PEPE ESCOBAR, ANALISTA. INTERNACIONAL DEL DIARIO «ASIA TIMES»
Andrei Martyanov es posiblemente el analista militar más importante de la esfera rusa, que vive y trabaja en los Estados Unidos. Escribe en inglés para una audiencia global en su blog Reminiscence of the Future.
He tenido el placer de revisar los dos libros anteriores de Martyanov. En “Perder la supremacía militar”, hace casi tres años, demostró de manera concluyente, entre otras cosas, cómo había un «abismo tecnológico», entre los misiles que posee Rusia y los que tiene Estados Unidos y cómo el misil ruso “Khinzal” representa «un cambio completo en las concepciones geopolíticas, estratégicas, operativas, tácticas y psicológicas”.
Mapeó extensamente «la llegada de un paradigma completamente nuevo» en la guerra y la tecnología militar. Luego vino “La Revolución (Real) en los Asuntos Militares”, donde explicó que el concepto de «pivote hacia Asia», fue diseñado por los teóricos militares soviéticos allá por la década de 1970, con el nombre de MTR (Revolución Tecnológica Militar).
Su nuevo libro, Desintegración, completa esta trilogía.
Aquí, Martyanov, de modo meticuloso, analiza temáticamente el declive imperial, con capítulos sobre consumo, geoeconomía, energía, pérdida de la carrera armamentista, entre otros. El libro es un libelo devastador, para los lobbies tóxicos de Washington y la mediocridad política de los servicios de inteligencia estadounidenses. Lo que queda al descubierto para el lector es la compleja interacción de fuerzas que están impulsando a Estados Unidos a un caos político, ideológico, económico, cultural y militar.
En el capítulo 3, Martyanov muestra cómo la geoeconomía “no es más que una fina capa del intelectualismo superficial de las ciencias políticas”, en otras palabras, es la materia de la que están hechos los sueños de Huntington, Fukuyama y Brzezinski.
En el Capítulo 6, sobre las élites occidentales, explica que Kissinger ha sido “sólo otro excepcionalista estadounidense, etiquetado erróneamente como realista” y que es, parte de una élite “incapaz de pensar multidimensionalmente”. Después de todo, esta élite, todavía no es capaz de comprender la lógica y las implicaciones del discurso de Putin de 2007 en Múnich cuando declaró que el “momento unipolar” estaba muerto y enterrado.
Cómo no ganar las guerras
Martyanov acierta cuando evalúa la política geoeconómica de Estados Unidos, porque después de haber perdido la carrera de armamentos y todas las guerras desencadenadas en el siglo XXI su política geoeconómica es básicamente un “eufemismo para sanciones y sabotajes a las economías de las naciones que compiten con Estados Unidos”. Esta, en la practica es “la única herramienta que están utilizando para detener su declive”.
En un capítulo sobre Energía, Martyanov demuestra cómo la aventura del petróleo de esquisto estadounidense no es viable desde el punto de vista financiero, y que el aumento en las exportaciones de esquisto se explica “por los recortes en la producción hecha por Rusia y Arabia Saudita para equilibrar el mercado”.
En el Capítulo 7, Martyanov amplía un tema clave: Estados Unidos no puede ganar guerras. Hacer una “Guerra Híbrida” es un asunto completamente distinto. Un ejemplo evidente han sido las sanciones económicas de «máxima presión» sobre Irán.
Estas “guerras hibridas” también incluyen el asesinato – como él del general iraní Soleimani- y, arsenal de mentiras en los medios para «difundir la democracia». Todas estas herramientas tienen ver con una política diseñada para lograr el objeto de la guerra explicada hace dos siglos por Carl von Clausewitz: la guerra se hace para “obligar a nuestro enemigo a hacer nuestra voluntad”. Y «para Estados Unidos hoy, la mayor parte del mundo es su enemigo».
Martyanov también explica la importancia de la llegada de los misiles hipersónicos; “ha cambiado la guerra para siempre”, escribe. El Khinzal, desplegado en 2017, tiene un alcance de 2.000 km y «no es interceptable por los sistemas antimisiles existentes de Occidente» y el “3M22 Zircon cambia por completo la guerra tanto naval como terrestre”. El rezago de Estados Unidos con respecto a Rusia en sistemas de defensa aérea es «masivo, tanto cuantitativa como cualitativamente».
La desintegración estadounidense es también es un fenómeno posmodernista, protagonizado por una oligarquía que “en realidad, no es muy brillante, a pesar de ser rica” y que ha producido una gran fragmentación cultural con su “negativa a aceptar que la verdad es cognoscible».
Y luego Martyanov hace sonar una alerta roja: “Por supuesto, Estados Unidos todavía es capaz de iniciar una guerra con Rusia, pero si lo hace, esto solo significará una cosa: Estados Unidos dejará de existir, al igual que la mayoría de los países y la actual civilización humana. Lo horrible es que para algunos estadounidenses este precio es demasiado pequeño para salvar su mundo de privilegios».
Al final, Martyanov enfatiza que la única forma que la «élite» estadounidense mantenga algún tipo de control social es a través de algún modelo de tiranía. En realidad, una suerte de tecno-tiranía. Y este parece ser el nuevo paradigma disfuncional de élite de la auto-llamada “nación indispensable”.