MK BHADRAKUMAR, DIPLOMÁTICO SENIOR INDIO
Rusia nunca aceptará un escenario en que el conflicto termine con un alto el fuego pues la OTAN continuará reforzando las capacidades militares de Ucrania y acaba de afirmar que está dispuesta a integra a Kiev definitivamente a la alianza…
Ha comenzado la cuenta atrás para el “contraataque” ucraniano. La llegada del sistema de misiles Patriot a Ucrania atestigua la magnitud de la movilización que pretende imponer grandes pérdidas a Rusia. El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, realizó ayer una visita sorpresa a Kiev, la primera desde que comenzó la guerra.
Los documentos filtrados del Pentágono se muestran escépticos sobre el éxito de la contraofensiva ucraniana, pero Moscú hace sus propias valoraciones. En primer lugar, los neoconservadores no van a distanciarse del régimen de Zelensky, ya que eso significa abrir la caja de Pandora cuando el presidente Biden está a punto de anunciar su candidatura para un segundo mandato y no puede aceptar que Ucrania esté perdiendo la guerra.
En realidad, Ucrania sufre una hemorragia. Está en la naturaleza de las guerras de desgaste que, en algún momento, el lado más débil se rompe y, por lo tanto, el final llega muy rápido. Así fue en Siria, donde una vez que se ganó la Batalla de Alepo (el 5 años en diciembre de 2016) las fuerzas gubernamentales barrieron a los yihadistas en una serie de victorias militares que pusieron fin al conflicto.
La guerra de desgaste en Ucrania puede parecer «estancada», pero el factor decisivo será qué lado está infligiendo el mayor número de bajas. No hay duda de que a pesar de la asistencia militar, de inteligencia, financiera y económica de Occidente, las fuerzas rusas han apabullado al lado ucraniano a lo largo de la línea de contacto.
El embajador ruso en el Reino Unido dijo recientemente que la proporción de pérdidas en la guerra de aproximadamente siete soldados ucranianos por cada soldado ruso. Para poner las cosas en perspectiva, los informes de los medios occidentales estiman que alrededor de 35.000 soldados ucranianos participarán en la próxima contraofensiva a lo largo de 950 km, mientras que Putin tiene constancia que las fuerzas de reserva rusas en la línea del frente llegan a 160.000 soldados!
El sistema de defensa aérea ucraniano se encuentra en un estado crítico. Los rusos tienen un predominio de artillería y han fortificado fuertemente la línea del frente en los últimos 5-6 meses con múltiples capas de defensa: minas, movimientos de tierra y bolardos para impedir el avance de los tanques, etc.
La contraofensiva ucraniana es una táctica desesperada, su ejército ha perdido gran parte de sus soldados más experimentados (unas 120,000 bajas), por su lado los rusos que tienen superioridad aérea y en misiles, superioridad en defensa aérea y superioridad en artillería, y sobre todo, superioridad en mano de obra entrenada. ,
Las áreas que Putin eligió visitar, Kherson/Zaporozhie y Lugansk, son los lugares donde se espera la contraofensiva ucraniana. Putin escuchó de los comandantes y, con toda seguridad, estas informaciones serán un aporte para la contra-estrategia rusa, tanto defensivas como ofensivas.
A pesar de las filtraciones del Pentágono (y el consiguiente desorden y confusión en Washington y las capitales europeas), el contraataque ucraniano seguirá adelante para recuperar al menos parte del territorio perdido. Esta acción a ojos de los especialistas es jugar desesperadamente a los dados.
Sin embargo, cierto pensamiento delirante todavía prevalece en Washington. Esto se desprende de un trabajo reciente en Foreign Affairs escrito en coautoría por dos veteranos del establishment estadounidense (uno es un ex funcionario del Departamento de Estado y el otro es el principal miembro del Consejo de Relaciones Exteriores). Richard Haass y Charles Kupchan escribieron un artículo titulado Occidente necesita una nueva estrategia en Ucrania : Un plan para pasar del campo de batalla a la mesa de negociaciones .
Pese, que el artículo se suma a los mitos generados por los neoconservadores – que las operaciones militares especiales de Rusia fracasaron y que “la guerra ha resultado mucho mejor para Ucrania de lo que la mayoría predijo” – en momentos tiene destellos ocasionales de realismo. Sin embargo, repite el estribillo actualmente en boga en Washington: “el resultado más probable del conflicto no es una victoria ucraniana sino un sangriento punto muerto”.
Haas y Kupchan afirman que “cuando termine la ofensiva de Ucrania, Kiev debe animarse a la idea de un acuerdo negociado, habiendo dado lo mejor de sí en el campo de batalla, pero enfrentando crecientes limitaciones tanto en su mano de obra como en la ayuda del exterior. ”
Los autores toman nota de paso que Rusia también tiene buenas opciones, ya que “las sanciones occidentales no han logrado paralizar la economía rusa y, el apoyo popular a la guerra sigue siendo muy alto (más del 70%) además Moscú siente que el tiempo está de su lado como un poder permanente ya que el apoyo de Occidente a Ucrania se desvanecerá y Rusia sería capaz de expandir sustancialmente sus conquistas territoriales”.
Al parecer, Haas y Kupchan vienen de otro planeta. No comprenden que Rusia nunca aceptará un escenario en que el conflicto termine con un alto el fuego pues la OTAN continuará reforzando las capacidades militares de Ucrania y acaba de afirmar que está dispuesta a integra a Kiev definitivamente a la alianza .
¿Por qué Rusia querría jugar otro juego de sillas mientras Occidente formaliza la membresía de Ucrania en la OTAN, es decir, porque aceptaría una repetición del engañoso interregno entre los Acuerdos de Minsk de 2015 y las operaciones militares especiales de Rusia?
La visita de Putin a los nuevos territorios en esta coyuntura crucial de la guerra de desgaste es un punto de inflexión transmite una poderosa señal: Rusia también tiene un plan ofensivo y no le corresponde a Biden cancelar la guerra de poder, por fatiga, por grietas en la unidad occidental, por su agenda apremiante en Asia-Pacífico o debido o cualquier otra cosa.
Del mismo modo, es improbable que Rusia pueda reconciliarse alguna vez con el régimen de Zelensky, al que Moscú ve como un títere de la administración Biden. Pero, ¿cómo es posible que Biden se deshaga o deje en la estacada a Zelensky mientras los esqueletos de sus peculados se agitan en el armario familiar?
Lo que es más importante, la opinión pública rusa espera que Putin cumpla la promesa que hizo al ordenar las operaciones militares especiales. Cualquier cosa menos que eso significa que decenas de miles de vidas rusas perecieron en vano.
No está en la esencia de la personalidad de Putin ignorar la oleada de la opinión pública rusa, o pasar por alto el desalojo de cientos de monjes de Pechersk Lavra, el complejo del monasterio ortodoxo del siglo XI en el corazón de Kiev, tildados de quintacolumnistas rusos.
Lo que los neoconservadores en los EE. UU. aún tienen que comprender es que no lograron subyugar a Rusia a pesar de todas las humillaciones vertidas sobre su honor nacional, su orgullosa historia y su envidiablemente rica cultura. ¿Por qué Rusia normalizaría sus relaciones con estados que se apropiaron de su riqueza soberana e impusieron sanciones draconianas para sangrar y debilitar su economía?
La secretaria del Tesoro Janet Yellen, admitió en CNN que las sanciones pueden, en última instancia, poner en riesgo la hegemonía del dólar estadounidense. Pero sus comentarios no van lo suficientemente lejos.
Mientras tanto, la asociación estratégica entre Rusia y China se ha fortalecido, y la señal de esta semana es clara: Moscú tiene la voluntad de coordinarse con Beijing para contrarrestar los desafíos militares en el Lejano Oriente.
Mientras se manifiesta abiertamente el declive sistémico de Occidente y la menguante influencia global de los Estados Unidos se ha convertido en un proceso histórico inexorable, la Federación Rusa está lejos de estar aislada y está disfrutando de una “profundidad estratégica” en la mayoría de la comunidad internacional en el Sur Global.