EDUARDO CAMÍN, PERIODISTA CORRESPONSAL EN LA ONU- GINEBRA
Hasta la Organización Mundial del Comercio se ha visto obligada a reconocer, mediante un comunicado oficial, un hecho increíble y espantoso: los países ricos del núcleo central del capitalismo tienen suficientes dosis para vacunar a su población casi tres veces, mientras las naciones pobres no tienen vacunas para sus trabajadores sanitarios y para las personas en situación de alto riesgo.
La mayoría de nosotros creyó por un momento que la pandemia pondría la vacuna a disposición de todo el mundo, pero la realidad no es así… Y hay que denunciarlo. Estamos presenciando un ejemplo brutal de lo nocivo que es para la salud que un servicio humano básico este en manos privada( incluida, por supuesto, la producción de vacunas).
Y esto no es un asunto menor ya que las enfermedades prevenibles con vacunas siguen siendo una de las causas principales de morbilidad y mortalidad.
La adopción de nuevas vacunas por parte de los países con ingresos medianos y bajos (donde la carga por enfermedades suele ser la más alta) ha sido históricamente más lenta que en los países con ingresos altos.
En 67 países sólo se podrá vacunar al 10%
Según un informe de la Oxfam, nueve de cada 10 personas en los países pobres no tendrán acceso a la vacuna contra la Covid 19 el próximo año. Cerca de 70 países pobres – 67 para ser más precisos- sólo podrán vacunar una de cada 10 personas, a menos que los gobiernos y la industria farmacéutica tomen medidas urgentes para asegurar que se produzcan suficientes dosis.
Las naciones más ricas han comprado suficientes dosis para vacunar casi tres veces más de lo necesario a su población para finales de 2021. Canadá encabeza la clasificación con suficientes dosis para vacunar a cada canadiense hasta cinco veces.
Los datos actuales muestran que los países ricos, que representan apenas el 14% de la población mundial, han adquirido el 53% de todas la vacunas más prometedoras. Organizaciones como Amnistía Internacional, Frontline AIDS, Global JusticeNow y Oxfam, han formado una alianza que reclama una vacuna de acceso universal.
Anna Marriott responsable de políticas de salud de Oxfam, afirma “que nadie debería quedarse sin vacuna por culpa del país en el que vive o por la cantidad de dinero que tiene en el bolsillo. A menos que algo cambie dramáticamente, miles de millones de personas en todo el mundo no recibirán vacuna segura y efectiva contra la Covid-19 en los próximo años”
Por su parte, Heidi Chow, de Global Justice Now añade “todas las empresas farmacéuticas y las instituciones de investigación que trabajan en una vacuna deben compartir la ciencia, los conocimientos tecnológicos y la propiedad intelectual de ña vacuna para que se puedan producir dosis seguras y eficaces. Los gobiernos también deben asegurarse que la industria farmacéutica anteponga la vida de las personas a sus propios beneficios”
Hasta ahora las dosis de Moderna y el 96% de Pfizer BioNTech han sido adquiridas por los países ricos. En cambio, Oxford AstraZeneca se ha comprometido a proporcionar el 64% de sus dosis a las poblaciones de los países en desarrollo. Este consorcio ha suscrito acuerdos con algunos de los grandes países en desarrollo como China e India.
Sin embargo la mayoría de los países en desarrollo no han podido hacer ningún trato y estarán obligados ha compartir el fondo común de vacunas Covax.
Según Steve Cockurn, director de Justicia Económica y Social de Amnistía Internacional: «el acaparamiento de vacunas socava activamente los esfuerzos mundiales para asegurar que todo el mundo, en todas partes, puedan estar protegido contra el Covid-19”.
“Los países ricos tienen claras obligaciones en materia de derechos humanos, no solo deben abstenerse de tomar medidas que perjudiquen el acceso a las vacunas en otros lugares del mundo, sino también deben cooperar y prestar asistencia a los países que la necesiten. Al comprar la gran mayoría del suministro de vacunas del mundo, los países ricos incumplen sus obligaciones en materia de derechos humanos”, añadió.
Las vacunas desarrolladas por AstraZeneca- Oxford, Moderna y Pfizer-BioNTech han recibido más de cinco mil millones de dólares de financiación publica, lo que, según la Alianza Humanitaria, les confiere la responsabilidad de actuar en el interés público mundial.
Con el actual sistema las empresas farmacéuticas utilizan fondos gubernamentales para la investigación, retienen los derechos exclusivos y mantienen su tecnología en secreto para aumentar sus beneficios, permitir esta miope política sanitaria podría costar cientos de miles de vidas.
Líderes de salud pública, organizaciones religiosas, de justicia racial y laboral están tratando de generar conciencia con el objetivo de apoyar una vacuna universal (Cyril Ramaphosa ,Imran Khan, Ellen Jhonson Sirleaf, Helen Clark, Mary Robinson, Joseph Stiglitz, o Thomas Piketty entre otros).
Los gobernantes de occidente y los grandes medios de comunicación hablan todo el tiempo sobre el coronavirus y cómo enfrentarlo, pero nunca se dan el trabajo de identificar la responsabilidad de una cúpula política comandada por el núcleo de países industrializados, en asociación con corporaciones financieras.
En medio de la peor pandemia de los últimos cien años la lógica cotidiana del sistema capitalista esta manifestando, una vez más, su total desprecio por la vida humana. En este regimen la única lógica que manda es el de los beneficios.
La cuestión de acceso a la vacuna tiene como telón de fondo una brutal guerra comercial entre las principales potencias capitalistas del planeta para obtener ventajas. Esta vez es una carrera comercial y una disputa irracional que adquiere dimensiones trágicas.