Pepe Escobar, analista experto en asuntos internacionales
La narrativa de que la explosión de Beirut fue una consecuencia exclusiva de la negligencia y la corrupción del actual gobierno libanés está ahora grabada en piedra, al menos en la esfera atlantista.
Y, sin embargo, profundizando un poco, encontraremos que la negligencia y la corrupción pueden haber sido utilizadas por un bien planificado acto de sabotaje.
El Líbano es el principal territorio del novelista John Le Carré. Es una guarida multinacional de espías de todos los colores: agentes de la Casa de Saud, operativos sionistas, comerciantes de armas, «rebeldes moderados», intelectuales de Hezbolá, «realeza» árabe libertina, contrabandistas multimillonarios. Toda esta mezcolanza en medio de un desastre económico que junto a Siria e Irán son parte del Eje de la Resistencia y, por tanto objetivo permanente de Israel.
Como si esto no fuera lo suficientemente violento, en la tragedia intervino el presidente Trump para enturbiar las, ya contaminadas, aguas del Mediterráneo Oriental. Informado dijo “por nuestros grandes generales”, Trump dijo “parece que fue un ataque con una bomba de algún tipo».
¿Con este comentario Trump reveló información clasificada? ¿O está emitiendo otro “non sequitur”?
Al día siguiente, el Pentágono salió al camino y desmintió a Trump. El Secretario de Defensa, Mark Esper, sostuvo: “fue un accidente por explosión de nitrato de amonio”.
Este cruce de declaraciones es otra ilustración gráfica de la guerra que envuelve el Beltway. Trump: dice ataque. Pentágono: dice accidente. Entonces, Trump replica: «No creo que nadie pueda afirmar algo definitivo. He oído ambos versiones».
Aún así, vale la pena recordar que la Agencia de Noticias de Irán informó que “cuatro aviones de reconocimiento de la Armada de los Estados Unidos fueron avistados cerca de Beirut en el momento de las explosiones”. ¿Conoce la inteligencia estadounidense realmente lo que sucedió?
Ese nitrato de amonio
El puerto de Beirut es el principal centro económico de la nación y en teoría debería estar revestido con la máxima seguridad posible (pero como se diría en la película Chinatown: es Beirut, Jack.)
Las 2.750 toneladas de nitrato de amonio llegaron a Beirut en septiembre de 2013 a bordo del Rhosus, un barco con bandera moldava que navega desde Batumi en Georgia a Mozambique. El Rhosus terminó siendo confiscado por el Control del Puerto de Beirut.
Posteriormente, el barco fue abandonado de facto por su propietario. El turbio empresario Igor Grechushkin – nacido en Rusia y residente en Chipre – sospechosamente «perdió interés» por su preciado cargamento; ni siquiera intentó venderlo para pagar sus deudas.
Grechushkin nunca pagó a su tripulación, que apenas sobrevivió durante varios meses antes de ser repatriada por motivos humanitarios. El gobierno chipriota confirmó que no se había pedido a la Interpol que lo arrestara.
Toda la operación parece una tapadera: los verdaderos receptores del nitrato de amonio posiblemente sean esos «rebeldes moderados » que utilizan el nitrato para fabricar artefactos explosivos contra Siria y equipar camiones suicidas, como el que demolió el hospital Al Kindi en Alepo.
Las 2.750 toneladas, empacadas en sacos de 1 tonelada etiquetados como “Nitroprill HD”, fueron trasladadas al Hangar 12 junto al muelle. Lo que siguió fue un caso asombroso de negligencia en serie.
De 2014 a 2017, las solicitudes de los funcionarios de aduanas para deshacerse de esta carga extremadamente peligrosa simplemente se ignoraron . Cada vez que intentaron obtener una autorización legal no obtuvieron ninguna respuesta del poder judicial libanés.
Por tanto, es absolutamente esencial entender este contexto para saber porqué el primer ministro libanés, Hassan Diab, afirma: «Los responsables deben pagar el precio de su negligencia «
Ni el primer ministro ni el presidente, ni ninguno de los ministros del gabinete, sabían que el nitrato de amonio estaba almacenado en el Hangar 12, según confirma el ex diplomático Amir Mousavi, director del Centro de Estudios Estratégicos y Relaciones Internacionales en Teherán. «Estamos hablando de una carga explosiva, ubicada en medio de la ciudad», nos dice .
La burocracia del puerto de Beirut y las mafias que realmente manejan el complejo están vinculadas a la facción al-Mostaqbal, un grupo mafioso creado por el ex primer ministro Saad al-Hariri y respaldado por la Casa de Saud.
El corrupto Hariri fue destituido del poder en octubre de 2019 en medio de graves protestas. Sus compinches mafiosos hicieron “desaparecer” nada menos que 20 mil millones de dólares de la tesorería del Líbano, lo que agravó seriamente la crisis monetaria del país.
Entonces, no es de extrañar que el gobierno actual, del primer ministro Diab -respaldado por Hezbollah- no haya sido informado sobre el nitrato de amonio.
El nitrato de amonio es bastante estable, lo que lo convierte en uno de los explosivos más seguros utilizados en la minería. El fuego normalmente no lo activa. Se vuelve altamente explosivo solo si está contaminado, por ejemplo con aceite, o si se calienta hasta un punto en que sufre cambios químicos hasta un nivel tan peligroso que puede causar una explosión.
¿Por qué, después de dormir en el Hangar 12 durante siete años, el nitrato de amorío, de repente, sintió ganas de explotar?
Hasta ahora, la explicaciones apuntan a que la tragedia fue «provocada», literalmente, por un herrero despistado que con un soplete que trabajaba bastante cerca del nitrato de amonio. Este escenario, sin embargo, no explica la explosión inicial de «fuegos artificiales». Y ciertamente no explica otros actos concomitantes: un incendio deliberado en un mercado iraní y un atentado explosivo en un almacén de productos agrícolas en Najaf, Irak.
Seguir el dinero
El Líbano – que cuenta con activos y propiedades inmobiliarias por valor de billones de dólares – es una fruta jugosa para los buitres financieros mundiales. Adquirir estos activos a precios bajísimos, en medio de la Nueva Gran Depresión, es simplemente irresistible. Paralelamente, el FMI “perdonaría” algunas de las deudas de Beirut siempre y cuando el gobierno libanés imponga un duro “ajuste estructural”.
¿Quienes se benefician en este caso? Los intereses geopolíticos y geoeconómicos de Estados Unidos, Arabia Saudita y Francia.
No es casualidad que el presidente Macron, un obediente sirviente de los Rothschild , llegara a Beirut para prometer el «apoyo» neocolonial de París y casi imponer (como un virrey) un conjunto integral de «reformas». ( Un diálogo a lo Monty Python, con acento francés, podría haber seguido estas líneas: «Queremos comprar tu puerto». «No esta a la venta.» «Oh, qué lástima, acaba de ocurrir un accidente»).
Hace ya un mes, el FMI estaba «advirtiendo» que la «implosión» de el Líbano se estaba «acelerando». El primer ministro Diab tuvo que aceptar la proverbial «oferta que no se puede rechazar» y así «desbloquear miles de millones de dólares en fondos de donantes», porque si no tomaba esa medida la actual corrida de la moneda libanesa ha sido sólo una advertencia relativamente educada de los poderes financieros.
Esto está sucediendo en medio de una caída del PIB estadounidense en casi un 40%, acompañada de una apropiación masiva de activos por parte de un puñado de multimillonarios que acumulan ganancias increíbles, mientras los mega-bancos (demasiado grandes para quebrar) están siendo rescatados con un tsunami de dinero público gratis.
Dag Detter, financiero sueco, y Nasser Saidi, vicegobernador del banco central del Líbano, han sugerido que los activos de la nación se coloquen en un fondo nacional. Los activos incluyen Electricité du Liban (EDL), el servicio de agua potable, los aeropuertos, la aerolínea MEA, la compañía de telecomunicaciones OGERO, el Casino du Liban.
Pero, esto no es suficiente para el FMI. Los megabancos occidentales. quieren engullir todo, incluyendo una gran cantidad de bienes raíces.
“El valor económico de los bienes raíces públicos puede valer tanto como el PIB del Líbano y, varias veces el valor de la parte operativa de cualquier cartera”, dicen Detter y Saidi.
¿Quiénes están tras las ondas de la explosión ?
Una vez más, Israel es el elefante en la cacharrería. Ahora, apoyado por los medios corporativos occidentales que describen a Beirut como un nuevo «Chernóbil».
Muchos analistas han vinculado la catástrofe de Beirut a ciertos planes israelíes elaborados en febrero de 2016.
Aunque Israel admitió públicamente que el Hangar 12 no era una unidad de almacenamiento de armas de Hezbolá, el mismo día de la explosión, el primer ministro Netanyahu tuiteó: “Atacaremos primero. Haremos lo que sea necesario para defendernos. Sugiero a todos, incluido Hezbollah, que consideren esto «.
Las palabras de Netanyahu están relacionadas con la intención de bombardear la infraestructura libanesa, en respuesta a un supuesto ataque de las milicias de Hezbollah.
La prensa de Tel Aviv ha titulado, «Las ondas de la explosión Beirut serán sentidas por Hezbollah durante mucho tiempo»; estos medios confirman, de esta manera, que lo único que importa a Israel es sacar provecho de la tragedia demonizando a Hezbollah y, por asociación, a Irán.
Por su parte el Congreso de los Estados Unidos ha exigido que Hezbollah sea expulsado del Líbano.
Para enlodar aún más las aguas, los sauditas han intervenido torvamente. Según una fuente de su aparato de inteligencia – cuyo valor son los frecuentes intercambios de información con el Mossad- el objetivo original eran los misiles de Hezbollah almacenados en el puerto de Beirut.
La historia que cuenta este agente saudita es que el primer ministro Netanyahu estaba a punto de atribuirse el mérito del ataque, como lo demuestra su tuit. Pero, el Mossad se dio cuenta que la operación había salido horriblemente mal y la convirtió en una catástrofe por «negligencia» de las autoridades portuarias
El problema es que el Hangar 12 NO era un depósito de armas de Hezbolá, hecho que fue admitido explícitamente por Israel.
Cuando explotan un depósito de armas, hay una explosión primaria seguida de varias explosiones más pequeñas, algo que podría durar días. Eso no es lo que pasó en Beirut. La explosión inicial fue seguida por una segunda explosión masiva, casi con certeza una explosión química y… luego se hizo el silencio.
Thierry Meyssan, muy cercano a la inteligencia siria, adelantó la posibilidad que el «ataque» se llevó a cabo con un arma desconocida, un misil – no una bomba nuclear – probado por Israel en enero de 2020.
Ni Siria ni Irán han hecho ninguna referencia a esta arma desconocida, y yo no he obtenido ninguna confirmación sobre su existencia.
Ahora, si el puerto de Beirut fue alcanzado por un «arma desconocida», el presidente Trump puede haber dicho la verdad: fue un «ataque». Y esto explicaría por qué Netanyahu, al contemplar la devastación en Beirut, decidió que Israel tiene ahora que mantener un perfil muy bajo.
Hacia dónde puede caminar el camello de nuevo
La explosión de Beirut a primera vista podría tratarse de un golpe mortal contra la Iniciativa de la Franja y la Ruta, considerando que China ha planteado que la conectividad entre Irán, Irak, Siria y Líbano es la piedra angular la Nueva Ruta de la Seda.
Sin embargo, este análisis puede estar equivocado. Después de la explosión China e Irán ya se han posicionando como los principales inversores, en marcado contraste con los sicarios del FMI.
Además Siria e Irán están a la vanguardia en la prestación de ayuda al Líbano. Teherán enviará un hospital de emergencia, alimentos, medicinas y equipos médicos. Siria abrió sus fronteras, envió médicos y está recibiendo pacientes en sus hospitales.
Siempre es importante tener en cuenta que el “ataque” (según Trump) destruyó totalmente el puerto y el principal silo de granos del Líbano, Esto encajaría con una estrategia de «matar de hambre» a la población.
No hay que olvidar que el mismo día que Siria enviaba ayuda alimentaria y trigo, para un mes al Líbano, la aviación de Estados Unidos atacaba los silos sirios .
Siria es un gran exportador de trigo orgánico. Por eso que Estados Unidos ataca rutinariamente sus silos y quema sus cultivos, obligando a Damasco a gastar fondos que tanto necesitan para comprar alimentos.
En contraste con los intereses del eje Estados Unidos / Francia / Arabia Saudita, el Plan A para el Líbano sería abandonar progresivamente el dominio de Estados Unidos y Francia y dirigirse directamente a colaborar con la Franja y la Ruta y la Organización de Cooperación de Shanghai.
Mirar al este, mirar a Eurasia es la alternativa. El puerto y una gran parte de la ciudad devastada, pueden ser rápida y profesionalmente reconstruida con inversiones chinas. Los chinos son especialistas en la construcción y gestión de puertos.
Este escenario abiertamente optimista implicaría una purga de los corruptos y millonarios del Líbano, que comercian con armas, drogas, bienes raíces y que se escabullen a sus elegantes apartamentos en París a la primera señal de problemas.
Habría que agregar que el exitoso sistema de bienestar social de Hezbollah (que comprobé el año pasado) tiene una oportunidad para ganar la confianza de las clases medias empobrecidas y, por lo tanto, convertirse en el núcleo de la reconstrucción.
Será una lucha ( al estilo Sísifo) que se enfrentará al Imperio del Caos. Trump y Estados Unidos necesitan una situación caótica en todas partes – especialmente en Eurasia- para cubrir la vergüenza de su propio caos.
Una vez más me vienen a la mente los 7 países señalados por el general Wesley Clark. El Líbano sigue siendo uno de esos 7 países.
La lira libanesa puede haberse derrumbado; la mayoría de los libaneses pueden estar completamente arruinados; y ahora Beirut está semi-devastada. Pero, la explosión puede ser la gota que derramó el vaso. Ahora hay que que liberar al camello para que vuelva sus pasos de regreso a Asia a lo largo de las Nuevas Rutas de la Seda.