“ STRATEGIC CULTURE FOUNDATION”
El presidente Joe Biden dijo esta semana que cree que Rusia invadirá Ucrania. Hace solo unos días, Biden y sus principales asesores no estaban seguros y dijeron que no sabían si eso sucedería. Si los miembros de más alto rango del ejecutivo estadounidense no pueden ponerse de acuerdo, entonces hay una razón sólida para concluir que no tienen ni idea y que lo que afirman no tiene fundamento.
Lamentablemente, sin embargo, este desconocimiento está incitando a la guerra en Europa. Durante casi dos meses, la administración Biden, con la ayuda y la complicidad de los medios occidentales, ha estado machacado a la opinión pública con el mensaje de que Rusia planea invadir Ucrania. Esta campaña no es inocente. Es parte de una incitación criminal a la guerra.
Toda esta propaganda se basa en la mentalidad tóxica de la Guerra Fría. Las imágenes satelitales que muestran un supuesta concentración militar rusa en la frontera de Ucrania en realidad son fotos de bases establecidas a cientos de kilómetros dentro del territorio ruso.
Al igual que en el período previo a la guerra de agresión contra Irak en 2003, existe una orquestación de la opinión pública con el fin de “fabricar el consentimiento” para la confrontación, esta vez con Rusia. La técnica de la Gran Mentira, creada por el nazi Josep Goebbels y perfeccionada por las potencias imperiales occidentales, se está desplegando una vez más.
Moscú ha rechazado repetida y categóricamente las afirmaciones de una invasión y dice que no tiene intención de atacar a ninguna nación. Rusia ha pedido a los estados occidentales que se abstengan de seguir con esta locura de desinformación. Estas acusaciones revelan un prejuicio anti-ruso y un imprudente avivamiento de la inestabilidad. Es alucinante que Moscú se vea obligada a decir que las tropas dentro de sus fronteras territoriales son un asunto soberano y, que no requiere ninguna explicación ante ningún gobierno extranjero.
Ahora se nos dice que el “espectro de la guerra” está creciendo y que las conversaciones de este viernes entre el secretario de Estado, Antony Blinken, y el ministro de Relaciones Exteriores, Sergei Lavrov, en Ginebra son supuestamente “esfuerzos de última hora” de la diplomacia para evitar el conflicto.
Lo que hay realmente es una acumulación de fuerzas militares y de propaganda para la guerra. Esta acumulación se lleva a cabo del lado de los Estados Unidos y de la OTAN, incluido el régimen respaldado por Occidente en Ucrania.
Estados Unidos y la OTAN están inundando con armas a Ucrania. El gobierno de Biden acaba de anunciar una ayuda militar adicional de 200 millones de dólares para Kiev, además de los casi 3.000 millones de dólares que han proporcionado desde 2014, cuando un golpe de Estado patrocinado por la CIA dio paso a un régimen rabiosamente antirruso en Ucrania.
Gran Bretaña y otros miembros de la OTAN, incluidos los estados bálticos, están enviando misiles antitanques y antiaéreos, junto con asesores militares. Todo este armamento está animando al régimen de Kiev a intensificar su ofensiva contra la población de etnia rusa del sureste de Ucrania. Las fuerzas de Kiev han rechazado un arreglo político a una guerra civil de casi ocho años que comenzó poco después del golpe respaldado por la CIA. Esta semana hubo informes que las fuerzas armadas ucranianas instalaron múltiples lanzacohetes en la línea de contacto en la zona de conflicto de Donbas, una medida que se interpreta como preparación para una gran ofensiva.
La realidad es que el aumento del militarismo en Ucrania, respaldado por la OTAN, amenaza directamente a Rusia. Sin embargo, sorprendentemente, los políticos estadounidenses y europeos le dan la vuelta a la realidad acusando a Rusia de planear una invasión. El golpe de 2014 se distorsiona intencionadamente. Ahora se nos dice que Rusia va a invadir “otra vez”.
Además, el principal secretario exterior de Estados Unidos, Antony Blinken, supuestamente “realiza una gira diplomática para evitar la guerra”.
La semana pasada, Rusia presentó propuestas claras a EEUU, y a la OTAN, para implementar garantías de seguridad en Europa. Esas propuestas incluían detener la expansión hacia el este de la OTAN y la eliminación de las armas estadounidenses estratégicas de Europa del Este. Esta iniciativa eminentemente razonable de Moscú para mejorar la seguridad ha sido rechazada.
Antes de su reunión con Lavrov en Ginebra, Blinken dijo que no presentaría una respuesta por escrito a las propuestas de Rusia y sin embargo Estados Unidos afirma que quiere “la paz ”. Esta decisión equivale a ofrecer la paz por el cañón de un arma amartillada.
La verdad es que Washington y sus aliados de la OTAN están poniendo en peligro la paz en Europa. Están creando las condiciones para una guerra entre las potencias nucleares.
Hay ecos ominosos de la guerra pasada en Europa cuando la Alemania nazi armó una máquina de guerra bajo el cínico disfraz de «la defensa». Hoy, la OTAN, liderada por Estados Unidos, es un agresor en Europa, que actúa bajo el lema de “la defensa”.
La utilización del engaño es administrada sistemáticamente por la clase política de los Estados Unidos. La incoherencia y, francamente, la locura de sus pronunciamientos son un peligro para la paz mundial.
No hay duda que la intensificación de las crisis políticas y económicas internas de las potencias capitalistas occidentales está impulsando el belicismo, son una forma de distraer un fracaso sistemático.
Para aquellos dispuestos a ver y pensar con una mente abierta, es obvio lo que está pasando. Washington y sus aliados quieren impedir la normalización de las relaciones de Europa con el país más grande del continente: Rusia.
Estados Unidos, la principal potencia hegemónica occidental, trata de evitar a toda costa el desarrollo pacífico de Rusia. En el pasado, la Alemania nazi y el fascismo fueron utilizados como cachiporra. Hoy este papel lo juega el expansionismo de la OTAN.
La guerra, al parecer, se avecina y los belicistas se tambalean hacia el abismo. Como en tiempos pasados, la gente común de Europa y los Estados Unidos no tiene interés en el conflicto. De manera abominable, el desastre está siendo contemplado por unas élites que están dispuestas a hacer la guerra hasta el último hombre, mujer y niño europeo.
La mayoría de la población debe resistir a los belicistas y, encontrar una forma pacífica de gobernar las sociedades y las relaciones internacionales.