ANDRÉS PIQUERAS, PROFESOR DE LA UNIVERSIDAD JAUME I
Observemos. Nuestras elites políticas europeas dicen estar negociando por la paz y por la desescalada del “conflicto” con Rusia. ¿Pero qué tipo de “desescalada” y “paz” se puede construir cuando al mismo tiempo atiborras de armas letales a los países limítrofes de Rusia y especialmente a Ucrania?
Porque el proceso es viejo. Con el fin de la URSS la OTAN perdía toda razón de ser y debería haberse disuelto en ese mismo momento, aún más tras la firma de la Carta de París y sus promesas, entre las que estaba no extender la OTAN hacia los antiguos países del Este ni desplegar fuerzas suyas allí. Lejos de ello, la OTAN fue ocupando militar y geopolíticamente los espacios que Rusia fue dejando en Europa con su retirada militar unilateral. Propició, además, “golpes de Estado de colores” o desestabilizaciones en las fronteras más próximas a Rusia, como Chechenia, Georgia y finalmente Ucrania.
Y ahora EE.UU. y la OTAN disparan la escalada bélica. En estos momentos, ese primer país reconoce estar enviando 90 toneladas de armamento a Ucrania, al tiempo que evalúa aumentar su presencia militar en Europa del Este y habla de un eventual despliegue de hasta 50.000 efectivos a la zona. Francia manifiesta su disposición a enviar tropas a Rumanía. España (con un gasto en la OTAN cercano a los 10 mil millones de euros desde 2014) proporciona fragatas que se unirán a las fuerzas marítimas de la OTAN en la región (en el Mar Negro) y contempla enviar cazas a Bulgaria. Países Bajos enviarán bombarderos F-35 y una fragata. Dinamarca envía una fragata al Mar Báltico y cuatro cazabombarderos F-16 a Lituania para patrullar el espacio aéreo.
Se instalan armas nucleares en países que no disponen de ellas, se concentran tropas en diferentes territorios del Este europeo, se continua con la desestabilización de Estadosfronterizos con Rusia, como ha sido Kazajistán, como lo está siendo Bielorrusia, por ejemplo, y como muy probablemente lo volverá a ser Transnistria.
El momento es extremadamente grave, porque Rusia ha trazado unas líneas rojas que EE.UU. (y por extensión sus súbditos de la OTAN) no parece estar dispuesto a respetar. Lo que obliga a Rusia a hacer algo para poder ser tomada en serio.
De momento Reino Unido, EE.UU., Australia y Canadá han anunciado la evacuación de sus misiones diplomáticas de Ucrania, y EE.UU. además ha emitido un comunicado instando a sus ciudadanos a no ir a Rusia. Forma parte de la provocación tensionadora.
En el acoso a ese país todo vale y se combina a la vez: armas nucleares, guerra convencional guerra híbrida, guerra mediática, ciberguerra… Como el enfrentamiento directo con la potencia rusa no parece muy aconsejable para la OTAN, ¿se busca en realidad una guerra de empantanamiento ruso en Ucrania o cualquier otro país limítrofe, o en varios a la vez?
Lo que queda claro es que con toda esta campaña EE.UU. con sus subordinados europeos pretenden el asedio y por tanto el desgaste permanente del gigante eslavo. Ir minando su economía, provocar el descontento interno y como objetivo irrenunciable promover un cambio de gobierno, hacia uno que reedite la subordinación de Rusia a “Occidente”, como en los tiempos de Yeltsin.
Mientras tanto, EE.UU. sigue sacando tajada de la situación. Las importaciones de Gas Natural Licuado desde ese país a Europa baten récords, ya son mayores que las de Rusia (hasta 5 veces más) por primera vez en la historia, a precios significativamente más caros, para perjuicio de las poblaciones europeas. La economía rusa ya se está resintiendo (buena parte de la europea también) y el rublo empieza a caer con fuerza, porque cada día los medios otanistas (desde hace meses, no olvidemos) anuncian el inminente ataque de Rusia contra un país que está siendo inflado de armamento fabricado por el principal exportador de armas del mundo. Armamento que, para completar el círculo, Ucrania pagará con el dinero con el que sus países “amigos” le endeudan para que pueda comprarlo.
Es claro que en su desesperación por no ser rebasada, la potencia en declive estadounidense se revuelve como fiera acorralada, y no está dispuesta a permitir nuevos hegemones ni un mundo multipolar, sin recurrir al caos, la destrucción y la guerra generalizados, como lleva demostrando con sus intervenciones de los últimos 30 años.
Sabe que necesita poner de rodillas a Rusia antes de enfrentarse a su enemigo sistémico principal del siglo XXI: China.
La locura de tales políticas pone en peligro mortal a la humanidad, y en este caso concreto especialmente a las poblaciones europeas. Sólo la demencia suicida de los líderes políticos europeos, empezando por el miserable Alto Representante de la UE, puede explicar el seguidismo ciego respecto de EE.UU. y sus dinámicas de guerra centradas de nuevo en Europa.
Todo esto debería ser suficiente para que las poblaciones se lancen a la calle, para que comience un fuerte movimiento anti-guerra en Europa, para que sus ciudadanías exijan de una vez por todas la disolución de la OTAN, la organización que, apéndice de EE.UU., más terror y muerte ha causado en los últimos 70 años.