MICHAEL HUDSON, ECONOMISTA ESTADOUNIDENSE
Ante nuestros ojos está evolucionando una filosofía diferente de las finanzas internacionales, de las relaciones entre acreedores y deudores y la autosuficiencia nacional. Su motivación es protegerse de las sanciones comerciales y las guerras económicas patrocinadas por Estados Unidos.
Las reuniones anuales del FMI y el Banco Mundial de este año en Marruecos son las más explícitamente confrontativas de Estados Unidos y la OTAN hacia China y sus aliados BRICS+. En realidad no se trata de rivalidad, porque la política financiera neoliberal estadounidense es muy diferente de los objetivos que los países BRICS+ han estado desarrollando en sus recientes encuentros internacionales.
Lo que está en juego no es sólo qué países serán los principales beneficiarios de futuras operaciones de préstamo del FMI y el Banco Mundial, sino también si el mundo respaldará el dominio unipolar de Estados Unidos. ¿O comenzaremos a avanzar explícitamente hacia una filosofía multipolar donde el apoyo mutuo aumente los niveles de vida y la prosperidad?
Este proceso económico de los BRICS plus va en contra de la política de austeridad antilaboral impuesta por Estados Unidos, que utiliza a estas dos organizaciones como armas para mantener un sistema de comercio e inversión que ahora se considera ampliamente disfuncional y financieramente depredador.
Lo que debería decidirse en la reunión de Marrakech es aumentar las cuotas de los países miembros del FMI y del Banco Mundial. Las cuotas reflejan el poder de voto: se requiere el 85% de los votos para implementar una nueva política. El país que tenga un 15% puede bloquear cualquier cambio .
Desde la creación de estas dos organizaciones en 1944-45, Estados Unidos ha insistido en tener poder de veto en las organización en las que participa. De este modo ningún país extranjero jamás estará en condiciones de dictar las políticas financieras de los organismos internacionales. Esta regla le ha permitido a Washington bloquear políticas que pudieran beneficiar a otras naciones que no sean la de EEUU. Su cuota del 17,4% (el 16,5% de los votos) le otorga poder de veto en el FMI.
Era inevitable que la distribución original de cuotas no siguiera el ritmo de los cambios en el poder financiero internacional desde 1945. Las economías en ascenso han pedido una cuota mayor y, por tanto, voz y voto en las políticas del FMI y el Banco Mundial.
Pero, en cada ronda de ajuste de las cuotas los estrategas estadounidenses han insistido en que el aumento no debe reducir su propia porcentaje a menos del 15%, lo que evidentemente le permitirá mantener su poder de veto para siempre.
Ningún otro país se acerca ni remotamente al poder estadounidense.
Los estrategas estadounidenses ya lograron que Japón obtuviera la segunda cuota más grande, ahora del 6,47 por ciento. Esto reflejaría no sólo el gran despegue industrial nipón en las décadas de 1970 y 1980, sino también la confianza que tiene Estados Unidos en Japón (Por la misma razón quizo integrar a Japón al Consejo de Seguridad de la ONU y el delegado soviético lo vetó argumentando que Japón en la práctica es un satélite político de Estados Unidos.)
China ocupa el tercer lugar, con un 6,40%, seguida de cerca por las debilitadas economías de Alemania y Gran Bretaña, que son ahora completamente dependientes de Estados Unidos
Sin embargo lo que hace que esta cuestión sea tan apremiante este año es el surgimiento de los países BRICS+ y la alternativa colectiva que está en proceso de yuxtaponerse.
El debate está ocurriendo mientras parte del mundo intenta desdolarizar sus economías como una manera de protegerse de las políticas estadounidenses. La imposición y confiscación de las reservas monetarias oficiales de países como Irán, Venezuela y Rusia han despertado la desconfianza en casi todo el mundo. Estas sanciones suelen ser un castigo a las naciones que en defensa de su soberanía buscan la autosuficiencia nacional, en lugar de depender de los proveedores y acreedores estadounidenses.
Para los países que buscan un orden mundial multipolar en lugar de una economía unipolar centrada en Estados Unidos, el término “desdolarización” esta ampliando su significado; ahora es mucho más que utilizar otras monedas para liquidar las transacciones comerciales y de inversión.
Ante nuestros ojos está evolucionando una filosofía diferente de las finanzas internacionales, las relaciones entre acreedores y deudores y la autosuficiencia nacional. Su motivación es protegerse de las sanciones comerciales y otras guerras económicas patrocinadas por Estados Unidos.
Durante muchas décadas, los países trataron de evitar endeudarse con el FMI. Temían ser sometidos a la austeridad antilaboral impuesta por la “economía basura” que impuso el dogma neoliberal más odioso: la deuda externa debía disminuir si los gobiernos reducen los salarios de los trabajadores.
La Secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, y su grupo neoliberal en Marrakech han lanzado el guante cuando se trata de darle a China una voz más fuerte –es decir, una mayor cuota– en el FMI.
El Financial Times publicó la declaración más explícita en un artículo del ex funcionario del Tesoro estadounidense Edwin Truman .
“Nos guste o no”, señala, “cualquier acuerdo debe satisfacer al Tesoro de Estados Unidos”. Nuestra principal preocupación es que, si bien lo ideal sería que la cuota de cada miembro aumentara en al menos un tercio, el tamaño combinado de estos aumentos no debe amenazar la proporción de votos de Estados Unidos, o Washington bloqueará el compromiso».
Además, explica Truman, que “el aumento planificado de cuotas en el FMI no debería aplicarse a los mercados emergentes y los países en desarrollo”. Son deudores y, por lo tanto, no apoyarían las políticas de los tenedores de bonos internacionales y los préstamos en dólares de Estados Unidos, la OTAN y el FMI “.
El problema es que “según la fórmula actual, las cuotas de los 25 miembros más fuertes del FMI deberían ser al menos un 50 por ciento mayores que las actuales. Esto, además de amenazar con reducir el porcentaje de votos de Estados Unidos a cerca del 15 por ciento le daría a China una influencia cada vez mayor. Estados Unidos ha dejado claro que no apoyará un aumento en la cuota de ningún miembro a menos que ese país respete las reglas y normas, lo que, en opinión de Estados Unidos, China no hace. Para eliminar este obstáculo, China debería aceptar el aumento selectivo de su cuota ”.
Si China no se somete La Casa Blanca sus diplomáticos amenazan con dejar la reunión del FMI en “ punto muerto”. Con estas palabras se refieren a la negativa de China y otros países a segior aceptarndo que las políticas financieras estadounidenses son depredadoras y le permiten apropiarse de los recursos asiáticos y del Sur Global.
En cierto sentido, me pregunto de qué se trata realmente todo este alboroto. ¿A quién le importa lo que estipulan los estatutos del FMI y lo que recomiendan sus burócratas?
Ucrania y el FMI
La verdad es que ya no vivimos en un Estado de derecho, sino en un “orden basado en reglas”, un “orden” donde los funcionarios estadounidenses establecen las reglas. Con esta política Washington ha convertido en una parodia las normas y procedimientos del FMI.
Los recientes préstamos del FMI a Ucrania han elevado su endeudamiento en siete veces. El FMI ya NO se siente obligado a cumplir sus reglamentos y actúa abiertamente como un agente del Departamento de Estado y del Pentágono para financiar la guerra de contra Rusia y China (y, por supuesto, contra Alemania y Europa Occidental)..
En este caso, los préstamos del FMI a Ucrania violan los límites de endeudamiento establecidos para un país miembro. Segundo, al FMI le está prohibido prestar a un país en guerra. Y tercero, viola la regla de “No más Argentinas” según la cual no se debe otorgar un préstamo a un país sin haber calculado previamente si ese país podrá pagar el préstamo.
¿Alguien cree que Ucrania puede pagar, salvo quizás vendiendo sus tierras agrícolas a Monsanto, Cargill y otras empresas agroindustriales estadounidenses?
En vista del hecho que los estrategas estadounidenses en el FMI y el Banco Mundial están obligados a seguir utilizando sus préstamos como armas para promover un neoliberalismo centrado en Estados Unidos, tengo una propuesta modesta para China.
Sé que China no quiere utilizar el actual estado de tensión internacional para una política de ruptura. Así que tal vez debería darle a Estados Unidos precisamente lo que quiere –¡e incluso más!
De hecho, puede solicitar que se le dé una cuota que refleje la igualdad de su economía con la de Estados Unidos. Esto ciertamente parecería estar justificado por que el gigante asiático a sido designado como el adversario número de Estados Unidos. Ahora si Washington se niega, entonces me gustaría que China simplemente se retirara por completo del FMI y del Banco Mundial.
¿Por qué Chin debería ayudar a subsidiar organizaciones internacionales cuyas políticas son adversas a las de China y sus aliados BRICS+?
El Banco Mundial siempre ha estado dirigido por un diplomático estadounidense, generalmente militar, y espera financiar la alternativa respaldada por Estados Unidos a la iniciativa china de la Franja y la Ruta.
Y como las políticas neoliberales de “estabilización” del FMI son antilaborales están diseñadas de manera preferente para favorecer a las oligarquías clientelares de EEUU. Esto significa que están en contradicción con las reformas que los países BRICS+ están tratando de implementar.
Si la desdolarización de China y sus compañeros BRICS+ es de hecho un esfuerzo para reemplazar la asimetría predadora y unipolar de Estados Unidos con una filosofía del beneficio mutuo, ¿por qué no aprovechar esta oportunidad para aceptar el desafío que EEUU acaba de arrojar a China? Esto, sin dudas evitaría el “punto muerto». Dejaría claras las distinciones filosóficas que han llevado a la economía mundial a la encrucijada actual.
En términos diplomáticos, llamémoslo un acuerdo para no estar de acuerdo.