“Biden dio una muestra insoportable del desprecio estadounidense por sus «aliados» europeos. Biden hizo que Alemania, Scholz y Europa parecieran insignificantes”
FINIAN CUNNINGHAM, ANALISTA INTERNACIONAL IRLANDÉS
Los angloamericanos están ejecutando un plan para “liberar” a la Unión Europea de su dependencia “tiránica” del gas natural ruso.
En realidad, el objetivo tácito es mantener el control tiránico de Estados Unidos sobre Europa. Ese control es esencial para mantener la hegemonía estadounidense y el poder global. El precio final es la devastación económica e incluso la guerra en Europa, que la “noble” potencia hegemónica anglosajona está dispuesta a que paguen sus peones europeos .
Esta semana, el presidente Joe Biden, mostró su estatus de master supremo cuando habló con arrogancia en nombre del canciller alemán Olaf Scholz en una conferencia de prensa en la Casa Blanca. A Biden se le preguntó sobre el destino del gasoducto Nord Stream 2, de Rusia a Alemania, en el caso hipotético de una invasión de Ucrania por parte de Rusia. Biden perentoriamente que el proyecto de gas sería terminado.
“Ya no habrá un Nord Stream 2”, dijo Biden sin dudarlo. “Le pondremos fin”.
Se le preguntó a Biden cómo se podría hacer esto dado que el funcionamiento del oleoducto Nord Stream 2 está bajo el control de Alemania, no de Estados Unidos. “Lo haremos, se lo prometo, seremos capaces de hacerlo”, afirmó Joe Biden sin siquiera insinuar algún tipo de acuerdo con el canciller alemana ahí presente.
La capacidad de Washington para anular la soberanía europea fue una muestra reveladora e inquietante de la arrogancia imperial estadounidense.
También fue una muestra insoportable del desprecio estadounidense por sus «aliados» europeos. Biden hizo que Alemania, Scholz y Europa, parecieran una insignificancia. Los informes de prensa posteriores también lo indicaron.
Washington y Londres han liderado el aumento de las tensiones geopolíticas con acusaciones implacables de que Rusia está a punto de invadir Ucrania y poner en peligro la seguridad europea. Por la forma de la propaganda angloamericana, uno debería pensar que el escenario es una repetición de la agresión nazi que amenazó a Europa, por la cual solo Estados Unidos es el defensor de una Europa agredida.
Moscú ha dicho repetidamente que no tiene intención de invadir Ucrania y que, de hecho, es Rusia la que está siendo amenazada por la alianza militar de la OTAN liderada por Estados Unidos después de una expansión del bloque atlantista hasta las fronteras de Rusia.
Aumentando aún más las tensiones, Washington y Londres exigen que Europa adopte sanciones draconianas contra Moscú, incluido el compromiso de abandonar el gasoducto Nord Stream 2 . Ese oleoducto tomó cinco años y una inversión de 10 mil millones de euros para completarse a pesar de las constantes objeciones estadounidenses. La crisis sobre Ucrania ideada por Washington y su lacayo británico han logrado que el suministro de gas se haya suspendido durante los últimos seis meses a pesar de la crisis energética europea.
Lo que los masters angloamericanos quieren finalmente es que se deseche todo el proyecto de gas. Ese es el final del juego, incluso si significa que los hogares europeos se congelan debido a facturas impagables. A los máster del universo no les importa.
Es por eso que los estadounidenses y los británicos están haciendo todo lo posible para frustrar cualquier esfuerzo diplomático para calmar la desmesurada crisis con Rusia. De hecho, Washington y Londres están enviando toneladas armas a Ucrania y desplegando paracaidistas a Europa del Este en un intento temerario de intensificar la confrontación.
Mientras visitaba la Casa Blanca esta semana, el canciller Scholz fue colmado de demandas para declarar explícitamente que el proyecto Nord Stream 2 sería cancelado. Scholz se negó a aceptar las presiones, aunque en un aparente intento de ofrecer una concesión, afirmando que Alemania y Estados Unidos estaban unidos en una misma posición. Sin embargo, los estadounidenses y los británicos piensan que Berlín no está siendo lo suficientemente hostil hacia Rusia.
Del mismo modo, cuando el presidente francés Emmanuel Macron fue a Moscú, también hubo una inconfundible sensación de rencor de Washington y de Londres. Sus diplomáticos opinan que su “unanimidad” militarista estaba siendo socavada.
No cabe duda que Berlín y París saben que la bravuconería angloamericana es una provocación cínica, en realidad una nota de suicidio de Europa que beneficia a Estados Unidos, en caso de guerra con Rusia.
La amarga experiencia de Macron es que Francia fue engañada el año pasado por Estados Unidos, Gran Bretaña y Australia por el contrato del submarino AUKUS de 50.000 millones de euros. El escepticismo francés y europeo está justificado.
La conclusión obvia es que Washington quiere sabotear la asociación estratégica entre Europa y Rusia para el comercio de energía y una normalización general de las relaciones. Los objetivos son mantener la hegemonía estadounidense, vender su propio gas más caro a Europa y, por supuesto, vender armas a los miembros de la OTAN creando un estado de inseguridad permanentemente agitado. Los británicos, como siempre, están metidos en esto por congraciarse con el Tío Sam y cumplir su función de ser el mayordomo geopolítico del poder imperial estadounidense.
Los analistas energéticos saben que Alemania y Europa no pueden sobrevivir económicamente sin el gas de Rusia, que representa al menos el 40 por ciento del consumo del continente. Incluso Biden en su última conferencia de prensa aceptó que EEUU no puede reemplazar el suministro de gas ruso. Si el comercio de gas de Rusia con Europa se viera interrumpido por un conflicto o por sanciones más severas, las repercusiones para las economías de la Unión Europea serían devastadoras.
No hay forma que Alemania, Francia y la UE puedan sobrevivir sin el petróleo y el gas rusos. Que Estados Unidos y Gran Bretaña exijan que Berlín haga declaraciones definitivas sobre la cancelación de Nord Stream 2 es una forma de coerción y chantaje.
Pero todos estamos en peligro. Washington y Londres están empujando a Europa y al mundo hacia un abismo nuclear. Así de demoníaco es el imperio angloamericano que ahora está en pleno declive.