por Paul Walder, periodista chileno
Los resultados del plebiscito constitucional han superado todos los pronósticos y abren a estas horas enormes expectativas. Si bien la opción Apruebo se preveía inicialmente ganadora en una proporción en torno al 60 y 70 por ciento, a la hora que se escriben estas líneas los datos oficiales apuntan a casi un 80% por ciento de votos a favor del Apruebo y un escaso 20 por ciento para el Rechazo.
El arrasador resultado ha generado un jolgorio no observado en Chile tras una elección ni parlamentaria ni presidencial. La Plaza Dignidad, el centro de las protestas desde octubre pasado, ha vuelto a llenarse de alegría e ilusiones. Decenas de miles celebraban anoche por el triunfo del Apruebo, el que abre un proceso para la elaboración no solo de una nueva constitución sino para la desinstalación de todo el andamiaje neoliberal que apuntala la constitución levantada por la dictadura cívico militar. Aún más, debiera abrir las puertas a la reformulación del estado chileno, desde uno unitario a una plurinacional, que tiene urgencia, y hacia una discusión de la institucionalidad, gran parte de ella instalada para favorecer al gran capital.
La enorme magnitud del apoyo al cambio constitucional refuerza a la ciudadanía y a las organizaciones sociales. Porque este triunfo es del pueblo y ningún político podrá arrogárselo. Tras meses de lucha en las calles, con 31 muertos, miles de heridos y mutilados el resultado del plebiscito no solo supera todas las proyecciones de las elites y la clase política, sino que le entrega a la ciudadanía la fuerza suficiente para empujar el proceso y lograr presencia y protagonismo en la nueva constitución. Borrar la letra chica de este proceso y avanzar hacia una verdadera asamblea constituyente.
El presidente Sebastián Piñera nuevamente ha expresado su ceguera política ante este proceso. En un breve discurso intenta apropiarse de manera absurda el éxito del plebiscito, en circunstancias que todo el país levantaba en esos momentos cánticos en su repudio. “Piñera, CTM, asesino igual que Pinochet” no solo se cantaba en esas horas en la Plaza Dignidad sino en otras muchas de todo el país. Una alocución, inútil, innecesaria, que complica la escena de corto plazo con un mandatario tan torpe cómo él.Algunos resultados vistos de forma parcial expresan con una claridad palmaria la realidad de Chile.