Federico Pieraccini, analista especializado en conflictos geopolíticos
El primer ministro iraquí, Adil Abdul-Mahdi, ha revelado impactantes detalles de sus conversaciones con Trump en las semanas previas al asesinato de Soleimani en un discurso ante el parlamento iraquí.
El premier explicó en detalle cómo Washington lo había intimidado a él y a otros miembros del gobierno iraquí sino seguían la línea impuesta por los estadounidenses. Contó que a propósito de los disturbios callejeros lo amenazaron con un accionar de falsa bandera contra manifestantes y el personal de seguridad para inflamar la situación política, recordando un modi operandi similar utilizado en El Cairo en 2009, Libia en 2011 y Maidán en 2014. El propósito era llevar el caos a Iraq.
La reconstrucción de la historia
El líder sunita Halbousi ( vocero del consejo de diputados) asistió a la sesión parlamentaria pese a que casi ninguno de los diputados sunitas se presentaron. Esto se debió a que los estadounidenses se habían enterado que Abdul-Mehdi planeaba revelar secretos sensibles y enviaron a Halbousi para evitarlo. Halbousi interrumpió a Abdul-Mehdi al comienzo de su discurso y exigió que se detuviera la transmisión en vivo por televisión.
Esto es lo que se discutió en esa sesión y que no se transmitió:
El primer Ministro Abdul-Mehdi habló con enojo sobre cómo los estadounidenses habían arruinado el país y ahora se negaban a completar proyectos de infraestructura y red eléctrica a menos que se les prometiera el 50% de los ingresos petroleros, lo que Abdul-Mehdi había rechazado.
Estas son las palabras (traducidas) del discurso de Abdul-Mahdi al parlamento:
«Es por eso que visité China y firmé un importante acuerdo con ellos para emprender la reconstrucción. A mi regreso, Trump me llamó para pedirme que rechazara este acuerdo. Entonces cuando me negué, me amenazó con desatar grandes manifestaciones contra mí que terminarían con mi cargo de primer ministro.
Las manifestaciones en mi contra efectivamente se materializaron y Trump volvió a llamar para amenazarme; si no cumplía con sus demandas él apostaría a marines francotiradores para que si era necesario dispararían contra los manifestantes y la policía.
Me negué nuevamente y dije que renunciaría si me seguía presionando. Hasta el día de hoy, los estadounidenses insisten en que rescindamos nuestro trato con los chinos.
Después de esto, cuando nuestro Ministro de Defensa declaró públicamente que habían francotiradores apuntando tanto a los manifestantes como a la fuerzas policiales recibí una nueva llamada de Trump amenazando con matarme a mí y al Ministro de Defensa si seguimos hablando de los francotiradores».
Nadie imaginaba que la amenaza se aplicaría al general Soleimani. Pese a la gravedad del tema al primer ministro Mahdi le resultó muy difícil revelar toda la historia. Lo ha hecho varios días después del ataque terrorista contra el general iraní .
«Se suponía que me encontraría con él general Soleimani en la mañana que fue asesinado. Él vino a entregar un mensaje de Irán en respuesta al mensaje que le habíamos enviado de los sauditas».
Podemos suponer, a juzgar por la reacción de Arabia Saudita, que había algún tipo de negociación entre Teherán y Riad.
«La declaración del Reino Saudita con respecto a los eventos en Irak enfatiza la importancia de la reducción de las tensiones para evitar una en el territorio de los países de la región».
Sobre todo, la familia real saudí quería que la opinión pública supieran de inmediato que no habían sido informadas de la operación de los Estados Unidos
“El reino de Arabia Saudita no fue consultado sobre el ataque estadounidense. Y pese a la rapidez de los acontecimientos, El reino pide moderación para evitar una escalada bélica con graves consecuencias”.
Y para enfatizar su renuencia a la guerra, Mohammad bin Salman envió una delegación a los Estados Unidos. La jefa de la oficina del Washington Post en Beirut Liz Syl, tuiteó:
«Arabia Saudita está enviando una delegación a Washington para instar a la moderación con Irán en nombre de los estados del Golfo Pérsico. El mensaje será: «No queremos el dolor de pasar por otra guerra».
Con los antecedentes hechos publico lo primero que se puede concluir es que la operación contra Soleimani no tuvo nada que ver con la recopilación de inteligencia de Estados Unidos o de Israel. Todos sabían que Soleimani se dirigía a Bagdad en una acción diplomática que reconocía los esfuerzos mediadores de Iraq para lograr una solución a la crisis regional con Arabia Saudita.Todo indica que los sauditas, iraníes e iraquíes estaban en camino de evitar un conflicto regional que involucrará a Siria, Irak y Yemen.
La reacción de Riad al golpe estadounidense demostró que el Reino Saudita no sentían alegría ni realizó ninguna celebración pública. Qatar, aunque no está de acuerdo con Riad en muchos asuntos, también expresó de inmediato su solidaridad con Teherán, organizando una reunión a un alto nivel del gobierno con Mohammad Zarif Jarif, el ministro de Relaciones Exteriores iraní. Incluso Turquía y Egipto , al hablar sobre el asesinato, emplearon lenguaje moderador.
Esto refleja el temor a las represalias de Irán. Qatar, el país del que despegó el avión no tripulado que mató a Soleimani, está a tiro de piedra de Irán, situado al otro lado del Estrecho de Ormuz. Riad y Tel Aviv, los enemigos regionales de Teherán, saben que un conflicto militar con Irán significaría el fin de la familia real saudita.
Cómo las palabras del primer ministro iraquí están vinculadas a los acuerdos geopolíticos y energéticos en la región, entonces comienza a surgir la preocupante imagen de un Estados Unidos desesperado que ataca sin consideración estratégica ninguna, como respuesta a un mundo que le da la espalda y que paulatinamente esta eligiendo el camino de la multipolaridad.
Estados Unidos, que ahora se considera a sí mismo un exportador neto de energía – como resultado de la revolución del esquisto bituminoso – ya no necesitaría importar petróleo del Medio Oriente. Sin embargo, esto para Trump no significa que el petróleo ahora se pueda comercializar en cualquier otra moneda que no sea el dólar estadounidense.
El petrodólar es lo que garantiza que el dólar estadounidense conserve su condición de moneda de reserva global, otorgándole a los Estados Unidos una posición monopolística de la que obtiene enormes beneficios que le permiten jugar el papel hegemónico mundial.
Al mantener la moneda de reserva global EEUU no sólo obtiene una posición privilegiada también se asegura financiar fácilmente su máquina de guerra en virtud del hecho de que gran parte del mundo está obligado a comprar sus Bonos del Tesoro que simplemente no tienen verdadero respaldo. Amenazar este cómodo sistema es amenazar el poder global de Washington.
Aun así, la tendencia geopolítica y económica es inexorable. El mundo camina hacia un orden multipolar, con China desempeñando un papel de liderazgo, especialmente en Oriente Medio y América del Sur.
Venezuela, Rusia, Irán, Irak, Qatar y Arabia Saudita conforman juntos la abrumadora mayoría de las reservas de petróleo y gas en el mundo. Los tres primeros tienen una privilegiada relación con Pekín y son activos partidarios en un mundo multipolar, algo que China y Rusia desean consolidar garantizando un crecimiento para el continente euroasiático sin guerra ni conflictos.
Arabia Saudita, por otro lado, es pro-estadounidense, pero podría gravitar hacia el campo chino-ruso tanto militarmente como en términos de energía. Este mismo proceso está sucediendo con Irak y Qatar gracias a los numerosos errores estratégicos de Washington en la región, particularmente desde sus intervenciones militares en Irak en 2003, en Libia en 2011 y en Siria y Yemen en los últimos años.
El acuerdo entre Irak y China es un excelente ejemplo de cómo Pekín trata de construir la troika Irak-Irán-Siria para reconstruir un Oriente Medio – devastado por la guerra- vinculándolos con la Iniciativa de la Franja y la Carretera de China.
Si bien Doha y Riyadh serían los primeros en sufrir económicamente por un acuerdo de este tipo, el poder de Beijing es tal (por su enfoque de beneficio mutuo) que hay espacio para todas estas naciones .
Arabia Saudita proporciona a China la mayor parte de su petróleo y, Qatar junto con la Federación de Rusia abastecen a China con la mayoría de sus necesidades de Gas. El uso masivo de gas está en línea del objetivo 2030 de Xi Jinping que apunta a reducir fuertemente las emisiones contaminantes.
Estados Unidos está ausente en este escenario, con poca capacidad para influir en los eventos u ofrecer alternativas económicas atractivas.
A Washington le gustaría evitar la integración euroasiática y para ello está dispuesto a desencadenar el caos y la destrucción en la región; matar a Soleimani cumplió este propósito. Estados Unidos no quiere contemplar la idea que el dólar pierda su condición de moneda de reserva global. Trump está participando en una apuesta desesperada que podría tener consecuencias desastrosas.
La región, en el peor de los casos, podría verse envuelta en una guerra devastadora que involucre a múltiples países. Las refinerías de petróleo podrían destruirse en toda la región, una cuarta parte del tránsito petrolero mundial podría bloquearse, los precios del petróleo se dispararían (a 200 – 300 dólares por barril) y el mundo se verían sumidos en una crisis financiera global. La responsabilidad de esta crisis sería directamente de Trump, y pondría fin a sus posibilidades de reelección.
Para tratar de mantener a todos en línea, Washington debe recurrir al terrorismo, las mentira, las amenazas y la muerte de amigos y enemigos por igual.
Evidentemente, alguien ha convencido a Trump de que Estados Unidos puede prescindir de Oriente Medio, que puede prescindir de aliados en la región y que nadie se atrevería a vender petróleo en otra moneda que no sea el dólar estadounidense.
La muerte de Soleimani es el resultado de una convergencia de los intereses estadounidenses e israelíes. Sin otra forma de detener la integración euroasiática, Washington sólo puede llevar a la región al caos apuntando a países como Irán, Irak y Siria que son centrales para el proyecto euroasiático.
Si bien Israel nunca ha tenido la capacidad o la audacia de llevar a cabo una asesinato tan perverso, la importancia del lobby de Israel para el éxito electoral de Trump habría influido en su decisión, sobre todo en un año electoral.
Trump creía que su ataque con drones podría resolver todos sus problemas asustando a sus oponentes, ganando el apoyo de sus votantes (equipara el asesinato de Soleimani con el de Osama bin Laden) y enviando una advertencia a los países árabes sobre los peligros de profundizar sus lazos con China.
Con el asesinato de Soleimani, Estados Unidos arremete desesperadamente contra su constante pérdida de influencia en la región. El intento iraquí de mediar en una paz entre Irán y Arabia Saudita ha sido frustrado por la determinación de Estados Unidos e Israel de evitar la paz en la región y, en cambio, aumentar el caos y la inestabilidad.
Washington no ha alcanzado su estatus hegemónico a través de la diplomacia y el diálogo, y Trump no tiene intención de apartarse de este enfoque.
Tanto los amigos como los enemigos de Washington deben reconocer esta realidad e implementar las contramedidas necesarias para contener esta peligrosa locura.