LOS PRÓXIMOS DÍAS SERÁN DECISIVOS PARA SABER QUÉ PASOS DA EL IMPERIO Y LOS GOLPISTAS PARA IMPEDIR EL TRIUNFO DEL «MAS»
Jessica Dos Santos / Ricardo Vaz, periodistas del medio digital INVESTIG’ACTION
El Movimiento Al Socialismo (MAS), liderado por el expresidente depuesto, Evo Morales, acaba de alertar a la comunidad internacional lo que considera un intento del Gobierno de Jeanine Áñez de evitar o amañar las elecciones del próximo domingo 18 de Octubre
La denuncia surge después que Luis Almagro, secretario general de la OEA, reunido en Washington con Arturo Murillo, ministro de Gobierno de Bolivia, escribió en su cuenta de Twitter: “estoy preocupado por un posible fraude en las elecciones». Sin embargo, días antes, el mismo personaje había anunciado “el envío de una misión de la OEA a Bolivia para la cooperación electoral y la pacificación del país”.
Almagro y la OEA jugaron un papel fundamental en los acontecimientos de hace un año, tanto en el punto inicial de la escalada golpista al poner en duda los resultados electorales del 20 de octubre, como en acelerar la caída de Morales el 10 de noviembre presentando un informe de un supuesto “fraude”. Un par de meses después organismos internacionales independientes demostraron que el informe de la OEA era demostró totalmente falso. Pero Almagro y los Estados Unidos ya había cumplido su objetivo, derrocar a Evo Morales.
Un año más tarde, Murillo es uno de los encargados de liderar la política de amenazas y persecuciones contra los partidarios del MAS con el beneplácito de Washington y la OEA. De hecho, Murillo ha estado desde el primer momento al frente del ministerio de Gobierno- manteniéndose en un gabinete donde solo quedan siete de los 20 ministros originales.
Ante este escenario, el candidato presidencial por el Movimiento al Socialismo (MAS), Luis Arce, ha mostrado su preocupación: «ojalá no estén recibiendo instrucciones para impedir las elecciones o como ocurrió en Honduras, estén preparando un fraude electoral desde el gobierno ». El ejemplo de Honduras es un paralelo delicado, ya que Zelaya fue derrocado en un golpe en 2009, y el régimen golpista de Juan Orlando Hernández se aseguró ser elegido de forma fraudulenta en 2017.
El apoyo al gobierno golpista boliviano no proviene solamente de Washington. Este mes, la canciller de Karen Longaric acudió al Parlamento Europeo en Bruselas, para hacer un “mitin electoral” en lugar de explicar cómo se garantizarán elecciones libres y, si se respetarán los resultados si llegar a ganar el Movimiento Al Socialismo (MAS).
A pesar de toda la propaganda mediática, represión y persecuciones judiciales, el partido de Evo Morales sigue en ventaja en todas las encuestas. Según el sondeo reciente del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica, el candidato del MAS lidera las preferencias electorales con un 44,4 % de los votos, seguido de Carlos Mesa, con un 34,0 %.
Por tanto, existe la posibilidad que a la hora nona del gobierno de Jeanine Añez maniobre con el Tribunal Supremo Electoral (TSE) para anular la personería jurídica del MAS y sacarlo de esta manera en la meta de la carrera electoral.
De hecho el gobierno golpista ha acusando absurdamente a Arce por “comentar encuestas fuera del cronograma estipulado”. Añez cumplió su papel, abandonó su candidatura en favor de Mesa para no dividir el voto de la derecha. Pero aún así el MAS sigue siendo el favorito para reconquistar la presidencia en la primera vuelta.
Los próximos días serán decisivos para entender qué fichas moverá el gobierno de facto. Una cosa está clara, la derecha boliviana tratará por todos los medios subvertir la voluntad del pueblo boliviano. Sin las grandes movilizaciones populares los intentos de los golpistas para postergar los comicios no habrían sido derrotados.
Al mismo tiempo, las elecciones no son el único foco de inestabilidad en el país andino. El gobierno de Añez ha sido muy criticado por sus políticas ante el coronavirus. Mientras tanto, se prevé que la caída de la economía boliviana sea – en el caso más optimista – del 6 por ciento según Banco Mundial). Aunque seguramente será mucho mayor.
Todos estos elementos son un caldo de cultivo para un período tenso y decisivo. De un lado, los sectores conservadores bolivianos, cada vez más descredibilizados, buscan a toda costa impedir el regreso al poder del Movimiento al Socialismo. Del otro, el MAS y los movimientos populares bolivianos están tratando de restaurar el orden democrático. Lo que sí se sabe a ciencia cierta es que del imperialismo y de sus agentes no se puede confiar. Ni un tantico así.