CAITLIN JOHNSTONE, PERIODISTA AUSTRALIANA
El comportamiento del imperio estadounidense no cambia con un nuevo presidente, no cambia más que cuando se cambia la secretaria del gerente de una gran corporación .
El presidente Joe Biden ha cedido a la creciente presión para que abandone la carrera presidencial debido a la preocupación generalizada sobre su evidente deterioro neurológico, retirándose y respaldando a su clon ideológico, Kamala Harris.
Aparentemente, el consenso es que está demasiado demente para postularse para presidente, pero no lo está tanto como para seguir como presidente durante los próximos seis meses.
Esto no significa nada y no cambia nada, aparte de disminuir la probabilidad que un administrador del imperio , esta vez republicano, tome juramento en la Casa Blanca en enero. Harris se diferencia de Biden sólo en voz y apariencia, y ha sido un entusiasta partidario de las atrocidades genocidas de Biden en Gaza durante los últimos nueve meses y medio.
Harris, suponiendo que gane la nominación, hará campaña con la promesa de continuar con el apoyo “férreo” de Biden a Israel y el genocidio en Gaza, continuar la guerra por poderes de Biden en Ucrania, la escalada contra Rusia y China, la expansión de Estados Unidos y la OTAN, su máquina de guerra. Kamala continuará con la el capitalismo ecocida y con las políticas deshumanizadoras de explotación y extracción imperialista. Si ella llega a la Casa Blanca, la cara de la administración cambiará, pero su política de dominación no.
Y lo mismo ocurrirá si Trump llega al poder. Cada pocos años, el imperio estadounidense celebra este pequeño y bizarro espectáculo en el que finge que el gobierno está cambiando de manos y que las políticas cambiarían de manera significativa.
Pero luego, casi inmediatamente, continúa la explotación, la injusticia, el ecocidio, las guerras, el militarismo, el imperialismo, el adoctrinamiento propagandístico, el autoritarismo y la opresión.
El comportamiento del imperio estadounidense no cambia con un nuevo presidente, no cambia más que cuando se cambia la secretaria del gerente de una gran corporación
Se hablará de la raza y el género de Kamala Harris. Se hablará del hecho de que ella no es Donald Trump. Mucha manipulación emotiva rodeará su campaña. Y luego, gane o pierda, nada cambiará. La maquinaria que asumirá el poder en enero seguirá siendo la misma.
No habrá ningún cambio real con la política electoral en Estados Unidos. Lo que sí es real es el malestar ciudadano. Las protestas son reales. El activismo es real. La lucha contra la maquinaria de propaganda imperial y despertar a la gente es real. Los esfuerzos por construir un verdadero espíritu revolucionario son reales. Pero las elecciones son un ritual performativo organizado para ayudar a las personas a sentirse bien consigo mismas, son como un sacramento religioso realizado por un sacerdote.
Un monstruo genocida se ha retirado del escenario y ha respaldado a otro monstruo genocida. Esa es la historia hasta aquí. Y esta es toda la atención que merece este nuevo espectáculo .