PUBLICADO POR «MORNING STAR»,
La automatización, definida como la introducción de una tecnología mediante la cual se puede lograr un proceso (físico o informativo) con una participación humana significativamente reducida, tiene profundas raíces históricas.
Hace dos milenios, Heron de Alejandría inventó un motor que abría las puertas del templo con el objeto que los fieles creyeran que eran los dioses quienes las movían. Pero como en la antigüedad esa maquinaría no se usó para ningún propósito productivo, ¿por qué los señores de la época iban a molestarse en automatizar otras actividades cuando tenían esclavos para hacer el trabajo?
Bajo el capitalismo, por el contrario, la automatización del trabajo humano en busca de ganancias ha sido el principal impulsor de la innovación. Ya en el Manifiesto Comunista, Marx y Engels subrayaron el dinamismo de la tecnología dentro del capitalismo.
Para ambos pensadores la constante “revolución de los instrumentos de producción” conduce necesariamente a cambios en las relaciones de producción y estos cambios desestabilizan todo el sistema: las relaciones de producción, las instituciones, incluso las ideas que parecían fijas, se muestran mutables en el capitalismo. Esta importante idea Marx y Engels la expresaron poéticamente: “todo lo sólido se desvanece en el aire”.
En sus escritos de preparación de “El capital”, Marx se explicó (claro que, en grandes rasgos) lo que podría suceder con una sociedad capitalista totalmente automatizada: “El aumento de la fuerza productiva del trabajo y la negación del trabajo humano es la tendencia futura del capital… La transformación de los medios de trabajo en maquinarias es la realización de esta tendencia «.
Marx estaba pensando principalmente en las maquinarias físicas que producían, en fábricas (con unas pocas «manos»), mercancías que antes se habían producido literalmente «a mano» en industrias artesanales.
En estos días el ex gobernador del Banco de Inglaterra Mark Carney se ha aventurado con audacia a entregar su opinión citando a los teóricos del socialismo y del comunismo
“Si se cambia las fábricas textiles por las plataformas, las máquinas a vapor por el aprendizaje automático, la Telegrafía por Twitter, tendremos exactamente la misma dinámica que existía hace 150 años. El mismo Marx argumentó que dentro del capitalismo, la tecnología culminaría en un sistema de maquinarías que pueden ser puestas en movimiento en forma automática, un mecanismo que se puede mover a sí mismo […] de modo que los trabajadores serán en el futuro simplemente eslabones conscientes de ese mecanismo. El trabajo no estará tan incluido en el proceso de producción; más bien, el ser humano pasará a servir de vigilante y regulador de la producción […] Tan pronto como el trabajo en forma directa deja de ser la fuente de la riqueza, el tiempo de trabajo dejará de ser su medida. […] El capitalismo trabaja así hacia su propia disolución como forma dominante de producción”.
Obviamente el ex gobernador del Banco Central de Inglaterra no es marxista. Pareciera que trata de hacer una «predicción» ante la llegada de la Inteligencia Artificial y de sus consecuencias.
Más bien, la reflexión de Carney plantea un desafío apocalíptico: ¿cuando las personas hayan sido reemplazadas por máquinas, de dónde obtendrán sus salarios para comprar los bienes y servicios que producen las máquinas?
Según los economistas «ortodoxos» ocurriría lo que hoy llaman «deficiencia de demanda efectiva» o crisis de sub-consumo.
Pero Carney tiene una visión diferente, el afirma sin falso temor: «Si el mundo del “trabajo excedente” llega a suceder, Marx y Engels pueden volver a ser relevantes”.
Está claro que Carney no es marxista. Pero entiende claramente algo de lo que escribieron Marx y Engels sobre la automatización y las contradicciones que se manifiesta dentro del capitalismo.
La solución propuesta por Carney no podia ser otra que la defensa del capitalismo . Según su trabajo las empresas, universidades y gobiernos deben adelantarse al impacto de la tecnología y los empleadores deben preparar a sus trabajadores para los cambios y los empleados, a su vez, deben prepararse para trabajos que requieren una “mayor inteligencia emocional”, en sectores como el ocio, los cuidados, los servicios y los productos personalizados.
Pero estos argumentos de Carney apenas esconden los intereses de la Banca. Para este experto en dinero fiduciario el cambio a una economía de servicios en una sociedad «postindustrial», sólo será posible gracias a la financiarización de la economía y a los bajos salarios a la producción física que se realiza en los “países en desarrollo”.
Marx y las nuevas tecnologías
Obviamente Carney al citar a Marx olvida cuestiones fundamentales del pensamiento del filósofo alemán: “La maquinaria industrial no solo actúa como un competidor del trabajador, siempre a punto de hacerlo superfluo. Es un poder que aparece como enemigo de los obreros y el capital proclama este hecho en voz alta y deliberadamente, además de hacer uso de él. La automatización es un arma poderosa que se utiliza para reprimir las huelgas de la clase trabajadora contra la autocracia del capital”.
Para Marx la tecnología, dentro del capitalismo, no solo es un medio para aumentar las ganancias, sino también un mecanismo de control sobre el proceso de trabajo… y, como era de esperar el capitalismo del siglo XXI siendo fiel a su ADN. Esta vez lo hace ahora utilizando robots y complicados algoritmos (desde el trabajo de la cosecha hasta los servicios financieros en línea).
Pero, las nuevas tecnologías no se han limitado a la producción también están controlando a los consumidores, con la Inteligencia Artificial – que hoy se utiliza con éxito en la publicidad predictiva – hay sin lugar a dudas un amplio programa de control social y económico de parte del capital.
Naturalmente, los últimos desarrollos la Inteligencia Artificial – y sus innumerables aplicaciones – nos obligan hacernos más de una pregunta:
¿Dado el inmenso potencial de la IA para reemplazar el trabajo aburrido, repetitivo y peligroso ¿por qué no ha crecido el ocio y el trabajo es tan ingrato como siempre?
¿Por qué, a pesar del aumento de la productividad, se está aumentado la edad de jubilación?
¿Por qué aumentan la desigualdad y la pobreza?
¿Por qué el potencial liberador de las nuevas tecnologías se utiliza para la vigilancia encubierta y la recolección de datos con fines de lucro por parte de Google, Facebook y similares?
Para responder estas preguntas hay que volver a Marx: con el socialismo, la tecnología «redundará en beneficio del trabajo emancipado y será una condición de su emancipación».
Para los clásicos en el socialismo/ comunismo los seres humanos, una vez liberados de los lazos del trabajo capitalista desarrollaran un nuevo pensamiento social basado en la cooperación fuera de la relación salarial.
Por ende, la verdadera amenaza de la inteligencia artificial y el aprendizaje automático no es el desplazamiento de puestos de trabajo por robots o algoritmos, sino la consolidación de los poderes corporativo transnacionales. El desafío de la izquierda es desarrollar estrategias apropiadas para enfrentar este desafío.
La realidad es que la tecnología de la información y la automatización están en el centro de las contradicciones del capitalismo actual. Plantean cuestiones centrales sobre los cambios estructurales dentro del capitalismo global y la necesaria respuesta del movimiento obrero y de izquierda.
Ni Marx ni Engels argumentaron jamás que el capitalismo iba a colapsar «automáticamente» o se transformaría en algún modelo menos explotador. El capitalismo siempre ha demostrado una notable capacidad para adaptarse a los desafíos, aunque siempre lo hace a expensas de los trabajadores.
El desafío de las tecnologías de la información, antiguas y nuevas, no es anticipar una utopía ni evitar una distopía. Este debate proporciona un foco útil para la especulación teórica, pero no deben desviarnos de la lucha para construir una fuerza por el socialismo en los lugares de trabajo y en las comunidades.
De hecho, la automatización, en particular la IA, exacerba las contradicciones dentro del capitalismo y hace que su reemplazo sea aún más urgente.
Hace necesario el socialismo y posible el comunismo.