por Pepe Escobar, analista del periódico Asía Times
Nixon ha vuelto con una venganza. Ahora Trump también se sitúa como el garante y ejecutor de la “Ley y el Orden”.
Ese eslogan acuñado por Kevin Phillips, experto en «patrones de votación étnica» garantizó la elección de Nixon en 1968.
Philips escribió en 1999 “ Las guerras entre primos”, un libro que revela cómo evolucionó Angloamérica , “un pequeño reino Tudor”, hasta llegar a ser una nación con poder hegemónico global.
Según Philips la división de la comunidad de habla inglesa en dos grandes fuerzas («una aristocrática, ‘elegida’ e imperial; y otra democrática, ‘elegida’ y creyente en el “destino manifiesto») llevó a los anglosajones a tres guerras: la Guerra Civil inglesa, la revolución americana y la Guerra Civil de los Estados Unidos.
Ahora, hay quienes afirman que podríamos estar en el umbral de una cuarta guerra entre WASP ( blancos, anglosajones, protestantes)
Sin embargo lo que tenemos – en este momento- es otra cosa : un choque de modelos políticos, ambos controlados por la Reserva Federal, Wall Street y Silicon Valley.
Lo que queda del “sueño americano” es una pesadilla, una sociedad visiblemente polarizada, sectores de la clase media empobrecidos y una población migrante proveniente del Sur Global.
En las altas esferas, la Reserva Federal se ha transformado en un fondo de cobertura de Wall Street y las élites cumplen religiosamente el modelo “Silicon Valley”, un brebaje elitista para 0,001%, que tiene amplios márgenes para prosperar.
Se trata de un modelo basado en un rígido monopolio corporativo donde prima sin competencia el capitalismo financiero. Este sistema provoca sucesivos boom y bajas en Wall Street pero no quiebra porque las deudas corporativas están garantizadas por la recompra de acciones, por el Estado y por el control de los consumidores con algoritmos y Big Data.
Este es el “New World” que han soñado los tecno-financieros “dueños del universo”.
Ahora, la política de Trump – que apela a la ley y el orden – está siendo modificada por una campaña contra China; culpar al “enemigo extranjero” siempre es una eficaz estrategia electoral cuando se está en problemas
Esta campaña diseñada por Steve Bannon y el billonario chino Guo Wengui se fundamenta en una “info-war” que demoniza sistemáticamente al Partido Comunista Chino para «liberar al pueblo chino».
Pero, si la “info-war” llega a fallar Bannon ya ha propuesto una «guerra cinética». Esto es directamente una estupidez. Sólo unos poquísimos neocon contemplarían una «guerra cinética», una guerra que no es otra cosa un ataque nuclear preventivo a China.
El analista internacional Alastair Crooke ha demostrado que las movidas geo-económicas de Trump están en otra parte, su objetivo es preservar el poder del dólar estadounidense: » la máxima preocupación de Trump es que Europa tenga un idilio económico con China. Esto, en sí mismo, traería una gobernanza financiera mundial muy diferente».
Pero también está el síndrome Leopardi: «Si queremos que las cosas permanezcan como están, las cosas tendrán que cambiar».
El Covid-19 ha sido un acelerador de partículas que los “Dueños del Universo” están usando para ajustar un poco las «cosas» de tal manera que no ocurran cambios reales.
El problema es que Covid-19 se comporta como un conjunto de electrones libres fuera de control. Eso significa que nadie, ni siquiera los “Dueños del Universo”, son capaces de sopesar todas las consecuencias de una crisis financiera/social agravada.
Deconstruyendo a Nixon-Trump
El Russiagate, ahora totalmente desacreditado, fue una no-revolución de color que hizo metástasis en el Ukrainegate y en el fiasco de la impugnación. Los demócratas impulsaron ese jueguito – al estilo de Watergate – pero sin evidencias inculpatorias.
Un gran error. Watergate no fue el resultado de la acción espectacular de una pareja de reporteros atrevidos. El escándalo del espionaje político se hizo público porque el complejo industrial-militar-seguridad-medios de comunicación querían la cabeza de Nixon. La famosa Garganta Profunda y otras fuentes vinieron directamente del interior del Deep State . No es un accidente que ahora el diario Washington Post sea el reconocido portavoz semi-oficial de la CIA.
El triunfo en la elecciones de noviembre es un asunto completamente diferente. El Deep State lo mantiene bajo control. Sólo hay que mirar la política de Trump: más fondos para el Pentágono, 1 billón de dólares en nuevas armas nucleares, sanciones perpetuas a Rusia, amenaza a sus fronteras occidentales, esfuerzos (fallidos) para descarrilar el Nord Stream 2. Y esta es sólo una lista parcial.
Así que, desde el punto de vista del Estado Profundo (Deep State), el frente geopolítico (contención de Rusia-China) está asegurado. A nivel interno, es mucho más complicado.
Lo cierto es que el movimiento Black Live Maters no amenaza ni remotamente al sistema (como trató de hacerlo las Panteras Negras en los 60). Pero, al igual que Nixon, Donald Trump cree en la Ley y el Orden y su discurso tiene como propósito atraer el voto de las mujeres blancas de los suburbios. Las encuestas de los republicanos son extremadamente optimistas, hablan de una «avalancha de votos».
Sin embargo, hay un vector extra de carácter crucial: ¿Que es lo que quieren las grandes corporaciones estadounidenses?
Si miramos qué empresas han apoyado públicamente a Black Lives Matters nos encontramos con más de una sorpresa. Entre otras están: Adidas, Amazon, Airbnb, American Express, Bank of América, BMW, Burger King, Citigroup, Coca Cola, DHL, Disney, eBay, General Motors, Goldman Sachs, Google, IBM, Mastercard, McDonald’s, Microsoft, Netflix, Nike, Pfizer, Procter & Gamble, Sony, Starbucks, Twitter, Verizon, WalMart, Warner Brothers y YouTube.
Este ¿quién es quién? sugeriría que Trump está completamente aislado. Pero este análisis es superficial. Deberíamos considerar lo que realmente importa: la dinámica de la guerra de clases que ha transformado a Estados Unidos en un “sistema de castas” como propone Laurence Brahm.
Lamentablemente parte del movimiento Black Lives Matters, está siendo instrumentalizada por las grandes corporaciones: quieren controlar a las clases populares creando un estado de anomia, mientras ganan tiempo para instalar una nueva economía totalmente automatizada que va a precarizar para los trabajadores
Esto puede suceder bajo un gobierno de Trump. Pero probablemente se instalará más rápido sin un narciso demente como Trump.
La estrategia de la tensión permanente es parte las clásicas revoluciones de colores patrocinadas por la CIA y la NED.
Hay claros indicios que el clamor genuino e incuestionable – contra la brutalidad policial y el racismo sistémico – está siendo manipulado con millonarios recursos “donados” por las grandes corporaciones.
Controlar a Trump parece no ser suficiente para el Estado Profundo. Su inestabilidad le está pasando factura. Así, que podríamos estar ante una nueva ironía de la historia; del «Assad debe irse» al «Trump debe irse».
Un cadáver político en el sótano
Nunca se debe perder de vista a esa “asamblea de patanes” que se llama Capitolio: siempre dividen para gobernar – dividen a la clase, a la raza o a las políticas de identidad de género.
Después de todo, consideran que la mayoría de la población es prescindible. Esta vez la maniobra está funcionando. Nadie creerá fácilmente que Black Lives Matters es financiada por un depredador proyecto neoliberal, un programa que apenas se diferencia del Neofascismo Híbrido. Este proyecto de “El Gran Reajuste” será lanzado oficialmente por el Foro Económico Mundial en enero de 2021.
Trump podría querer un remake de «Summer of Love» en vez de un “ Frío Maidan” … sus partidarios, los supremacistas blancos podría encargarse del «problema» el 4 de julio.
Nada de esto endulzará el hecho que Trump está en el corazón de un huracán de fuego cruzado. A su desastrosa respuesta a la pandemia y a su insinuación de aplicar la ley marcial ahora deberá agregar los devastadores efectos de la Nueva Gran Depresión;
Con este cadáver político en el sótano los demócratas pueden ganar en noviembre sin hacer nada. Sin embargo, “Teflón Trump” nunca debe ser subestimado. El Estado Profundo puede darse cuenta que es más útil de lo que creen.