksmann ( 1 ) han dado el puntapiés inicial a la campaña «Europa democrática», un equivalente a la antigua promesa de la «Europa social”, una consigna que se perdió en medio de la austeridad .
La «Europa social»(de Guigou-Aubry-Moscovici) fue un globo que se desinfló con rapidez. De hecho, ni siquiera los creadores del concepto creían lo que prometieron. Ninguno de ellos , por lo tanto, se dieron el trabajo de fingir. Ahora los mismos que hablaron de democratizar a Europa en 2017, en 2018 nos dicen que será posible en 2019.
El arte de mirar al lado
La “izquierda” europeista, comparte con los intelectuales del sistema la misma pasión por el punto ciego ( y un deseo de mirar hacia otro lado).(2) La apuesta más “arriesgada” de la izquierda pro-europea – “ahora que Grecia deja de golpearnos”- es lograr un consenso con los partidos conservadores “porque la crisis del euro está superada «.
El martirio de Grecia, no les ha impedido buscar en otra parte. Pero, como una mosca de mierda en medio de una taza de leche: el euro ha seguido destrozado Grecia. (Pareciera que todavía es necesario recordarles lo que sucedió hace pocos años y que, de hecho, sigue sucediendo ).
Al eliminar el drama griego del campo de visión de los medios de comunicación, esta “izquierda” vuelve a vivir en la total inanidad. Ahora habla de democratizar Europa sin echar un vistazo a lo que es realmente la Unión Europea: una organización radicalmente antidemocrática.
Por un error de perspectiva o de cálculo, los democratizadores creen que es posible democratizar Europa agregando capas (de impuestos, redistribución y parlamentarismo) cuando deberíamos comenzar por eliminar todas las absurdas disposiciones de la moneda única .
Por lo tanto, ¿qué tipo de efectos ornamentales (y engañosos) podrían democratizar la construcción europea sin cambiar el núcleo de su funcionamiento ?
El régimen de circulación de capital (en completa libertad) o la política monetaria (controladas por un banco central sin control democrático ) es una anomalía tan infame que cualquier proyecto «democrático» que no comience por rehacer toda la organización europea es un escandaloso engaño.
Obviamente, estas maniobras incurren en una ceguera voluntaria, en una hipocresía política que actúa como si Europa pudiera llegar a ser democrática si se le suma un número indefinida de derivados, ninguno de los cuales enfrentan la anomalía original de la UE.
Vuelve “La Bestia”
Desafortunadamente, es posible que las condiciones relacionadas con la crisis financiera de 2008 vuelvan aparecer . La historia nos ha enseñado que las crisis financieras siempre regresan. Y aunque nunca se sabe dónde y cuando van a explotar, la próxima crisis de los mercados financieros desregulados, va explotar de todas maneras y será muy fuerte.
El hecho es que la cantidad de efectivo en circulación se ha vuelto fenomenal, curiosamente debido a las políticas de los bancos centrales … para acabar con la crisis anterior. También, porque la industria de la banca en la sombra no ha dejado de crecer. Finalmente, porque la consolidación bancaria, posterior a 2008, hizo que los bancos grandes se adueñaran de los pequeños, conduciendo a la creación de grandes mastodontes.
Ahora, por primera vez, todo el mundo está de acuerdo con esto: el silbido de la próxima crisis financiera ya se siente sobre nuestras cabezas.
Es que el secuestro estructural de los poderes públicos por parte de las finanzas sigue funcionando: si el banco central europeo proyecta un pequeño endurecimiento de la política monetaria la banca privada amenaza con un colapso inmediato de los mercados de bonos. Entonces , el banco central no tienen más remedio que seguir derramando liquidez … es decir, pavimentando el camino para un futuro gran desastre.
En Mayo de 2007, cuando el columnista financiero de «The Economist”, empezó a oler a chamuscado, se apresuró a titular su artículo como “La Bestia”. Y aquí estamos de nuevo, con la certeza que esta vez La Bestia llegara con más fuerza.
Mientras tanto, Europa nos cuenta historias edulcoradas basadas en la «Unión Bancaria» (¿un escudo contra las crisis?) para a continuación afirmar, sin ruborizarse, que faltan recursos para implementarla.
En este último aspecto, la «regulación financiera” europea no ofrece ninguna razón como para alegrarse. En la práctica se ha mantenido la llamada “regulación prudencial” de los primeros acuerdos de Basilea de 1996.
El error conceptual que establece como norma los índices de solvencia de los bancos, es decir, su capacidad para absorber las pérdidas por la depreciación de sus activos después de una crisis.
Como han demostrado los hechos recientes estas normas de los “reguladores” no protege a nadie. En realidad, la «regulación prudencial «, está repleta de sus propios puntos ciegos. Con una política enfocada en la “gestión de las crisis”, las normas han impedido hacer lo único correcto: prevenir las crisis .
Una legislación anticrisis llevaría a restringir los movimientos del capital financiero ( 3 ). En la práctica esta política negaría la razón de ser de la especulación financiera y seria la única forma de evitar un próximo desastre … En dos palabras, hay que volver a las finanzas reguladas.
Unión bancaria en calzoncillos
En cualquier caso, el monitoreo de solvencia de los bancos no protege de nada. Como está demostrado las crisis bancarias y financieras son imparables y van mucho más allá de la falta de liquidez de un gran banco.
Por una razón u otra, cuando un banco se vuelve sospechoso, sus acreedores se niegan a mantener la continuidad de sus inversiones o exigen tasas prohibitivas que solo deterioran aún más su situación. Es lógico , nadie quiere comprar acciones de una empresa sospechosa de ir a la quiebra.
Tan pronto como se pasa de un cierto punto, el deterioro acumulativo del banco en quiebra produce tal explosión que inmoviliza a medio mundo.
Ante los bajos índices de solvencia (como los de Lehman Brothers) no se pueden hacer nada. Y , de este modo se inicia una secuencia fatal que lleva al incumplimiento de todo sistema bancario. En ese preciso momento comienzan los problemas. El llamado “riesgo sistémico” es la situación en la que la interconexión financiera de los bancos (acreedores, contrapartes, garantías) produce en todo el mundo una avalancha de incumplimientos de pago como un incendio de un bosque de pinos.
En 24 horas, la bancarrota de Lehman amenazó con derribar a AIG( la principal aseguradora del mundo) y, después pasó todo lo que pasó. El mundo quedó patas arriba. Hasta bancos perfectamente solventes cayeron a la lona.
A pesar de esta reciente debacle los promotores de la unión bancaria nos están diciendo que esta es una norma modernizadora. Pero se trata de un cuento para niños. Cuando existe un riesgo sistémico las crisis financieras estallan en cualquier lugar y por tanto en ese instante todo el sistema bancario europeo saltará como el corcho de una botella de champán.
Hay documentos europeos que ronronear de placer por el nivel de los recursos bancarios “disponibles” : afirman que son 55 mil millones de euros. Lo que esconden es que están pendientes de cobro . Esta confesión involuntaria es tan grave como desconocer la profundidad y extensión de las crisis de las finanzas contemporáneas.
Como el riesgo sistémico es global el mundo tiene una espada de Damocles sobre miles de millones de activos bancarios y cientos de miles de recapitalizaciones.
Lo que está ocurriendo en Europa y en Estados Unidos es que los bomberos de los Bancos Centrales aumentan el fuego en vez de apagarlo. En estas circunstancias lo más probable es que «La Bestia” regrese y la publicitada Unión Bancaria (de Moscovici y Macron) nos volverá a dejar en ropa interior en medio de un tremendo tsunami.
Sin embargo, los amigos de una “ Europa democrática » consideran que las crisis son cosa del pasado. En realidad, prefieren no considerar nada en absoluto, ni siquiera quieren hacerse las preguntas imprescindibles .
Un momento surrealista de una entrevista a Piketty (en el diario Liberación) es cuando se le pide que analice la crisis del 2008.
Respuesta: «Es probable que revivamos el 2008, pero la nueva crisis será mucho peor». A continuación pasa a otra cosa como si nada. Piketty mira hacia otro lado y el periodista pregunta sobre un supuesto impuesto europeo a las empresas.
¿Qué está pasando? ¿Porqué se mira hacia otro lado?
Lo que pasa es que si se coloca una idea tras otra la cosa se pone fea . Lo que aparece en el horizonte es la pesadilla de la década de 2010: crisis financiera/ colapso bancario / contracción del crédito / recesión monumental / evaporación Ingresos fiscales / crecimiento inmediata de déficits / explosión de la deuda.
Entonces , todas las alarmas de la zona euro comenzarán a sonar porque el pánico dentro de sistema se activará de inmediato y “la histérica banca alemana” verá necesario implantar de nuevo las políticas austericidas .
Que paguen los demás. Por tanto volverán apretar al máximo a los países, como lo hicieron con Grecia. Con este panorama que no se quiere modificar es muy difícil hablar de una Europa democrática.
¿La solución?
Lo sorprendente de nuestros “izquierdistas europeos” es que comparten la certeza de una futura crisis financiera. Es una anticipación totalmente racional . La duda es su magnitud (para Piketty será más grande que el 2008).
La repetición de la crisis 2009-2015 es un evento más que probable ; también será más violento y peor, porque el sistema opera ciegamente con reglas perfectamente ineptas, inamovibles… excepto cuando se trata de salvar a los bancos ( 4 ).
En resumen, la supuesta “democratización” no pretende tocar el núcleo de la aberración antidemocrática que es la Unión Europea.
El diario francés Liberación puede denunciar y agitar todos los problemas (formación, universidades, transición ecológica, emisiones de carbono, etc) y prometer la mejor democracia de la tierra, pero mirar a la cara el problema de fondo ni pensarlo. Y … como la dictadura de la moneda única es un callejón sin salida , los “democratizadores” miran hacia otro lado.
Nuestros alegres autores de Manifiestos pueden seguir contándonos historias en tecnicolor: ¡cambiar Europa, es posible ! Este slogan sería gracioso si, después de tres décadas de la «Europa social», la “izquierda europeista » no volviera con el cuento de Europa democrática.
Si pudiéramos confiar en la «tasa Varoufakis «: lanzada en 2015, con su DiEM 25 ( 6 ) tiene toda la apariencia de ser una propuesta engañosa.
Ahora , esto cambiaría solo si la gente tomara las “horcas” cuando producto del tsunami los democratizadores salvarán a los bancos nuevamente.
Este es el punto al que han llegado las cosas . Con la ayuda de los «chalecos amarillos «, hay una buena probabilidad (quizás la única) de hacer realidad la idea: ¡cambiar a Europa es posible !