Publicado por Revista de la Fundación Cultura Estratégica
El presidente ruso, Vladimir Putin, recibió a Xi Jinping de China en Moscú esta semana para una visita de estado de tres días. En el encuentro no sólo se apreció el afecto personal entre los dos líderes. Ambos dirigentes han cultivado la amistad en casi 30 reuniones en los últimos seis años. El presidente Xi se refirió a Putin como un amigo cercano y un gran aliado internacional.
Más importante aún, las dos naciones están solidificando una alianza estratégica que podría definir toda la geopolítica del siglo 21.
Putin y Xi – que también asistieron al Foro Económico Internacional de San Petersburgo esta semana – firmaron una serie de acuerdos comerciales bilaterales que impulsarán el desarrollo euroasiático y, de hecho, el desarrollo mundial.
De particular importancia es el continuo impulso de Moscú y Beijing para llevar a cabo el comercio internacional en monedas nacionales, evitando de esta manera, el uso del dólar estadounidense como medio de pago en las transacciones internacionales. Este es un paso crucial para contrarrestar el «control hegemónico» del sistema financiero global por parte de Washington.
Ante los ojos de todo el mundo en estos momentos Washington abusa de su posición privilegiada de imprimir o retener dólares para imponer su dominación imperial. Este abuso debe detenerse, y se detendrá cuando Rusia y China allanen el camino hacia un nuevo mecanismo más justo de las finanzas y el comercio internacional.
La política de cooperación y asociación entre iguales descrita por Putin y Xi se basa en el respeto mutuo y la prosperidad pacífica. Esta visión no es para esas dos naciones, sino para todas las demás porque está política implica un mundo multilateral sin sujeciones de ningún tipo. En el contexto a estos principios la consolidación de alianza entre Rusia y China es una esperanza para un futuro pacífico del planeta.
Esta visión positiva es especialmente bienvenida en un momento en que Estados Unidos, bajo el presidente Donald Trump, ha desatado un aluvión de tensiones y conflictos en su intento de apuntalar su deteriorado dominio mundial.
Los Estados Unidos están ejerciendo sanciones y amenazas a numerosas naciones, incluidas Rusia y China, y lo hacen, incluso, hacia sus supuestos aliados en Europa; todo en un intento desesperado por afirmar su poder hegemónico y unipolar.
Esta política Imperial es la negación de las políticas de solidaridad y asociación delineada por el liderazgo ruso y chino. El «estilo americano» no solo es inútil, es sobretodo una “mentalidad de suma cero” que conduce a la destrucción y la guerra. Un camino a donde, en definitiva, nadie gana.
La historia ha mostrado a donde lleva una política como la estadounidense. En el siglo XX se libraron dos horrendas guerras mundiales – con cerca de 100 millones de muertos – en gran parte debido a la rivalidad imperialista y a una mentalidad de suma cero.
Rusia y China fueron las dos naciones que más sufrieron en esas conflagraciones. Ambos conocen el horrible costo del conflicto, pero también lo precioso que es la paz. Por eso es alentador ver a esos dos países forjando un nuevo paradigma de cooperación internacional basado en la solidaridad y el compromiso con el desarrollo del bien común de todas las naciones.
El publicitado multilateralismo de la Pax Americana, después de la Segunda Guerra Mundial, siempre ha sido nada más que propaganda que esconde la hegemonía unilateral de Washington. El actual desgastado orden occidental liderado por Estados Unidos es realmente la cara fea del poder estadounidense que sale a la superficie en medio de su crisis .
Mientras esta semana Putin y Xi representan una sólido proyecto de futuro, los Estados Unidos y algunos otros líderes occidentales muestran en público sus desavenencias. La falsa camaradería de los líderes occidentales es desmentida por continuas disputas y rivalidades entre Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Alemania.
Trump y otros mandatarios europeos han celebrado el 75 aniversario del desembarco de Normandía en junio de 1944. Este acontecimiento militar que anunció la apertura del frente occidental en la Europa ocupada por los nazis contribuyó a la derrota del Tercer Reich pero no fue ni de lejos la batalla más importante. El llamado Día D no fue un hito definitivo en el devenir de la guerra..
La verdad histórica es otra. Es indiscutible que fue el Ejército Rojo Soviético y los colosales sacrificios de ciudadanos soviéticos los que constituyeron la fuerza fundamental para derrotar a la Alemania nazi y lograr la liberación de Europa del fascismo. La trascendental Batalla de Stalingrado, que destruyó la máquina de guerra nazi, terminó en febrero de 1943, unos 16 meses antes de que los aliados occidentales lanzaran su día “D”.
Los líderes occidentales pueden disfrutar de sus engreimientos especulando sobre presuntas glorias pasadas todo lo que quieran. Esta feria de vanidades no cambiará el registro histórico ni la verdad objetiva.
Y claro, aquellos que no aprenden de la historia pueden repetir sus errores y volver a caer en un callejón sin salida. Son literalmente líderes a los cuales el futuro espanta.
Putin y Xi no concurrieron en un evento que recuerda una delirante y dudosa gloria del siglo pasado . Xi y Putin estaban ocupados forjando una alianza para este siglo, el siglo 21