PEPE ESCOBAR, ANALISTA INTERNACIONAL DEL DIARIO «ASIA TIMES»
Empecemos por la palabra escrita.
En Ginebra, Estados Unidos y Rusia emitieron una declaración conjunta que dice: «reafirmamos el principio que una guerra nuclear no se puede ganar y nunca se debe librar».
Una afirmación que encogería al Doctor Strangeloves. Al menos el mundo lo tiene por escrito, y podemos dar un suspiro de alivio con este tipo de avance. Cuidado, esto no significa que el complejo militar-industrial estadounidense respetará el acuerdo.
Moscú y Washington también se comprometieron a participar en un «diálogo de estabilidad estratégica bilateral, que en un futuro cercano deberá ser deliberado y sólido». Como siempre el diablo está en los detalles ¿en qué “futuro cercano” se producirá este diálogo?
Un primer paso es que los embajadores regresen a ambas capitales. Putin confirmó que el Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia y el Departamento de Estado «iniciarán consultas» tras la extensión del tratado START-3 por cinco años.
Igualmente, en Ginebra se habló del protocolo de Minsk y Ucrania. Este fue uno de los factores clave para que la Casa Blanca pidiera la cumbre al Kremlin, y no al revés.
El establishment estadounidense se vio sacudido por la rapidísima acumulación militar en el territorio ruso contiguo a Donbass, despliegue que fue una respuesta a las provocaciones de Kiev. (Putin: «Realizamos ejercicios en nuestro territorio, no realizamos ejercicios bélicos en la frontera de Estados Unidos»).
El mensaje fue debidamente recibido. Parece haber un cambio de postura por parte de Estados Unidos sobre Ucrania, lo que implica que el protocolo de Minsk está de regreso.
Pero todo esto puede ser, una vez más, otro juego de sombras. Biden dijo: «Acordamos seguir la diplomacia relacionada con el acuerdo de Minsk».
“Seguir la diplomacia” no significa necesariamente cumplir estrictamente con un acuerdo, respaldado por el Consejo de Seguridad de la ONU, y que Kiev se niega a respetar. Bueno, pero al menos se está hablando de diplomacia.
Una lectura benigna indicaría que finalmente se están entendiendo algunas líneas rojas. Putin señaló: “En general, para nosotros está claro de qué están hablando los estadounidenses, y ellos entienden lo que decimos cuando se trata de las ‘líneas rojas’. Pero debo decir francamente que no hemos ido tan lejos como para poner énfasis en los detalles como para compartir la misma opinión «.
Así que no hay detalles, al menos no todavía.
Regalando el juego
Hablando antes de abordar el Air Force One desde Ginebra, un relajado Joe Biden se presentó como el ganador… haciendo alarde de un modo muy propio de aquellos que gustan de autoengañarse.
Dijo: “Rusia se encuentra en una situación muy difícil en este momento… China los está presionando, ellos quieren desesperadamente seguir siendo una gran potencia». Lo dicho por Biden revela una mezcla curiosa entre un conocimiento cero sobre la asociación estratégica integral Rusia-China, compleja y siempre en evolución, y una falsa ilusión.
Rusia es una gran potencia de facto. Sin embargo, la visión de Putin de la soberanía rusa solo puede florecer en un verdadero mundo multipolar coordinado por un concierto de estados soberanos: un equilibrio de poder basado en la realpolitik.
Este concepto contrasta fuertemente con la unipolaridad privilegiada que reivindica para si Estados Unidos, cuya elite considera a cualquier actor internacional que reclame la soberanía y la multipolaridad es un enemigo jurado.
Esta disonancia cognitiva ciertamente no desapareció por lo que Putin, Biden y sus equipos discutieron en el palacio cercano a Ginebra.
También, es bastante esclarecedor revivir el cambio de estilo que va de Anchorage a Ginebra. En Alaska, China fue recibida con insultos de parte de los representantes de EEUU y, la respuesta fue un formidable alegato de Yang Jiechi. Hay que comparar esa reunión con el ceremonial al estilo Hollywood en Ginebra.
La diferencia de trato ofrecida a China y Rusia delatan el juego de EEUU.
Las élites gobernantes estadounidenses están totalmente paralizadas por la asociación estratégica Rusia-China. Sin embargo la máxima pesadilla de Washington es otra; que los alemanes entiendan definitivamente que están siendo utilizados como carne de cañón en Europa . Esta cuestión estratégica ha sido claramente visible para Alemania con la saga de obstrucciones al gasoducto Nord Stream 2.
Estas obstrucciones, eventualmente, podrían impulsar a Berlín a una alianza eurasiática con Rusia y China. La Carta del Atlántico, firmada recientemente, señala que el escenario ideal para los angloamericanos es tener a Alemania y Rusia como dos países opuestos de manera irreconciliable.
Entonces, el principal objetivo estadounidense era engañar a Putin. Para eso necesitaba alejar a Moscú de Beijing y evitar ,de paso, una triple alianza con Berlín.
¿Estabilidad regional?
No hubo filtraciones sustanciales, al menos no todavía. No sabemos si Lavrov y Blinken hablaron mucho cuando estaban solos con Putin y Biden en la sala de la biblioteca.
En la reunión ampliada, Victoria Nuland (la promotora del Maidan ucraniano) tenía un asiento a la mesa. Esto podría implicar que incluso si Estados Unidos y Rusia acuerdan “la estabilidad nuclear”, la estabilidad regional quedaría fuera de la mesa. (Putin: «¿Es estabilidad apoyar al golpe en Ucrania?»)
Biden se refirió vagamente a la posibilidad que Rusia y Estados Unidos trabajen juntos con ayuda humanitaria a Siria, donde la Turquía de la OTAN apoya activamente a los yihadistas de al-Nusra. No dijo ni una palabra sobre que crisis humanitaria Siria es un resultado directo de las sanciones estadounidenses y que su país ocupa ilegalmente el territorio de esta nación arabe y que contrabandeo con su petróleo.
Nada de esto le preguntaron ninguno de los periodistas acreditados ante Biden. Una palabra de pasada sobre Irán, otra palabra de pasada sobre Afganistán, ni una mención sobre Gaza.
Putin, en pleno dominio de los hechos, enfatizó «la necesidad de entenderse unos a otros, sin hostilidades «. Biden, dijo que los desacuerdos no se abordaron en una «atmósfera hiperbólica» y que su «agenda» no está dirigida contra Rusia.
Putin entró en detalles al explicar cómo Rusia está «restaurando la infraestructura perdida» en el Ártico y que está «profundamente convencido» que Estados Unidos y Rusia deberían cooperar en el Ártico.
En cuanto a la seguridad cibernética, insistió que Moscú proporciona toda la información a las solicitudes que ha hecho Estados Unidos sobre ataques cibernéticos, pero nunca recibe respuestas de los estadounidenses. Hizo hincapié en que la mayoría de los ciberataques se originan en Estados Unidos.
Sobre derechos humanos, Putin: “Guantánamo sigue funcionando, no cumple con ninguna ley internacional”. Y «la tortura se utilizó en las cárceles estadounidenses, incluso en cárceles clandestinas en Europa».
Tocaron «casualmente» la guerra de las vacunas, y se anunció la «posibilidad» de un reconocimiento mutuo de las vacunas.
Importate y para que conste. Los principales medios de comunicación estadounidenses fueron invitados a la conferencia de prensa de Putin, y se sintieron libres de hacer «preguntas» acusatorias propias del guion establecido por Washington acerca del «comportamiento deshonesto del Kremlin»
Al contrario, el país adalid de la “libertad de prensa”, no permitió a ningún medio ruso en la conferencia de Biden.
Resumiendo, en pocas palabras, Biden quizo aplicar el “divide y vencerás” de Kissinger, y poner dificultades a la alianza estratégica entre Rusia y China. Una tarea imposible cuando se trata de ganar el partido a dos jugadores experimentados como Putin y Lavrov.
Putin, fue claro: «No me hago ilusiones, y no puede haber ilusiones». Más tarde, se le preguntó al portavoz del Kremlin, Dimitri Pskov: ¿creen que Estados Unidos eliminará a Rusia de la lista de las naciones adversarias?: “No”, respondió. «No hay motivos todavía».
Aún así, hay algún destello de esperanza. A veces ocurren acciones geopolíticas muy extrañas. Si se deja de lado a los belicistas del Pentágono y la OTAN , el 2021 podría terminar como el Año de la Estabilidad Estratégica.