ALASTAIR CROOKE, DIPLOMÁTICO SENIOR BRITÁNICO
El conflicto en Ucrania puede “deslizarse” a una guerra total. La OTAN ya no guarda la reserva que mantenía al inicio en sus acciones bélicas contra Rusia. Ahora sus mercenarios participan activamente en el frente de batalla…
En una reciente entrevista con el Financial Times, James Bierman, un alto oficial de la Marina de los Estados Unidos, admitió que Estados Unidos está «preparando el escenario» para una posible guerra con China.
En un momento de sinceridad Bierman explicó al periodista: “ nuestros planificadores militares han estado ocupados durante años preparándose seriamente para una guerra contra Rusia desde Ucrania. Hemos enviado suministros bélicos y determinado los sitios desde donde podemos operar, apoyar y sostener las operaciones”. En otras palabras, el Pentágono ha estado en Ucrania preparando el “ teatro de la guerra” durante largo tiempo.
Esta declaración del alto mando del Pentágono no debería sorprender, son nada menos y nada más, que la implementación a nivel militar de la directiva estratégica conocida como ‘Doctrina Wolfowitz’. Desde 1992 este documento prescribe que los altos mandos “deben planificar y actuar de manera preventiva, para desactivar cualquier posible potencia militar”, antes que esta potencia pueda rivalizar o menoscabar la hegemonía estadounidense.
El año pasado la OTAN logró llevar la guerra contra Rusia en un área de combate, que puede o no permanecer limitado a Ucrania. Dicho de otra manera, durante 2023, la actual guerra marcará una transición sustancial desde el cual no habrá vuelta atrás.
Economías de guerra
Esto es así, entre otros factores, porque las “economías de guerra” son estructuralmente diferentes a las “economías normales” y sobretodo porque Washington se ha estado preparando para este escenario. Una sociedad en guerra, aunque solo esté parcialmente movilizada, piensa y actúa de manera diferente a la sociedad en tiempos de paz.
En las guerras no hay espacio para conductas caballerosas. La empatía por los demás es la primera víctima y la demonización del “enemigo” es un requisito indispensable para mantener el espíritu de lucha. A pesar de estos hechos comprobables cada vez que vemos la televisión, la propaganda occidental ha creado cuidadosamente una ficción que pretende convencernos que la OTAN y EEUU son partidarios de la paz.
En opinión del influyente ‘oráculo’ financiero del Credit Suisse, Zoltan Pozsar, la guerra ya está en marcha. Para demostrarlo, en su ultimo ensayo simplemente enumera hechos ocurridos en el 2022 :
- Bloqueo financiero del G7 a Rusia (Occidente extiende el campo de batalla)
- Bloqueo energético de Rusia a la UE (Rusia empieza a montar su propio escenario)
- El bloqueo tecnológico de EE. UU. a China (pre-posicionamiento estadounidense de sitios para sostener futuras operaciones)
- Bloqueo naval de China a Taiwán (China demuestra preparación)
- Bloqueo estadounidense al sector de vehículos eléctricos de la Unión Europea mediante la Ley de Reducción de la Inflación. (Los planificadores de defensa de EE. UU. se preparan para futuras ‘líneas de suministro)
- “Movimiento de pinza” de China con la OPEP+ con el objetivo de comprar petróleo y gas en su moneda (se crea un “espacio de batalla de productos básicos” Rusia-China).
La lista de Pozsar es el equivalente a un gran ‘trastorno’ geopolítico que aleja decisivamente al mundo de la llamada ‘normalidad’ y lo coloca en un “estado intermedio”, antes de que se declare una guerra “abierta”.
Pozsar muestra que las placas tectónicas de la geopolítica y económicas están “en pleno movimiento”, con cambios acelerados pero que todavía están lejos de llegar a consolidarse. La “guerra abierta” probablemente será el gran disruptor del actual status quo, hasta que en el globo se establezca un nuevo equilibrio. Y esa nueva relación de fuerzas mundiales puede tomar algunos años.
En última instancia, parece ser que la mentalidad dominante en la población occidental no este preparada para la “guerra”. Esto es lo que está detrás de la decisión de prolongar el sufrimiento de Ucrania: los estrategas estadounidenses consideran que si admiten el fracaso en Ucrania corren el riesgo de atemorizar a unos mercados occidentales muy volátiles ( ya muy convulsionados por el aumento de las tasas de interés).
En otros términos, hablar de guerra abierta representa una opción muy difícil de tomar para Occidente porque suss habitantes están acostumbrados las “medidas fáciles e indoloras”
Pozsar, comprensiblemente, centra su análisis en el mundo financiero. Y cuando cita el libro de Kindleberger (“Manías, Pánico y Quiebras”) lo que hace es alertar sobre un posible «crisis » en la psique convencional. En cualquier caso, Pozsar nos deja cuatro conclusiones económicas clave:
- Históricamente la guerra ha sido el principal motor de la inflación y la quiebra de los estados (la inflación impulsada por la guerra y el ajuste cuantitativo (QT) promulgado para combatir la inflación son políticas contradictorias.)
- La guerra implica una capacidad industrial efectiva y expandible para producir armas rápidamente, esto requiere líneas de suministro seguras que alimenten esa capacidad. (una capacidad que Occidente ya no posee y que le costará mucho reconstruir)
- Los productos básicos- que sirven como garantía para los préstamos- se vuelven escasos y, con esa escasez llega la inflación de los productos básicos;
- La guerra corta los canales financieros creando diferentes dinámicas en el mundo de las finanzas y en la psique de la población.
Como sabemos la “Guerra” no es un fenómeno previsible en su totalidad. Puede comenzar con pequeños ataques a la infraestructura del rival para luego deslizarse hacia una guerra total. La OTAN ya no guarda la reserva que mantenía al inicio del conflicto en sus acciones bélicas contra Rusia. Ahora sus mercenarios participan activamente en el frente de batalla: la organización atlántica está dominada por el temor a sufrir una humillación en Ucrania similar al debacle que sufrió en Afganistán.
Antes que se llegue a una guerra abierta parte de la Unión Europea espera detener este “deslizamiento”. Sin embargo, la pendiente es muy resbaladiza. El objetivo de la guerra es infligir dolor y desgastar al enemigo…, pero los medios son versátiles . En este caso, las sanciones formales y los límites a la compra de energía se han transformado en sabotajes directo a oleoductos y en la incautación de los medios de pago rusos.
Al otro lado no hay ingenuos
Rusia y China no están pecando de ingenuidad. Ante de un posible enfrentamiento más amplio con la OTAN han estado ocupadas preparando su propio escenario.
Ahora se puede afirmar con absoluta certeza que ambos países han construido una relación estratégica, no solo con la OPEP+, sino también con Irán y los principales productores de gas.
Rusia, Irán y Venezuela representan alrededor del 40% de las reservas probadas de petróleo del mundo. Estos países productores venden petróleo a China con un gran descuento, utilizando para este intercambio comercial la moneda china( el yuan o renminbi). Los países del Golfo que representan el otro 40% (de las reservas probadas de petróleo) están dispuestos ha aceptar el renminbi por petróleo, a cambio de grandes inversiones tecnológicas.
Este es un nuevo espacio de batalla ( guerra económica) que se está preparando: para poner fin a la hegemonía del dólar.
EEUU Y Europa dieron el golpe inicial, cuando sancionaron a la mitad de la OPEP+. Ese golpe fracasó: la economía rusa sobrevivió, y como era de esperar, las sanciones “entregaron” a China el comercio con los países de la OPEP +.
China tambien está conquistando a la otra mitad de la OPEP con una oferta difícil de rechazar: Durante los próximos «tres a cinco años», China no sólo pagará el petróleo en renminbi, sino que, además hará grandes inversiones en las industrias petroquímicas de Irán, Arabia Saudita y de los países del Golfo. En otras palabras, China ofrece ayudar a construir “las economías sucesoras ” de los países exportadores de combustibles fósiles, porque saben que esta actividad tiene fecha de caducidad.
El punto clave es que en el futuro, el ‘valor agregado’ (en la producción) será capturado localmente, a expensas de las industrias en Occidente. Pozsar llama a esto: “su mercancía, su emancipación”.
Para entender el alcance de este escenario, hay que decir que el eje China-Rusia ha encendido el fuego de una insurrección estructural contra Occidente en gran parte del resto del mundo.
Este fuego apunta a ‘hervir la rana lentamente’… y no esta fuego se aplicará no sólo a la hegemonía del dólar, sino también una economía occidental que ya no es en absoluto competitiva.
¿Emancipación? ¡Sí! El quid de la cuestión es que los beneficios del gas y petróleo ruso, iraní y venezolano y de las materias primas quedará en manos de los estados productores en un nuevo mundo multipolar.
Por otra parte, la energía que compra Europa está dando un gran margen de beneficio a los Estados Unidos y, paradójicamente, China se ha transformado en gran exportador de gas y petróleo ruso y diesel a Europa.
Deberíamos esperar más de esto en el futuro. “Habrá más productos comerciados en renminbi, dírhams y rupia”, anuncia Pozsar.
Puede que no parezca obvio, pero estamos en medio de una guerra económica y financiera. Si la UE se contenta con proseguir con el «camino fácil” lo que hará es seguir subsidiando las importaciones de energía en beneficio de los EEUU.
Y como la estrategia de la Unión Europea para las renovables no ha sido bien pensada el resultado será menos producción interna y más inflación. Esto, probablemente, hará cada vez más débil a todo Occidente.
Pero, la UE se verá especialmente afectada. Ha elegido volverse dependiente del gas licuado estadounidense (GNL), justo en el momento en que la producción de esquisto ha alcanzado su punto máximo, y cuando es muy probable que Washington dedique la producción al mercado interno.
Por lo tanto, cuando el general Bierman explica cómo los Estados Unidos prepararon el campo de batalla en Ucrania los planificadores de Rusia y China estaban ocupados montando su propio teatro “bélico”.
Por supuesto, la caída de Europa hacia este pozo refleja una psicología arraigada de la élite gobernante occidental. No hay un razonamiento estratégico, ni se toman ‘decisiones difíciles’ en Occidente. Todo es Merkelismo (decisiones difíciles pospuestas y luego ‘adulteradas’ mediante subsidios). El Merkelismo se llama así por el reinado de Ángela Merkel en la UE, donde su reforma fundamental se pospuso invariablemente.
No hay necesidad de pensar bien las cosas ni de tomar decisiones difíciles cuando los líderes están sostenidos por la convicción de que Occidente ES el centro del Universo. Basta con posponer, esperando que lo inexorable se desarrolle.
La historia reciente de las guerras lideradas por EEUU es una prueba más de esta laguna mental: estos conflictos zombis se han prolongado durante años sin una justificación plausible, solo para ser abandonadas repentinamente sin contemplaciones. Occidente olvido la estrategia básica de defensa mientras luchaba contra los movimientos insurgentes y ahora puede que tenga que luchar contra dos estados competidores bien armados.
La misma disfuncionalidad ha sido evidente en muchas crisis occidentales: sin embargo, persistimos… porque tiene prioridad proteger la frágil psicología de nuestros líderes, y un sector influyente del público. La incapacidad de tolerar las pérdidas impulsa a nuestras élites a preferir el sacrificio de su propia gente, en lugar de ser expuestos a sus engaños.
Por lo tanto, la realidad tiene que ser abjurada. Entonces, vivimos un nebuloso entre-tiempos. Solo cuando el estallido de la crisis ya no pueda ser ignorado se podrá hacer un esfuerzo real para abordar sus causas.
Este difícil enigma coloca una enorme carga sobre los hombros de Moscú y Beijing: deberán manejar la escalada belicosa de manera cuidadosa, frente a un Occidente para quien perder en Ucrania es intolerable.