ALASTAIR CROOKE, DIPLOMÁTICO SENIOR BRITÁNICO
La prolongada visita a Moscú del Ministro de Defensa chino ha puesto en evidencia que China y Rusia están convencidas que la perspectiva de la guerra es real y que se están preparando para ella (…)Occidente ya no podrá hacer lo que le plazca. Rusia y China juntas tendrían el poder de controlar a los Estados Unidos «.
El mensaje enviado por la visita del Ministro de Defensa chino a Rusia es claro. Su recibimiento fue un evento de alto perfil que tuvo una gran visibilidad. Dada la relevancia de la visita la reunión con Putin se efectuó un día en que el presidente ruso no trabaja (feriado por la pascua ortodoxa).
Para entender la importancia de lo sucedido quizás habrá que remitirse a leer un significativo artículo de Hu Xijin, ex editor jefe el diario chino “Global Times”:
“ Estados Unidos afirma repetidamente que China se está preparando para proporcionar ayuda militar a Rusia en el dilatado conflicto de Ucrania… Esto, a pesar que según los primeros cálculos occidentales, Rusia ya debería haberse derrumbado a estas alturas… Y, aunque se supone que la OTAN es mucho más fuerte que Rusia, la situación en el terreno demuestra todo lo contrario, Esta es la causa de fondo de la ansiedad occidental
Si Rusia por sí sola ya es tan difícil de combatir, ¿qué pasa si China brinda ayuda militarmente a Rusia utilizando sus enormes capacidades industriales? ¿Que significa el hecho que Rusia por si sola es ya un poderoso rival para todo el Occidente Colectivo? ¿Y qué pasará si Occidente, con su actitud, obliga a China y Rusia a unirse militarmente?
Estas son las preguntas que atormentan al Occidente Colectivo. La respuesta es que simple: Occidente ya no podrá hacer lo que le plazca. Rusia y China juntas tendrían el poder de controlar a los Estados Unidos «.
De esto se trataba esencialmente la visita del Ministro de Defensa chino: los acontecimientos han avanzado desde que Hu Xijin escribió su artículo y nuevos sucesos explican porque una alianza militar chino-rusa marcaría un cambio radical de paradigma.
Las filtraciones de inteligencia del Pentágono (así como los informes de Seymour Hersh) dan una pista y parecen apuntar a un cisma en el ‘Estado profundo ‘ de EE. UU.
Un elemento importante de esta división es que la publicitada Ofensiva de Primavera en Ucrania es un desastre en ciernes, con importantes consecuencias para el prestigio de Estados Unidos.
La clave del conflicto en las altas esferas del Imperio es que los neoconservadores han impugnado este análisis y, en cambio, están planteando realizar una escalada bélica que incluye armar rápidamente a Taiwán como un paso previo para una guerra contra China y Rusia, en el tiempo más breve posible. Estos halcones afirman que el colapso de Rusia podría ocurrir dentro de las 24 horas posteriores a un ataque ucraniano.
Para decirlo claramente, la repentina fiebre bélica de los neoconservadores contra China acaba de hacer lo que Hu anticipó anteriormente: ha obligado a Rusia y China a unirse desde el punto de vista militar, no necesariamente en Ucrania, sino más bien a planificar y prepararse juntos para la guerra con los Estados Unidos y la OTAN.
Mientras tanto y a raíz de las filtraciones del Pentágono el apoyo de EEUU a Ucrania empezó a disminuir para ser reemplazado por un furor mediático que conduce a una guerra contra China.
La prolongada visita a Moscú del Ministro de Defensa chino ha puesto en evidencia que China y Rusia están convencidas que la perspectiva de la guerra es real y que se están preparando para ella. Por eso, entre otras temas importantes Putin subrayó una ‘conjunción’, que prioriza el fortalecimiento de la flota rusa del Pacífico y mejora sus capacidades.
Hu dio en el clavo. Si la OTAN no tiene la capacidad industrial militar para derrotar a Rusia por sí sola, ¿cómo pueden esperar Estados Unidos y Europa prevalecer contra China y Rusia juntas? ¿Porque creen los estadounidenses que todavía pueden derrotar a dos potencias nucleares unidas ?
Estados Unidos y Europa han perdido sus mitos fundacionales
El historiador Paul Veyne, una figura destacada en la historia del antiguo mundo romano, planteó en sus escritos esta pregunta: ¿ Creían los griegos en sus mitos?
Todas las sociedades, escribió, se las ingenian para establecer alguna distinción entre ‘verdad’ y ‘falsedad’, pero al final, todo esta forma de ver el mundo es solo otra “pecera en la que habitamos”. Desde el punto de vista epistemológico, la pecera en la que vivían los antiguos griegos le daba sentido a su mundo y, lo hacia a través de mitos e historias sobre los dioses.
Con respecto al gran mito del Imperio Romano, que sustenta la política exterior estadounidense, la posición de Veyne es que el imperio romano tuvo poco que ver con el arte de gobernar, con la depredación económica o con el control y la obediencia, al contrario su expansión estuvo motivado por el deseo de crear un mundo en el Roma pudiera vivir tranquila de modo imperturbable. Eso es todo.
Paradójicamente, esta explicación colocaría a la ‘derecha’ tradicionalista estadounidense -que se inclina por una perspectiva de Burkean-Buchanan- más cerca de la ‘realidad’ romana de Veyne que la de los neoconservadores: es decir, lo que la mayoría de los estadounidenses desean es que Estados Unidos viva tranquilo en su territorio para estar seguro.
Sí, los dioses y los mitos eran tangibles para los Antiguos, el punto aquí es que la advertencia de Veyne es que “nosotros, atrapados hoy en un contexto diferente, estamos viviendo de nuestros propios mitos”.
¿Creían los antiguos en sus mitos? La respuesta corta de Veyne es ‘no’. El culto público era un fin en sí mismo. Fue un artificio, una expresión de autoridad más allá de toda duda. No había ‘esfera pública’, de hecho, no había ‘ciudadanos’ como tales. El Estado era instrumentalista. Su papel era mediar y mantener al Imperio alineado y sintonizado con unas “fuerzas invisibles pero poderosas”.
Los antiguos entendían los dioses y los mitos a su una manera: eran fuerzas energéticas invisibles que tenían cualidades que daban forma al mundo. Hoy, hemos perdido la capacidad de leer el mundo simbólicamente: los símbolos se han convertido en ‘esencias’ rígidas.
La importancia del análisis de Veyne es que la idea de la Roma Imperial que tenemos es falsa y que por lo tanto Roma no se puede utilizar para apoyar el “mito” de una supuesta superioridad indiscutible de los Estados Unidos según la cual Rusia sería una fruta al alcance de su mano.
El mito que cultivan los neoconservadores estadounidenses
¿Entonces, los neoconservadores se creen sus propios mitos? Bueno, ‘sí’ y ‘no’.
‘Sí’, en el sentido que los neoconservadores son un grupo de personas que comparten una visión común (una Rusia frágil y dividida), elaborada por unos pocos ideólogos que ellos consideran notables.
Sin embargo, esta visión no está basada en la realidad. Sus adherentes pueden estar intelectualmente convencidos, pero sus creencias no pueden ser confirmadas por los hechos. Simplemente se basan en una idea del mundo tal como se lo imaginan, o más concretamente, como les gustaría que fuera .
Los neoconservadores creen en sus mitos porque esta realidad paralela parece funcionar. Solo mire alrededor. A medida que los medios de comunicación se han vuelto digitalizados y algorítmicos, la cultura contemporánea ha forzado a los individuos a formar manadas. No hay forma de apartarse del discurso dominante ; no hay pensamiento fuera de las “redes sociales”; estas dan lugar a la formación de una pseudo-realidad, separada del Mundo real y generada con fines ideológicos.
Dicho claramente, nunca hubo una ‘esfera pública’ en Roma en el sentido moderno y tampoco ahora existe una ‘Esfera Pública’ Occidental. Los ciudadanos han sido anestesiados a través de las plataformas de redes sociales. La plaza pública de las autoridades ideológicas neoconservadoras (por ejemplo, un Lindsay Graham que aboga por la guerra contra China) se ha convertido en un fin en sí mismo. Una expresión de autoridad fuera de toda duda.
El mito neoconservador de una Rusia al borde de la implosión no tiene sentido. Pero es una idea de este mundo tal como lo imaginan los neoconservadores, o más concretamente, como les gustaría que fuera.
Ante las deficiencias de las fuerzas ucranianas- como revelaron las filtraciones del Pentágono- fingen no darse cuenta, están convencidos, como explica Foreign Policy , “que una vez que se lance la esperada ofensiva ucraniana, si los soldados rusos entran en pánico … la contraofensiva tendrá éxito”.
Cuanto más se prosiga con este tipo de análisis delirante, más psicopatía funcional se exhibirá y menos normal se volverá el pensamiento occidental. En resumen, caerá en una falsa ilusión colectiva, si es que no lo ha hecho ya.
La Europa de Macron no existe
Es posible que Estados Unidos ya haya entrado en una fiebre por la guerra (por ahora, veamos cuánto dura mientras se desarrollan los eventos en Ucrania) pero ¿qué pasa con Europa? ¿Por qué Europa buscaría la guerra con China?
Ante esta disyuntiva el escritor británico Thomas Fazi acaba de escribir:
“ El llamado de Emmanuel Macron para que Europa reduzca su dependencia de los Estados Unidos y desarrolle su propia “autonomía estratégica” provocó una pataleta transatlántica. El establishment atlantista, tanto en Estados Unidos como en Europa, respondió de una manera típicamente desenfrenada y, al hacerlo, se perdió algo crucial.
Las palabras de Macron revelaron menos sobre el estado de las relaciones euroamericanas que sobre las relaciones intra -europeas.
Muy simple, la “Europa” de la que habla Macron ya no existe, si es que alguna vez existió. Sobre el papel, casi todo el continente está unido bajo una bandera supranacional: la de la Unión Europea. Pero la UE está más fracturado que nunca. Además de divisiones económicas y culturales, que siempre han apestado al bloque, la guerra en Ucrania ha provocado el resurgimiento de una línea de falla a lo largo de las fronteras de la antes llamada Cortina de Hierro. La división Este-Oeste ha vuelto con fuerza”.
El final de la Guerra Fría y, luego, la creación de la UE poco más de una década después, fueron anunciados como el tan esperado “ regreso a Europa ” de los países poscomunistas. Se creía que el proyecto universalista de la UE suavizaría cualquier diferencia social y cultural importante entre Europa Occidental y Europa Central y Oriental… Un proyecto tan arrogante (y posiblemente imperialista) estaba condenado al fracaso; de hecho, las tensiones y las contradicciones se hicieron evidentes rápidamente entre las dos Europas”.
La creencia en una cultura europea integral es una sello de cierta sensibilidad centroeuropea más que de toda Europa. No es sólo Rusia lo que estaba en juego en el Este Europeo. Les molestaba verse separados de un mundo del que habían sido una parte esencial. Sin embargo, cuando el mundo socialista retrocedió, la cultura europea, tal como la imaginaban los disidentes, se desvaneció en una Europa acosada por la división y una guerra cultural impuesta desde el centro que deliberadamente ha intentado estrangular cualquier intento de revivir las culturas nacionales.
Para Milan Kundera y otros escritores como él, no existe una cultura viva en Europa, y su porvenir habita un vacío creado por la desaparición de los valores.
Paradójicamente, la guerra en Ucrania ha fortalecido la cultura nacional rusa, pero ha expuesto la triste y rancia fachada en la Unión Europea. Parece haber más energía cultural presente en Estados Unidos que en la Europa de hoy. Esta hace tiempo que se separó de sus mito fundacionales.