Con Trump o Biden, el margen de maniobra de Estados Unidos es ya muy pequeño
por Maurizio Novelli, gerente de Lemanik , Fondo de Inversión Suizo ( artículo publicado por Milán Finance)
Mientras crecen los temores por una segunda ola de contagios en Europa los mercados empiezan a temer por las evidentes complicaciones en la recuperación de la economía.
Sigo pensando que el impacto en la economía real aún no se ha entendido en todo su alcance y la atención se ha centrado equivocadamente en cuando estarán las vacunas disponibles y quién ganará las elecciones en Estados Unidos.
Francamente, creo que las vacunas no podrá restaurar la solvencia de un sistema que ha sido golpeado en su corazón por la pandemia, y cualquiera sea el próximo presidente de los Estados Unidos este se encontrará manejando una crisis económica que no le permitirá margen de maniobra.
La Covid 19 ha desbordado el modelo económico de Estados Unidos, un modelo demasiado expuesto al peso de las finanzas en la economía y al apalancamiento financiero.
Las 20 principales empresas tecnológicas representan el 45% en la composición del índice Standard and Poor y valen el 15% del PIB mundial: en la historia de la economía nunca ha existido tal concentración de riqueza y por tanto un riesgo tan alto
El crédito especulativo que circula en la economía estadounidense equivale al 30% del PIB: se trata de préstamos bancarios, valores respaldados por hipotecas, préstamos apalancados, bonos de alto rendimiento, subprime, etc. Los bonos corporativos con calificación BBB ahora representan el 40% del mercado corporativo, el 50% de estos bonos tiene por el momento una perspectiva negativa. Pero, los sobrevuela un fuerte riesgo de una caída, por su alto rendimiento.
Obviamente los responsables de estas empresas están comprometidos con defender esta “calificación” a toda costa y esta tarea requiere operaciones de endeudamiento y reducción de costos que ciertamente no son positivas para el crecimiento de la economía.
Las intervenciones monetarias y fiscales han permitido a muchas empresas refinanciarse y acumular una gran cantidad de liquidez para intentar seguir siendo solventes.
Sin embargo, a diferencia de otros analistas de la bolsa, yo no estoy de acuerdo con quienes creen que esta liquidez será un poderoso combustible para la recuperación de la economía. En realidad todo el sector empresarial se ha posicionado en modo de supervivencia: indiscutiblemente las empresas no están listas para gastar esa liquidez, su prioridad ahora es sobrevivir a la crisis.
Lo cierto es que todas las intervenciones realizadas hasta el momento han servido para evitar el default del sistema y, por tanto, no son utilizables para efectuar inversiones en la economía real.
Esto último es cada vez más evidente que Estados Unidos. La Covid 19, ha empujado este país a un proceso de japonización de la economía. Es decir, el sector privado debe reducir la deuda para seguir siendo solvente y el sector público debe aumentarla para compensar el impacto del desapalancamiento de la economía.
A pesar de la magnitud de las intervenciones, los incumplimientos en el sistema están aumentando a un ritmo acelerado y las empresas que ya se han declarado en quiebra superan los niveles de 2001 y 2008.
Japonización de la economía estadounidense
El sistema estadounidense siempre se ha caracterizado por la rapidez con la que intenta sacar a relucir las pérdidas para poder “reiniciar” la economía cuanto antes: pero, esta vez el tamaño de las pérdidas es tan grande que no es posible absorberlas en poco tiempo.
La crisis pandémica no ha afectado a un solo sector de la economía como en el pasado (tecnología o inmobiliario ), sino que ha golpeado a toda la estructura económica y financiera, haciendo que el daño sea tan grande que no es posible absorberlo con “rapidez”.
Como en Estados Unidos (y en Europa) la crisis ha afectado a toda la economía es claro que es prácticamente imposible un reinicio rápido. Por tanto, lo más probable es que la economía mundial sea vulnerable a una serie de recaídas frecuentes y repetidas – tan pronto como el apoyo fiscal se elimine solo parcialmente .
Lo sucedido en Japón – con un estancamiento económico durante dos décadas – es probablemente lo que sucederá con la economía occidental en los próximos años, ya que ahora todo el sistema se ha vuelto extremadamente dependiente del estímulo fiscal.
Efectivamente, creo que el principal riesgo que tenemos por delante es el de una doble caída repetida (en forma de W ). No estoy de acuerdo con las optimistas previsiones de una recuperación fuerte y lineal sin interrupciones para finales de 2021, cuando teóricamente deberíamos recuperar los niveles del PIB de 2019.
Es casi seguro que el impacto de la crisis se irá diluyendo en el tiempo y probablemente durará mucho más de lo esperado. Mientras tanto, la coyuntura política se superpone a otros problemas. El contexto geopolítico se deteriora constantemente y el proceso de desglobalización corre el riesgo de acelerarse debido al enfrentamiento entre Estados Unidos y China.
Estados Unidos está por primera vez en un enfrentamiento geopolítico en una posición de debilidad económica, que pone en peligro la estabilidad de la arquitectura económica-financiera de Bretton Wood.
La fortaleza de la economía estadounidense le permitió confrontar con éxito a Alemania y Japón en la década de 1940 y a la Unión Soviética a finales de la década de 1980.
Hoy la situación es muy diferente porque la economía estadounidense tiene un déficit externo del 60% del PIB (mientras que en ese momento estaba en superávit) y la deuda que utiliza para financiar su crecimiento está en manos principalmente de Asia, un área cuya influencia ve el indiscutible ascenso de China.
China y Japón poseen el 40% de las reservas de divisas en dólares, pero Japón, que es un aliado de Estados Unidos, tiene ahora más comercio con China (20%) que con Estados Unidos (15%).
Si China – como ocurrirá tarde o temprano – empieza a utilizar el renminbi (yuan) en el comercio con Asia, el papel del dólar inevitablemente decaerá en la asignación de la canasta de reservas de divisas y la moneda China ganará una parte importante de esa canasta de monedas de reservas.
Si bien aún prevalecerá el papel del dólar, lo cierto es que China se prepara para convertirse en un fuerte competidor en el mercado de capitales, atrayendo una parte de los flujos que hoy se invierten principalmente sólo en el dólar. Por este motivo es muy probable que el apalancamiento financiero – cada vez más exagerado – que ha caracterizado los ciclos de crecimiento de la economía estadounidense, desde 1980, hayan alcanzado su punto máximo.
En los últimos cinco años, en el sistema estadounidense, la deuda ha crecido a una tasa del 14% anual, mientras que en Europa o Japón ha crecido alrededor en un 5%. Este ritmo de expansión del apalancamiento ha permitido que la economía estadounidense crezca más que la de otros países, pero ha traído una serie de crisis financieras devastadoras para la población mundial (2001, 2008 y 2020).
El modelo de crecimiento estadounidense se muestra vulnerable
La concomitancia del elevado endeudamiento estadounidense – y la necesidad de reducirlo con la llegada del Renminbi como moneda convertible – expone al sistema económico de EEUU a una detrimento de flujos de capital que sólo puede compensarse con la flexibilización cuantitativa (QE) de la FED, su Banco Central
Pero cuanto más dinero imprime la FED, para respaldar la deuda, más expuesto está el dólar a la depreciación en los mercados. Por ello, la conjunción para la estabilidad del sistema de Bretton Wood se ha vuelto particularmente difícil .
En esta grave situación para Estados Unidos no se puede descartar que la crisis pueda conducir a una reorganización parcial del equilibrio global, con evidentes repercusiones en los flujos de capital y en el modelo capitalista de los últimos veinte o treinta años.