por Serge Halimi, director de Le Monde Diplomatique
Los arquitectos de la Unión Europea siempre han sido enemigos del proteccionismo y de la soberanía. Han mantenido esta política desde la creación la Comunidad Europea del Carbón y del Acero en 1951 y durante la etapa del Tratado de Roma y del Mercado Común.
Por tanto, no es sorprendente que hoy – con un economía mundial colapsada y con un creciente desempleo- la UE siga soñando con una nueva ampliación (Albania, Macedonia del Norte) y este negociando acuerdos de libre comercio con México y Vietnam. El Reino Unido puede haber dado un portazo pero la UE está pronta a dar la bienvenida a los Balcanes …y quizás también sea el turno de Ucrania.
La Unión Europea está obsesionada con la creación de un vasto mercado sin fronteras, sin aduanas ni subsidios. Sin una completa liberalización del comercio, la UE se desmorona. Es la teoría de la bicicleta: seguir pedaleando a una integración más amplia o caerse. Bruselas entona la Oda a la Alegría cuando sueña con un mundo con un transporte de mercancías sin ningún tipo de cortapisas. ( eso sí que en medio de una gran mancha de petróleo).
Las reflexiones sobre la globalización de Phil Hogan – actual Comisario de Comercio de la UE- eran justo lo que necesitábamos oír en el punto álgido de la pandemia, con una mayoría de los ciudadanos de la UE todavía encerrados, con graves tensiones entre EEUU y China y con Washington desobedeciendo la mayoría de las «normas» comerciales que ha suscrito hace poco tiempo.
Para el Comisario de la UE el coronavirus no cambia nada, simplemente tenemos que seguir pedaleando. Claro algunas empresas del sector de la salud serán traídas de vuelta a Europa “pero serán una excepción».
Para Phil Hogan «en 2040, el 50% de la población mundial vivirá a menos de cinco horas de Myanmar” … al Comisario de Comercio le parece obvio que las empresas europeas no querrán privarse de unas ganancias insospechadas. Eso sería una completa idiotez: «necesitamos ampliar los acuerdos de libre comercio existentes – los tenemos con unos 70 países – pero hay que sumar muchos más» .
Los intelectuales partidarios de la UE tienen numerosos planes para «el mundo que viene»: en general son líricos, polifónicos, bien intencionados, complejos, unitarios.
Sin embargo, seguirán siendo palabrería inútil si no abordan la arquitectura de una Unión Europea que se ha convertido en » la globalización en miniatura».
Para su horror, las reglas comerciales que la UE sueña con imponer al mundo – por el tamaño de su mercado – se está desmoronando. Ahora son ‘reglas’ anticuadas y dañinas. Al final, vender vehículos Audi a Myanmar será el único plan de “progreso” al que se asociará la Unión Europea.