RADHIKA DESAI, PROFESORA de ECONOMÍA de la UNIVERSIDAD MANITOBA, CANADÁ
El sistema del dólar es el generador de desigualdad más poderoso que jamás se haya conocido. Es el aparato que permite a los países capitalistas centrales, debilitados productivamente, mantener su prosperidad absorbiendo el valor producido en otros países.
La búsqueda actual de alternativas al sistema monetario internacional basado en el dólar está motivada principalmente por su utilización como arma mediante sanciones ilegales y unilaterales.
Sin embargo, a medida que avanza esta búsqueda, crece la conciencia que el sistema dólar nunca ha servido bien al mundo.
Por ejemplo, el informe encargado por el gobierno ruso antes de la cumbre BRICS de 2024 en Kazán, titulado “Mejora del sistema monetario y financiero internacional”, señala que el sistema monetario y financiero internacional basado en el dólar se ha caracterizado por «crisis frecuentes, desequilibrios comerciales y de cuenta corriente persistentes, niveles elevados y crecientes de deuda pública y volatilidad desestabilizadora de los flujos de capital y los tipos de cambio» y que «sirve principalmente a los intereses de las economías avanzadas».
Podría haber añadido que es posiblemente la causa más importante de desigualdad en el mundo, dentro de las sociedades y entre ellas.
En contraste con las opiniones liberales que atribuyen los conflictos internacionales a desviaciones de los principios liberales, incluido el sistema monetario internacional basado en el dólar, o el realismo que los atribuye a factores «políticos» y «geopolíticos», este artículo sostiene que el sistema de dolar desde su raíz produce la desigualdad internacional.
En este sentido, nos alineamos con perspectivas críticas sobre el capitalismo y el imperialismo como las de Marx y Lenin, Polanyi y Hobson, en las que se basa mi propio enfoque de la economía geopolítica.
Las perspectivas de estos teóricos explican cómo el imperialismo ha impedido históricamente el desarrollo y la igualdad y cómo el antiimperialismo es una herramienta de lucha por la igualdad y el desarrollo.
Hoy en día, se podría decir que el sistema del dólar es el generador de desigualdad más poderoso que jamás se haya conocido. Es el aparato que permite a los países capitalistas centrales, debilitados productivamente, mantener su prosperidad absorbiendo el valor producido en otros países.
Según las estimaciones de la UNCTAD y Jason Hickel, esos flujos de valor alcanzaron un máximo de entre 1 billón y 3 billones de dólares, entre el 10 y el 15 por ciento de la inversión mundial, y la mayor parte de la reciente reducción se debe a que China se libró de esa sangría, gracias, por supuesto, a su desarrollo, lo que significa, entre otras cosas, la capacidad de impedir a los países imperialistas apropiarse de ingresos ganados por el expolio
Déjenme explicar.
Existe una enorme literatura del FMI basado en el dólar, la mayor parte de ella comprometida con Estados Unidos y contrariamente a toda evidencia, celebra el eficaz «servicio público del dólar al mundo” y predice su longevidad.
También existe una enorme literatura sobre la financiarización y sus daños. Sin embargo, hasta mi Economía Geopolítica de 2013 , nadie hablaba de su íntima conexión.
Allí y en otras publicaciones, como Capitalism, Coronavirus and War, argumenté que después de 1971 el sistema del dólar se apoya en los cimientos volátiles de sucesivas financiarizaciones, en una serie de expansiones de la actividad financiera denominada en dólares, cada una de las cuales involucra activos, actores, flujos y regulaciones. Cada una de estas financiarizaciones eran, por supuesto, insostenibles, provocando sucesivas crisis.
Cada financiarizacion tuvo que ser reemplazada por otra. Al aumentar la demanda puramente financiera del dólar, se contrarrestaron la presión a la baja que ejercían sobre la moneda los déficits fiscal, de cuenta corriente y comercial de Estados Unidos. Esta presión habría expulsado al dólar de su desmesurado papel mundial, como Robert Triffin predijo en la década de 1950.
De hecho el sistema financiero del dólar ha aumentado enormemente la desigualdad internacional. A continuación, se ofrece una lista incompleta de las formas en que esto ha ocurrido:
- Subvalúa sistemáticamente las monedas de la Mayoría Mundial, lo que permite a los tenedores de dólares comprar productos y servicios de la Mayoría Mundial a precios muy baratos.
- Se basa en desequilibrios persistentes que provocan el subdesarrollo, ya que no existe un imperativo que imponga la autosuficiencia ni aborde la falta de competitividad.
- Ofrece a los gobiernos y empresas de la mayoría mundial crédito, a tasas de interés usurarias, no cuando lo necesitan sino sólo cuando los acreedores en dólares necesitan prestar. (habitualmente no de forma contracíclica sino procíclica).
El sistema dólar ha inducido crisis de deuda cuando las autoridades monetarias occidentales han aumentado los tipos de interés, como en los años 1980 y nuevamente hoy.
En las reestructuraciones de deuda que siguieron, el principio de responsabilidad de los acreedores fue borrado por el FMI y el Banco Mundial, que actuaron exclusivamente como alguaciles de las instituciones financieras occidentales, lo que dio lugar a nefastos flujos inversos de capital mediante los cuales los países pobres han pagado muchas veces la deuda que originalmente contrajeron, imponiendo un retraso económico a millones de personas.
Con las crisis el sistema dólar exige el levantamiento de los controles de capital para liberar los flujos de capital que transfieren aún más riqueza de los países de la mayoría mundial a los países capitalistas centrales, ya que los ricos transfieren riqueza para evadir impuestos en su país y participar en la actividad especulativa que abunda en el sistema financiero internacional denominado en dólares.
Los estudios empíricos definen que los flujos de inversión de los países de la mayoría mundial hacia los países avanzados son un problema importante ya que el sistema ha desviado la inversión de la producción a la especulación, debilitando los esfuerzos de desarrollo.
Ha inflado sistemáticamente burbujas de activos: las más recientes fueron la burbuja punto-com, las burbujas inmobiliaria y crediticia, y la actual «burbuja de todo».
Un buen número de estas burbujas de activos ocurren en los mercados de materias primas, que elevan los precios de los productos más comercializados por los países de la mayoría mundial.
El estallido de las burbujas provoca dolorosas crisis financieras en las que los pobres –personas y países– son los que más sufren, mientras que los ricos –países y personas– obtienen paracaídas dorados.
Estos salvatajes suministrados por los gobiernos en forma de subsidios y por los bancos centrales como dinero fácil, sólo sientan las bases para la próxima financiarización.
Los paracaídas gubernamentales han regulado los sectores financieros, incluyendo la autorización de libres flujos de capital, NO para promover la producción y el desarrollo sino la especulación, no para una economía de creadores sino para una economía de especuladores, no para la generación de empleo sino para la preservación del valor de las reservas ociosas de riqueza.
Esta lista de las formas en que este sistema genera desigualdad entre países no sólo es incompleta, sino que excluye las formas en que genera desigualdad dentro de los países, lo que también contribuye a la desigualdad internacional, en particular al reducir el mercado mundial y dificultar el desarrollo.
En Estados Unidos, la desigualdad generada por este sistema es responsable de la división social, la polarización política y la confrontación cultural que sufre el país y que lo ha llevado al borde de una guerra civil.
Esta crisis de EEUU debería ser una señal para cualquier país que piense que puede reemplazar al dólar por su propia moneda y no por una cesta de monedas.
Hay que recordar que el sistema también ha promovido guerras contra países como Irak y Libia simplemente porque buscaban salir del sistema dólar.
El sistema dólar está a punto de derrumbarse por su propio peso: razón de más para idear alternativas. Ya es hora de que avancemos en ese proyecto.
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