WILLIAM M. ARKIN, ESPECIALISTA EN ASUNTOS MILITARES DE LOS ÁNGELES TIMES
La fuerza encubierta más grande que el mundo haya conocido es la creada por el Pentágono durante la última década. Unas 60.000 personas pertenecen ahora a este ejército secreto, muchas de las cuales trabajan bajo identidades enmascaradas y de bajo perfil: son parte del programa llamado «reducción de firmas».
La fuerza, diez veces más grande que el tamaño de los elementos clandestinos de la CIA, realiza actividades de espionaje en la vida real y en línea, y muchas veces utilizando conocidas empresas privadas y consultorías políticas.
Con el crecimiento de estas fuerzas especiales secretas un número cada vez mayor de soldados, civiles y contratistas trabajan bajo identidades falsas para operar en el extranjero.
La explosión de la guerra cibernética del Pentágono, ha llevado a miles de espías a realizar su trabajo diario con identidades inventadas, el mismo tipo de operaciones que Estados Unidos condena cuando espías rusos y chinos hacen lo mismo.
Un informe exclusivo de Newsweek sobre este mundo secreto es el resultado de una investigación de dos años que involucró el examen de más de 600 hojas de vida y 1.000 ofertas de trabajo y decenas de entrevistas realizadas por el Pentágono. Lo que aparece en el trabajo de investigación no es solo a un sector poco conocido del ejército estadounidense, sino también a una práctica completamente no regulada.
Nadie conoce la dimensión del programa “reducción de firmas” y este nunca ha sido examinado por el Congreso. Y, sin embargo, el ejército desarrolla esta gigantesca fuerza clandestina desafiando las leyes estadounidenses, las Convenciones de Ginebra, el código de conducta militar y las responsabilidades democráticas.
La “reducción de firmas” involucra a docenas de organizaciones gubernamentales secretas con contratos clasificados y a unas 130 empresas privadas que manejan este nuevo mundo clandestino.
En total, estas empresas recaudan más de 900 millones de dólares al año para dar servicio a esta fuerza clandestina. Hacen de todo, desde crear documentación falsa hasta fabricar disfraces o, construir dispositivos invisibles para fotografiar y espiar en los rincones más remotos del mundo.
Las fuerzas de operaciones especiales constituyen son parte del ejercito de “reducción de firmas”, en realidad son militares en la sombra que trabajan en puntos conflictivos detrás de las líneas enemigas en lugares como Corea del Norte e Irán. Los especialistas en inteligencia militar (recolectores, agentes de contrainteligencia, lingüistas) constituyen el segundo elemento más importante: miles de ellos están desplegados con «cobertura» para proteger sus verdaderas identidades.
El grupo más nuevo – y de más rápido crecimiento – es un ejército clandestino que nunca abandona sus teclados, son “cybercombatientes” de vanguardia que asumen personajes falsos en línea, empleando técnicas para ocultar el quién y el dónde de su presencia en línea, y participar en campañas para manipular las redes sociales.
Cientos de ellos trabajan en y para la NSA, a estos espías digitales hay que agregar las unidades de inteligencia militar y operaciones especiales que desarrollan operaciones «web» para recopilar inteligencia.
En la era electrónica, una tarea importante de la reducción de firmas es mantener enmascaradas a las organizaciones y las personas, incluido, por supuesto, los automóviles y aviones involucrados en las operaciones clandestinas. Este esfuerzo de protección implica todo, desde limpiar Internet de signos reveladores hasta plantar información falsa para proteger misiones y personas.
Como en nuestros días la identificación y la biometría estándar se ha convertido en norma mundial, la industria de reducción de firmas ha tenido que trabajar intensamente para encontrar formas de suplantar y desbaratar los sistemas de identificación nacionales.
Así como la biometría y la «ID real» son enemigos del trabajo clandestino, también lo es el «escape digital» de la vida en línea. Una de las principales preocupaciones del trabajo en la época del ISIS es que las familias de militares también eran vulnerables, otra razón, dicen los participantes, para operar con identidades falsas.
La abundancia de información en línea sobre individuos (junto con la actividad de los hackers) ha permitido a servicios de inteligencia extranjeros desenmascarar mejor las identidades falsas de los espías estadounidenses.
Por tanto, la reducción de firmas está en el centro no solo de la lucha contra el terrorismo, sino que es parte de las acciones del Pentágono en su lucha contra Rusia y China, en otras palabras “todo lo que hay por debajo del conflicto armado», o “la guerra en la zona gris».
Un alto funcionario recientemente retirado, responsable de supervisar la reducción de firmas y los «programas de acceso especial» supersecretos, nos ha dicho que nadie es plenamente consciente del alcance del programa, ni se ha prestado mucha atención a sus implicaciones: «la mayoría de la gente ni siquiera ha oído hablar del término reducción de firmas. El deseo de volverse invisible para el enemigo no solo oscurece lo que Estados Unidos está haciendo en el mundo, sino que también dificulta el cierre de los conflictos”, afirma este oficial retirado.
La vida secreta de Jonathan Darby
Todas las mañanas a las 10:00 am, Jonathan Darby inicia su ronda semanal. Darby no es su nombre real, también tiene falsa su licencia de conducir y el automóvil que conduce no está registrado. Tampoco son rastreables los lugares donde trabaja y los lugares que visita.
Darby se ha retirado del ejército y pide que no se use su nombre real ni el de su tapadera. Se desempeñó durante 20 años en contrainteligencia en Etiopía y Sudán, haciéndose pasar por un empresario expatriado. Ahora trabaja para un contratista de reducción de firmas con sede en Maryland.
Mientras Darby visita unas 40 oficinas de correos y tiendas de buzones en el área metropolitana de DC, recoge un baúl lleno de cartas y paquetes y envía un número similar desde direcciones rurales. De vuelta en la oficina, revisa los documentos, entrega las facturas al personal de finanzas y procesa docenas de cartas personales y comerciales enviadas por correo desde decenas de ubicaciones en el extranjero.
Pero, su tarea principal es registrar y enviar los «medios» de “reducción de firmas”, como se llama en la jerga del espionaje, a los pasaportes y licencias de conducir para personas que no existen, y otros documentos (facturas, documentos fiscales, tarjetas de membresía de organizaciones) que forman la base de las identidades falsas.
Cada día Darby inicia sesión en registros, una, es la base de datos de documentos de viaje y de identidad (más de 300.000 pasaportes y visas genuinas falsificadas y alteradas) y dos es el Cover Acquisition Management System; un registro supersecreto de identidades falsas utilizadas por los operadores clandestinos que viajan al extranjero.
Darby y sus colegas también tienen que alterar las bases de datos de inmigración y de las aduanas estadounidenses para asegurarse que quienes realizan actividades ilícitas puedan regresar a los Estados Unidos sin ser molestados. Para la verificación de identidad, la unidad de Darby trabaja en oficinas secretas de la Seguridad Nacional y del Departamento de Estado.
Hace ya varios años, en abril de 2013, un reportero del Northwest Public Broadcasting escribió un artículo sugiriendo la escala de este programa secreto. Su informe reveló que solo el estado de Washington había proporcionado al gobierno federal cientos de licencias de conducir válidas con nombres ficticios. La existencia del «programa confidencial de licencias de conducir», como se le llamaba, era desconocida incluso para el gobernador.
“Antes de Internet, dice Darby, antes que un policía local o un guardia fronterizo se conectaran a las bases de datos centrales en tiempo real, todo lo que un operativo necesitaba para estar «encubierto» era una identificación con una foto genuina. Sin embargo, en estos días, especialmente para aquellos que operan en la oscuridad, la llamada «leyenda» detrás de una identidad tiene que coincidir con algo más que un nombre inventado”.
Darby lo llama «diligencia debida»: la creación de un rastro de existencia falsa. Debe investigar cuidadosamente los lugares de nacimiento y las direcciones de domicilio falsos, y debe crear cuentas en redes sociales y correos electrónicos falsos. Esas existencias falsas lógicamente necesitan tener «amigos».
Casi todas las unidades que operan clandestinamente (operaciones especiales, recopilaciones de inteligencia o en cibernética) tienen una sección de reducción de firmas, en su mayoría operada por pequeños contratistas. Estas empresas deben cumplir escrupulosamente lo que Darby llama los seis principios de la reducción de firmas: seguridad, credibilidad, compatibilidad, realismo, veracidad y cumplimiento.
El cumplimiento es importante, dice Darby, especialmente debido a un mundo donde los puntos de control son parte de las rutinas policiales. Mantener a alguien encubierto requiere un trabajo que consume mucho tiempo. No solo se debe cuidar la identidad operativa, sino también esta persona debe mantener su vida real.
Como explica Darby, esto incluye el pago clandestino de facturas, pero también el trabajo con los bancos y los departamentos de seguridad de tarjetas de crédito que deben mirar hacia otro lado. los técnicos de reducción de firmas, también, deben asegurarse que se mantengan los créditos, los impuestos reales y los pagos del Seguro Social, para que las personas puedan volver a sus vidas cuando cesen su trabajo de espionaje.
La unidad de Darby, es responsable de supervisar gran parte de este trabajo (para hacerlo opera en conjunto con la oficina de finanzas del Pentágono), pero la documentación, por importante que sea, es solo una parte del rompecabezas. Otras organizaciones son responsables de diseñar y fabricar los disfraces personalizados y los elementos para «derrotar la biométrica» y facilitar los viajes.
Darby explica que los programas de acceso especial (los SAP) son la categoría más secreta de la información gubernamental, porque “protegen los métodos utilizados, las capacidades clandestinas y son los encargados de manipular los sistemas de seguridad extranjeros”.
‘Reducción de firmas’ es un término artístico
Numerosos SAP de reducción de firmas, son administrados por organizaciones secretas que prestan servicios a este ejército clandestino: entre un sinnúmero de oficinas del Pentágono están: los Programas de la Defensa, el Centro de Apoyo de Campo Conjunto, la Oficina de Desarrollo de Recursos, la Oficina de Apoyo Militar, el Proyecto Cardinal, la Oficina de Programas Especiales.
De acuerdo con lo secreto que es este mundo, no existe una definición precisa para la “reducción de firmas”. La Agencia de Inteligencia de la Defensa, dice que la reducción de firmas es un término “artístico”, un par de palabras que «se puede usar para … describir las medidas de seguridad operativa (OPSEC) para una variedad de actividades y operaciones”.
En respuesta a las consultas de Newsweek el portavoz del Pentágono, ha declarado que la reducción de firmas «no es un término oficial».
Otro exfuncionario de inteligencia de alto rango, alguien que pide no ser identificado, nos dice que el ejército no realiza operaciones encubiertas, excepto cuando sus funcionarios están asignados a la CIA, o al Comando Conjunto de Operaciones Especiales.
En realidad, hay un número importante de investigadores gubernamentales que se benefician de la “reducción de firmas” con identificaciones y placas de matrícula falsas: pueden ser militares, agentes del FBI, de la seguridad nacional o simplemente funcionarios estatales.
¿’Vuélvete inteligente’?
En mayo de 2013, en un incidente casi cómico Moscú dispuso abandonara el país Ryan Fogle, el «tercer secretario» de la Embajada de Estados Unidos. Los rusos publicaron fotos de Fogle con peluca y llevando una extraña parafernalia de espías de película (cuatro pares de gafas de sol, un mapa de calles, una brújula, una linterna, una navaja suiza y un teléfono celular).
Seis años después, otro caso de espionaje llegó a la prensa: un jurado envió al ex oficial de inteligencia militar estadounidense Kevin Patrick Mallory a 20 años de prisión por vender secretos a China. La fiscalía presento al jurado una colección de pelucas y bigotes falsos que parecían disfraces de Halloween.
Y, sin embargo, nos dice Brenda Connolly (no es su nombre real), sería ingenuo reírse demasiado, ya que ambos casos esconden los nuevos trucos del oficio del espía. Connolly comenzó su carrera de ingeniería en la Dirección de Ciencia y Tecnología de la CIA ahora trabaja para un pequeño contratista de defensa que produce los artilugios para operaciones de reducción de firmas.
El «antiguo» teléfono Nokia que llevaba Ryan Fogle, nos cuenta, no era nada de antiguo: inocuo en su exterior ocultaba un dispositivo de «comunicaciones encubiertas» en su interior. De manera similar, el teléfono Samsung de Mallory era tan sofisticado que incluso cuando el FBI lo clonó electrónicamente, no pudieron encontrar la partición oculta que utilizaba para almacenar secretos.
Perdidos en el teatro que montan los espías se encontraron otras pistas de la reducción de firmas, dice Connolly: Fogle llevaba un escudo RFID, una bolsa de bloqueo de identificación por radiofrecuencia destinada a evitar el seguimiento electrónico y Mallory tenía “viales” de sangre falsa proporcionados por China.
Como otras personas del mundo del espionaje, Brenda Connolly puede hablar durante horas desde los cibercafés que se convirtieron en canales clandestinos para las comunicaciones encubiertas hasta las tecnologías para detectar e interceptar la actividad en Internet con cada pulsación en los teclados de los espiados.
Estas actividades fueron el comienzo de comunicaciones encubiertas y el espionaje cibernético o COVCOMM, como lo llaman los conocedores. Los dispositivos de encriptación descubiertos en los casos de Fogle y Mallory, son solo parte de las decenas transmisores y receptores secretos que utilizan hoy en día los agentes.
«¿Y quién implanta esos dispositivos?» Connolly responde: «son militares, son nuestros muchachos de operaciones especiales que trabajan para apoyar operaciones aún más secretas».
Connolly habla de muchos otros artilugios, como mallas que hacen que los soldados sean invisibles a la detección térmica, motocicletas eléctricas que pueden operar silenciosamente, cables que se cosen en la ropa de los soldados para que estos se conviertan en receptores andantes.
Manos falsas, caras falsas
En nuestro mundo electrónico, donde todo se convierte en una cuestión de registro, donde no se puede ingresar a un estacionamiento sin que se registre la matrícula, donde no se puede tomar un vuelo o alojarse en un hotel sin una identificación emitida por el gobierno, donde no se puede usar una tarjeta de crédito sin que se capture la ubicación, ¿cómo se puede derrotar la biometría? ¿Cómo puede alguien pasar los lectores de huellas dactilares?
En 99 de cada 100 casos, la respuesta es: no es necesario. La mayoría de los soldados de reducción de firmas viajan con nombres reales, intercambiando identidades operativas solo cuando están en el terreno donde operan. O se infiltran a través de fronteras, en lugares como Pakistán o Yemen.
Sin embargo, para el uno por ciento, para aquellos que tienen que pasar por el control de pasaportes bajo identidades falsas, existen varios sistemas de anulación biométrica, (algunos físicos y otros electrónicos). Uno de estos programas fue publicado por WikiLeaks a principios de 2017: el programa, llamado ExpressLane, contiene más de 8.000 herramientas que la CIA utiliza en el mundo del espionaje y la piratería electrónica. ExpressLane incluiye un conjunto de malware de sistemas biométricos y de vigilancia extranjeros que los ciberespías estadounidenses utilizan para robar los datos de ciudadanos de otras naciones
Una silenciosa empresa de la rural Carolina del Norte es la principal industria de reducción de firmas en el campo de la recolección clandestina de comunicaciones. En sus talleres se enseñan a los operadores a fabricar dispositivos de escucha secretos
Otra pequeña empresa puede transformar una persona, como hacen en Hollywood, con un «aparato facial de silicona» para alterar su apariencia. Pueden envejecer, cambiar de sexo y «aumentar la masa corporal» y cambiar las huellas dactilares usando una funda de silicona que se ajusta a las manos incrustando huellas dactilares alteradas.
En la vida real, el robo de identidad (principalmente por parte de los delincuentes con la intención de lucrar) sigue siendo una epidemia que afecta a todos, pero para el mundo de la inteligencia estas actividades que son imprescindibles.
En 2015, el Estado Islámico publicó los nombres, fotos y direcciones de más de 1.300 militares estadounidenses y, ordenó a sus partidarios que mataran a las personas identificadas.
Los funcionarios de Contrainteligencia informaron a los afectados, advirtiendo al personal militar, y a sus familias, que deben protejan mejor su información personal en las redes sociales. Al año siguiente, ISIS publicó 8,318 nombres de militares estadounidenses. Curiosamente este personal compartía su ubicación en sus dispositivos de fitness, aparentemente inocentes.
«El rápido desarrollo de las tecnologías de información mejora la calidad de nuestras vidas, pero también plantea desafíos para la seguridad operativa y la protección de nuestras fuerzas», declaró el Comando Central de Estados Unidos en un comunicado en ese momento.
Luego llegó el susto por el ADN. El almirante John Richardson, entonces jefe de operaciones navales, advirtió al personal militar y a sus familias que dejaran de usar kits de prueba de ADN: «Tenga cuidado a quién envía su ADN», dijo Richardson, advirtiendo que los avances científicos podrían explotar la información, creando armas biológicas en el futuro. Y en 2019, el Pentágono aconsejó oficialmente al personal militar que se mantuviera alejado de los populares servicios de ADN. «La exposición de información genética sensible a terceros plantea riesgos personales y operativos para los miembros del servicio», decía el memo respectivo.
Para un alto oficial retirado, “la opinión publica no debe equivocarse estamos ganando esta guerra, incluso si el secreto sobre lo que estamos haciendo permite que la imagen de los rusos en los medios aparezca como si tuvieran a tres metros de altura, sobre nosotros».
El procesamiento de macrodatos en el futuro probablemente afectará aún más las operaciones clandestinas, pero, según este funcionario, “será beneficiosa para la sociedad”. El oficial el secreto es totalmente legítimo.
Por ello el mundo de la reducción de firmas sigue creciendo: evidencia, dice el oficial que “la vida moderna no es tan transparente como la mayoría de nosotros pensamos”.