REVISTA DIGITAL “MISIÓN VERDAD”
En estos instantes los países del llamado “primer mundo” están a punto de vivir una verdadera convulsión económica; estamos ante la disrupción del tejido energético, industrial y comercial. Las noticias abundan en los telediarios.
En la costa oeste de EEUU están los anaqueles vacíos provocando una estampida similar a la que se generó con el inicio de la pandemia. Aunque las razones no son exactamente las mismas el Black Friday, el Día de Acción de Gracias y las próximas navidades están en entredicho por una inesperada falta de regalos y obsequios. Hoy por hoy, está es la preocupación más importante de los ciudadanos del país más consumista del mundo.
En EEUU el puerto de Los Ángeles está colapsado; los contenedores con mercancías provenientes de China han sobrepasado sus capacidades generando retrasos en toda la cadena de distribución.
Por su parte, el Reino Unido sufre un desabastecimiento de insumos industriales y bienes de consumo, a pesar de las medidas tomadas por el gobierno se siguen formando enormes colas para surtirse de combustibles y tampoco hay garantías que muchos bienes de consumo lleguen a tiempo para diciembre.
En la Unión Europea el aumento del precio del gas a desatado un intolerable aumento en las tarifas eléctricas (España parece ser el eslabón más débil en esta materia). La crisis de los precios de la energía tiene muchos componentes, pero el principal es el proceso de descarbonización y un rendimiento menor de lo esperado de las energías limpias. Esta situación está provocando el aumento de los costos para la generación de bienes y servicios en casi toda Europa.
China no está exenta de esta crisis especialmente por el precio de la energía, además las cadenas de suministro conexas a sus sectores industriales, han sufrido baches durante la pandemia. Ahora, que hay una reactivación de la economía – signada por un aumento de la demanda mundial – las cadenas de suministros tambien están sufriendo retrasos.
OTRO TROMBO EN EL CAPITALISMO MUNDIAL
En marzo de este año, cuando un buque de la empresa Evergreen quedó atascado en el Canal de Suez, se encendieron todas las alarmas en occidente. El atasco que, duró solo 6 días puso de manifiesto la fragilidad de las estructuras del comercio internacional, generando pérdidas por 60 mil millones de dólares. El atasco del buque de carga en el Canal es un buen ejemplo de lo que puede llegar producir un “trombo” en el comercio mundial.
Ahora, debido a una combinación de factores, vivimos un proceso de perturbación de las estructuras de fabricación, comercio y despacho de bienes, que pone al mundo a frente a la escasez de bienes y a un repentino proceso inflacionario.
En los países desarrollados la pandemia ha producido un auténtico desbarajuste en el aparato de producción, transporte y comercio. Este proceso de interrupción está afectando el consumo y la demanda provocando una vorágine de consumo compulsivo después de la contención exigida por la lucha contra el COVID-19.
En el occidente rico las familias acomodadas lograron ahorrar durante la pandemia , pero, una vez que desapareció el peligro reactivaron de manera desmesurada su capacidad de consumo. Entretanto, en la otra acera, pero dentro de esas mismas economías, las familias golpeadas por la crisis sanitaria han perdido sus empleos o se mantienen con un bajo nivel de consumo. Sin embargo, la sensación general pos-pandemia en el “primer mundo” ha impulsado a estas economías a hacer lo que mejor saben hacer ; consumir.
Esto explica, parcialmente, que en algunos países se produzca escasez e inflación, pero la crisis en el factor energético, se explica básicamente por la implementación a toda marcha del capitalismo verde en Europa.
Este capitalismo, supuestamente verde, se ha transformado en un nuevo mantra económico que impone a rajatabla las metas de descarbonización. En Europa la crisis de los precios de la energía han desatado los demonios de la especulación, tan propios del capitalismo neoliberal,. Está especulación, incluye por supuesto los llamados «mercados de futuros» del crudo y del gas.
Sin embargo, la crisis energética, no es estrictamente económico, es también geopolítica. En las puertas de una depresión energética y económica, por el alto precio del gas, la vieja Europa no puede remediar la crisis que se le avecina pues el gas que consume viene mayoritariamente desde Rusia .
El saldo del trombo energético está aún por verse. Según Vladimir Putin el crudo puede alcanzar los 100 dólares por barril, una posibilidad no tan distante pues los precios del Brent superaron la barrera de los 83 dólares. Peor aún , se espera que el invierno en el hemisferio norte impulse más aún los precios.
SOLUCIONES EVENTUALES PARA UNA CRISIS ESTRUCTURAL
En esta situación los países centrales del capitalismo están buscando soluciones de urgencia.
Joe Biden ha prometido que el atasco en Los Ángeles se resolverá durante las próximas semanas, para ello ordenó trabajar las 24 horas del día y los 7 días de la semana en las instalaciones portuarias.
Las empresas que brindan servicios de transporte al Reino Unido pretenden aliviar la crisis aumentando los incentivos a los transportistas y contratando mano de obra barata, especialmente de inmigrantes.
En la Unión Europea las buenas noticias han venido de la mano, otra vez, desde Rusia – no debemos olvidar que fueron los rusos lo que salvaron a Europa del nazismo-. El gasoducto Nord Stream 2, por el cual EEUU impuso sanciones a empresas europeas y rusas, ha comenzado a llenarse de gas que se despachará hasta Alemania por el Mar Báltico.
En efecto, los gobiernos del capitalismo del «primer mundo» han dispuesto emplear anticoagulantes de emergencia frente a la crisis de los «trombos». Los nudos críticos que estos gobiernos consideran “ocasionales” podrían remitir para inicios de 2022.
Sin embargo, este nuevo Evergreen a gran escala, deja al descubierto las debilidades del andamiaje del sistema: deslocalización, fabricación «justo a tiempo», tercerización, redes de suministro concentradas, especulación, obsolescencia programada y sobre todo una desproporcionada concentración del consumo… todas piezas fundamentales del capitalismo globalizado.
Asumiendo que este entramado ha dejado más beneficios que costos (al menos para sus principales beneficiarios y gendarmes) es evidente una sistema galvanizado bajo la creencia a ultranza de la eficacia y la competencia, está ahora padeciendo debilidades de carácter estructural .
EFECTO MARIPOSA
Para los países del «primer mundo» la escasez y la inflación pueden ser “eventuales”, quienes sufrirán de manera amplificada estas turbulencias serán los países en vías de desarrollo.
En medio de los temores inflacionistas, la FAO ha lanzado una seria advertencia sobre el incremento del precio de los alimentos en todo el mundo. En términos anuales su índice de precios se incrementará en un 39,7%.
La advertencia de la FAO se basa en una premisa simple; la reapertura de las economías desarrolladas no hace más que añadir presión a los productores de alimentos. La pandemia solo evitó temporalmente la tormenta perfecta sobre este sector básico.
En algunos países desarrollados esta crisis de bienes de consumo y del precio de las energías será una crisis coyuntural , pero para el resto del mundo se traducirá en una importante inflación de los productos básicos alimenticios.
Para los habitantes de los países más pobres la situación tendrá efectos brutales , el encarecimiento de los alimentos volverá a reproducir la pobreza y el hambre.
El punto clave de la fragilidad estructural del andamiaje capitalista mundial, no está en los “molestias ocasionales» en las economías del mundo desarrollado. Las consecuencias de los trombos afectarán catastróficamente a las poblaciones del Sur Global.