ALAISTAR CROOKE, EX DIPLOMÁTICO BRITÁNICO
Pese a que no hubo avances importantes, en la reunión on line del Equipo Biden-Putin, las conversaciones, como era de esperar, se centraron en un asunto de preocupación inmediata: Ucrania
Aunque el encuentro virtual acordó iniciar conversaciones específicas sobre las líneas rojas establecidas por Rusia y la expansión de la OTAN hacia el este, al día siguiente, el asesor de seguridad de Biden, Jake Sullivan, derramó un vaso de agua fría sobre esos acuerdos. En su opinión Estados Unidos no se había comprometido en ninguno de los dos temas. Y como anunció de antemano Joe Biden se “aplicarán fuertes medidas económicas y de otro tipo en caso de que Rusia intervenga en Ucrania”.
Lo más notable es que Estados Unidos «solo» amenaza con sancionar a Rusia, en lugar de reconocer que está organizando una intervención militar de la OTAN en Ucrania. En declaraciones anteriores, Biden, y otros funcionarios estadounidenses, han realizado confusas advertencias sobre una “invasión rusa” y se han comprometido públicamente con la “soberanía” de Ucrania.
Entonces, ¿deberíamos respirar tranquilos? En realidad no. De hecho, la supuesta invasión siempre ha sido una pista falsa: Rusia no tiene ningún interés en meterse en un pantano regional, por mucho que algunos halcones occidentales «sueñen» con esa posibilidad.
Por otro lado, las fuerzas militares de Kiev están cansadas y desmoralizadas. Han vivido durante largos meses, en medio del fango de las frías trincheras de la Línea de Contacto y, ahora tienen muy pocas ganas de enfrentarse a las milicias de Donbass (a menos que se les ayude desde el exterior).
La cumbre no resolvió nada con esa oscura distopía que se ha transformado Ucrania. El presidente Putin pidió que se cumpliera el Acuerdo de Minsk, pero, nadie en Occidente dio cumplida respuesta. Tampoco hay nada sobre como despejar los escombros que bloquean relaciones diplomáticas normales entre Estados Unidos y Rusia. En este caso, pareciera que el término “relaciones diplomáticas” es una mala broma.
Por tanto, una cosa está clara: las celebraciones no están a la orden del día. Las facciones visceralmente anti-Putin (tanto de EEUU como en Kiev)están furiosas: el senador republicano Roger Wicker, ha advertido:”Estados Unidos no debe descartar una acción militar. Creo que nos equivocamos cuando sacamos de la mesa esta opción, con nuestros barcos en el Mar Negro podemos hacer que llueva destrucción sobre los militares rusos…y, tampoco, deberíamos descartar utilizar “primero” la acción nuclear ”.
Como se puede ver Ucrania sigue enconando las relaciones. Cierto, vamos a tener una pausa, pero, será solo eso,’una pausa’. Los halcones en EEUU y Europa no han izado la bandera blanca: Ucrania es un arma demasiado importante para su objetivos estratégicos como para dejarla de lado tan fácilmente.
Y cuidado, en este momento no hay una, sino tres minas terrestres haciendo tictac. Tres ‘frentes’ distintos pero, estrechamente interrelacionados : Ucrania, Taiwán y el vacilante Acuerdo JCPOA, (que ahora está provocando angustia en Tel Aviv).
Los árboles que impiden ver el bosque son precisamente los grandes temas pendientes: la seguridad europea; la seguridad del Oriente Medio; y de hecho, la arquitectura de la seguridad global. El orden basado en reglas (dictadas por Estados Unidos) ha pasado su fecha de caducidad: ya no proporciona seguridad, ni refleja la realidad de los equilibrios mundiales. Se ha convertido en un patógeno. En pocas palabras, está fosilizado en la “lietkultur” (cultura del líder) posterior a la Segunda Guerra Mundial.
En una entrevista de la CNN se le preguntó a Jake Sullivan: después de su ‘dura charla’ con China ¿se ha negociado algo ? «Pregunta equivocada, respondió ; No me pregunte sobre acuerdos bilaterales. La forma correcta es pensar que Estados Unidos está en condiciones de defender sus valores y promover sus intereses, no solo en el Indo-Pacífico, sino en todo el mundo…. Queremos que nosotros y China operen en un sistema internacional previsible, y que los términos de ese sistema sean favorables a los intereses y valores estadounidenses y de nuestros aliados… ”.
Este lietkultur maximalista es la que ha llevado a un punto en que los asuntos explosivos corren el riesgo de crear una grave convulsión. Hay que retroceder en la historia mucho para encontrar un momento en que nuestro mundo haya sido tan vulnerable. Para, Ambrose Evans-Pritchard, columnista del diario The Telegraph: “una guerra en tres frentes será una pesadilla para Occidente”.
¿Qué está pasando, entonces ? ¿Por qué Estados Unidos mantiene una postura tan absoluta y poco pragmática?, ¿Hay alguna razón para que la otras grandes potencias no establezcan sus propias líneas rojas de seguridad? Bueno, al parecer … están cabalgando los ‘cuatro jinetes’ de las “grandes transiciones”.
Estas transiciones serían: la pandemia, que conduce a un sistema de reglamentación sanitaria mundial; la Emergencia Climática, que conduce a un régimen global de créditos y débitos de CO2; la revolución de la tecnología, que nos lleva a una era global de automatización (y pérdida de puestos de trabajo); y en cuarto lugar, la transición de la economía clásica a una economía que requiere un reajuste global de la montaña de la deuda mundial (que nunca será reembolsada, porque es imposible).
La visión de Sullivan del ‘futuro previsible’ es básicamente el proyecto de la “una cultura líder”. Esto para él implica la preservación de “reglas globales” que favorezcan los intereses de Estados Unidos y sus aliados. Esta es su idea central y , tiene como base ideológica las llamadas “ cuatro grandes transiciones”: salud, cambio climático, tecnocracia administrativa y monetaria . Todas las “transiciones” deberían aplicarse desde lo nacional hasta lo supranacional, eso sí con una gestión realizada por una élite de la tecnocracia y del gran empresariado (un gobierno global desprovisto de responsabilidad y sin supervisión nacional).
Separados en esferas; precauciones sanitarias, recuperación climática, fomento de los ‘milagros’ tecnológicos y emisión de dinero, es un proyecto que aparece sin ideología y, de alguna manera, parece casi utópico.
Sus creadores saben muy bien que esto no es cierto, las “ cuatro transiciones ideales” afectarían directamente al ciudadano común y a culturas ancestrales que inevitablemente reaccionarían con fuertes resistencias. Esta es la razón porque se propone implementar “nuevas formas de disciplina social” y establecer un férreo “control supranacional”.
¡Mmm! … Se trata de una ideología de punta a cabo, pero, con un punto muy vulnerable. Aunque la ideología del gran “reinicio” (reset) se ha mantenida oculta, sus promotores saben que la tecnocracia occidental debe decidir los estándares internacionales, los protocolos, las métricas y las reglas para las “transiciones”. ( pero ¿donde está el Soberano – como dijo una vez Carl Schmitt?.)
Sullivan al menos tiene la integridad para reconocer en que consiste esta “novedosa” ideología: «Queremos que los términos de ese sistema sean favorables a los intereses y valores estadounidenses, es más, queremos que Estados Unidos y sus aliados den forma a las reglas internacionales que van a importar muchísimo a la gente de nuestro país y a la gente de todas partes… ”.
Estamos hablando aquí de algo que va más allá de las cumbres de Biden con Xi y Putin, y de las conversaciones del JCPOA de Viena.
El presidente Putin advirtió que Rusia no permitiría el despliegue de infraestructuras o de fuerzas de la OTAN en su frontera con Ucrania. Y, que Rusia actuaría con decisión para evitarlo. Del mismo modo, Irán ha declarado que no tolerará ningún ataque israelí a sus instalaciones nucleares. Si ocurriera Irán destruiría infraestructuras vitales para Israel.
La postura de Irán y Rusia es idéntica a la posición de China con respecto a Taiwán: el presidente Xi lo dejó claro en la cumbre virtual que celebró con Biden el 15 de noviembre. Xi advirtió que cualquier intento de la isla de Taiwán de separarse del continente se enfrentaría con una respuesta militar.
En Viena, Irán simplemente puso sobre la mesa sus propias «líneas rojas»: no se discutieron los misiles balísticos; no se discutió sobre el papel regional de Irán; no se habló de congelar el enriquecimiento de uranio.(“primero habría que levantar las sanciones y garantizar su no repetición”).
Irán exige, un retorno al marco original del acuerdo, que las sanciones no se volverán a imponer arbitrariamente, que la normalización del comercio no volverá a verse obstaculizada como sucedió con Obama y, que deben levantarse todas las sanciones con garantías por escrito y vinculantes.
Lo que debe notarse aquí es el contexto: La posición iraní es casi idéntica a la enunciada por Rusia: la demanda de Putin a Washington es simple: los intereses rusos y las ‘líneas rojas’ deben ser reconocidas y aceptadas formalmente; será necesario llegar a acuerdos jurídicamente vinculantes con respecto a la seguridad de Rusia; y la OTAN no debe avanzar hacia el Este, con infraestructuras bélicas en Ucrania.
Esto no es nuevo: en geopolítica, las coincidencias de esta naturaleza no ocurren espontáneamente. Es evidente que las tres naciones están coordinadas políticamente y, con cierta probabilidad, militarmente.
Los estados occidentales están atónitos: es la primera vez que otras naciones establecen líneas rojas, en lugar de recibir instrucciones sobre cómo ajustarse a las líneas rojas estadounidenses.
Están desconcertados y no saben qué hacer. Y, como anota con astucia Anatol Lieven, algunas acciones tendrían graves consecuencias estratégicas: “aparte del daño económico global que resultaría una guerra en Ucrania, y las formas en que China se beneficiaría de tal crisis, Occidente tiene una razón muy fuerte para evitar una nueva guerra: a ojos vistas, Occidente perdería la guerra ”.
Para Anatol Lieven,” además, esta situación correría el riesgo de convertirse en una guerra mundial; porque es prácticamente seguro qué explotaría una guerra de Estados Unidos contra China y Rusia”.
Por ahora, Estados Unidos y sus aliados repiten sus amenazas habituales: » están todas las opciones sobre la mesa»; la cobertura, una vez más es la democracia “Made in USA” y los instrumentos que utilizarán serán más sanciones y la formación de una coalición internacional para presionar.
Sin el aislamiento y condena política a China, Irán y Rusia el proyecto de la “ cultura lider” estará condenado al fracaso, por tanto, no sería posible efectuar una “actualización” de software del Consenso de Washington.
Sin embargo, un reinicio estratégico de este tipo no será nada de fácil. Occidente está inmerso en la guerra de “memes” contradictorios. La narrativa de que Rusia no puede tener sus propias líneas rojas corre el riesgo de transformarse en un boomerang. Joe Biden ya es visto como un anciano débil y los republicanos lo están culpado de forma preventiva. No sólo lo acusan de «debilidad» sino también de “alentar el aventurerismo de Moscú”.
Por otra parte, quizás las cumbres realizadas con China y Rusia, junto con la postura de Irán en Viena, representen el comienzo del fin del viejo Orden basado en las “reglas” de Occidente. Posiblemente será el inicio de una cuenta regresiva. El comienzo de un nuevo equilibrio geoestratégico entre los dos ejes y por lo tanto, de un momento importante para la paz o la guerra.