Por Michael Roberts, economista británico
El pasado jueves, Mario Draghi, actual director del Banco Central Europeo (que pronto será sustituido por Christine Lagarde del FMI) anunció un regalo de despedida a los bancos y a los mercados financieros. El BCE decidió reintroducir su programa de compra de bonos para inyectar miles de millones en los bancos europeos con el fin de persuadirlos de que concedan préstamos a la industria e impulsar un crecimiento negligente.
Es el retorno de la expansión cuantitativa (QE en inglés) por parte del BCE. Esta vez los 20.000 millones de euros mensuales que ofertará el BCE no tendrán límite de tiempo. Va a ser para siempre. Como lo lee, ¡QE hasta el infinito! Además, el BCE comprará no sólo los bonos de los Estados de Italia, España, etc., sino también activos mucho más arriesgados, como los bonos corporativos.
Draghi también anunció un nuevo sistema de tasas de interés de dos niveles para las reservas que los bancos privados mantienen en el banco central europeo. Estas reservas se han disparado porque los bancos en lugar de prestar ese dinero a las empresas hacían efectivo las compras de los bonos estatales. Los bancos simplemente volvían a colocar el dinero como depósitos en el banco central europeo.
El BCE decidió que el tipo de interés se mantendrá en cero para el exceso de reservas, asegurando así que los bancos no pierdan dinero si se ven obligados a ofrecer tipos de interés negativos a sus prestatarios. Ahora los bancos también pueden captar fondos a tasas negativas y depositarlos en el banco central hasta seis veces la cantidad de la reserva requerida y obtener una tasa cero. De esta manera aumentarán su rentabilidad.
Esta idea de dos niveles es vista por algunos economistas convencionales como “revolucionaria”. En efecto, el BCE está impulsando los beneficios bancarios con su capital propio en riesgo. Los beneficios bancarios aumentaran mientras que el BCE comprará bonos a precios que ofrecen tipos negativos . Lo que va a ocurrir será que los bancos con excedentes prestarán con grandes beneficios a quienes tienen pocas reservas. Pero esta política “revolucionaria” parece ser la última medida desesperada de la política monetaria.
Los monetaristas esperan que el aumento de la rentabilidad de los bancos conduzca a una expansión de los préstamos a las empresas y los hogares y saque a la Eurozona de su renovada depresión. Esta idea supone que el problema es que los bancos no prestan dinero porque no es rentable para sus finanzas. Pero, ¿este raciocinio explica las bajas tasas de crecimiento, la baja inversión y la caída de los prestamos?
Claro que no. El problema no es la oferta de dinero o la rentabilidad de los bancos, sino la demanda de préstamos. Nadie quiere pedir prestado para invertir o gastar. Ni siquiera a tipos cero o negativos, porque los ingresos y los beneficios están estancados, la inflación y el crecimiento de los salarios son bajos y, sobre todo, el comercio de exportación se ha derrumbado.
Puedes llevar un caballo a un pilón de agua pero no puedes hacerlo beber si no tiene sed.
Banqueros centrales, como Draghi, admiten ahora que la política monetaria ha fracasado y los partidarios de la nueva política “revolucionaria” no están seguros que será la solución. El ex miembro del Consejo de Administración del BCE Eric Lonergan ha declarado al respecto: “No estoy convencido de que esta combinación de medidas sea suficiente para generar una demanda suficiente que acelere la actividad de la Eurozona, quizás puede ayudar. Sin embargo hay cada vez más gente que sostiene que la política monetaria no es suficiente y que cree que la política monetaria esta agotada, entonces el único instrumento que queda es la política fiscal».
El nuevo gran instrumento para salvar al capitalismo del estancamiento y de una nueva depresión es la política fiscal. Draghi pidió a los gobiernos europeos, en particular a los que tienen «espacio fiscal», como Alemania, que tomen medidas. Hasta ahora, Alemania se ha mostrado reacia a hacerlo. Pero si decide aumentar el gasto fiscal, entonces podemos probar la solución keynesiana a las recesiones capitalistas. Haré una predicción: esta política tampoco funcionará.