JOHN BELLAMY FOSTER, PROFESOR DE SOCIOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE OREGON (USA)
Todos los conceptos importantes son dialécticamente vagos en los márgenes.
Herman E. Daly (1)
La palabra decrecimiento representa una familia de enfoques político-económicos que, frente a la acelerada crisis ecológica planetaria actual, rechazan el crecimiento económico ilimitado y exponencial como definición del progreso humano.
Abandonar el crecimiento económico en las sociedades ricas significa pasar a una formación neta de capital cero. Con el desarrollo tecnológico continuo y la mejora de las capacidades humanas, la mera inversión de reemplazo puede promover avances cualitativos constantes en la producción en sociedades industriales maduras, al tiempo que elimina las condiciones laborales de explotación y reduce las horas de trabajo.
Junto con la redistribución global del producto excedente social y la reducción del desperdicio, esto permitiría grandes mejoras en la vida de la mayoría de las personas. Decrecimiento, que apunta específicamente a los sectores más opulentos de la población mundial,2
La ciencia ha establecido sin lugar a dudas que, en la actualidad con actualidad con la «economía mundial total», es necesario operar dentro de un presupuesto general del Sistema Terrestre con respecto al rendimiento físico permitido. 3 Sin embargo, más que constituir un obstáculo insuperable para el desarrollo humano, esto puede verse como el inicio de una etapa completamente nueva de civilización ecológica basada en la creación de una sociedad de igualdad sustantiva y sostenibilidad ecológica, o ecosocialismo.
El decrecimiento, en este sentido, no apunta a la austeridad, sino a encontrar un “camino próspero hacia abajo” de nuestro actual mundo extractivista, derrochador, ecológicamente insostenible, mal desarrollado, explotador y desigual, jerárquico de clases. 4
El crecimiento continuo ocurriría en algunas áreas de la economía, hecho posible por las reducciones en otros lugares. Sería necesario recortar el gasto en combustibles fósiles, armamentos, aviones privados, vehículos deportivos utilitarios, segundas residencias y publicidad para dejar espacio para el crecimiento en áreas como la agricultura regenerativa, la producción de alimentos, la vivienda digna, la energía limpia, la atención médica accesible, la educación universal, el bienestar comunitario, el transporte público, la conectividad digital y otras áreas relacionadas con la producción ecológica y las necesidades sociales. 5
Cuando se diseñaron los primeros sistemas de contabilidad del ingreso nacional en la época de la Segunda Guerra Mundial, todos los aumentos en el ingreso, independientemente de la fuente, se caracterizaron como crecimiento económico. El Producto Interno Bruto, o PIB, se convirtió en la principal medida del progreso humano. 6 Sin embargo, gran parte de esto era cuestionable desde un punto de vista social y ecológico más amplio.
De acuerdo con el sistema de contabilidad económica imperante, cualquier cosa que proporcione “valor agregado” (parte inmodificable del proceso de valorización capitalista) representa “crecimiento”. Esto incluye cosas tales como el gasto militar; los productos innecesarios y tóxicos; el consumo de lujo; marketing ( motivación, orientación, publicidad y promoción de ventas); reemplazos de consumo social por privado (como la sustitución del transporte público por automóviles privados); expropiación de los bienes comunes; gastos para aumentar la explotación de los trabajadores; costas judiciales relacionadas con la administración, control y mejora de la propiedad privada; actividades antisindicales; justicia penal; costos farmacéuticos y de seguros; empleo en el sector financiero e incluso las actividades delictivas.7
En el capitalismo la máxima extracción de recursos naturales se considera crucial para un rápido crecimiento económico, ya que se basa en el “regalo gratuito… al capital” de la naturaleza. 8 En cambio, la producción no de mercado y de subsistencia que se lleva a cabo en todo el mundo; trabajo doméstico realizado principalmente por mujeres; numerosas inversiones para el crecimiento y desarrollo humano ( trabajos considerados relativamente improductivos); conservación del medio ambiente y reducciones en la toxicidad de la producción se consideraban como “nada” o se les asignaba un valor reducido, ya que no mejoran la productividad ni promueven directamente el “valor económico”.9
Esta es la tragedia que nos acosa por todas partes a nuestro mundo. Ahora se percibe con claridad que el crecimiento económico, basado en la acumulación continua de capital, es la principal causa de la destrucción de la tierra como lugar seguro para la humanidad.
La crisis del Sistema Tierra se hace evidente cuando estamos traspasando los límites planetarios con ; el cambio climático, la acidificación de los océanos, la destrucción de la capa de ozono, la extinción de especies, la interrupción de los ciclos del nitrógeno y fósforo, la pérdida de la cubierta vegetal (incluidos los bosques), el agotamiento del agua dulce, la carga de aerosoles y otras entidades tóxicas (como los productos químicos sintéticos, la radiación nuclear y los organismos genéticamente modificados). 10 El impulso a la acumulación permanente de capital está generando así una “crisis de habitabilidad” para la humanidad en este siglo. 11
Los límites establecidos por los científicos
El consenso científico mundial, representado por el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU, ha establecido que la temperatura promedio global NO debe aumentar más de 1,5 °C con respecto a los niveles preindustriales. Si esto no ocurre y superamos este límite toda la humanidad correrá un riesgo desproporcionadamente alto.
En el Sexto Informe de Evaluación del IPCC (AR6, publicado entre 2021 y 2023), el escenario más optimista es de un aumento de la temperatura media mundial, a finales de siglo, por encima de los niveles preindustriales. Esto requiere que el límite de 1,5 °C no se cruce de ninguna manera. Para lograrlo se podría aumentar una décima de grado, hasta el 2040, (llegando a 1,6 °C), y para obligatoriamente caer a 1,4 º C cerca del final del siglo. Todo este programa del IPCC se basa en alcanzar cero emisiones netas de carbono (cero real) para 2050, lo que nos da una probabilidad del cincuenta por ciento de no exceder el límite crítico entre clima y temperatura. 12
Sin embargo, según el destacado científico climático Kevin Anderson este escenario ya está desactualizado. Ahora es necesario, según las propias cifras del IPCC, alcanzar el punto de cero de emisiones de dióxido de carbono para 2040, a fin de tener un 50 % de posibilidades de evitar un aumento sobre 1,5 °C. “ Esto debe hacerse a partir de ahora”, escribió Anderson en marzo de 2023,
“Para no exceder 1,5 °C de calentamiento se requiere un 11 % de recortes anuales en las emisiones. Sin embargo, estas tasas promedio globales ignoran el concepto de equidad, cuestión central en todas las negociaciones climáticas de la ONU, que da a “los países en desarrollo» un poco más de tiempo para descarbonizarse. Por tanto la mayoría de las naciones «desarrolladas» deben alcanzar cero emisiones de CO2 entre 2030 y 2035, y las naciones en desarrollo deberían cumplir con este objetivo una década después. Cualquier retraso aumentará la crisis”13
La Organización Meteorológica Mundial indicó en mayo de 2023 que existe un 66 % de posibilidades que la temperatura global promedio anual en la superficie terrestre supere un aumento de 1,5 °C con respecto a los niveles preindustriales, “al menos” hasta el 2027 (14).
Tecnologías destructivas
Los escenarios presentados por el IPCC son conservadores, están diseñados para ajustarse a los requisitos de la economía capitalista, que está basada en un crecimiento económico continuo en los países ricos mientras se excluye cualquier cambio sustancial en las relaciones sociales. El único dispositivo en el que se basa este modelo climático es asumir cambios en la tecnología promovida por el capital .
Por lo tanto, estos escenarios necesariamente dependen de las llamadas «tecnologías de emisiones negativas», como la Bioenergía y la Captura y Secuestro de Carbono (BECCS) o la Captura Directa de Carbono en el Aire (DAC). Sin embargo, actualmente no existen estas tecnologías a la escala necesaria y no podrán funcionar en la línea de tiempo prescrita para ser efectivas, mientras que también representan enormes peligros ecológicos.
En el Resumen original presentado a los responsables nacionales de políticas ambientales (informe de mitigación, parte 3 del AR 6) el desarrollo de un tipo de tecnologías inexistentes – que son en sí mismas destructivas para el medio ambiente – fue cuestionado por los científicos del propio IPCC,.
Los científicos que redactaron este informe coincidieron que tales tecnologías no son viables en un marco de tiempo razonable y sugirieron que para bajar el gasto en energía debería considerarse una movilización que se propusiera llevar a cabo transformaciones ecológicas radicales .
Todo este análisis se excluyó del Resumen final publicado por los responsables de políticas ambientales, censurando de esta manera la opinión de los expertos.15 Las soluciones tecnológicas inducidas por el lucro y el capital, que supuestamente permitirían un crecimiento económico continuo y la perpetuación de las relaciones sociales actuales, no existen y no son posibles en la escala y en el ritmo requeridos. Por lo tanto, se necesitan cambios socioeconómicos importantes en el modo de producción y consumo, en contraposición con la hegemonía político-económica reinante.
“Tres décadas de autocomplacencia”, escribe Anderson, “ha significado que la tecnología por sí sola ahora no puede reducir las emisiones lo suficientemente rápido. Nuestro mundo tiene necesidad de un cambio drástico: soluciones de bajo consumo energético basadas en una transformación en las relaciones de producción y consumo que aborden las profundas desigualdades del sistema»
Para Anderson, “las reducciones en las emisiones sólo son posibles mediante la reasignación de la capacidad productiva de la sociedad: impidiendo el lujo privado de unos pocos y la austeridad de los demás. Si abordamos el cambio climático con el desarrollo de lo público y la limitación de lo privado la mayoría de las personas deberían gozar de múltiples beneficios; desde viviendas asequibles hasta empleo seguro. Pero, para aquellos que nos hemos beneficiado desproporcionadamente del status quo significará una profunda reducción de la cantidad de energía que usamos y de las cosas que acumulamos”.(16)
Esto implica que es crucial un enfoque de decrecimiento/desacumulación que enfrente una sociedad acumulativa cuya único objetivo es el crecimiento económico. El aprovisionamiento social para las necesidades humanas y la reducción drástica de la desigualdad son partes esenciales de un cambio que nos lleve a un bajo consumo energético y a la eliminación de formas y escalas de producción ecológicamente destructivas. De esta manera, la vida de la mayoría pueden mejorar tanto económica como ecológicamente. Sin embargo, lograr esto requiere ir en contra de la lógica del capitalismo y la mitología de un sistema de mercado autorregulado. Una transformación tan radical solo puede lograrse mediante la introducción de niveles significativos de planificación económica y social, es decir transformaciones radicales.
Ecosocialismo
El socialismo clásico del siglo XIX en la obra de Karl Marx y Frederick Engels anticipó la necesidad de la planificación colectiva en respuesta a las contradicciones ecológicas y sociales del capitalismo, así como a sus contradicciones económicas. En sus análisis Engels insistía en la necesidad de una planificación socialista para superar la brecha ecológica entre la ciudad y el campo, mientras que con la teoría de la brecha metabólica de Marx, planteaba la necesidad de un desarrollo humano sostenible.
En tiempos de guerra la planificación ha sido crucial para todas las economías, tanto capitalistas como socialistas. Las corporaciones gigantes y monopolísticas establecieron lo que el economista John Kenneth Galbraith llamó un “sistema de planificación”, que opera dentro de los conglomerados multinacionales, y no entre ellos. 17 Sin embargo, tras el triunfo del capitalismo en la Guerra Fría y la desaparición de la Unión Soviética, toda idea de la planificación económica es vista por la ideología dominante , como antagónica al mercado capitalista y ha sido prácticamente prohibida de la discusión pública, declarandola impracticable y despótica .
Esta visión está cambiando rápidamente. Como señaló recientemente el economista francés Jacques Sapir, “el plan y la planificación vuelven a estar de moda”, debido a las contradicciones internas y externas del sistema de mercado capitalista. 18 Para muchos especialistas es claro que, sin el retorno a la planificación y la regulación ambiental-estatal de la economía en un contexto de decrecimiento/desacumulación de capital, es nula la posibilidad de abordar con éxito la presente emergencia planetaria y asegurar la continuidad de la sociedad industrializada y la supervivencia de la población humana.
Marx, Engels y la Planificación Ecológica
Marx y Engels siempre se mostraron reacios a proporcionar lo que Marx llamó “recetas… para las cocinas del futuro”. En otras palabras se negó a demarcar qué formas deberían tomar las sociedades socialistas y comunistas. Como dijo Engels, «especular sobre cómo una sociedad futura podría organizar la distribución de alimentos y viviendas conduce directamente a la utopía «. 19 Pero, ambos, dejaron claro en sus escritos que la reorganización de la producción bajo una sociedad de productores asociados implicaría trabajo cooperativo organizado de acuerdo con un plan común.
En Principios del comunismo , Engels escribió que en la sociedad futura, «todas… las ramas de la producción» serían «operadas por la sociedad en su conjunto, es decir, de acuerdo con un plan común, con la participación de todos los miembros de la sociedad». El mismo enfoque fue adoptado por Marx y Engels en el Manifiesto Comunista , donde se señala la necesidad de “ ampliar el número de fábricas e instrumentos de producción a manos del Estado; el cultivo de tierras baldías y la mejora del suelo de acuerdo con un plan común.” 20
Señalaron, también que para poner fin a la división entre la ciudad y el campo se debería dispersar la población de manera más uniforme por todo el país, de modo que ya no se concentre la población en las grandes ciudades industriales. Para llevar a cabo esta idea era fundamental una planificación común.
Por su lado, parte del análisis de Marx en los Grundrisse se centró en la necesidad de la “economía del tiempo», es decir con «la distribución planificada del tiempo de trabajo entre las diversas ramas de la industria» por esto constituía “la primera ley económica de la producción comunitaria”. 21 Marx le escribió a Engels el 8 de enero de 1868: “Ninguna sociedad debería impedir que el tiempo de trabajo a disposición de la sociedad regule la producción de un modo u otro. Sin embargo, mientras esta regulación no se lleve a cabo mediante el control directo y consciente de la sociedad sobre su tiempo de trabajo — que sólo es posible con la propiedad común — las cosas seguirán tal como usted las ha descrito muy acertadamente en Deutsche-Französische Jahrbücher”—( en el artículo “Esbozos de una crítica de la economía política” de Engels de 1843) 22
Esta obra temprana de Engels fue ensalzada por Marx, quien enfatizó que “la división entre el planeta y el ser humano”, y por lo tanto, la alienación de la naturaleza, es la base externa de la producción capitalista. En “El Capital”, Marx argumentó con respecto a la planificación que la parte del producto social destinada a la reproducción de los medios de producción debe ser colectiva mientras que la otra parte, dedicada al consumo, se debe repartir entre los consumidores individualmente.
La forma en que una sociedad lleva a cabo esta división es la clave de todo el modo de producción y refleja el desarrollo histórico de la sociedad. Bajo el socialismo, el tiempo de trabajo necesariamente se repartiría “de acuerdo con un plan social definido” que “mantenga la proporción correcta entre las diferentes funciones del trabajo y las diversas necesidades de las asociaciones de trabajo». Esto sólo será posible cuando “las relaciones prácticas de la vida cotidiana entre los hombres y la naturaleza se realicen …en forma racional” 23
En respuesta a la experiencia de la Comuna de París, Karl Marx , explicó que las “sociedades cooperativas” en un futuro “deberían regular la producción nacional sobre un plan común”. 24 El hecho que tal planificación era tanto un problema económico como ecológico quedó claro a lo largo de toda su obra.
La libertad en esta esfera
En una sociedad superior, escribió Marx (en el tercer volumen de El Capital ) “ los productores asociados, deben gobernar el metabolismo humano con la naturaleza de manera racional, poniéndolo bajo su control colectivo… llevándolo a cabo con el menor gasto de energía y en las condiciones más dignas y apropiadas para la naturaleza humana”. 25 El registro histórico de la destrucción ecológica causada por el hombre en formas como la deforestación y la desertificación, encarnaba, para Marx, «tendencias» que demostraban la «necesidad del control social «. 26
Sin embargo, fue Engels en Anti-Dühring quien fundamentó de forma más explícita la necesidad de la planificación en relación con las condiciones ambientales. Para Engels, eran las externalidades negativas de la producción capitalista, asociadas con la división entre la ciudad y el campo,con el problema de vivienda y con la destrucción de las condiciones naturales y sociales para la existencia de la clase trabajadora, lo que claramente exigía una planificación a gran escala.
Para una industria moderna, argumentó, necesitamos «agua relativamente pura», a diferencia de lo que existe en «la ciudad industrial» ( del siglo XiX) que «transforma toda el agua en estiércol apestoso». 27 Ampliando estos temas tanto en La condición de la clase obrera en Inglaterra como en el Manifiesto comunista , escribió :
“La abolición de la antítesis entre la ciudad y el campo se ha convertido en una necesidad directa de la propia producción industrial, así como en una necesidad de la producción agrícola y de la salud pública. El actual envenenamiento del aire, del agua y de la tierra sólo puede acabar con un cambio en las relaciones entre la ciudad y el campo. Sólo medidas radicales en esta relación cambiará la situación de las masas que languidecen en las ciudades y permitirá que sus excrementos se utilicen para la producción de vegetales en lugar de para la producción de enfermedades… La abolición de la separación de la ciudad y el campo no es, por lo tanto, una utopía… pero, será posible en la medida en que esté condicionada por una distribución más igualitaria de la industria moderna en todo el país”. 28
Organizar la producción colectivamente de acuerdo con un “plan social”, argumentó Engels, “terminaría con la… sujeción de los hombres a sus propios medios de producción”, característica fundamental de la producción capitalista de mercancías. 29
Bajo el socialismo, por supuesto, “seguiría siendo necesario que la sociedad supiera cuánto trabajo requiere cada artículo de consumo para su producción”. Entonces: «será necesario organizar un plan de producción de acuerdo con los medios de producción, que incluyen, en particular, las fuerzas de trabajo. Los efectos útiles de los diversos artículos de consumo comparados entre sí y con las cantidades de trabajo requeridas para su producción, determinarán al final el plan.” 30 Pero, más allá del uso racional y económico de la mano de obra dentro de la industria, será necesario la planificación para superar el agotamiento del suelo en el campo y la consiguiente contaminación de la ciudad. Solo una sociedad que hace posible que sus fuerzas productivas encajen armoniosamente entre sí sobre la base de un único y vasto plan puede hacer que la industria se distribuya por todo el país de la manera que se adapte a su desarrollo, y al mantenimiento y desarrollo de los demás elementos de la producción”. 31
En Dialéctica de la naturaleza , Engels se preocupó en particular por el fracaso de la economía política clásica calificandola como “la ciencia social de la burguesía” que sólo da cuenta de “acciones humanas en los campos de la producción y el intercambio”. Según él : por su carácter anárquico y no planificado la economía capitalista amplificó los desastres ecológicos sin importarles sus efectos secundarios, como ocurrió con los hacendados españoles en Cuba”, al respecto dijo:
“a quienes quemaron los bosques en las laderas de las montañas y obtuvieron de las cenizas fertilizantes para una generación de cafetos muy rentables, ¡qué les importaba que las fuertes lluvias tropicales luego arrastraran el estrato superior desprotegido del suelo, dejando atrás solo rocas desnudas! En relación con la naturaleza, como con la sociedad, el modo de producción actual se preocupa predominantemente sólo por el resultado inmediato, el más tangible; y luego los propios capitalistas expresan su sorpresa de que los efectos de sus acciones que en su mayoría son carácter completamente opuesto”a sus intenciones originales. 32 Para promover los intereses de la comunidad humana en su conjunto, es necesario, por tanto, llevar a cabo una «acción planificada» y regular la producción de acuerdo con la ciencia, teniendo en cuenta el medio ambiente terrestre, es decir, de acuerdo con las leyes de la naturaleza. 33
Marx y Engels entendían el socialismo como una expansión de las fuerzas de producción tanto en un sentido cuantitativo como cualitativo. Engels incluso se refirió en el Anti-Dühring que el advenimiento del socialismo traería consigo “el desarrollo constantemente acelerado de las fuerzas productivas y… un aumento prácticamente ilimitado de la producción”. Para entender este párrafo, no hay que olvidar, que el contexto en el que estaban escribiendo no existía la “economía mundial plena” actual, sino más bien una etapa temprana de industrialización.
En el período de desarrollo industrial, que se extiende desde principios del siglo XVIII hasta el primer Día de la Tierra en 1970, el potencial productivo industrial mundial aumentó en tamaño alrededor de 1.730 veces, lo que desde una perspectiva del siglo XIX habría parecido “un aumento prácticamente ilimitado”. Hoy, sin embargo, se plantea con urgencia la cuestión del “sobregiro” ecológico. 34
Por lo tanto, las consecuencias ecológicas a largo plazo de la producción describidas por Federico Engels han pasado a primer plano en nuestro tiempo. Ese aserto está simbolizado por la Época del Antropoceno propuesta en la Escala de Tiempo Geológico. Época que comienza alrededor de 1950, con el surgimiento de la sociedad humana industrializada como el factor principal en el cambio del Sistema de la Tierra. Desde este punto de vista, lo que quizás sea más notable de los escritos de Engels sobre el desarrollo de las fuerzas productivas bajo el socialismo fue que incorporaba inmediatamente (en el mismo párrafo) la opinión que el objetivo del socialismo no era la expansión de la producción en sí misma, sino más bien el «desarrollo libre» de los seres humanos, lo que requería una relación racional y planificada con «toda la esfera de las condiciones de vida que rodean al hombre». 35
Marx y Engels, por lo tanto, vieron la planificación como decisiva para la organización de la sociedad socialista/comunista, liberándola de la dominación del intercambio de mercancías, con la elaboración colectiva de un “plan común”. Sin embargo, no se puede considerar que previeron el tipo de planificación central bajo una economía dirigida, ya que esto iba a surgir a fines de los años veinte y treinta en la Unión Soviética. Más bien, sostuvieron que la planificación por parte de los productores directos debía ser democrática con respecto al proceso productivo. 36
Todo el sistema del socialismo, como dijo Marx, “comienza con el autogobierno de las comunidades” en una sociedad donde el “trabajo cooperativo” sería “desarrollado a dimensiones nacionales y, en consecuencia… fomentado por medios nacionales”. 37 Además, la organización racional del trabajo humano como trabajo comunal o cooperativo no podría ocurrir sin un sistema de planificación. “Todo trabajo directamente social o comunal en mayor escala requiere, en mayor o menor grado, de una autoridad directiva, para asegurar la cooperación armoniosa de las actividades de los individuos, y para realizar las funciones generales que tienen su origen en el organismo productivo total”, como un sistema de reproducción metabólica social . Por lo tanto, la producción requiere orientación, previsión y gestión, en el sentido de un «director» de orquesta. La visión de Marx de una economía planificada, como enfatizó Michael A. Lebowitz, era una economía dirigida por “productores asociados” que gobernarían racionalmente el metabolismo entre la humanidad y la naturaleza. 38
De hecho, Marx en Teorías de la plusvalía , escribió sobre la necesidad de un enfoque no capitalista, y por lo tanto no exhaustivo , del trabajo y la naturaleza:
«La anticipación del futuro —la anticipación real— se da en la producción de riqueza sólo en relación con el trabajador y la tierra. En efecto, el futuro puede ser anticipado y arruinado por el sobreesfuerzo y el agotamiento prematuros, y por la perturbación del equilibrio entre gastos e ingresos. En la producción capitalista esto le sucede tanto al trabajador como a la tierra… Lo que se gasta aquí existe como δίναμις [la palabra griega para poder, en el sentido de una fuerza causal] y la vida útil de este δίναμις (poder) se acorta como resultado del gasto acelerado. 39
El capitalismo, según los fundadores del materialismo histórico, entraña un proceso negativo y perverso de explotación, expropiación y agotamiento/exterminio, provocando la “ruina común de las clases en pugna”. Lo que era necesario, por tanto, era la «reconstitución revolucionaria de la sociedad en su conjunto». 40
Esta dialéctica negativa de explotación, expropiación y agotamiento/exterminio que caracteriza al capitalismo fue vívidamente captada por Engels que utilizó noción de “venganza de la naturaleza», una expresión metafórica que Jean-Paul Sartre la convertiría en el concepto de “contra-finalidad» en su «Crítica de la razón dialéctica» . 41 Para Sartre los seres humanos, a través de las formaciones sociales basadas en clases, se convirtieron en la antifisis (o la antinaturaleza). » Con la destrucción de los bosques y las consiguientes inundaciones hay poblaciones que demolieron su propia existencia con supuestas victorias sobre la naturaleza, pero con resultados catastróficos. La naturaleza así se convierte en la negación del hombre precisamente en la medida en que el hombre hace antífisis ( antinaturaleza)” y, por lo tanto, “ anti praxis ”, escribió Sartre 42
La única respuesta al problema de la alienación de la naturaleza para Sartre, como para Marx y Engels, era transformar las relaciones sociales de producción que impulsan a la humanidad hacia una catástrofe. Esto requiere una revolución de la tierra en la forma de una nueva praxis socialista para un desarrollo humano sostenible en que la vida misma ya no se comportara como enemiga de la sociedad: la reunificación de la naturaleza y la humanidad.
La tradición del “comunismo de decrecimiento” dentro del marxismo se remonta a William Morris, quien argumentó que a los Británicos le vendrían bien menos de la mitad del carbón que utilizaban. 43 Esta idea, también, puede encontrarse en Paul Burkett en lo que llamó “visión general del desarrollo humano sostenible de Marx” . Para este estudioso la acumulación del capital debía ser desplazada por avances en el desarrollo humano cualitativo y la actividad productiva debía dedicarse a la producción de valor de uso (en lugar de valor de cambio) para la satisfacción de las necesidades de todos los individuos, pasando desde las necesidades más básicas hasta las necesidades humanas y sociales más desarrolladas, en armonía con el medio ambiente. 44
La eficacia de la planificación central
Al tomar el poder en la Revolución de Octubre de 1917, , como observó el economista marxista Paul Baran, “ los bolcheviques no tenían intención de establecer de inmediato el socialismo (y una planificación económica integral) en su país hambriento y devastado”. 45 Originalmente imaginaron una regulación y un control estricto del mercado capitalista bajo un gobierno dirigido por los trabajadores, con sólo la nacionalización de empresas clave, lo que abarcaba una transición larga y lenta hacia una economía totalmente socialista.
De hecho, en ese momento no existía una noción concreta de planificación central o de economía dirigida. 46 “La palabra ‘planificación’”, escribió Alec Nove en An Economic History of the USSR : «tenía un significado muy diferente en 1923-1926. No había un programa de producción y asignación completamente elaborado, no había una «economía dirigida». Los expertos en Gosplan… trabajaron con notable originalidad, luchando con estadísticas inadecuadas para crear el primer «equilibrio de la economía nacional en la historia», a fin de proporcionar algún tipo de base para la planificación del crecimiento… El punto es que lo que surgió de estos cálculos no fueron planes en el sentido de órdenes para actuar, sino «cifras de control», que eran en parte un pronóstico y en parte una guía para decisiones de inversión estratégica, una base para discutir y determinar prioridades». 47
El Comunismo de Guerra, que comenzó a mediados de 1918, ocho meses después de la Revolución de Octubre, fue un esfuerzo desesperado por hacer frente al caos y los estragos resultantes de la Guerra Civil Rusa, incluida la invasión del país por parte de todas las principales potencias imperiales en apoyo de las fuerzas “blancas”. El comunismo de guerra no se trataba de planificación, sino de nacionalizaciones al por mayor, producción de guerra, prohibición del comercio privado, eliminación parcial de precios, raciones gratuitas y requisición forzosa de suministros y excedentes. 48
El estado revolucionario soviético ganó la Guerra Civil, derrotando a los ejércitos blancos y obligando a las potencias imperiales a abandonar el país. Pero la economía fue devastada y el pequeño proletariado industrial, que había sido la columna vertebral de la revolución, fue diezmado y quedó reducido a la mitad de trabajadores industriales que existían en 1914.
En 1921, ante el deterioro económico, la hambruna y la revuelta de los marineros de Kronstadt, Lenin organizó una retirada estratégica, reintroduciendo el comercio de mercado con la Nueva Política Económica (NEP). Además partir de 1920 el propio Lenin presentó un plan para la electrificación, de diez a quince años, para toda Rusia. A partir de ese plan se construyeron centrales eléctricas, e infraestructuras relacionadas, en todas las principales regiones industriales. Esta iniciativa resultó ser el mayor logro con respecto al desarrollo económico a principios de la década de 1920. 50
La NEP fue vista como un período de transición en el movimiento hacia el socialismo, por eso Lenin la designó como “capitalismo de estado”. El estado soviético retuvo el control de los altos mandos de la economía, incluida la industria pesada, las finanzas y el comercio exterior. En la concepción inicial de Lenin, la NEP era una alianza limitada con el gran capital con el objetivo de transformar la producción de acuerdo con la forma más desarrollada del capitalismo, pero bajo un control socialista, en conjunto con una alianza con el campesinado.
En Reconstruyendo a Lenin “ Tamas Krausz escribió que el naciente estado soviético le “ dio un trato preferencial al gran capital y orientó la propiedad estatal al mercado en lugar de mantener la propiedad privada anárquica propio de la economía caótica de la pequeña burguesía”. Lenin utilizó el concepto de capitalismo de Estado para referirse no sólo al sector estatal en una economía mixta, sino también a una determinada formación social en el movimiento hacia el socialismo, esto constituyó la esencia de la NEP. 51
Durante la NEP se introdujo por primera vez en la economía un nivel de planificación del desarrollo. El Consejo Supremo de la Economía Nacional (NEP) se había establecido en los primeros días de la revolución. Entonces, bajo la NEP el Gosplan se transformó en la principal comisión de planificación estatal.
En su inicio el Gosplan desarrolló el primer sistema de balances para una economía nacional, proporcionando cifras de control para guiar las decisiones de inversión con directivas limitadas a unos pocos sectores estratégicos que estaban bajo control estatal. Un método naciente de tablas de entrada-salida se introdujo en 1923-1924, inspirado en Tableau économique de François Quesnay y los esquemas de reproducción de Marx en El capital . 52
Para 1925, la NEP había logrado restaurar la economía anterior a la guerra y la producción industrial, fuera de la agricultura, comenzaba a estabilizarse. Lenin había insinuado en 1922 que la NEP podría necesitar permanecer durante al menos unos veinticinco años. 53 Pero con su muerte en 1924 y el éxito de la NEP en la restauración de la economía, surgió un Gran Debate sobre la transformación y la planificación socialistas.
La teoría marxista clásica consideraba que las revoluciones que debían ocurrir primero en los países desarrollados de Europa Occidental y la Revolución Rusa se imaginó originalmente como la chispa de una revolución proletaria europea, que, sin embargo, nunca se materializó. La Rusia zarista era un país subdesarrollado, principalmente campesino, que vivía en un estado de aislamiento político y económico y enfrentaba la amenaza continua de nuevas invasiones imperiales.
Luego, todos los principales participantes en el Gran Debate estuvieron de acuerdo en la necesidad de avanzar hacia una economía planificada socialista, pero surgieron desacuerdos sobre la naturaleza y el ritmo del cambio, y el grado en que se debía expropiar las tierras agrícolas. Algunos importantes bolcheviques, como Nikolai Bukharin, abogaron por lo que entonces era la línea dominante, insistiendo en un enfoque de crecimiento más lento y equilibrado basado en la continuación de la NEP como un período de transición.
Por el contrario, aquellos como el economista EA Preobrazhensky, identificado con la “oposición de izquierda”, favorecieron un cambio mucho más rápido hacia una economía centralmente planificada y la expropiación del campesinado en un proceso de acumulación primitiva socialista. 54 Las principales figuras tanto de la oposición de izquierda, incluidos Preobrazhensky y León Trotsky, y la oposición de derecha , asociada con Bujarin (con quien Stalin se había aliado durante el Gran Debate), fueron finalmente eliminados uno tras otro, dejando al mando solo a José Stalin. 55
Con el ascenso de Stalin al poder en 1928, se adoptó un curso de industrialización rápida en línea con las propuestas presentadas originalmente por la oposición de izquierda, a las que el propio Stalin se había opuesto al principio. El objetivo fue construir el “socialismo en un solo país” dada la posición aislada de la URSS. Esto, sin embargo, tomó la forma de una brutal acumulación socialista primitiva y una economía de mando burocrático, de arriba hacia abajo, comenzando con el primer plan quinquenal en 1929. En 1925-26, bajo la NEP, el sector estatal constituía el 46 por ciento de la economía; en 1932, había aumentado en un 91 por ciento, respecto del periodo anterior . 56
La tragedia de la planificación soviética radica en las terribles circunstancias históricas en las que surgió, llevó a lo que el célebre historiador de la URSS, Moshe Lewin, denominó como “la desaparición de la planificación en el plan”. 57 La producción industrial en 1928-1929 bajo la NEP había crecido a una tasa del 20 por ciento. Sin embargo, eso no se consideró suficiente.
Bujarin se pronunció en contra de los planes construidos por «locos» que buscaban una tasa de crecimiento económico anual del doble de lo que había logrado la NEP. El proceso de planificación fue así concebido desde el principio sobre bases poco realistas. Surgió un sistema de planificación central que tomó la forma específica de una economía dirigida., con todas las directivas sobre la asignación de mano de obra y recursos, insumos para la producción, objetivos específicos, etc., determinados burocráticamente desde arriba. Esto se complementó con la incorporación de técnicas científicas de gestión tayloristas (propias del capitalismo), eliminando la posibilidad de formas de organización de abajo hacia arriba o de control obrero, como fueron concebidos originalmente los soviets de trabajadores.
Las directivas establecidas en el primer plan quinquenal estaban más allá de toda posibilidad de cumplimiento. El resultado fue que el Plan fue efectivamente archivado casi desde el principio. El sistema de mando que surgió fue administrado central y burocráticamente, mientras que la planificación racional apenas funcionaba. Mientras tanto, el “supertempo” de la industrialización significó la confiscación masiva de la propiedad campesina y su colectivización forzosa. Como escribió Lewin, “la campaña anti-campesina de Stalin fue un ataque contra las masas populares. Requirió coerción a una escala tan grande que todo el estado hubo de ser transformado en una enorme máquina opresiva”. En tales circunstancias, la dura regimentación de la población era inevitable. 58
Sin embargo, con todas sus deficiencias y barbaridades, la economía dirigida burocrática que surgió en la Unión Soviética tuvo un formidable éxito produciendo un rápido desarrollo . Se priorizó la inversión en la industria pesada de una manera nunca antes vista. La tasa de crecimiento anual promedio de la producción industrial para los años 1930-1940 fue oficialmente «16,5 por ciento», que, en palabras de Lewin, fue «ciertamente una cifra impresionante (impresionante incluso si se utilizan las evaluaciones de los economistas occidentales)». 59 La Unión Soviética saltó a la industrialización, expandiendo también el transporte y la generación eléctrica, aunque con una agricultura rezagada. Otras grandes mejoras se produjeron en la educación y la urbanización. 60 Entre 1918 y 1941 se construyeron unas ocho mil empresas modernas y masivas.61
En 1928, la Unión Soviética era todavía un país subdesarrollado. Pero en la Segunda Guerra Mundial ya se había convertido en una gran potencia industrial. No hay duda del realismo que inspiraba la decisiones de Stalin. En 1931 escribió: “ Estamos 50-100 años por detrás de los países avanzados. Tenemos que atravesar esta distancia en diez años. O lo lograremos o seremos aplastados”. 62
Sus cálculos eran correctos. Cuando en 1941 la Wehrmacht alemana invadió Rusia exactamente diez años después, (con más de tres millones de tropas del Eje organizadas en divisiones blindadas en un frente de 1.800 millas) las fuerzas invasoras se encontraron frente a una gran potencia industrial y militar muy diferente a la Rusia en la Primera Guerra Mundial.
Las fuerzas soviéticas llevaron a cabo una resistencia extraordinaria que superó con creces todo lo que Adolf Hitler y sus asesores habían concebido. La historia del mundo moderno empezó a girar en torno a este acontecimiento, que finalmente condujo a la derrota de la Alemania nazi. 63 Sin embargo, las debilidades de la economía soviética, con su producción planificada y administrada centralmente, terminarían por acosar al sistema después de la Segunda Guerra Mundial.
Aunque mantuvo tasas de crecimiento impresionantes y, en la era pos-estalinista (particularmente a principios del mandato de Leonid Brezhnev, pudo producir tanto armas como mantequilla) en el contexto de la Guerra Fría, la URSS tuvo que enfrentar una contraparte mucho más grande y más agresiva: los Estados Unidos. Entonces, las debilidades del sistema soviético se hicieron cada vez más evidentes, 64 la economía planificada burocrática había producido una concentración del poder y al surgimiento de una nueva clase de jefes burocráticos, o nachal’niki , del cual surgió la nomenklatura (una estructura que ejercía control sobre los candidatos de alto nivel del Partido), que pesaba sobre el sistema, impidiendo los cambios necesarios. 65
A pesar de los primeros aciertos en el análisis de insumo-producto, la economía dirigida soviética nunca integró los métodos de la cibernética y las posibilidades de una planificación más óptima que surgieron con la nueva revolución informática en las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial (a pesar que se hicieron algunos movimientos en esta dirección). 66 Un énfasis excesivo en nuevos proyectos de inversión condujo al descuido de la inversión de reemplazo, con el resultado que la producción se llevó a cabo con equipos obsoletos que dieron lugar a numerosos paros laborales. 6 La proletarización del trabajo, unida al pleno empleo y otras garantías, redujo las posibilidades de coerción económica en comparación con el capitalismo, generando los problemas de incentivos materiales para los trabajadores. 68
El sistema soviético de gestión de empresas, como reconoció agudamente el Che Guevara, se basaba en un capitalismo premonopolista, no en el capitalismo monopolista, y por lo tanto dependía de las transacciones entre empresas. Esto significaba que las empresas dependían de los precios externos, de tal manera que las relaciones de mercado terminaron por socavar la planificación a nivel de empresa, tenían una planificación atrasada en comparación el “sistema de planificación” de las corporaciones monopolísticas en Occidente estudiadas por Galbraith.
Al mismo tiempo, la producción fabril se organizaba según el antiguo modelo de Fordista, en que cada división o sindicato fabricaba todos los componentes, a diferencia del sistema de producción capitalista monopolista desarrollado que tiene múltiples proveedores para evitar los cuellos de botella. 69 Y lo que es más importante, la economía dirigida soviética se basó desde el principio en un desarrollo extensivo, en lugar de intensivo, a través de la contratación de mano de obra y de recursos, en oposición al desarrollo de eficiencias dinámicas. 70 En consecuencia, una vez que la mano de obra y los recursos comenzaron a ser escasos, en lugar de abundantes, la economía se estancó, creando una escasez generalizada. 71
Aún así, la economía siguió creciendo (aunque más lentamente) y al mismo tiempo siguió brindando amplios servicios de bienestar social, que eran motivo de envidia para la mayor parte del mundo. Esto ocurría aunque en una etapa que se carecía de consumo masivo y artículos de lujo. 72 Como consecuencia del caos de la Era de Gorbachov finalmente la dirección fue tomada por el extremo superior de la jerarquía social asociada con la nomenklatura , sector que aspiraba al mismo estilo de vida opulento que los escalones superiores de Occidente, lo que iba a sellar el destino del sistema soviético. 73
Como explicaron Harry Magdoff y Fred Magdoff en Aproximación al socialismo : «las deficiencias de la economía soviética, que se hicieron evidentes poco después de la recuperación de la Segunda Guerra Mundial, no fueron el resultado del fracaso de la planificación central, sino de la forma en que se llevó a cabo esa planificación. La planificación central en tiempo de paz no necesita el control de las autoridades centrales sobre cada detalle de la producción. El mando y la ausencia de democracia no sólo no son ingredientes necesarios de la planificación central, sino que son contraproducentes para una buena planificación”. Irónicamente, fue el carácter de clase del sistema soviético y la corrupción desenfrenada lo que llevó a su desaparición. 74
El período de economía dirigida de China, después de la Revolución de 1949, fue mucho más corto y duró esencialmente de 1953 a 1978. Lanzó su primer plan quinquenal basado en el modelo soviético en 1953, y su fase de planificación duró hasta que se instituyó las “reformas de mercado” un cuarto de siglo después. Durante su período de planificación central, cuando también tuvo que lidiar con la amenaza de EEUU y, por lo tanto, se vio obligada a desviar sus principales recursos para la defensa nacional, la República Popular China registró logros impresionantes, estableciendo la base industrial y social para el desarrollo económico que seguiría con la apertura de la economía china y su integración controlada con la economía mundial.
No hay duda que el historial de la economía dirigida china en su período de planificación inicial fue irregular. La planificación central, tal como se estableció en China, tenía las mismas debilidades que tenía en la Unión Soviética, lo que generaba desequilibrios y el mismo fenómeno de “la desaparición de la planificación en el plan”. Sin embargo, los chinos consiguieron grandes logros. La agricultura se estableció sobre una nueva base con colectivos y propiedad social. 75 “
En el prefacio de su libro «The Unknown Cultural Revolution» Harry Magdoff escribió acerca de la visita a China (en el verano de 1974) de una delegación de agrónomos estadounidenses durante la Revolución Cultural,. La delegación estaba compuesta por diez científicos que eran “observadores experimentados con amplia experiencia en Asia”. Uno de estos científicos ganador del Premio Nobel Norman Borlaug declaró en ese momento: “Había que buscar mucho para encontrar un campo mal cultivado. Todo era verde y agradable en todos los lugares a los que viajamos. Sentí que el progreso había sido mucho más notable de lo que esperaba”.
El jefe de la delegación, Sterling Wortman, vicepresidente de la Fundación Rockefeller, describió la cosecha de arroz como “…realmente de primera, había un campo tras otro tan bueno que parecia increible de creer ”. También quedó impresionado con el aumento de los niveles de habilidad de los agricultores en las comunas. Wortman dijo: “Todos están siendo educados al nivel de habilidades superiores. Por su parte, el Dr. Sprague escribió en la revista Ciencia : «gran parte del progreso en la agricultura de China después de la Revolución Cultural fue posible gracias a los avances durante ese período. Incluso el aumento en el uso de fertilizantes que ocurrió a fines de la década de 1970 y principios de la de 1980 fue posible gracias a las fábricas que se construyeron por China entre 1973 y 1976.
El crecimiento del potencial industrial en China bajo Mao Zedong fue “relativamente rápido” en comparación con casi todos los demás países en desarrollo. 77 La alfabetización y la esperanza de vida promedio colocaron a China a la par de los países de ingresos medios a fines de la década de 1970. Esto a pesar que su ingreso per cápita todavía era muy bajo.
Según escribe Chris Bramall en su obra «Elogio de la planificación económica maoísta, el “impacto neto de la planificación” fue un gran aumento en “la tasa de progreso técnico. Y, si uno cree que las capacidades son un mejor indicador de desarrollo que la opulencia, China,y especialmente la provincia de Sichuan, se desarrollaron muchísimo durante la gobernanza de Mao.: «Que el Banco Mundial opte por poner más énfasis en la opulencia que el desarrollo humano es una decisión completamente normativa del capital”, agregó Bramall. 78
La China posterior a 1978 pasó rápidamente de una economía centralmente planificada a un sistema de economía mixta que se asemejaba a la NEP de Lenin. En términos marxistas, como explicó Samir Amin, China es un “capitalismo de estado” bajo el liderazgo del Partido Comunista Chino (aunque también se han utilizado los términos “socialismo de mercado” e incluso “socialismo de estado”). 79 Este modelo significó que hubo un giro brusco hacia el mercado, mientras que el sector estatal siguió siendo enorme, dominando los altos mandos de la economía y guiando todo el sistema. Con el llamado “socialismo con características chinas” el PIB de China creció treinta veces entre 1978 y 2015, superando con creces todos los demás «milagros económicos» históricos de industrialización. 80
La tierra, en particular en las zonas rurales, permaneció en su mayor parte bajo propiedad estatal/colectiva. China, en la actualidad, tiene unas 150.000 empresas estatales, de las cuales unas 50.000 son propiedad del gobierno central y el resto de los gobiernos locales. Las empresas estatales representan alrededor del 30 por ciento del PIB total (alrededor del 40 por ciento del PIB no agrícola) y alrededor del 44 por ciento de los activos nacionales. 81
Estas empresas están estrictamente controladas por el gobierno (los directores generales de las empresas estatales son designados por el Departamento de Organización del Partido). Están integrados con el mercado, pero reciben apoyo y subsidios del estado y se espera que cumplan con los objetivos más allá de la maximización de sus ganancias. Al mismo tiempo proporcionan excedentes económicos al estado, que ascienden al 30 por ciento de sus ganancias. Durante la pandemia de COVID-19, el Partido otorgó un papel aún más importante a las empresas estatales. 82
China continúa introduciendo planes quinquenales en los que el control sobre el sector estatal es su principal punto de influencia para guiar toda la economía. 83 En 2002, había seis empresas estatales chinas en Global Fortune 500. Para 2012, había aumentado a sesenta y cinco. El Partido Comunista Chino reconoce explícitamente que el mercado es una fuerza sin corazón y sin cerebro, y que exige que el estado perentoriamente desempeñe un papel directo en la dirección de la economía. Esto ha tomado la forma de lo que se conoce como “regulación estatal (también conocida como regulación planificada)” y el principio de “coproducción” del estado y el mercado. 84
Como señala Yi Wen, economista y vicepresidente de la Junta de la Reserva Federal de St. Louis, “China comprimió los aproximadamente 150 a 200 años de cambios económicos experimentados por Inglaterra ,Estados Unidos y Japón en una sola generación”. 85 Un aspecto importante de la economía china, es que conserva un sector estatal rector y, por lo tanto, tiene una capacidad para regular la economía. De hecho, al planificar cambios en la asignación de mano de obra y recursos, ha logrado una inmunidad mucho mayor ante las reiteradas crisis del sistema capitalista. (en China generalmente estas perturbaciones se limitan a sectores locales de la producción). 86
Sin embargo, las contradicciones centrales del “socialismo con características chinas” se encuentran en el nivel de desigualdad que ahora casi ha alcanzado las proporciones estadounidenses, y en la explotación de la mano de obra migrante de áreas rurales empleada en la producción de productos de exportación para multinacionales extranjeras. Estas contradicciones se han convertido en la principal área de preocupación del gobierno de Xi Jinping. 87
La desaparición de la Unión Soviética y la apertura de China a la economía mundial fueron acogidas por Occidente —particularmente por los economistas ortodoxos— como una prueba definitiva que la planificación económica era impracticable y estaba condenada al fracaso desde el principio. El socialismo se identificaba enteramente con la planificación, la cual, se decía, conducía a un inevitable fracaso. Implícita en esto estaba la “suposición que la práctica soviética revelaría la naturaleza equivocada de una economía centralmente planificada”. 88
Sin embargo, tal condena general de la planificación central en todas sus formas y circunstancias, divorciada de un análisis concreto, no tenía una base teórica real y la realidad la contradecía. Las propias economías capitalistas habían recurrido con frecuencia a la planificación central en tiempos de guerra. Durante la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos, por ejemplo, instituyó un extenso sistema de planificación nacional, dirigido por la War Production Board y otras agencias, que cambió los recursos y la producción al tiempo que estableció racionamientos y controles de precios. La producción de automóviles civiles, que constituye el sector industrial central del país, se convirtió rápidamente en producción de armamentos, tanques y aviones. Había una necesidad desesperada de producir barcos de guerra y barcos mercantes. Se necesitaban artículos militares no solo para los Estados Unidos sino también para sus aliados.89
La guerra exigió una expansión masiva y cambios importantes en la fuerza laboral, ya que millones de hombres se incorporaron al servicio militar. El empleo remunerado de las mujeres creció un 57 por ciento durante la guerra; ya en 1943, las mujeres constituían el 65 por ciento de la fuerza laboral en la industria aeronáutica. 90 Todo esto necesitó de una planificación central, incluidas agencias de planificación, directivas del estado y controles fiscales y monetarios. Además la planificación impulsó la investigación gubernamental en ciencia y tecnología, sobre todo con el Proyecto Manhattan.
El excedente económico generado por la sociedad se redirigió masivamente para facilitar la producción de guerra, mientras que la industria tuvo que coordinarse para maximizar bienes militares específicos en el momento y al ritmo adecuados. 91 La planificación central, como la definió Michał Kalecki, “abarcó el volumen de producción, el fondo de salarios, los proyectos de inversión más grandes, así como el control de los precios y la distribución de materiales básicos”. La planificación estadounidense en tiempos de guerra se ajusta a esta definición, lo que demuestra que una economía mixta no era incompatible con la planificación centralizada. 92
Sin planificación social y económica, los objetivos del socialismo encaminados a la igualdad sustantiva y la sostenibilidad ecológica son imposibles de alcanzar. La lógica y la experiencia histórica demuestran que sin un sistema de planificación de algún tipo que opere en varios niveles (desde el lugar de trabajo, la región hasta el nivel nacional) no hay forma concebible de abordar de manera efectiva la emergencia ecológica planetaria o garantizar el “buen vivir para todas las personas ” . 93 Esto simplemente no se puede lograr en una sociedad de “¡acumula y acumula!” 94
La planificación, sin embargo, debe ser democrática para lograr resultados socialmente óptimos señalan Fred y Harry Magdoff en «Aproximación al socialismo»: “ La planificación para la gente tiene que involucrar a la gente. Los planes de regiones, ciudades y pueblos necesitan la participación activa de las poblaciones locales, de los trabajadores de las fábricas y de las tiendas . En todas partes se requiere que funcionen los consejos comunitarios y de trabajadores. El programa general, en la distribución de recursos- entre bienes de consumo e inversión – exige la participación de la gente. Y para eso, la gente debe tener información clara para contribuir colectivamente en las decisiones básicas. 95
Una economía planificada unificada y multifacética, que abarque múltiples niveles implicaría una “democracia en todo el proceso”, y no exige la eliminación de todos los mercados de consumo o de la libertad de los trabajadores para trabajar donde les plazca ( «mercado laboral» en este sentido). 96 Sin embargo, requiere control sobre la inversión en bienes de capital y de las finanzas y, por lo tanto, controles sociales que permitan la movilización del excedente económico de manera que beneficien a la población en su totalidad (incluidas las generaciones futuras), asegurando condiciones igualitarias, base fundamental del desarrollo humano para todos los individuos y la protección del medio ambiente natural.
En su ensayo «En defensa de la planificación socialista» (1986), Ernest Mandel argumentó que la principal ventaja de la planificación económica es que las decisiones sobre la asignación de recursos y mano de obra se corrigen mediante el método de prueba y error, en lugar de hacerlo arbitrariamente a través de la fuerza mediadora del mercado (y su «racionamiento por la billetera » ) propios del capitalismo.
La planificación permite así que las decisiones se tomen directamente sobre la base de lo que Marx llamó la “jerarquía de… necesidades”. Esto no requiere que todas las decisiones sean tomadas por una burocracia centralizada; pero es consistente con una democracia socializada basada en la “ institucionalización de la soberanía popular”, donde los parámetros fundamentales de la producción son establecidos por productores/trabajadores en una sociedad organizada sobre el principio de la cooperación. Tal sociedad “crecería en civilización más que en mero consumo”. 97
Estados Socialistas y Medio Ambiente
Existe una noción ampliamente difundida, que se aceptó casi universalmente después de la desaparición de la Unión Soviética, que el historial ambiental soviético era mucho peor que el de Occidente, y que esto se podía atribuir al socialismo y a la planificación central. 98 Es cierto que el historial ambiental de la URSS fue deplorable en muchos aspectos. Solo hay que pensar en Chernóbil y el mar de Aral. En la era de Stalin, muchos de los ecologistas soviéticos pioneros fueron purgados, con importantes consecuencias para el desarrollo soviético.
Sin embargo, la visión dominante ha borrado intencionadamente los éxitos ambientales soviéticos, manifestados en sus cinturones verdes alrededor de sus ciudades, sus famosos zapovedniki (reservas ecológicas científicas), sus campañas masivas de reforestación/forestación, su papel protagónico en la promoción de acuerdos ambientales a nivel internacional y sus poderosas organizaciones ambientalistas, que ejercieron presión sobre el gobierno. La Sociedad de Toda Rusia para la Preservación de la Naturaleza, dirigida en gran parte por científicos, tenía treinta y siete millones de miembros en 1987, lo que la convertía en la organización de defensa de la conservación más grande del mundo. 99
A medida que la Unión Soviética se industrializó y modernizó, mientras enfrentaba la necesidad de altos niveles de gasto militar dada la amenaza de la Guerra Fría, naturalmente convergió con los niveles occidentales de destrucción ambiental. Al igual que Occidente, respondió, aunque no sin contradicciones, a sus movimientos ecologistas. La protección y conservación del medio ambiente se incorporaron, aunque de manera inadecuada, en su sistema general de planificación.
La Unión Soviética tenía un sistema muy extenso de leyes ambientales que, sin embargo, no se aplicaban suficientemente. Fueron los científicos soviéticos, seguidos pronto por los científicos estadounidenses, quienes primero dieron la alarma sobre el calentamiento global acelerado. 100 También se realizaron importantes esfuerzos en el área de conservación de suelos. 101
En la década de 1980, el concepto de “civilización ecológica” surgió por primera vez en la Unión Soviética y pronto lo adoptaría China, donde se ha convertido en un aspecto central de la planificación general, como lo reflejan su planes quinquenales. 102 Los principales economistas soviéticos, como PG Oldak, abogaron por una transformación radical de la contabilidad del ingreso nacional soviético para integrar medidas directas contra la destrucción ambiental. “’Más’”, argumentó, “de ninguna manera es siempre ‘mejor’”. 103
El historial ambiental de la Unión Soviética con respecto a la contaminación fue generalmente favorable en comparación con los Estados Unidos. Con poblaciones aproximadamente iguales las emisiones per cápita de dióxido de azufre, óxido nitroso, partículas y dióxido de carbono de la Unión Soviética estaban muy por debajo de las de los Estados Unidos, mientras que sus emisiones de dióxido de carbono per cápita en realidad disminuyeron en sus últimos años. La huella ecológica per cápita en la Unión Soviética, fue mucho más baja que la de los Estados Unidos, y la brecha aumentó en la década de 1980, ya que la huella ecológica per cápita de los EEUU continuó creciendo mientras que la de la URSS se estabilizó. Además, esto fue cierto a pesar de que Estados Unidos pudo “descargar los daños ambientales en muchos otros países.104
Aunque la planificación soviética y la de otras sociedades posrevolucionarias habían estado dirigidas al crecimiento económico, imitando hasta cierto punto al capitalismo, el impulso interno de acumulación de capital basado en la clase no es una característica estructural de una sociedad socialista con planificación. Por esta razón, Paul M. Sweezy argumentó en 1989 que las economías planificadas actualmente existentes ofrecían una gran oportunidad para enfrentar la crisis ambiental global. 105
Por ejemplo, aunque Cuba, es un país pobre, que ha enfrentado un interminable bloqueo económico de los Estados Unidos, ha sido reconocida como la nación más ecológica de la Tierra, según el Informe Planeta Vivo . Cuba demuestra que un país puede tener una calificación alta en desarrollo humano y tener una huella ecológica muy baja. Esto se debe a que en Cuba se sitúa el desarrollo humano de la población, incluidas las condiciones ambientales, al frente de su planificación. 106
Mientras tanto, la República Popular China ha dado grandes pasos en la dirección de una “civilización ecológica”, a pesar del intento de elevar el ingreso per cápita de su población por encima del nivel actual (que actualmente es menos de una quinta parte del de los Estados Unidos) lo que requerirá altas tasas de crecimiento económico. 107 Este crecimiento ha ido acompañado de una dependencia, aunque ahora disminuida, de las plantas a carbón como su principal fuente de energía. Aún así, China ha avanzado en tecnologías sostenibles y hoy por hoy es el líder mundial; en reducciones rápidas de la contaminación; y en los niveles globales de reforestación/forestación. 108
En el clima ecológico actual, China y Cuba, junto con otras economías mixtas, dirigidas por el estado y semi-planificadas, como Venezuela, con su intento de construir un estado comunal, ofrecen una esperanza de avance ecológico ante la presente emergencia planetaria, una esperanza que falta en el opulento mundo capitalista. 109
Planificación del Desarrollo Humano Sostenible
Si nuestra civilización quiere sobrevivir un decrecimiento planificado (o desacumulación) y un cambio hacia un desarrollo humano será inevitable en los países más ricos, cuyas huellas ecológicas per capita no son sostenibles a nivel planetario. La escala y el ritmo de la necesaria transformación ecológico-energética, como señalan todos los informes científicos sobre el cambio climático indican que para evitar el desastre se debe implementar una transformación revolucionaria de todo el sistema de producción y consumo bajo el principio «Mejor más pequeño». 110 Por lo tanto, los países capitalistas/imperialistas centrales, que constituyen la fuente principal del problema, deben buscar un “camino hacia abajo”, centrándose en el valor de uso en lugar del valor de cambio. 111 Esto requiere avanzar hacia niveles mucho más bajos de consumo de energía y gravitar hacia proporciones per cápita globales iguales y, al mismo tiempo, reducir a cero las emisiones de carbono.
Al mismo tiempo, se debe permitir que los países más pobres – con huellas ecológicas bajas – se desarrollen en un proceso que incluye la contracción de la producción de energía y de materiales para los países ricos y la convergencia del consumo per cápita en todo el mundo. 112 La reducción de tamaño de las economías ricas requerirá un cambio masivo hacia tecnologías sostenibles, incluidas la energía solar y eólica. Pero ninguna tecnología existente por sí sola puede resolver el problema climático en la línea del tiempo requerida y sin abordar la emergencia planetaria en su totalidad. Este programa ecológico reclama terminar con la continua acumulación ilimitada y la mala distribución inherente al capitalismo. 113
Lo que es objetivamente necesario en este punto de la historia humana es una transformación revolucionaria en las relaciones sociales que rigen la producción, el consumo y la distribución. Esto significa un alejamiento dramático del sistema de capital monopolista, explotación, expropiación y despilfarro con su impulso interminable hacia la acumulación. 114
En su lugar, una humanidad revolucionaria, basada en la población trabajadora —con un proletariado ambiental emergente— necesitará exigir una nueva formación social que satisfaga las necesidades básicas de toda la población y de la comunidad, incluidas las de desarrollo de todos los individuos. 115 Esto será posible gracias a mejoras cualitativas en el trabajo, un énfasis en el trabajo útil y el trabajo de cuidado, junto con el reparto de la abundante riqueza social, que solo es producto del trabajo humano.
Una relación sostenible con la tierra es un requisito absoluto sin el cual no puede haber futuro humano. Todo esto requiere ir en contra de la lógica de acumulación capitalista. La planificación económica deberá reorientarse, no para el crecimiento económico o la guerra, sino para crear un nuevo conjunto de prioridades sociales dirigidas al florecimiento humano y un metabolismo social sostenible con la tierra.
En una “visión socialista de los Estados Unidos” Harry Magdoff escribió (1995) que se requeriría reducciones en el uso de energía, producción de automóviles civiles y subsidios gubernamentales a empresas ambientalmente destructivas. Según Magdoff: “se necesitaría un estilo de vida mucho más simple en los países ricos para preservar la tierra como un lugar de existencia humana”.
Para lograrlo: “el crecimiento tendría que ser restringido o controlado”. Será esencial un sistema que se centre en las necesidades básicas, como una vivienda adecuada y digna para todos. Los gastos de guerra orientados al imperialismo tendrían que cesar y las restricciones a la inmigración tendrían que eliminarse. Todo esto requiere una planificación social y económica. Nada de esto podría lograrse confiando en el sistema de mercado, que invariablemente promueve la desigualdad, la destrucción ambiental y la guerra,116 Como escribió el sociólogo británico Anthony Giddens en The Politics of Climate Change , “la planificación de algún tipo es inevitable frente a la actual crisis planetaria». 117
En los Estados Unidos y otros países ricos, ya existen los medios para una transformación masiva y cualitativa de la sociedad. Un nuevo tipo de sociedad donde las prioridades sociales y las necesidades de la clase trabajadora se alejen de cualquier forma de imperialismo y de opresión de “los condenados de la tierra”. Este actividad imperialista se puede constatar fácilmente al conocer el presupuesto militar de Estados que ahora supera desde lejos un billón de dólares, un dinero que podría reutilizarse para llevar a cabo los cambios en la infraestructura energética necesarios para la supervivencia humana.
Pero también se puede observarse en los crecientes niveles de expropiación de los excedentes de los productores directos. Un estudio de RAND Corporation estimó que se expropiaron $47 billones (en dólares de 2018) del 90 por ciento inferior de la población estadounidense entre 1980 y 2018. Un cálculo hecho en base a lo que habrían recibido si el ingreso hubiera crecido equitativamente dentro de la economía durante el período. Esto supera todo el valor actual del stock de viviendas de EE. UU., que en enero de 2022 era de 43 billones de dólares.118
En la base de este enorme excedente social se encuentra el trabajo social, que debe asignarse sobre una base económica y ecológica, y no sobre la base de la acumulación privada. 119 Incluso el examen más superficial del desperdicio y la explotación en el sistema plantea lo que Morris llamó el problema del «trabajo útil versus el trabajo inútil». 120
El superávit económico masivo que surge del trabajo social, medido no solo por las ganancias, el interés y la renta, sino también por el desperdicio, la mala distribución y la irracionalidad del sistema, demuestra indiscutiblemente que se necesita llevar a cabo grandes cambios para crear una sociedad de desarrollo humano sostenible. Es el propio capitalismo el que impone escasez y austeridad a la población, obligando a los trabajadores a sacrificar sus vidas por un sistema explotador, que ahora amenaza con una crisis de habitabilidad planetaria para la humanidad y también a otras formas de vida
La mayoría de las estrategias de decrecimiento, incluidas algunas ecosocialistas, aunque difieren de la ideología reinante prefieren no plantear el tema de la planificación, incluso frente a la emergencia planetaria. De hecho, existe una tendencia a retractarse de medidas tan obvias como la nacionalización de las empresas de energía y los recortes obligatorios de emisiones para las grandes corporaciones.
En cambio, los teóricos del decrecimiento generalmente proponen un menú de “políticas alternativas” como un Green New Deal al estilo keynesiano, un ingreso básico universal, una reforma fiscal ecológica, una semana laboral más corta, una mayor automatización, etc. Sin embargo, ninguna de estas políticas entra en conflicto directo con el sistema, o se acerca a abordar la enormidad del problema, en lo que podemos denominar reformas no reformistas. 121
Las propuestas para una reducción drástica del empleo, no solo con jornadas laborales más cortas, respaldadas por un ingreso básico garantizado, buscan ajustar los parámetros del capitalismo, en lugar de trascenderlos, en un enfoque que generaría el tipo de mundo distópico descrito en la novela de Kurt Vonnegut . 122
Como escribieron Leo Huberman y Sweezy cuando se planteó por primera vez la noción de un ingreso básico garantizado en la década de 1960, “nuestra conclusión solo puede ser que la idea de ingresos incondicionalmente garantizados no es el gran principio revolucionario que los autores de ‘La triple revolución’ creen que es. Si se aplicara bajo nuestro sistema actual, sería, como la religión, un opio del pueblo tendiente a fortalecer el statu quo. Y bajo un sistema socialista… sería bastante innecesario y podría hacer más daño que bien”. 123
Algunos socialistas del no decrecimiento, enfrentados al cambio climático, han sucumbido al fetichismo tecnológico, proponiendo peligrosas medidas de geoingeniería que inevitablemente agravarían la crisis ecológica planetaria. 124 No hay duda de que muchos en la izquierda ven la solución como un New Green Deal que ampliaría los empleos y la tecnología verdes, lo que conduciría al crecimiento verde en un círculo aparentemente virtuoso.
Pero, dado que esto generalmente se orienta a una economía de crecimiento keynesiana y se defiende en esos términos, las suposiciones detrás de esto son más que cuestionables. 125 Una propuesta más radical, más en línea con el decrecimiento, sería un New Deal Verde Popular orientado hacia el socialismo y la planificación ecológica democrática. 126
Bajo el capital monopolista de las finanzas de hoy, sectores enteros de la profesión asistencial, la educación, las artes, etc., se ven afectados por lo que se conoce como la “enfermedad del costo de Baumol”, llamada así por William J. Baumol, quien introdujo la idea en su libro de 1966, Performing Arts: The Economic Dilemma . 127
Este mecanismo se aplica cuando los salarios aumentan y la productividad no. Por eso la revista Forbes escribe sin asomo de ironía: “La producción de un cuarteto [de cuerda] tocando Beethoven no ha aumentado desde el siglo XIX”, aunque sí lo han hecho sus ingresos. La enfermedad de costos de Baumol se considera aplicable principalmente a aquellas áreas de trabajo donde loa aumentos cuantitativos en la productividad generalmente carecen de sentido.
Sin embargo, ¿cómo se mide la productividad de una enfermera que trata a los pacientes? Ciertamente no por el número de pacientes por enfermera, independientemente de la cantidad de atención que reciba cada uno y sus resultados. El resultado de objetivos centrados en las ganancias en la economía altamente financiarizada de hoy es la institucionalización de salarios bajos precisamente en aquellos sectores caracterizados como sujetos a la llamada “enfermedad de costos de Baumol” simplemente porque no conducen directamente a la acumulación de capital.
Por el contrario, en una sociedad ecosocialista, donde la acumulación de capital no es el objetivo principal, su propósito central sería aquellas áreas intensivas en mano de obra en las profesiones del cuidado, la educación, las artes y las relaciones orgánicas con la tierra porque se considerarían más importantes y se incorporarían a la planificación social. 128 En una economía orientada a la sustentabilidad, la mano de obra podría ser sustituida en sectores como la pequeña agricultura orgánica y sustentable, que es más eficiente en términos ecológicos. 129
Escribiendo en The Political Economy of Growth en 1957, Baran argumentó que el excedente económico planificado podría reducirse intencionalmente en la planificación socialista, en comparación con lo que entonces era posible, para garantizar la «conservación de los recursos humanos y naturales».
En una sociedad ecosocialista el énfasis no estaría simplemente en el crecimiento económico, sino en satisfacer las necesidades sociales, incluida la disminución de los costos ambientales; por ejemplo, eligiendo terminar con la “minería de carbón”. 130 Todo esto significa, en efecto, priorizar el desarrollo humano sostenible sobre aquellas formas destructivas de crecimiento económico.
Hoy la eliminación de los combustibles fósiles, aunque signifique una reducción del excedente económico generado por la sociedad, se ha convertido en una necesidad absoluta para un mundo, que se enfrenta a lo que Noam Chomsky ha llamado “el fin de la humanidad organizado”. 131
En palabras de Engels y Marx, es necesario liberar la “válvula de seguridad atascada” de la locomotora capitalista “que corre hacia la ruina”. La elección es entre socialismo o exterminismo , “ruina o revolución”. 132
Notas
- ↩ Herman E. Daly, Más allá del crecimiento (Boston: Beacon Press, 1996), 2.
- ↩ En términos marxistas, el decrecimiento representa un cambio de la reproducción ampliada en términos de rendimiento material a la reproducción simple. Véase Paul M. Sweezy, The Theory of Capitalist Development (Nueva York: Monthly Review Press, 1970), 75–95. El teórico preeminente de una economía de estado estacionario (dirigida a la reproducción simple en el contexto de una economía mundial) es el difunto Herman E. Daly en obras como Beyond Growth y Steady-State Economics.. Daly fue un agudo crítico de la economía capitalista existente y con frecuencia hizo uso de Marx en su análisis. Sin embargo, su enfoque de la economía del estado estacionario se inspiró originalmente en la concepción de John Stuart Mill del «estado estacionario» y, como Mill, buscó, en palabras de Marx, «reconciliar los irreconciliables» del capital y el trabajo, viendo una economía sin crecimiento como compatible con el capitalismo o al menos con un sistema de mercado, e implementada por políticas gubernamentales, licencias y topes. El irrealismo de esto fue reconocido en parte por Daly, quien abordó la implementación de una economía sin crecimiento como una cuestión de fe, finalizando su gran obra Más allá del crecimiento con Dios y una “economía centrada en la creación”. Sin embargo, su análisis fue en el fondo profundamente crítico e incluso radical. Ver Herman E. Daly, Más allá del crecimiento(Boston: Beacon Press, 1996), 216–24; Herman E. Daly, Economía del estado estacionario (Washington, DC: Island Press, 1991); Herman E. Daly y John B. Cobb Jr., Por el bien común (Boston: Beacon Press, 1989). Para una crítica de los intentos de reconciliar una economía sin crecimiento con el capitalismo, véase John Bellamy Foster, Capitalism in the Anthropocene (Nueva York: Monthly Review Press, 2022), 363–72.
- ↩ Herman E. Daly, “Economics in a Full World”, Scientific American (septiembre de 2005): 100–7.
- ↩ Howard T. Odum y Elisabeth C. Odum, A Prosperous Way Down (Boulder, Colorado: University Press of Colorado, 2001).
- ↩ Jason Hickel, Menos es más (Londres: Windmill, 2020), 30.
- ↩ Para críticas ecológicas de la contabilidad del ingreso nacional, véase Daly y Cobb, For the Common Good , 64–84, 401–55; John Bellamy Foster y Brett Clark, El robo de la naturaleza(Nueva York: Monthly Review Press, 2020), 260–61; Marilyn Waring, Counting for Nothing(Toronto: University of Toronto Press, 1999).
- ↩ Para una discusión sobre el desperdicio en el capitalismo, véase Victor Wallis, Red-Green Revolution: The Politics and Technology of Ecosocialism (Toronto: Political Animal Press, 2022), 24–30.
- ↩ Karl Marx y Frederick Engels, Collected Works (Nueva York: International Publishers, 1975), vol. 37, 732–33.
- ↩ Waring, Contando para nada , 153–81.
- ↩ Johan Rockström et al., “Un espacio operativo seguro para la humanidad”, Nature 461, no. 24 (2009): 472–75; Will Steffen et al., «Límites planetarios», Science 347, no. 6223 (2015): 736–46; Sadrine Dixson-Declève et al., Earth for All (Gabriella, BC: New Society Publishers, 2022): 13–19.
- ↩ Carles Soriano, “ Anthropocene, Capitalocene, and Other ‘-Cenes’ ”, Monthly Review 74, núm. 6 (noviembre de 2022): 1.
- ↩ Panel Intergubernamental de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, Sexto Informe de Evaluación, Grupo de Trabajo I: The Physical Science Basis (2021), 14, ipcc.ch ; Andrea Januta, “Explicador: Los cinco futuros decodificados del Informe sobre el clima de la ONU”, Reuters, 9 de agosto de 2021; Agencia Internacional de Energía, “ Net Zero by 2050 Scenario (MZE) ”, Modelo global de energía y clima, octubre de 2022, www.iea.org.
- ↩ Kevin Anderson, «La naturaleza conservadora del IPCC enmascara la verdadera escala de acción necesaria para evitar el cambio climático catastrófico», The Conversation, 24 de marzo de 2023; véase también David Spratt, “ Faster, Higher, Hotter: What We Learned About the Climate System in 2022 ”, parte 1, Resilience.org, 20 de febrero de 2023.
- ↩ “ Temperaturas globales establecidas para alcanzar nuevos récords en los próximos cinco años ”, Organización Meteorológica Mundial, 17 de mayo de 2023.
- ↩ Informe de consenso científico filtrado sobre mitigación , AR6, parte 3, sección B4.3; “ Notas de los editores ”, Monthly Review 74, no. 2 (junio de 2022). Sobre las soluciones de bajo consumo energético para el cambio climático, véase Joel Milward Hopkins, Julia K. Steinberger, Narasimha D. Rao y Yannick Oswald, “ Providing Decent Living with Minimal Energy: A Global Scenario ,” Global Environmental Change 65 (noviembre de 2020); Jason Hickel et al., «Necesidad urgente de escenarios de mitigación climática posteriores al crecimiento», Nature Energy 6 (2021): 766–68.
- ↩ Anderson, “La naturaleza conservadora del IPCC”; Hickel, Menos es más , 126–64.
- ↩ John Kenneth Galbraith, Economics and the Public Purpose (Nueva York: New American Library, 1973), 77–204; Paul M. Sweezy, “Reformismo utópico”, Monthly Review 25, no. 6 (noviembre de 1973): 1–11.
- ↩ Jacques Sapir, «¿Es la planificación económica nuestro futuro?», Estudios sobre el desarrollo económico ruso 33, no. 6 (2022): 583–97.
- ↩ Karl Marx, El capital , vol. 1 (Londres: Penguin, 1976), 99; Frederick Engels, The Housing Question (Moscú: Progress Publishers, 1975), 97.
- ↩ Karl Marx y Frederick Engels, El Manifiesto Comunista (Nueva York: Monthly Review Press, 1964), 40, 74.
- ↩ Karl Marx, Grundrisse (Londres: Penguin, 1973), 173; Michael A. Lebowitz, El imperativo socialista (Nueva York: Monthly Review Press, 2015), 70–71.
- ↩ Karl Marx y Frederick Engels, Correspondencia seleccionada (Moscú: Progress Publishers, 1975), 186–87; Marx y Engels, Obras completas , vol. 3 (Londres: Penguin, 1981), 375–76, 418–43.
- ↩ Marx, El capital , vol. 1, 172–73.
- ↩ Karl Marx y Frederick Engels, Escritos sobre la Comuna de París , ed. Hal Draper (Nueva York: Monthly Review Press, 1971), 77.
- ↩ Karl Marx, El capital , vol. 3, 959. La mayoría de los enfoques ecosocialistas actuales del decrecimiento se basan en gran medida en las nociones de Marx sobre el metabolismo social y la ruptura metabólica. Véase Mattias Schmelzer, Andrea Vetter y Aaron Vansintjan, The Future Is Degrowth (Londres: Verso, 2022), 84–86, 122–23, 237–44.
- ↩ Marx y Engels, Correspondencia seleccionada , 190 (Marx a Engels, 25 de marzo de 1868); John Bellamy Foster, “ El capitalismo y la acumulación de catástrofes ”, Monthly Review 63, no. 7 (diciembre de 2011): 3–5.
- ↩ Marx y Engels, Obras completas , vol. 25, 281–82; Engels, La cuestión de la vivienda , 92.
- ↩ Marx y Engels, Obras completas , vol. 25, 279, 282–83.
- ↩ Marx y Engels, Obras completas , vol. 25, 219, 282.
- ↩ Marx y Engels, Obras completas , vol. 25, 294–95.
- ↩ Marx y Engels, Obras completas , vol. 25, 277–82; Jasper Bernes, “The Belly of the Revolution”, en Materialism and the Critique of Energy , eds. Brent Ryan Bellamy y Jeff Diamanti (Chicago: MCM´ Publishing, 2018), 340–42.
- ↩ Marx y Engels, Obras completas , vol. 25, 463–64.
- ↩ Marx y Engels, Obras completas , vol. 25, 460–63.
- ↩ William R. Catton, Overshoot (Urbana: University of Illinois Press, 1982).
- ↩ Marx y Engels, Obras completas , vol. 25, 269–70; Walt Rostow, The World Economy(Austin: University of Texas Press, 1978), 47–48, 659–62.
- ↩ Michał Kalecki abogó por “una síntesis de planificación central y control obrero”. Michał Kalecki, Selected Essays on Economic Planning (Cambridge: Cambridge University Press, 1986), 31. Marta Harnecker destacó el sistema de planificación participativa desarrollado en el estado de Kerala en India como un modelo viable. Marta Harnecker, A World to Build (Nueva York: Monthly Review Press, 2015), 153–57. También proporcionó una guía para la implementación de la planificación participativa en Marta Harnecker y José Bartolemé, Planificación desde abajo: una propuesta de planificación participativa descentralizada (Nueva York: Monthly Review Press, 2019). Para un trabajo marxista crítico sobre el papel de los productores directos en el “socialismo real”, ver Michael A. Lebowitz,Las contradicciones del “socialismo real” (Nueva York: Monthly Review Press, 2012).
- ↩ Marx y Engels, Obras completas , vol. 24, 519; Karl Marx, Sobre la Primera Internacional(Nueva York: McGraw Hill, 1973), 11; Marx, Grundrisse , 159, 171–72; Paul Burkett, “ La visión de Marx sobre el desarrollo humano sostenible ”, Monthly Review 57, no. 5 (octubre de 2005), 43; Ernest Mandel, “In Defense of Socialist Planning”, New Left Review 159 (septiembre-octubre de 1986): 7.
- ↩ Marx, El capital , vol. 1, 448–49; Lebowitz, Contradictions of “Real Socialism ”, 21. El concepto de “reproducción metabólica social” fue desarrollado por István Mészáros basándose en el uso que hizo Marx del concepto de metabolismo social en los Grundrisse . Véase István Mészáros, Beyond Capital (Nueva York: Monthly Review Press, 1995), 39–71.
- ↩ Karl Marx, Teorías de la plusvalía , vol. 3 (Moscú: Progress Publishers, 1971), 309–10; John Bellamy Foster y Paul Burkett, Marx and the Earth (Chicago: Haymarket, 2016), 149. La palabra griega δίναμις, tal como la usa Aristóteles, se refiere al “poder” como una fuente de cambio en otra cosa, por lo tanto, un poder causal. William Charlton, “Aristotelian Powers”, Phronesis 32, no. 3 (1987): 277–89.
- ↩ Marx y Engels, Manifiesto Comunista , 2.
- ↩ Marx y Engels, Obras completas , vol. 25, 460–61; Jean-Paul Sartre, Crítica de la razón dialéctica , vol. 1 (Londres: Verso, 2004), 164. Marx y Engels utilizaron la noción de “exterminio” en el sentido decimonónico de muerte y remoción en el contexto de la ruina ecológica de Irlanda en el siglo XIX bajo el colonialismo británico. Véase Foster y Clark, El robo de la naturaleza , 64–77. Sobre la dialéctica de explotación, expropiación y agotamiento en Marx y Sartre, ver Alberto Toscano, “Antiphysics/Antipraxis: Universal Exhaustion and the Tragedy of Materiality,” en Materialism and the Critique of Energy, eds . Bellamy y Diamanti, 480–92; Michael A. Lebowitz,Entre el capitalismo y la comunidad (Nueva York: Monthly Review Press, 2020), 176–77.
- ↩ Marx y Engels, Obras completas , vol. 25, 460–61; Jean-Paul Sartre, Crítica de la razón dialéctica , vol. 1, 164–66. El mismo Engels describió vívidamente cómo la deforestación en Rusia “destruyó las reservas de agua del subsuelo”, de modo que “el agua de lluvia y nieve fluyó rápidamente a lo largo de los arroyos y ríos sin ser absorbida, produciendo graves inundaciones”, mientras que “en verano los ríos se volvieron poco profundos y el suelo se secó. En muchas de las zonas más fértiles de Rusia, se dice que el nivel del agua del subsuelo ha bajado un metro, por lo que las raíces de los cultivos de maíz ya no pueden alcanzarlo y se marchitan. De modo que no solo los seres humanos están arruinados, sino que en muchas áreas también lo está la tierra misma durante al menos una generación”. Marx y Engels, Obras Completas, vol. 27, 387. Tales observaciones ecológicas impactarían a los pensadores socialistas posteriores. Lenin señaló específicamente estos pasajes de Engels sobre la deforestación y el empobrecimiento del suelo en Rusia. VI Lenin, Obras completas , vol. 39 (Moscú: Progress Publishers, impresión de 1974), 501.
- ↩ John Bellamy Foster, El retorno de la naturaleza (Nueva York: Monthly Review Press, 2020), 137–38.
- ↩ Burkett, “La visión de Marx sobre el desarrollo humano sostenible”, págs. 34–62; Kohei Saito, Marxismo en el Antropoceno (Cambridge: Cambridge University Press, 2022), 232–42.
- ↩ Paul A. Baran, The Longer View (Nueva York: Monthly Review Press, 1969), 151.
- ↩ Andrew Zimbalist y Howard J. Sherman, Comparación de sistemas económicos (Orlando: Academic Press Inc., 1984), 130.
- ↩ Alec Nove, An Economic History of the USSR (Londres: Penguin, 1969), 101.
- ↩ Nove, Una historia económica de la URSS , 74, 80; Zimbalist y Sherman, Comparación de sistemas económicos , 132.
- ↩ Zimbalist y Sherman, Comparación de sistemas económicos , 130.
- ↩ Tadeusz Kowalik, “Planificación central”, en Problemas de la economía planificada , eds. John Eatwell, Murray Milgate y Peter Newman (Londres: Macmillan, 1990), 43.
- ↩ Tamás Krausz, Reconstructing Lenin (Nueva York: Monthly Review Press, 2015), 335–38; Moshe Lewin, La última lucha de Lenin (Londres: Pluto, 1975), 26–28, 115–16; Nove, Una Historia Económica de la URSS , 52, 58; Alfred Rosmer, Moscú bajo Lenin (Nueva York: Monthly Review Press, 1972), 131–33.
- ↩ Nove, Una historia económica de la URSS , 100–1, 134; Fyodor I. Kushirsky, Planificación económica soviética, 1965–1980 (Boulder: Westview, 1982), 6–8; Zimbalist y Sherman, Comparación de sistemas económicos , 147.
- ↩ Nove, Una historia económica de la URSS , 120; VI Lenin, Obras completas , vol. 32 (Moscú: Progress Publishers, 1973), 429–30.
- ↩ Nikolai Bukharin, The Politics and Economics of the Transition Period (Londres: Routledge, 1979), 108–13; EA Preobrazhensky, La crisis de la industrialización soviética (White Plains, Nueva York: ME Sharpe, 1979), 63; Harry Magdoff y Paul M. Sweezy, “ La perestroika y el futuro del socialismo: segunda parte ”, Monthly Review 41, no. 11 (abril de 1990): 2; Nicholas Spulber, Estrategia soviética para el crecimiento económico (Bloomington: Indiana University Press, 1964), 102–3.
- ↩ Nove, Una historia económica de la URSS , 124–28, 132, 147; Spulber, Estrategia soviética para el crecimiento económico , 66–68, 72.
- ↩ Nove, Una historia económica de la URSS , 137; Harry Braverman, Labor and Monopoly Capital (Nueva York: Monthly Review Press, 1998), 8–12; Gregory Grossman, “Command Economy”, en Problemas de la economía planificada , eds. Eatwell, Milgate y Newman, 58–62.
- ↩ Moshe Lewin, Rusia/URSS/Rusia (Nueva York: New Press, 1995), 95–114. Véase también Alec Nove, The Economics of Feasible Socialism (Londres: George Allen and Unwin, 1983), 79–81; Michael Ellman, “Planificación socialista”, en Problemas de la economía planificada , eds. Eatwell, Milgate y Newman, 14.
- ↩ Lewin, Rusia/URSS/Rusia , 112, 95–108; Magdoff y Sweezy, “Perestroika and the Future of Socialism—Part Two”, pág. 2; Spulber, Estrategia soviética para el crecimiento económico , 126.
- ↩ Lewin, Rusia/URSS/Rusia , 108–9.
- ↩ Ernest Mandel, Teoría económica marxista , vol. 2 (Nueva York: Monthly Review Press, 1968), 557–59.
- ↩ Lewin, Russia/URSS/Russia , 114. Para obtener una lista de las principales características estructurales de la economía planificada soviética, consulte Paul Cockshott, How the World Works (Nueva York: Monthly Review Press, 2019), 209–10.
- ↩ Stalin citado en Baran, The Longer View , 179.
- ↩ “ Invasión de la Unión Soviética, junio de 1941 ”, Enciclopedia del Holocausto , Museo Conmemorativo del Holocausto de los Estados Unidos, ushmm.org .
- ↩ David Kotz, “ La dirección de la reforma económica soviética ”, Monthly Review 44, no. 4 (septiembre de 1992): 15.
- ↩ Lewin, Rusia/URSS/Rusia , 142, ix; Moshe Lewin, “La sociedad y el Estado estalinista en el período de los planes quinquenales”, Social History 1, no. 2 (mayo de 1976): 172–73; Paul M. Sweezy, Sociedad posrevolucionaria (Nueva York: Monthly Review Press, 1980), 144–45; Harry Magdoff y Fred Magdoff, “ Aproximación al socialismo ”, Monthly Review 57, no. 3 (julio-agosto de 2005): 40–41.
- ↩ Elena Veduta, “ Algunas lecciones sobre planificación de la primera economía socialista del mundo ”, Monthly Review 74, no. 5 (octubre de 2022): 23–36; Lebowitz, Contradicciones del “socialismo real”,115–20. La noción promovida por la escuela de economía “austriaca”, incluidas figuras como Ludwig von Mises, Friedrich Hayek y Lionel Robbins, de que la planificación central era imposible porque requeriría resolver simultáneamente millones de ecuaciones, fue errónea desde el principio, como lo demostró adecuadamente Oskar Lange. Hoy en día, la mayor parte de los bienes no se producen sobre la base de las señales del mercado, sino que son el producto de la planificación corporativa interna dentro de la empresa. No obstante, la informatización de las entradas y salidas en el sistema de planificación habría ayudado en gran medida a la eficiencia general. Oskar Lange y Fred M. Taylor, Sobre la teoría económica del socialismo (Nueva York: McGraw-Hill, 1938), 57–98; Ernest Mandel, “En defensa de la planificación socialista”, New Left ReviewI/159 (septiembre-octubre de 1986), 11; P. Cockshott, A. Cottrell y J. Dapprich, Planificación económica en una era de crisis climática (Londres: Cockshott, Cottree y Dapprich, 2022).
- ↩ Magdoff y Sweezy, “Perestroika y el futuro del socialismo: segunda parte”, pág. 6; Magdoff y Magdoff, “Aproximación al socialismo”, pág. 44.
- ↩ Sweezy, Sociedad posrevolucionaria , 140–41.
- ↩ Helen Yaffe, Che Guevara: The Economics of Revolution (Nueva York: Palgrave Macmillan, 2009), 38–39; Michael Löwy, El marxismo del Che Guevara (Nueva York: Rowman and Littlefield, 1973), 440–41, 7–51. Sobre las empresas soviéticas, véase Spulber, Soviet Strategy for Economic Growth , 119–29; Magdoff y Magdoff, “Aproximación al socialismo”, pág. 44; Galbraith, Economía y el propósito público , 108–17.
- ↩ Zimbalist y Sherman, Comparación de sistemas económicos , 24–25.
- ↩ Magdoff y Sweezy, “Perestroika and the Future of Socialism—Part Two,” 3–7; János Kornai, El sistema socialista (Princeton: Princeton University Press, 1992).
- ↩ Para una comparación de las tasas de crecimiento de EE. UU. y la Unión Soviética, consulte David M. Kotz con Fred Weir, Russia’s Path from Gorbachev to Putin (Londres: Routledge, 2007), 35–36.
- ↩ Stephen F. Cohen, Destinos soviéticos y alternativas perdidas (Nueva York: Columbia University Press, 2011), 136–40; Stanislav Menshikov, “ El capitalismo ruso hoy ”, Monthly Review 51, no. 3 (julio-agosto de 1999): 81–99; Kotz, El camino de Rusia desde Gorbachov hasta Putin , 105–25; Gordon M. Hahn, La revolución rusa desde arriba, 1985–2000 (New Brunswick, New Jersey: Transaction Publishers, 2002).
- ↩ Magdoff y Magdoff, “Aproximación al socialismo”, pág. 49.
- ↩ Sobre la reforma agraria de China, véase William Hinton, Through a Glass Darkly (Nueva York: Monthly Review Press, 2006), 37–84.
- ↩ Fred Magdoff, “Prefacio”, en Dongping Han, The Unknown Cultural Revolution: Life and Change in a Chinese Village (Nueva York: Monthly Review Press, 2008), x.
- ↩ Rostow, Economía mundial , 522, 536.
- ↩ Chris Bramall, Elogio de la planificación económica maoísta: niveles de vida y desarrollo económico en Sichuan desde 1931 (Oxford: Oxford University Press, 1993), 335–36.
- ↩ Samir Amin, “ China 2013 ”, Monthly Review 64, no. 10 (marzo de 2013): 20.
- ↩ Yi Wen, “The Making of an Economic Superpower: Unlocking China’s Secret of Rapid Industrialization”, Junta de la Reserva Federal de St. Louis, Economic Research, Working Paper Series (agosto de 2015), 2; John Ross, China’s Great Road (Glasgow: Praxis, 2021), 13, 178.
- ↩ Lowell Dittmer, “Transformación de la economía política china en la nueva era”, en Economía política de China en la época de Xi Jinping , ed. Lowell Dittmer (Singapur: World Scientific Publishing, 2021), 8; Gang Chen, “Consolidación del control leninista de las empresas estatales: el capitalismo estatal 2.0 de China”, en La economía política de China en la época de Xi Jinping , ed. Dittmer, 44.
- ↩ Chen, “Consolidación del control leninista de las empresas estatales”, 59.
- ↩ Chen, “Consolidación del control leninista de las empresas estatales”, 45–49, 59; Tian Hongzhi y Li Hui, “¿Cómo promueve el plan quinquenal el desarrollo económico de China?”, Días económicos de Hradec (2021), diglib.uhk.cz.
- ↩ Cheng Enfu, Dialéctica económica de China (Nueva York: International Publishers, 2021), 48–49, 66–67, 143, 295–310.
- ↩ Wen, “La creación de una superpotencia económica”, pág. 9.
- ↩ La aparente capacidad de China para evitar grandes cambios en el ciclo económico no significa que la sociedad esté libre de crisis en un sentido transformador más amplio. Véase Wen Tiejun, Diez crisis: la economía política del desarrollo de China (1949–2020) (Nueva York: Palgrave Macmillan, 2021); John Ross, “ Por qué la economía socialista de China es más eficiente que el capitalismo ”, MR Online, 6 de junio de 2023.
- ↩ “ Riqueza y desigualdad en EE. UU. y China ”, Instituto EE. UU.-China de la Universidad del Sur de California, 19 de noviembre de 2020, china.usc.edu; Cheng Enfu, Dialéctica económica de China , 287–93; Marc Blecker, “La economía política de la reforma de la clase obrera”, en La economía política de China en la época de Xi Jinping , ed. Dittmer, 87–105; John Bellamy Foster y Robert W. McChesney, The Endless Crisis (Nueva York: Monthly Review Press, 2012), 155–83.
- ↩ Magdoff y Sweezy, “Perestroika y el futuro del socialismo: segunda parte”, pág. 1; Mandel, “En defensa de la planificación socialista”, 9.
- ↩ Consulte el artículo de Martin Hart-Landsberg sobre “Planificación de una economía democrática y ecológicamente sostenible” en este número. Sobre la planificación británica en tiempos de guerra, véase Cockshott, Cottrell y Dapprich, Economic Planning in an Age of Climate Crisis , 63–75.
- ↩ “ Rosie the Riveter: More than a Poster Girl ”, Cuerpo de Artillería del Ejército de EE. UU., goordnance.army.mil; “ Rosie the Riveter ”, History.com, 27 de marzo de 2023.
- ↩ Magdoff y Magdoff, “Aproximación al socialismo”, 53–54.
- ↩ Kalecki, Ensayos seleccionados sobre planificación económica , 27.
- ↩ Fred Magdoff y Chris Williams, Creando una sociedad ecológica (Nueva York: Monthly Review Press, 2017), 290.
- ↩ Marx, El capital , vol. 1, 742.
- ↩ Magdoff y Magdoff, “Aproximación al socialismo”, 54–55.
- ↩ Lange, “Sobre la teoría económica del socialismo”, 72–73. El término “democracia popular de todo el proceso” es intrínseco a las concepciones chinas contemporáneas de cómo la democracia podría hacerse más significativa. A pesar de las limitaciones sobre cómo se ha aplicado esto en la propia China, el concepto es de vital importancia en el desarrollo de la democracia socialista. Xi Jinping, La Gobernanza de China , vol. 4 (Beijing: Foreign Languages Press, 2022), 299–301.
- ↩ Mandel, “En defensa de la planificación socialista”, 6–8, 13–17, 22, 25; Karl Marx, Textos sobre el método (Oxford: Basil Blackwell, 1975), 195; Gregory Grossman, “Material Balances”, en Problemas de la economía planificada , eds. Eatwell, Milgate y Newman, 178.
- ↩ Un trabajo clave en el ataque ideológico al registro ambiental soviético fue Murray Feshbach y Arthur Friendly Jr., Ecocide in the USSR (Nueva York: Basic Books, 1992). La técnica utilizada fue para jugar con la destrucción ecológica soviética, ignorando el hecho de que existían muchas de las mismas condiciones ecocidas y, a menudo, a mayor escala en términos per cápita e impacto global en Occidente.
- ↩ Salvatore Engel-Di Mauro, Socialist States and the Environment (Londres: Pluto, 2021), 115; Foster, Capitalismo en el Antropoceno , 328.
- ↩ Foster, Capitalismo en el Antropoceno , 316–37.
- ↩ Engel-Di Mauro, Estados socialistas y medio ambiente , 120–24, 139.
- ↩ John Bellamy Foster, “ Civilización ecológica, revolución ecológica ”, Monthly Review 74, no. 5 (octubre de 2022): 1–11.
- ↩ G. Oldak, «Utilización equilibrada de recursos naturales y crecimiento económico», Problems in Economics 28, no. 3 (1985): 3; PG Oldak, “The Environment and Social Production”, Pyotr Kapitsa et al., Society and the Environment: A Soviet View (Moscú: Progress Publishers, 1977), 56–68; PG Oldak y DR Darbanov, “Un programa bioeconómico”, Estudios soviéticos en filosofía 13, no. 2–3 (1974): 68–73.
- ↩ Engel Di-Mauro, Estados socialistas y medio ambiente , 129–31, 141–42.
- ↩ Paul M. Sweezy, “ Socialismo y ecología ”, Monthly Review 41, no. 4 (septiembre de 1989): 1–8.
- ↩ Engel Di-Mauro, Estados socialistas y medio ambiente , 170–94; “Mientras arde el mundo, Cuba número 1 en desarrollo sostenible: WWF”, Telesur, 27 de octubre de 2016; Matt Trinder, “Se descubrió que Cuba es el país más sostenible del mundo”, Green Left, 10 de enero de 2020; Mauricio Betancourt, “El efecto de la agroecología cubana en la mitigación de la grieta metabólica: un enfoque cuantitativo de la producción de alimentos en América Latina”, Cambio ambiental global 63 (2020): 1–10; Rebecca Clausen, Brett Clark y Stefano B. Longo, “Fisuras metabólicas y restauración: crisis agrícolas y el potencial del enfoque socialista y orgánico de Cuba para la producción de alimentos”, Revisión mundial de economía política 6, no . 1 (2015): 4–32.
- ↩ “Comparando Estados Unidos y China por economía”, Statistics Times, 15 de mayo de 2021, statisticstimes.com.
- ↩ Foster, “Civilización Ecológica, Revolución Ecológica”; Barbara Finamore, ¿China salvará el planeta? (Cambridge: Polity Press, 2018); 156–58.
- ↩ Ana Felicien, Christina M. Schiavoni y Liccia Romero, “ La política de la alimentación en Venezuela ”, Monthly Review 70, no. 2 (junio de 2018): 1–19; Owen Schalk, “ La ley de semillas de Venezuela debería ser un modelo global ”, Canadian Dimension , 16 de enero de 2023. Sobre Venezuela y el decrecimiento, véase Chris Gilbert, “’ Donde está el peligro… ‘: La alternativa comunal en Venezuela”, en este número. Ver también John Bellamy Foster, “ Chávez y el Estado Comunal ”, Monthly Review 66, no. 11 (abril de 2015): 1–17.
- ↩ Uno de los últimos artículos de Lenin fue “Mejor menos, pero mejor”. Baran luego escribió un ensayo titulado «Mejor más pequeño pero mejor». Ambos tenían que ver con retiros políticos estratégicos. Pero ambos también reflejaron una forma de pensar que reconocía que los cambios cualitativos suelen ser más importantes que los cambios cuantitativos para lograr un progreso significativo. Véase VI Lenin, “Better Fewer But Better”, en Lewin, Lenin’s Last Struggle , 156–76; Baran, La visión más amplia , 203–9.
- ↩ Odum y Odum, Un próspero camino hacia abajo , 139.
- ↩ Erald Kolasi, “ El estado ecológico ”, Monthly Review 72, no. 9 (febrero de 2021): 23—36; Tom Athanasiou y Paul Baer, Dead Heat: Global Justice and Global Warming (Nueva York: Seven Stories, 2002).
- ↩ El informe de consenso de los científicos original filtrado sobre mitigación, antes de que los gobiernos lo censuraran antes de su publicación, indicaba que la ampliación de la captura y secuestro de carbono (CCS), la bioenergía con captura y secuestro de carbono (BECCS) y las tecnologías nucleares eran todas poco prácticas e incapaces de desempeñar otra cosa que un papel menor en la mitigación del cambio climático. Consulte el Informe de consenso científico filtrado sobre mitigación, AR6, parte 3, B4.3. Véase también Mathilde Fajardy, Alexandre Köberle, Niall MacDowell y Andrea Fantuzzi, “BECCS Deployment: A Reality Check”, Grantham Institute, Imperial College London, Documento informativo n. 28, 19 de enero de 2019; Julian Allwood, “ La tecnología no resolverá el problema del cambio climático ”, Financial Times , 16 de noviembre de 2021.
- ↩ Sobre el desperdicio ecológico y económico del capital monopolista, véase Foster, Capitalism in the Anthropocene , 373–89.
- ↩ Sobre el proletariado medioambiental, véase Foster, Capitalism in the Anthropocene , 483–92.
- ↩ Harry Magdoff, “ Una nota sobre el socialismo de mercado ”, Monthly Review 47, no. 1 (mayo de 1995): 12–18.
- ↩ Anthony Giddens, La política del cambio climático (Cambridge: Polity Press, 2011), 95; Andreas Malm, Fossil Capital (Londres: Verso, 2016), 382; Sobre las diversas formas de combinar plan y mercado, véase Alec Nove, “Planned Economy”, en Problems of the Planned Economy , eds. Eatwell, Milgate y Newman, 195–97.
- ↩ Fred Magdoff y John Foster, “ Grand Theft Capital ”, Monthly Review 75, no. 1 (mayo de 2023): 19–20; Carter C. Price y Kathryn A. Edwards, “ Trends in Income from 1975 to 2018 ”, documento de trabajo de RAND Corporation WR-A156-1, Santa Mónica, 2020, 12 (fig. 2), 40; “El mercado inmobiliario de EE. UU. ha duplicado su valor desde la Gran Recesión, ganando 6,9 billones en 2021”, Cision PR Newswire, 27 de enero de 2002.
- ↩ Sobre el cálculo del excedente económico, véase Michael Dawson y John Bellamy Foster, “The Tendency of the Surplus to Rise, 1963–1988,” en The Economic Surplus in Advanced Economies (Brookfield, Vermont: Edward Elgar, 1992): 42–70.
- ↩ William Morris, Signs of Change (Londres: Longmans, Green, and Co., 1896), 141–73; Foster, El retorno de la naturaleza , 103–5
- ↩ Schmelzer, Vetter y Vansintjan, El futuro es el decrecimiento , 240.
- ↩ Kurt Vonnegut Jr., Player Piano (Nueva York: Dell, 1974).
- ↩ Leo Huberman y Paul M. Sweezy, “ La triple revolución ”, Monthly Review 16, no. 7 (noviembre de 1964): 422; Robert W. McChesney y John Nichols, People Get Ready (Nueva York: Nation Books, 2016), 80–81; Giorgos Kallis, “ The Degrowth Alternative ”, Great Transition Initiative, febrero de 2015, org .
- ↩ Ver la crítica ofrecida en Foster y Clark, The Robbery of Nature , 269–87.
- ↩ Véase, por ejemplo, Noam Chomsky y Robert Pollin, Climate Crisis and the Global Green New Deal (Londres: Verso, 2020). Pollin, cuyos puntos de vista difieren un poco de los de Chomsky a este respecto, es un fuerte oponente de las alternativas de decrecimiento, e insiste en que el desacoplamiento absoluto en la escala requerida se puede lograr a un costo mínimo sin que el crecimiento económico se contraiga a través de un marco de “política industrial” con impuestos verdes, financiamiento estatal e incentivos de mercado.
- ↩ Max Ajl, A People’s Green New Deal (Londres: Plutón, 2021).
- ↩ William J. Baumol y William G. Bowen, Artes escénicas: un dilema económico (Cambridge, Massachusetts: MIT Press, 1968).
- ↩ Varun Ganapathi, «Comprender la enfermedad de costos de Baumol y sus impactos en la atención médica», Forbes , 8 de abril de 2022; Aaron Benanav, Automation and the Future of Work (Londres: Verso, 2020), 57–60.
- ↩ Magdoff y Williams, Creando una Sociedad Ecológica , 251–57; Herman Daly, “Postscript”, en Economía, ecología, ética: ensayos hacia una economía de estado estacionario , ed. Herman E. Daly (San Francisco: WH Freeman, 1980), 366.
- ↩ Paul A. Baran, La economía política del crecimiento (Nueva York: Monthly Review Press, 1957), 42.
- ↩ Noam Chomsky, “ El fin de la humanidad organizada ”, Daño climático, video de YouTube, 19:24, 12 de abril de 2023.
- ↩ Marx y Engels, Obras completas , vol. 25, 145–46, 153, 270; Marx y Engels, El Manifiesto Comunista , 2; Karl Marx y Frederick Engels, Ireland and the Irish Question (Moscú: Progress Publishers, 1971), 142. Véase también Walter Benjamin, Selected Writings , vol. 4 (Cambridge, Massachusetts: Harvard University Press, 2003), 402; Michael Löwy, Fire Alarm (Londres: Verso, 2016), 66–67; John Bellamy Foster, “ Dialéctica de la naturaleza de Engels en el Antropoceno ”, Monthly Review 72, no. 6 (noviembre de 2020): 1–3.