Por Caitlin Johnstone, periodista de la revista digital Medium
En los Estados Unidos existe la creencia generalizada de que si eliminamos los impulsos colectivistas, podríamos terminar con todos nuestros problemas. Se piensa que el aparato del Estado, que hoy causa tanta opresión, debería reducir su papel a mínimos, incluso algunos creen que debería desaparecer . Muchos estadounidenses están convencidos que los individuos deben defenderse solos y que no debe existir ningún organismo colectivo que interfiera en sus asuntos.
El argumento más simple para explicar porqué esta idea está errada es evidente: el mundo está lleno de gente que pone al individuo sobre la voluntad del colectivo, de gente capaz de hacer cosas aterradores. Personas suficientemente sociópatas como para hacer “guerras permanentes” o destruir el medio ambiente y explotar a medio mundo con fines de lucro.
Ya no hay redes de seguridad que protejan a cientos de millones de pobres ni a todos aquellos que nacen en situaciones o regiones desfavorecidas. Una sociedad así no puede ser justa, la única verdad es que esta es una forma de vida profundamente injusta.
Estos argumentos por supuesto son verdaderos, pero no es la razón por la cual el individualismo no podrá salvarnos de los efectos del cambio climático.
Colapso inminente de los ecosistemas
El pensamiento individualista no puede salvarnos porque responda básicamente a la idea que el progreso se logra mediante la competencia. Y claro, las ideas que se centran en el individuo desprecian los intereses colectivos y nos conduce a competir permanentemente por los recursos de un planeta con recursos limitados.
Una sociedad que pone toda su energía y creatividad en el individualismo nunca será capaz de detener el colapso ecosistémico que se avecina. Al contrario los individualistas están en una carrera para obtener ganancias antes que otro más “listo” explote primero toda forma de vida o de materia inerte que tiene el planeta.
En estos días nuevamente la mentalidad individualista pretenden engañarnos. Esta vez es con planes de “transición energética” o “capitalismo verde”.
Los individualistas se olvidan de lo importante y terriblemente preocupante. El ecosistema con el que evolucionó la especie humana está desapareciendo delante de nosotros .
Más de la mitad de la vida silvestre del mundo ha desaparecido en los últimos 40 años, y la población de insectos se ha derrumbado hasta en un 80 por ciento.
Con el cambio climático, al igual que los bosques, la tierra fértil se está acabando. Los océanos se están asfixiando. El 90 por ciento de la población de peces del mundo es sobreexplotada y los mares están llenos de microplásticos. El fitoplancton – base indispensable en la cadena alimentaria – ha sido eliminado en un 40 por ciento desde 1950.
El primer mamífero extinguido a causa del cambio climático provocado por el hombre ocurrió en junio de 2016 con un pequeño roedor australiano; el “Bramble Cay”.
La ciencia ha demostrado que el calentamiento global está ocurriendo más rápido de lo que se predijo. Ya está acaeciendo el llamado bucle de retroalimentación, procesos físico que una vez activado continuarán calentando la atmósfera independientemente del comportamiento humano.
Compitiendo, nunca podremos salir de este bucle inminente. Tenemos que darle la vuelta. Y debemos hacerlo todos juntos.
Con el paradigma individualista quizás sea posible desarrollar algunas energías renovables, pero mientras sean rentables los recursos naturales el capitalismo seguirá destruyendo los bosques tropicales o vertiendo veneno en la atmósfera.
Si tuviéramos siglos para utilizar modelos más respetuosos con el medio ambiente tendríamos alguna oportunidad. Pero no tenemos siglos para cambiar el expolio de la naturaleza, tenemos sólo años.
Confiar en una inventiva humana regida por la competencia y el beneficio sería un error mayúsculo. Está demostrado que la manera de pensar individualista no es capaz de enfrentar con éxito y con urgencia el gran desafío que tenemos.
Los individualistas lo saben. Pero, su manera de pensar los han empujado al extremo de negar el consenso científico. He estudiado los argumentos de este “negacionismo” y no he encontrado ninguna “idea” que no pueda ser desacreditado rápidamente desde el punto de vista de la ciencia.
Ya en el año 1896 el científico sueco Svante Arrhenius explicó que el efecto invernadero es producto de la liberación de carbono . En ese momento nadie lo acusó de ser parte de una conspiración “comunista” . El mundo científico reconoció su descubrimiento y en 1903 fue premiado con un Nobel
Cuando la investigación científica se convirtió en una amenaza para la industria de los combustibles fósiles el debate fue politizado y manipulado por pseudo-investigadores financiados por Koch y Fox News.
No tenemos salida con el actual sistema .
Nuestros problemas no se resolverán con el individualismo capitalista. Los argumentos a favor de esta manera de pensar y sentir han sido utilizados por los partidos políticos de derecha para recortar impuestos, recortar programas sociales, eliminar el aumento del salario mínimo, hacer retroceder las regulaciones sobre las corporaciones, destruir reservas naturales como la amazonia, hacer crecer la industria bélica, instalar un esta policial de vigilancia masiva, etc. En realidad el pensamiento individualista se ha utilizado para hacer las cosas más cómodas para los oligarcas.
No podremos superar esta máquina de opresión y crear un mundo saludable sin pensar de una manera distinta , sin una intensa colaboración a gran escala. Algunos individualistas declaran: «Nosotros también podemos colaborar, pero, no queremos que se imponga el colectivismo». La respuesta es: “ Vale, pero tú en realidad no quieres colaborar. Incluso si lo hicieras, ¿cuánta voluntad tienes para colaborar después de gastar tu tiempo compitiendo con tus semejantes? Lo más probable es que tienes muy poca voluntad y muy poco tiempo”.
La colaboración colectiva es la única respuesta valedera. Uno de las dificultades que tenemos es que siempre habrán manipuladores dispuestos a apropiarse de sano impulso de la gente a la colaboración desinteresada. En los Estados Unidos la llamada «resistencia a Trump” es en realidad un movimiento dentro del Partido Demócrata, que su agenda es la preservación de las estructuras de poder existentes.
Hasta ahora los movimientos colectivistas han visto frustrados sus proyectos porque la clase dominante controla la “narrativa”, utiliza con inteligencia los medios para manipularnos en su beneficio.
Por lo tanto, lo que necesitamos es un movimiento colaborativo sabia e intuitivo , un pensamiento que no sea manipulado por el relato de los poderosos.
Necesitamos un colectivismo ilustrado. No porque nos hayan convencido, sino porque nos hemos vuelto lo suficientemente sabios para comprender interiormente que compartir será mejor para todos. Esto significa cambiar fundamentalmente la forma en que funciona nuestra mente. Significa una evolución colectiva hacia una relación nueva.
¿Es una gran desafío ? Por supuesto. La evolución siempre lo es. Pero si no evolucionamos estaremos cada vez más cerca la extinción. Debemos cambiar de ser una especie impulsada por el ego (manipulada por el miedo y la avaricia) a ser una especie que no se deja seducir por las diversas manipulaciones del sistema.
Si no cambiamos lo más probable es que terminemos desapareciendo. Por supuesto, somos libres para no cambiar nuestro comportamiento. Pero si de verdad queremos sobrevivir vamos a tener que asumir la importancia de vivir respetando lo colectivo .
Esta gran transformación podría llamarse «socialismo» o «comunismo» o algún otro «ismo». El nombre da lo mismo, pero debe ser algo distinto a todo lo que hayamos intentado antes. No será un mero cambio en la distribución del poder y los recursos. Deberá ser un cambio fundamental en lo que somos y en cómo actuamos como individuos y como seres sociales.
La humanidad puede y debe experimentar una profunda transformación mental si queremos sobrevivir. No se trata de un nueva forma de idealismo, no se trata de un “hecho espiritual»; es una posición política tan válida como la convicción que la clase trabajadora puede y debe levantarse contra la plutocracia. En realidad no existe ningún mecanismo que nos impida hacerlo; lo único que nos detiene es que no lo queramos lo suficiente todavía.
Los seres humanos no evolucionamos mediante el individualismo. No somos descendientes de criaturas solitarias como los tigres o los osos polares, somos descendientes de los primates ; todo nuestro ADN está marcado por el espíritu de colaboración. Nos necesitamos los unos a los otros. Así funciona nuestros cerebro y nuestro sistema nervioso.
No hay otra forma de salir de la encrucijada. Vamos a despertar juntos o no despertaremos. Vamos a evolucionar juntos o a morir juntos.
Julio dice
Aterradora la situación que está viviendo el planeta.