por Pepe Escobar, periodista de Asia Times
En una reunión a principio de semana, en Beijing , el presidente Xi Jinping le dijo expresamente a Tedros Ghebreyesus , jefe de la OMS, que la epidemia de coronavirus «es un diablo y no podemos permitir que nos derrote, el diablo, por supuesto, siempre está escondido en los detalles «.
Ghebreyesus, por su parte, elogió a Beijing por su respuesta rápida y coordinada, que ha incluido una rauda identificación del genoma del virus. Los científicos chinos ya han entregado a sus homólogos rusos la secuencia del genoma con pruebas capaces de identificarlo en un cuerpo humano en dos horas. En estos momentos se está desarrollando una vacuna entre los especialistas de Rusia y China.
En cuestión de pocos días, y en el período de viajes más congestionado del año, China ha logrado poner en cuarentena a un entorno urbano de más de 56 millones de personas, incluida la megalópolis Wuhan y tres ciudades cercanas. En términos de salud pública estas medidas preventivas son la primeras por su magnitud en toda la historia.
Wuhan, con un crecimiento del PIB del 8,5% anual, es un importante centro de negocios para China. Se encuentra en una encrucijada estratégica de los ríos Yangtze y Han, y entre el eje norte-sur que une Guangzhou con Beijing y en el eje este-oeste que une Shanghái con Chengdu.
Mientras el primer ministro Li Keqiang conocía en terreno la situación de Wuhan, el presidente Xi visitaba la estratégica provincia sureña de Yunnan, donde encomió el inmenso aparato del Estado de prevención sanitaria y puesto en marcha para limitar la propagación del virus.
El coronavirus atrapa a China en una coyuntura extremadamente sensible. El gigante asiático ha debido enfrentar las tácticas (fallidas) de la Guerra Híbrida en Hong Kong; una ofensiva estadounidense pro-Taiwán y una guerra comercial que está lejos de resolverse con la «fase 1» del acuerdo .
Mientras tanto Estados Unidos trama más sanciones contra Huawei y realiza maniobras criminales para impedir la expansión de las Nuevas Rutas de la Seda (en el eje Irán-Irak- Siria) con el asesinato del mayor general Qasem Soleimani
La guerra de desinformación es total contra China. Ahora esta guerra está haciendo una metástasis con claras connotaciones racistas. Se quiere transformar al pueblo chino en una “bioamenaza”.
Una guerra popular
Después de la epidemia de SARS – y en asociación con Francia- durante casi cinco años un laboratorio biológico de máxima seguridad ha estado operando en Wuhan estudiando microorganismos altamente patógenos.
En términos de gestión de crisis, el presidente Xi ha estado a la altura de la ocasión. Ha asegurado una transparencia total . De hecho Pekín ha notificado a todo el aparato gubernamental que no aceptará ningún encubrimiento. Quienes no estén haciendo lo suficiente deberán dar explicaciones. Una página web en tiempo real y en inglés está disponible para todo el mundo con el comportamiento del virus.
Una publicación que se hizo viral explica la actitud del pueblo chino : «Nosotros en Wuhan hemos entrado en una guerra popular contra la nueva neumonía viral»; y muchas personas, “nos hemos ofrecido de voluntarios para las unidades sanitarias, especialmente los miembros del Partido Comunista» .
El gobierno instaló un App denominada «Vecinos Wuhan» que todo el mundo debe descargar desde sus WeChat. Con este recurso informático se determina «el tiempo de cuarentena en las casas a través del posicionamiento satelital». La App «conecta al instante a toda la población con el sistema sanitario y permite la organización de la comunidad donde participan los voluntarios y los militantes comunistas”.
Esto significa que «cualquier persona que desarrolle fiebre debe informar a través de la red lo antes posible». El sistema proporciona de inmediato un diagnóstico en línea y localiza la dirección del afectado para ponerlo en cuarentena. Si necesita ver a un médico, su comunidad le brindará un vehículo para enviarlo al hospital. Al mismo tiempo, el sistema hará un seguimiento del progreso del paciente: hospitalización, tratamiento en el hogar, alta, etc. «
Por tanto , en estos momentos en China hay millones de ciudadanos totalmente movilizados en lo que habitualmente ellos describen como una «guerra popular», esta vez utilizando «alta tecnología para luchar contra la enfermedad».
El rompecabezas biogenético
La respuesta china en el campo científico ha sido de una rapidez excepcional. Para entender esto hay que comparar el desempeño chino con la agencia de enfermedades contagiosas estadounidense (CDC).
Durante la epidemia de Ébola en África occidental en 2014 (considerada de urgencia máxima porque el virus produjo una tasa de mortalidad del 90%) la agencia estadounidenses (CDC) tardó más dos meses en obtener la primera muestra para identificar la secuencia genómica. Los chinos lo hicieron en unos días.
Durante la gripe porcina- en los Estados Unidos en 2009 – los CDC tardaron más de un mes y medio en encontrar los kits de identificación. El resultado fue 55 millones de estadounidenses infectados y más de 11,000 muertos),
Los chinos tomaron solo una semana desde la primera muestra para completar, la identificación y secuenciar del coronavirus. Inmediatamente después publicaron la secuencia en la biblioteca de genómica mundial ( vía Internet) para que todo el planeta tuviera acceso a investigar el virus . Sobre la base de esta secuencia, las empresas biotecnológicas chinas ya han producido ensayos clínicos, validados en una semana.
Ahora, mientras se construye en tiempo record un nuevo hospital de última generación para tratar a las víctimas del coronavirus. la reforma del Sistema de Salud China programada para el 2030 será adelantada de inmediato.
Por otra parte el coronavirus ha abierto una verdadera caja de Pandora en la biogenética. Teniendo en cuenta la psicosis colectiva desarrollada por los medios de comunicación hay investigaciones en Occidente en las que no se está pidiendo el consentimiento de los «pacientes». El coronavirus bien podría convertirse en un pretexto para experimentos genéticos de las grandes farmacéuticas a través de vacunas .
Mientras tanto, los chinos recuerdan las enseñanzas políticas de Mao Zedong. Para Mao, las dos principales variables políticas fueron «independencia» y «desarrollo». Esta política implica soberanía plena.
Hoy Xi Jinping parece decidido a demostrar que China no solo es un estado civilizado y soberano sino que también es capaz de ganar una «guerra popular y científica”.