ARAM AHARONIAN, PERIODISTA URUGUAYO FUNDADOR DE TELESUR.
El coronavirus, en lugar de volverse un factor de cohesión para luchar contra un enemigo común, resultó ser todo lo contrario. Con la pandemia ha quedado demostrado que el modelo neoliberal, no sólo ha perdido legitimidad, sino que constituye también, una de las mayores amenazas para la humanidad y el planeta.
La pandemia puso en tela de juicio muchas de las certezas políticas que parecían haberse consolidado en las últimas cuatro décadas, sobre todo en el mundo occidental, esas que constituían (y constituyen) la base teórica del orden neoliberal.
Estas certezas eran que; el capitalismo había triunfado sobre el socialismo soviético; que era necesario dar prioridad a los mercados en la regulación de la vida económica y social; que la globalización de la economía traería prosperidad a todo el mundo; que la flexibilización de las relaciones laborales aumentaría el empleo y el crecimiento económico.
Las certezas neoliberales fueron aniquiladas por la realidad, y la “coronacrisis” demostró ante todo que es el Estado (no los mercados) quien puede y debe proteger la vida de los ciudadanos.También demostró que la globalización sólo beneficia a las trasnacionales y que se puede poner en peligro la supervivencia si cada país no produce bienes esenciales y que los trabajadores en empleos precarios son los más afectados por carecer de fuente de ingresos o protección social.
El acoso al sur no se detiene.
Hace 20 años, según las agencias de inteligencia, la mayor amenaza terrorista contra Estados Unidos provenía de musulmanes ultraderechistas del otro lado del mundo. Hoy, según estas mismas agencias de seguridad, la mayor amenaza proviene del interior, de estadounidenses cristianos ultraderechistas (estos sectores neofascistas son los que invadieron el Capitolio en un intento de anular las elecciones presidenciales).
Ahora, la Casa Blanca y el Pentágono difunden documentos en los que establecen que el cambio climático es una poderosa amenaza a la “seguridad nacional”, y anuncian que tomarán medidas para prevenir sus consecuencias. Les preocupa especialmente las migraciones, porque entienden que se incrementarán debido a las catástrofes provocadas por la furia de una naturaleza agredida.
Según estos documentos los problemas ya existentes se agudizarán y la alianza Ruso- China, sacará provecho de estas dificultades en detrimento de los intereses estadounidenses. Para el fallecido historiador Howard Zinn el problema del establishment estadounidense es otro: » Estados Unidos tiene amnesia histórica , su dirigentes no sólo no conocen lo que ocurrió a fines del siglo XIX o principios del XX; desconoce la historia de los 15 o 20 años atrás”
Alguien que si tiene visión histórica es el Papa Francisco que acaba de decir que no se puede salir de la crisis “sin que los países más poderosos reconozcan las asimetrías del mundo. El Papa llamó a abrirse hacia un nuevo futuro: “De una crisis no se sale igual, sino que se sale mejor o peor. Y el final de pandemia tiene que ser hacia lo mejor. De lo contrario vamos a ir hacia atrás. En el imaginario colectivo existe una idea de que se puede recomenzar con una reconstrucción de las cosas como eran hasta ahora, pero eso no va ocurrir. La pandemia es un desafío al cambio, es una crisis que nos lleva a cambiar»
El intelectual mexicano Víctor Toledo también nos pone en alerta: “la humanidad ha perdido el control sobre el gigantesco experimento que ella misma desencadenó y que la conduce a una catástrofe. Contra lo que supone la inmensa mayoría, estamos en la hora de decisiones que habrán de determinar el destino de buena parte de la humanidad y sus creaciones”.
El sociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos explica que las alternativas socialistas han vuelto a la imaginación de muchos, no solo porque la destrucción ecológica provocada por la expansión infinita del capitalismo ha llegado a límites extremos, sino también, porque los países que no privatizaron ni descapitalizaron sus laboratorios, han sido los más eficaces y justos en la producción y distribución de vacunas (Rusia y China).
Chao neoliberalismo
El presidente ruso, Vladimir Putin – al que difícilmente se lo pueda calificar de comunista – ha declarado que «el modelo actual de capitalismo se ha agotado y no puede salir del nudo de sus contradicciones. Estas son cada vez más complejas y están afectando al mundo en todos en ámbitos; van desde la degradación del medio ambiente, la injusta distribución de los bienes materiales, hasta la escasez de agua, la falta de energía eléctrica o las dificultades para recibir asistencia médica adecuada.
Lejos de Moscú, el expresidente de Bolivia, Evo Morales, en una visita a México, denunció las incongruencias de los defensores del neoliberalismo: “antes de la pandemia clamaban por más mercado, pero ante la emergencia sanitaria y económica exigen las soluciones al mismo Estado al que tanto debilitaron y achicaron”.
Para Evo Morales las sociedades enfrentan dos alternativas: controlar los recursos naturales a través de la administración del Estado o cederlos a las transnacionales que actúan bajo la consigna del saqueo. A partir de esta visión criticó duramente a los partidos que llegan al poder bajo las siglas del socialismo, pero una vez en el gobierno mantiene intacta la estructura de privatizaciones; una traición que comparó con el sistema político estadounidense, donde demócratas y republicanos se alternan en el poder sin realizar ningún cambio sustancial.
Todos sabemos que, en nuestros sistemas capitalistas, las empresas y los empresarios son más importantes que el pueblo y las instituciones. Un reciente ejemplo lo dió Iberdrola. Esta multinacional energética española impuso a su gobierno no cobrar impuestos a cambio detener la incesante alza de la electricidad. Con el alza de precios de la energía en España la empresa privada Iberdrola ha puesto en jaque a la industria y ha llevado a las familias a situaciones absurdas como lavar ropa de madrugada para evitar las horas pico de un alza de precios cada vez más desmesurada.
El caso de Iberdrola es un claro ejemplo de lo que pasa cuando se otorga el control de un sector estratégico, como el de la energía, a la iniciativa privada. A las puertas del invierno europeo, los capitalistas utilizan sus empresas como armas para chantajear al Estado y a la sociedad, justo cuando el uso de la calefacción se convierte en asunto de vida o muerte en una amplia franja de la población.
¿Quienes realmente mandan?
La declaración de los estados de excepción en Chile y Ecuador es la mejor muestra del fracaso de las mal llamadas democracias liberales. En Ecuador luego que los Papeles de Pandora revelaron que el presidente Guillermo Lasso tiene cuentas ocultas en paraísos fiscales, el gobernante decidió blindarse con el despliegue de militares y policías. En Chile, el presidente Piñera envió soldados, tanques y helicópteros de guerra a territorio mapuche, para frenar por medio de la violencia la resistencia de este pueblo originario.
Habitualmente decimos que, si se consulta al pueblo, se trata de una decisión democrática. Pero, por el contrario, cuando la decisión es tomada por unos pocos se trata de una autocracia, dictadura, tiranía o plutocracia. Las plutocracias, según el origen del término, son un sistema de gobierno donde el poder está en manos de la clase más rica. Como vemos los hechos nos dicen, una y otra vez. que capitalismo y democracia no son la misma cosa: en realidad el capitalismo no es más que un sistema esencialmente plutocrático.
En el capitalismo la vida no es digna (ni posible) para vastos sectores de la sociedad . Nuevamente la historia está demostrando que el Estallido Social es la única respuesta de los muchos. El mundo está en crisis. O, mejor dicho, el modelo capitalista del mundo es lo que está en crisis. Sus políticas distraccionistas como la mal llamada “revolución verde”, no son más que la “puerta de escape para la reconversión de un sistema estancado”, un sistema que con una propiedad ultraconcentrada pone en peligro la existencia de la humanidad.
Hay algo que está apareciendo muy claro: nuestras sociedades latinoamericanas y caribeñas ya no serán las mismas de antes de la pandemia. Y entonces habrá que “inventar” un pensamiento adecuado a la nueva realidad social. Habrá millones más de desempleados, mucha más hambre, una odiosa e impagable deuda externa con las políticas esquilmadores del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial
En esta etapa, junto a las luchas en las calles, el pensamiento crítico latinoamericano tiene un desafío formidable: debe enfrentar abiertamente los discursos legitimadores de un orden y pensamiento que todavía es colonial. Es nuestro deber descolonizar el saber.
Necesitamos hacerlo porque sino nos puede pasar lo que cuenta el poema del gaucho Martín Fierro: «Vengan santos milagrosos, vengan todos en mi ayuda, que la lengua se me «añuda» y se me turba la mente…