PARA SALIR DE LA CRISIS ECONÓMICA LOS EUROPEOS DEBEN RE-NACIONALIZAR LAS EMPRESAS ESTRATÉGICAS
por Anthony Torres y Alex Lantier, periodistas franceses
Las cifras económicas de Eurostat para el segundo trimestre de 2020 demuestran que la Unión Europea ha experimentado el colapso económico más profundo y repentino de su historia.
Ya antes de la pandemia de la COVID-19, Europa se hundía en la recesión. En el cuarto trimestre de 2019, Alemania estaba estancada, mientras que Francia (-0,1 por ciento) e Italia (-0,4 por ciento) caían bajo cero. Ahora, la desconfianza y el cierre han provocado una desintegración económica sin precedentes.
Los trabajadores, los autónomos y las pequeñas empresas están experimentando una tragedia. Según Eurostat el Producto Interno Bruto (PIB) cayó un 12,1 por ciento en la zona euro y un 11,9 por ciento en toda la Unión Europea. En el primer trimestre, la contracción fue de 3,6 por ciento y 3,2 por ciento, respectivamente. En Alemania, la principal potencia económica de Europa, el PIB cayó un 10,1 por ciento; la contracción de abril a julio fue del 10,7 por ciento en Austria y del 12,2 por ciento en Bélgica.
Italia, vio caer su economía un 12,4 por ciento. En otros lugares, el colapso fue aún más pronunciado. Francia, Portugal y España registraron caídas del 13,8, 14,1 y 18,5 por ciento, respectivamente. Según las proyecciones disponibles la economía británica se contraerá aproximadamente en un 15 por ciento en el segundo trimestre.
Si la actividad económica europea se mantendrá en niveles similares durante el resto de 2020. Europa vivirá una crisis económica aún más severa que la sufrida durante la Gran Depresión de la década de 1930.
Las principales corporaciones europeas han tenido pérdidas récord en prácticamente todas las ramas de la industria y ahora dependen de rescates multimillonarios financiados por el estado. Entre los fabricantes de automóviles de Europa, Volkswagen informó haber perdido 1.400 millones de euros (sus ingresos se derrumbaron en un 23 por ciento) la alianza Renault-Nissan sufrió una pérdida de 7.300 millones de euros.
Las empresas petroleras europeas han sido devastadas por el colapso de los precios del petróleo. Total y Royal Dutch Shell reportaron pérdidas netas de € 7 mil millones y $ 18,1 mil millones. Por otra parte, las ganancias del conglomerado de lujo francés Hermès cayeron en un 55 por ciento en la primera mitad del año.
Las aerolíneas también están enfrentando un desastre económico . Air France-KLM reconoció una pérdida del 83 por ciento en sus ingresos. Lufthansa, contabilizó 2.100 millones de euros de pérdida en el primer trimestre.
Sólo en el primer semestre del año British Airways , Iberia y Aer- Lingus registraron pérdidas netas de 4.200 millones de euros. La empresa aeroespacial Airbus perdió 1.900 millones de euros.
El empleo en caída libre
Millones de trabajadores han ido al paro durante la pandemia. Ahora las empresas dependen directamente de la financiación estatal para pagar los salarios (ERTES). Hasta el mes pasado, 9,3 millones de trabajadores dependían de estos programas en Gran Bretaña, 4,5 millones en Francia, 6,9 millones en Alemania y 3,7 millones en España. Italia, por su parte, gastó aproximadamente 5.000 millones de euros mensuales en este tipo de expedientes de regulación del trabajo por un tiempo limitado.
Tras estos números se está gestando una explosiva confrontación entre la clase trabajadora y la aristocracia financiera Europea e internacional. En varios países de la UE la élite gobernante ha defendido la criminal política de «inmunidad colectiva» dejando a los trabajadores a merced de un virus mortal. Mientras tanto la oligarquía se apodera de billones de euros de los fondos públicos.
De hecho , el Banco Central Europeo (BCE) ha acordado un rescate de 1,25 billones de euros para los bancos europeos y la UE ha pactado un paquete de rescate de 750.000 millones de euros para los estados y las grandes corporaciones europeas.
Estas enormes sumas de dinero público se están invirtiendo en acciones y en los mercados financieros para rescatar a los multimillonarios. Sin embargo, las autoridades estatales y las burocracias sindicales no exigen que los inversionistas y las grandes corporaciones – que reciben estas enormes sumas de ayuda estatal – garanticen que no se despedirán a los trabajadores ni recortarán sus salarios.
En cambio, las corporaciones rescatadas anuncian despidos masivos. En Gran Bretaña ha entrado en vigor el plan para recortar los programas de ayudas el próximo mes de octubre, y en España el pago de los ERTES se reducirán del 70 al 35 por ciento. En Alemania, el sindicato de IG Metall anuncia que se destruirán de 300.000 puestos de trabajo entre los metalúrgicos.
Esta embestida social avanza con la complicidad de los sindicatos europeos, que han ayudando a diseñar estas políticas con funcionarios estatales y confederaciones empresariales. Los sindicatos alemán y francés, firmaron una declaración conjunta elogiando el rescate de la UE diseñado por la canciller alemana, Ángela Merkel, y el presidente francés, Emmanuel Macron.
La historia se repite.
Antes de la revolución francés de 1789 la aristocracia feudal francesa se negó a pagar impuestos para resolver la crisis fiscal . Hoy la élite gobernante está siguiendo la misma política parasitaria e imprudente .
El escenario puede tornarse cada vez más conflictivo con una estallido internacional. La situación más explosiva está surgiendo en Estados Unidos, donde el pago a los trabajadores se suspenden a fin del mes de agosto. Este hecho amenaza con el hambre y al desalojo de sus viviendas a millones de trabajadores.
En Europa, la Comisión de la UE ha estimado que el desempleo alcanzará el 9,5 por ciento en la zona euro, siendo los países del Sur de Europa los más afectados. Calculan que el desempleo superará el 20 por ciento en Grecia y España, el 12 por ciento en Italia y al 10 por ciento en Francia.
Estas horrorosos cifras significan la quiebra de miles de pequeñas empresas y la pérdida de millones de puestos de trabajo. Al mismo tiempo la Unión Europea está rescatando a una élite financiera que en estos precisos momentos está saqueando enormes cantidades de dinero del erario público.
Aún peor, las estimaciones de paro de la UE probablemente son demasiado optimistas ya que dependerá de los empleadores volver a contratar a las decenas de millones de trabajadores pagados actualmente por los Estado.
El futuro cercano se pone oscuro .
La últimas noticias confirman que el fin de los confinamientos está provocando un rápido resurgimiento del virus. El número de casos nuevos diarios ha aumentado en Francia, Alemania, Bélgica y España. Desde finales de junio, los contagiados se ha multiplicado por dos en Francia y Alemania, por siete en Bélgica y por diez en España.
Mientras los gobiernos de la UE insisten en que no impondrán más cierres de la economía y sólo aplicarán bloqueos regionales, la realidad sanitaria, en amplias regiones europeas, demuestra que la propagación de la enfermedad se está acelerando peligrosamente.
La dura realidad es que autoridades de Europa han fracasado en la implementación de medidas adecuadas de rastreo y que no han aumentado el gasto en atención médica.
Probablemente con este escenario se avecina una nueva y drástica contracción en la actividad económica. Cataluña- una región económicamente vital para España- se ha visto obligada a imponer un cierre “voluntario” en Barcelona que afecta a más de 4 millones de personas.
Por el momento los trabajadores están atados de manos. Sus sindicatos están negociando la austeridad con la élite financiera y las capitostes de las grandes corporaciones empresariales. Sin embargo, la pandemia está exponiendo a la quiebra a todo el sistema capitalista.
En los próximos meses será esencial que los trabajadores de Europa emprendan la lucha contra el poder de las clases dominante y la burocracia de Bruselas. Sus mejores aliados serán los movimientos populares que se preparan para combatir contra la austeridad en todo el mundo .
Los billones de euros gastados para rescatar a los millonarios deben destinarse a luchar contra el COVID-19, salvaguardando los salarios de trabajadores y autónomos.La solución a la crisis económica no es destinar fondos públicos al rescate de las grandes empresas, como ocurrió en 2008.
La solución será re-nacionalizar la empresas estratégicas. La Banca, la energía, las comunicaciones, las grandes farmacéuticas deben ser servicios públicos que trabajen en beneficio del común . Ahora, más que nunca, estas medidas son esenciales para la recuperación económica de las naciones.