MARTIN JACQUES, ECONOMISTA INGLÉS
Está finalizando diciembre. La pandemia afectó a Europa y Estados Unidos en marzo. De eso hace 10 meses. Gran parte de Europa se encuentra una vez más con diversos grados de bloqueo. En los EEUU el COVID-19 continúa propagándose sin cesar. La situación en Occidente es ahora tan mala como desde que comenzó la pandemia. Con la honorable excepción de Nueva Zelanda, Occidente no ha logrado detener, y mucho menos eliminar, el virus.
¿Por qué Occidente ha fracasado tan miserablemente? Desde el principio, los gobiernos occidentales no se han tomado en serio la pandemia, ignorando que el virus migraría desde Asia a Europa y América del Norte. Esta actitud demostró una mentalidad notablemente provinciana: pensaron que Occidente era diferente, que de alguna manera no se vería afectado.
Pero, cuando llegó en marzo, las naciones de este lado del mundo no estaban preparadas para enfrentar la pandemia. Se hicieron esfuerzos desesperados para adquirir equipos de protección personal y exámenes para identificar al virus. Sin embargo, desde el principio hasta el presente, los gobiernos occidentales y sus poblaciones han estado constantemente a la defensiva, siempre detrás de la curva del virus.
Los gobiernos de occidente no han tenido una estrategia clara. Se han visto acosados por un debate sobre cuál debería ser la prioridad. ¿el combate contra el virus o la economía? Erróneamente ningún gobierno adoptó la estrategia de China (y de otros países del este de Asia) cuya prioridad fundamental fue eliminar el virus de la circulación. El debate ha derivado, artificialmente, sobre el poder del gobierno frente a los derechos del individuo.
En todas partes, como resultado, los gobiernos han oscilado entre tomar medidas drásticas o hacer despegar la economía. En Estados Unidos, la pandemia ha ocupado el segundo lugar después de la economía, con las nefastas consecuencias que todos podemos ver. En Europa, el enfoque ha sido más ambiguo, y el resultado no tan desastroso.
Después de 10 meses de confusión, caos y muertes innecesarias, la estrategia que debería haberse seguido está muy clara. La prioridad primordial debería haber sido eliminar el virus. Hasta que eso se logre, la economía, en el mejor de los casos, no hará más que cojear. Para eliminar los contagios se requería estrictas medidas de aislamiento, distanciamiento social, uso universal de mascarillas, pruebas masivas y rastreo de contactos.
Pero los gobiernos occidentales han demostrado ser incapaces de hacer esto. ¿Por qué? En general, no piensan estratégicamente. La perspectiva de los políticos es a corto plazo, están siempre preocupados por su popularidad y las próximas elecciones. También carecen de competencia. Todos los desafíos importantes que ha enfrentado el gobierno del Reino Unido durante la pandemia han sido un fracaso.
Es tarea de los gobierno proporcionar un liderazgo sólido, para que la gente comprenda las prioridades. En esta área también ha fracasado Occidente. Si los gobiernos cambian de opinión constantemente, la gente necesariamente recibe mensajes confusos.
Pero, una gobernanza exitosa no se trata sólo del gobierno, también se trata de cultura y sociedad. Aquí hay un abismo entre la respuesta occidental y la respuesta de Asia oriental. Es imposible luchar con éxito contra la pandemia sin un fuerte sentido de responsabilidad y disciplina social: respeto por el gobierno y voluntad de priorizar los intereses de la sociedad por encima de los del individuo, o dicho de otra manera, el reconocimiento que la conducta de todos y cada uno de los individuos siempre es fundamental para el bienestar de la sociedad.
Las raíces de la diferencia son muy profundas, el contraste viene de lejos, es la diferencia entre el carácter confuciano de las sociedades de Asia oriental y el individualismo occidental. En las últimas décadas, además, el individualismo egoísta se ha vuelto cada vez más pronunciado en Occidente. La mejor ilustración del problema se puede ver en el uso de mascarillas.
Existe una ignorancia extraordinaria en Occidente sobre el éxito de China y Asia Oriental en la lucha contra la pandemia. A nosotros nos gusta pensar que somos una sociedad cosmopolita y civilizada. Pero la pandemia cuenta una historia muy diferente. En realidad, Occidente se ha transformado en introvertido, obsesionado por si mismo, y desprovisto de curiosidad. El conocimiento de los occidentales sobre la pandemia y el interés por ella no se extiende más allá de sus fronteras . En lugar de ser cosmopolita, Occidente se está volviendo cada vez más provinciano.
Quizás las vacunas nos den un respiro con la pandemia. Pero su impacto ya ha sido tan enorme – tanto en la salud como en la economía – que las repercusiones seguramente serán profundas y duraderas. La pandemia ha sido una enorme prueba de gobernabilidad. China ha pasado esta prueba con gran éxito, Occidente ha fracasado estrepitosamente.
Con el tiempo posiblemente se dirá que el año 2020 ha marcado el comienzo de una Gran Transición. Lo que estamos viviendo es que la batuta del liderazgo mundial está pasando a manos de China.