Scott Foster, analista económico de Lightstream Research, Tokio
Mire sin prejuicios y observará que la pandemia ha abierto una profunda brecha entre la exitosa respuesta al virus de los países de Asia Oriental y las caóticas medidas adoptadas por los Estados Unidos y Europa Occidental. Según los analistas geopolíticos podría tratarse de un punto de inflexión histórico.
No importa por qué – esta pregunta ha sido objeto de muchos comentarios interesados – concéntrese en el número de muertes, el desempleo y el progreso de la recuperación económica.
Al 11 de mayo, los cinco países con mayor número de muertes por Covid-19 eran los Estados Unidos (80.787), el Reino Unido (31.855), Italia (30.560), España (26.621) Francia (26.380), y Alemania en octavo lugar (7.569).
En Asia Oriental y el Pacifico el número de muertes a esa fecha eran : Japón (624), Corea del Sur (256), Malasia (109), Australia (97), Tailandia (56), Nueva Zelanda (21), Singapur (20) y Taiwán (siete), China (4.633) y Vietnam (cero).
Aunque no confíe de las cifras de China, la cifra tendría que ser 70 veces mayor para igualar la de los Estados Unidos, sobre la base de la cantidad de habitantes de ambos países .
Aparte de la ciudad de Wuhan, la experiencia de Covid-19 ha sido mucho más traumática para Occidente que para Asia Oriental. En consecuencia, es probable que la recuperación económica de Europa – y en particular de los Estados Unidos – sea relativamente lenta. Wuhan, después de todo, ya está volviendo al trabajo.
A finales de abril, el fabricante de automóviles japonés NIDEC, que tiene fábricas en todo el mundo, informó que su producción se había recuperado casi totalmente en China, Taiwán, Corea del Sur, Indonesia y Viet Nam (sólo en Filipinas, Malasia y la India están rezagadas). Además Maruti Suzuki reanudará la producción en la India esta semana y Filipinas levanta las restricciones la próxima semana.
Europa ha iniciado una lenta recuperación, mientras que la situación en EEUU sigue empeorando. Y en Japón no se registraba una disminución importante de su producción.
Mientras tanto, sólo en el mes de abril, en los Estados Unidos se perdieron más de 20 millones de puestos de trabajo, lo que eleva el total de parados relacionado con el virus a 28 millones y aumenta la tasa oficial de desempleo a un 15%. La tasa real es probablemente varios puntos más alta y, según los informes de la prensa norteamericana, las fábricas siguen cerrando.
En respuesta, los demócratas del Senado están proponiendo un paquete de ayuda de 3 billones de dólares, que casi duplicaría el déficit presupuestario federal de 3.700 millones de dólares para el año fiscal 2020. El déficit llegará a niveles no vistos desde la Segunda Guerra Mundial.
El plan de los demócratas incluiría una segunda ronda de cheques a los ciudadanos afectados por la pandemia, la extensión de los beneficios de desempleo y, tal vez, alquileres de vacaciones subsidiando a los arrendatarios.
Todo esto sería un paso hacia una renta social garantizada que podría revertir en algo – aunque poco- tres décadas de transferencia de riqueza del trabajo al capital.
En este escenario Trump y el Partido Republicano probablemente serán derrotados y este partido podría seguir el camino del Partido Whig, que fue disuelto en 1856.
Los conservadores americanos no son los únicos preocupados por el déficit presupuestario pero no tienen mucho que hacer al respecto. Es políticamente imposible sacrificar a decenas de millones de personas en el altar del «dinero». Y es igualmente difícil recortar el inflado presupuesto militar del Pentágono.
Además, como casi todos los países están en el mismo barco, no hay peligro de una corrida del dólar a corto plazo.
Pero desde una perspectiva a largo plazo, la oferta de dólares se está disparando justo en el momento en que las importaciones estadounidenses ya no pueden ser el motor del crecimiento económico mundial. Hoy aumenta la resistencia un dólar, que sólo es sostenido por las armas y las bases militares estadounidenses repartidas por todo el mundo.
Aparte de reponer los suministros médicos, no se está haciendo mucho para reconstruir la economía industrial de Estados Unidos. Más bien es probable que aumente la dependencia de las manufacturas de Asia oriental, mientras la economía asiática se integra más y depende menos de Norteamérica . Todo los dólares que pueda imprimir Washington DC no cambiarán la capacidad productiva de China.
La población de Asia es mucho mayor, más disciplinada, mejor educada y mejor organizada que la población estadounidense. Y su economía no sólo es más grande que la de EEUU, sino se ha puesto al día en la gran mayoría de las nuevas tecnologías. A los Estados Unidos le tomaría una generación revertir esta tendencia, si es que alguna vez lo pueda hacer.
Es probable que la pandemia acelere el declive de los Estados Unidos. La concepción de «gastar y gastar más» de los políticos estadounidenses finalmente pondrá al dólar en el mismo camino que la libra. A mediados de la década de 1930, cuando Gran Bretaña disfrutaba de un dominio total una libra británica valía 5 dólares… ahora una libra vale un poco más que un dólar.
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