Por Andrew Korybko analista político estadounidense.
La reunión de los 29 miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, que se realiza actualmente en Londres, está debatiendo entre otros temas la incendiaria confesión del presidente francés Emmanuel Macron quien declaró hace menos de un mes ,“ la OTAN está en muerte cerebral» .
La cumbre intentará superar sus divisiones y se preguntará sobre el futuro de la organización. Las razones de esta crisis existencial son muchas, pero se pueden simplificar en estos puntos: ( 1) la exigencia de Trump para que sus miembros destine el 2% de su PIB a la defensa común, (2)las acciones «autónomas» de Turquía en Siria, (3); la preocupación de algunos de sus miembros por la influencia de Rusia en Europa Central y Oriental y, (4) la decisión de Francia de crear un Ejército de la Unión Europea y de reformar a la organización.
Si a todo esto le sumamos la fuerte presión estadounidense sobre los integrantes del bloque para que reduzcan sus relaciones económicas con China, está claro que la OTAN se encuentra en una encrucijada vital. Lo que realmente le falta es un proyecto unificador en medio de un mundo que vive una gran transición hacia un orden global multipolar.
Aunque los Estados Unidos es el país más poderosa – política, económica y militarmente- no ha podido controlar las fuerzas centrífugas que amenazan con destruir la organización.
Turquía, persiguen sus propios intereses, pese a que algunos países del Centro y Este de Europa todavía consideran a Rusia como una «amenaza». Alemania, es socio económico de China, aunque esta relación hace que en Washington se pregunten cuáles son las intenciones estratégicas de Berlín. Polonia no permite que los emigrantes ponga un pie dentro de su territorio, mientras Noruega le da la bienvenida a pesar a que esta decisión es considerada una “amenaza no convencional a la seguridad colectiva”.
Los países de la OTAN no están de acuerdo en demasiados asuntos internacionales. No tienen un mismo enfoque geoestratégico sobre el Ártico, Rusia, Medio Oriente o África del Norte y tampoco sobre la incorporación de Macedonia y Albania.
Por otro lado el Presidente Trump, que intenta remodelar la organización, no está seguro si será reelegido el próximo año. Todas estas circunstancias impiden cualquiera decisión importante en la Cumbre.
Dicho esto, nunca ha habido un momento más apremiante para que la OTAN reconsidere su proyecto.
Probablemente en Londres llegará a un acuerdo “diplomático” pero , la baraja ya está en su contra. De partida nadie está seguro que hará la OTAN el año que viene. Por esta razón, seguirá en «muerte cerebral» y dividida, por lo menos hasta el 2021.