Por Vijay Prashad*, historiador y periodista indio.
No tiene sentido sacar a relucir el viejo eslogan «No más sangre por petróleo». No tuvo impacto la última vez. “No bombardeen Irak”, dijimos en 2002 y 2003. Fue en vano. George W. Bush y sus aliados tenían en mente destruir ese país… ¡Lo hicieron!
Cuando Donald Trump despidió a John Bolton, pensamos que podíamos disfrutar de un suspiro de alivio. Fue muy apresurado. Bolton no es el único que desea una guerra contra Irán. También la quiere Mike Pompeo, el Departamento de Estado, y una legión de traficantes de armas, cabilderos, halcones del establishment y locos que creen que Estados Unidos debería bombardear Irán en nombre de Israel y Arabia Saudita.
Las milicias Hutis de Yemen se atribuyeron el ataque a las instalaciones petrolíferas del este de Arabia Saudita. Pero no fue suficiente. Tampoco fue suficiente que los iraquíes dijeran que Irán no ha utilizado su territorio para lanzar un ataque con drones. Como EEUU afirmó que el ataque fue realizado por Irán no hacía falta decir nada más. Esta vez no hubo necesidad de llevar a un “nuevo Colin Powell” ante el Consejo de Seguridad de la ONU.
La reacción de Irán ha sido tranquila. El gobierno de Teherán ha resuelto no dejarse intimidar por las amenazas de Washington. A notificado a Canadá con sanciones si ese país aliado de EEUU no libera sus activos incautados.
También los iraníes han confiscado un petrolero que transportaba gasóleo de contrabando a los Emiratos Árabes Unidos. El presidente iraní Hassan Rouhani – en la Cumbre de Siria en Ankara – ha dicho que no habrá estabilidad en Siria mientras las tropas estadounidenses permanezcan allí. Irán se niega a pestañear. Ha decidido mantenerse firme ante un posible farol de los Estados Unidos, un farol demasiado peligroso.
Comercio, no bombas
Los iraníes saben que los países de Europa no quieren que Estados Unidos desate otra guerra, ni tampoco los europeos son partidarios de un ataque militar.
Esta semana, Michael Bock, presidente de INSTEX, se encuentra en Teherán. INSTEX es el mecanismo creado por la Unión Europea para eludir las sanciones unilaterales estadounidenses. Bock se ha reunido con el gobernador del Banco Central de Irán y el director de SATMA, la institución iraní creada para facilitar el INSTEX. Los europeos están deseosos de reanudar el comercio con Irán. No están interesados en sumarse a la chifladura política de Trump.
Los turcos tampoco quieren la guerra, sus altos funcionarios se han reunido con los iraníes para discutir cómo restablecer el comercio fuera de la órbita estadounidense. Turquía está interesada en su propia versión del INSTEX y está calibrando lo que significaría para Turquía e Irán comerciar con sus propias monedas. Ambos países han dicho que esperan aumentar el volumen de comercio anual a 30.000 millones de dólares, tres veces más que el máximo anterior.
Incluso los británicos, enredados en el Brexit, no muestra apetito por una guerra. El Secretario de Asuntos Exteriores del Reino Unido, Dominic Raab, ha declarado, en referencia al ataque de los yacimientos petrolíferos saudíes: «la imagen mostradas no están del todo claras». Suena parecido a lo que han dicho los rusos (“no hay que sacar conclusiones precipitadas») y los chinos (“no parece fácil acusar sin pruebas «).
Rusia y China
Desde la perspectiva de Rusia y China, un bombardeo de Estados Unidos contra Irán socavaría sus proyectos económicos en Eurasia. En Moscú y Pekín existe el temor de que una aventura americana quebrante las pequeñas medidas de estabilidad que han lograda desde el Mar Mediterráneo hasta las montañas del Hindú Kush.
Un aspecto poco conocido de las conversaciones entre Estados Unidos y los talibanes ha sido el papel de China. En junio y julio, tanto Abdul Ghani Baradar, el principal negociador de los talibanes, como Zalmay Khalilzad, el negociador estadounidense, fueron a Pekín en momentos diferentes.
China desempeñó un papel clave: instó a Pakistán para que convenciera a los talibanes para que se sentaran en una mesa de dialogo. Incluso si los Estados Unidos se retira, China continuará construyendo relaciones con las facciones políticas y tribales de Afganistán. Este país es esencial para el Corredor Económico China-Pakistán y el Corredor Trans-Himalaya de las Nuevas Rutas de la Seda hacia Pakistán y Nepal.
Una guerra de EEUU contra Irán haría más inseguro al afligido Afganistán y destrozaría a Siria, Irak y el Líbano. Esto es algo que China y Rusia quieren evitar a toda costa. Por eso Estados Unidos nunca conseguirá una resolución favorable del Consejo de Seguridad de la ONU para atacar a Irán. Tendría que hacerlo unilateralmente. El Presidente Trump no tiene aliados, excepto Israel, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos: Es una coalición de locos.
Imprudencia
La imprudencia no es el talante de Teherán, ni de Moscú ni de Pekín. Eso ya debería estar claro.
Si hay que identificar a potencias imprudentes, no busque más allá de Israel, Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos y los Estados Unidos de América.
El israelí Benjamín Netanyahu ha dicho que quiere anexionar los asentamientos ilegales que tiene en Cisjordania y ocupar este territorio, encerrando a Ramala. Es probable que Jerusalén también sea arrebatada completamente con esta acción militar. Es pura imprudencia temeraria. La reacción en Palestina no puede ser otra que una nueva Intifada (con ataques de cohetes no sólo desde Gaza sino también desde el Líbano). Una anexión del territorio palestino sería una invitación a la guerra.
Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos han estado en guerra contra Yemen desde 2015. Es una guerra espantosa, una guerra de los sauditas contra una población indefensa, que pretenden someter por el hambre . Pero, Trump recibe consejos de Mohammad bin Salman sobre cómo tratar a Irán. Esto es una locura desenfrenada: preguntar si debe ir a la guerra a un criminal y arquitecto de una guerra salvaje.
Todos los escenarios nos llevan a los Estados Unidos. Trump ha amenazado reiteradamente a Irán y Venezuela. Ha utilizado todo la maquinaría y el dinero de los Estados Unidos para llevar a cabo guerras híbridas contra estos países. Hasta ahora no ha autorizado un bombardeo. Pero nunca se sabe. Mientras escribo estas líneas, Trump podría estar firmando un documento autorizando las hostilidades..
Nadie en el planeta quiere las guerras de Trump. Podemos marchar por las calles como hicimos en 2003, y los Estados Unidos no nos prestarían atención. Bush no lo hizo, y Trump tampoco nos escuchará. Estados Unidos es una potencia imprudente y temeraria. Ya no es necesario comprobarlo.
Nota
* Vijay Prashad es escritor y corresponsal en jefe de Globetrotter del Independent Media Institute. Es editor jefe de LeftWord Books y director de Tricontinental: Institute for Social Research. Ha escrito más de 20 libros, entre ellos The Darker Nations: A People’s History of the Third World, The Pobrer Nations: A Possible History of the Global South, The Death of the Nation and the Future of the Arab Revolution y Red Star Over. Escribe regularmente artículos para Frontline, The Hindu, Newsclick, AlterNet y BirGün.