SERGEY POLETAEV, SOCIÓLOGO RUSO, COFUNDADOR DEL «PROYECTO VATFOR».
El conflicto global solo está creciendo. Tanto para Rusia como para Occidente, es existencial, y ninguna de las partes muestra inclinación al compromiso. Es aún más sorprendente que las hostilidades sigan siendo de naturaleza relativamente local, limitadas a un restringido teatro ucraniano…
El año pasado fue el año de la colisión del posmodernismo con el mundo real. Prácticamente todos los participantes directos e indirectos en la crisis ucraniana construyeron sus políticas internas y externas sobre construcciones teóricas, altamente ideológicas, sobre ilusiones. Y cuanto más grandes eran las ilusiones más severas fueron las consecuencias para los creyentes .
Echemos un vistazo a los actores principales.
Rusia
Nuestra primera y principal ilusión es sobre la negociabilidad de las contrapartes. A lo largo del período postsoviético, intentamos resolver la paz en Ucrania, basados en que sería mejor para todos: Occidente, que vive en la frontera con una potencia nuclear líder, recibiría un cinturón de seguridad predecible y reglas claras del juego, junto con un alto grado de influencia en Ucrania; Europa, además, mantendría y fortalecería los lazos con Rusia como una importante base de recursos y un vasto mercado de negocios; Ucrania tendrá la oportunidad de una integración suave con Europa mientras mantendría profundos lazos económicos y culturales con Rusia, mientras que Rusia, además de una mayor integración gradual en Occidente y, en primer lugar, en el sistema europeo (hasta la simbiosis), mantendría su influencia en Ucrania y Kiev tendría una política amistosa tanto hacia Moscú como hacia la población rusa en Ucrania.
Sin embargo, toda la historia de la Ucrania postsoviética es la historia de un movimiento en un sentido contrario; este movimiento se ha vuelto irreversible desde 2014. Ignorando constantemente este hecho, los obstinados intentos de volver al proceso de acuerdos con Kiev o con Occidente nos han llevado al inicio de un proceso igualmente irreversible, un Nuevo Orden Mundial. Lo que salió mal exactamente a fines de febrero, no lo sabremos pronto. Pero si Moscú fijó el objetivo de resolver el problema ucraniano de acuerdo con el escenario georgiano, con poco derramamiento de sangre y en unos pocos días, este objetivo, obviamente, no se logró.
El puesto de avanzada antirruso que se había creado durante treinta años resultó ser muy fuerte y estaba listo para luchar incluso a costa de su propia destrucción. Un asunto contrario al sentido común, tal como se entiende en Moscú.
Me gustaría creer que las ilusiones de Moscú finalmente se han disipado, y nuestro liderazgo político-militar ya no espera una actitud de cordura de Occidente y Kiev. Sin embargo, hasta ahora, el curso de la Operación Militar Especial (OME) sugiere más bien todo lo contrario: después de febrero, nuestras operaciones ofensivas se han llevado a cabo solo en el Donbass, y no a lo largo de todo el frente, específicamente en áreas locales y principalmente por las fuerzas de las PMC y el antigua milicia popular de las repúblicas. Existe la sensación que durante el pasado año realmente no supimos qué hacer a continuación, es como si estuviéramos esperando que el enemigo se aburriera antes que nosotros y finalmente comenzara a negociar de verdad.
Nuestra segunda ilusión es la capacidad de combate del ejército. Las acciones de las Fuerzas Armadas de Rusia durante la Operación Militar Especial en un ambiente patriótico generalmente están bajo escrutinio dl pueblo. Pero, desde la época de la reforma de Serdyukov, nuestro ejército no se ha estado preparando para un conflicto terrestre a gran escala con una línea de frente de un par de miles de kilómetros, con la necesidad de realizar operaciones de armas combinadas al nivel de la Gran Guerra Patria y, con la movilización de cientos de miles de personas. Esto no cambiará de la noche a la mañana. Y aunque las deficiencias identificadas en las acciones de las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa, del Estado Mayor y de la retaguardia se reconocen, y de alguna manera se solucionan, todavía no vemos una ofensiva a gran escala que tenga como objetivo derrotar al ejército ucraniano (AFU). Tal vez lo veamos el próximo año. Quizás el ejército se esté preparando en este momento y no esté esperando.
Estados Unidos
En la posguerra fría la ilusión principal de los Estados Unidos es el control total (o al menos el dominio) sobre todos los procesos que tienen lugar en el mundo y, por lo tanto, que el grado de consideración de sus intereses por parte de sus adversarios estaría determinado por Washington, y sólo por Washington. En otras palabras: “será como yo quiero y, si no es como yo quiero, entonces tengo medios suficientes para coaccionar y castigar aquellos que me desobedecen”.
En muchos aspectos, esta inflexibilidad condujo a la crisis actual: si Washington decidía, era posible negociar con Rusia, eso si que solo para salvar las apariencias y en su propio beneficio económico y político: Y Moscú, probablemente, estaba preparada para conversar.
Una situación similar se observa en todo el mundo: en todas partes los Estados actúan según el principio de «tenemos poder, no se necesita dialogo».
En Medio Oriente, tal comportamiento ha llevado a EE. UU. a un fuerte debilitamiento de su posición; hizo casi irreversible la perspectiva de un conflicto con China; han colocado bombas de relojería en las relaciones con sus aliados en Europa y en Asia estas bombas pueden que exploten en los próximos años.
Desde la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos ha estado creando un sistema global: un nuevo tipo de imperio. Constantemente han intervenido en los procesos políticos y económicos de todo el mundo sin encontrar mucha resistencia; por el contrario, casi todos intentaron integrarse en este sistema, recibiendo a cambio algunos mercados y acceso a dinero supuestamente barato. Para algunos esto significo un paraguas de seguridad y la oportunidad de no gastar dinero en el ejército, para otros acceso a las nuevas tecnologías.
Los propios Estados Unidos, habiéndose encontrado en el papel de la “madre patria de todo el mundo”, se desprendieron de esta política, y después de varias generaciones, su clase política se convenció que su hegemonía no era el resultado de un minucioso trabajo que tomaba en cuenta los intereses de sus socios, sino que de algún tipo de derecho de linaje, y que ahora se estaba convirtiendo en una carga. De ahí el estancamiento, y cuanto mayor es la histeria de la política exterior estadounidense y, sus intentos de obligar a otros a actuar a su manera han dado como resultado, el socavamiento de un sistema global centrado en Estados Unidos.
Todavía, Estados Unidos tiene un sólido margen de seguridad, su base alimentaria sigue siendo amplia y, las instituciones globales alternativas apenas comienzan a tomar forma, por lo que no se deben esperar cambios importantes en su política estadounidense en los próximos años, especialmente desde que la división interna, los está obligando a aumentar la tensión en su política exterior.
La segunda ilusión estadounidense (y también europea) es que se puede ganar un conflicto militar, a la escala ucraniana, sin involucrarse directamente en él. Sí, las Fuerzas Armadas de Ucrania están resistiendo bien, pero hasta ahora Rusia ha desplegado una pequeña parte de sus recursos militares, y el grado de escalada de nuestra parte está determinado por decisiones políticas, y no por la movilización de nuestras capacidades militares. Si, estamos dispuestos y listos. Podemos multiplicar una ofensiva, a la que le será extremadamente difícil responder a Occidente y Estados Unidos sin una participación directa en el conflicto con sus tropas (al menos la defensa aérea). Sin embargo, el presidente Biden sigue señalando que no aceptará una intervención directa mientras viva.
Europa
La principal ilusión de Europa es que su bien alimentado bienestar de las últimas décadas es mérito propio, y que se basa en un conjunto de unos valores abstractos. De hecho, el bienestar de Europa se asentaba sobre dos pilares: el techo militar, político y económico estadounidense y una base de recursos baratos, principalmente rusos.
Por un lado, la ausencia de cuidar su propia seguridad, los recursos y los mercados rusos y, la ausencia de grandes conflictos internos, contribuyeron a un despegue económico sin precedentes, una verdadera edad de oro, y por el otro, propiciaron a una degeneración de las élites políticas europeas, que creyeron sinceramente que así sería siempre y que para ello basta cultivar valores y esforzarse en contagiarlos a todo el atrasado mundo circundante.
Esto explica la obstinación de Europa en la cuestión ucraniana: obstinación que bordea el fanatismo. Europa aplica las sanciones antirrusas con el mayor celo , independientemente de cualquier daño.
Si Estados Unidos en esta crisis está tomando prestado del futuro, entonces Europa, está, disparando ráfagas de rodillas.
Aquí y ahora, se está privando de un gran mercado, su base de recursos más importante, y se auto-relegada a una dependencia casi colonial de Washington que, a diferencia de Europa, tiene poder militar real y control real sobre los procesos políticos y económicos en el mundo.
Después de que fracasara el intento combinado de Occidente de dar a Rusia un “impacto económico de pavor”, los líderes de Europa están perdidos: las mismas personas, con una diferencia de un par de días, pueden hablar sobre la necesidad de una victoria militar sobre Rusia y la necesidad de un diálogo diplomático, aparentemente sin entender realmente qué significa «victoria militar» y qué significa «diálogo diplomático».
La perspectiva de muchos años de múltiples aumentos en los precios de la energía y, como resultado, la desindustrialización y la caída del nivel de vida, la perspectiva de una guerra comercial con los Estados Unidos en una recesión global, la perspectiva de mantener una Ucrania devastada por un número indefinido de años, la perspectiva de cientos de miles de millones de pérdidas por la pérdida de inversiones acumuladas en Rusia ya es aleccionadora, pero aún no conduce a ninguna decisión, simplemente no hay nadie para tomarlas e implementarlas. Además, los problemas de larga data de la Unión Europea , con los que tropezó en años anteriores, no han desaparecido: la crisis migratoria, el equilibrio constante del sur de Europa al borde del colapso económico.
Ucrania
La principal ilusión de Ucrania es creer que podrían construir un estado mono-étnico enemigo a Rusia, dentro de las fronteras postsoviéticas y con una parte significativa de la población rusa, así como la autosugestión que Occidente privilegie a Ucrania, como dicen el adagio “por sus hermosos ojos”.
Ucrania no es Polonia, y el intento implementar esta política condujo a un conflicto civil, donde un lado fue apoyado por Occidente y el otro por Rusia. Después, que este conflicto entrara en una fase abierta en 2014, desde un puesto de avanzada anti-ruso, Ucrania comenzó a convertirse en un arma, en una especie de dron kamikaze de Occidente contra Rusia.
Debe admitirse que esto fue parcialmente exitoso: tanto las Fuerzas Armadas de Ucrania como el estado ucraniano resistieron el golpe de febrero, se recuperaron y, con el apoyo de Occidente, infligieron una serie de dolorosas derrotas a Rusia en otoño .
Los éxitos militares, sin embargo, no son de naturaleza estratégica y su costo es la muerte de la economía ucraniana. Según diversas estimaciones, hasta un tercio de la población huyó de Ucrania, la producción se redujo a la mitad (incluso antes de los ataques rusos a las instalaciones energéticas que comenzaron en octubre) y para un futuro próximo, según declaraciones oficiales de Kiev, un 70 por ciento de la población estará sin energía eléctrica. Esto significa desempleo, hacienda vacía, cierres masivos de empresas, empobrecimiento generalizado.
Aunque, ahora Occidente es una poderosa retaguardia para Ucrania, y hace grandes gastos por esto, sin embargo, sus políticos evadan la participación directa en las batallas, trasladando todas las dificultades y peligros a Kiev. Cualquiera que sea el resultado de la fase candente del conflicto, la devastada Ucrania, tendrá que lidiar con sus consecuencias por sí sola, y cuanto más lejos este la paz, más embarazosas serán las consecuencias para los ucranianos.
Sin embargo, incluso si entre las élites ucranianas alguien adivina cómo se están las están utilizando, ya no pueden detenerse. El control de Occidente es demasiado estricto, el bombeo ideológico es demasiado grande, todo ha ido demasiado lejos.
Ucrania ahora es un zombi, un muerto viviente, y caminará mientras Occidente lo impulse. Sin embargo, incluso de esta forma, las Fuerzas Armadas de Ucrania son capaces de luchar durante años, especialmente con el lento curso actual del conflicto.
Solo en un caso Occidente puede negarse a proteger al régimen de Ucrania: si sus Fuerzas Armadas son derrotadas y pierden físicamente la capacidad de luchar, si Ucrania se reduce físicamente lo suficiente como para perder su importancia estratégica para Occidente. Cualquier tregua solo pospondrá el conflicto para el futuro, y uno no debe hacerse ilusiones al respecto.
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El conflicto global solo está creciendo. Tanto para Rusia como para Occidente, es existencial, y ninguna de las partes muestra inclinación al compromiso. Es aún más sorprendente que las hostilidades sigan siendo de naturaleza relativamente local, limitadas a un restringido teatro ucraniano, e incluso en él, de manera dosificada y posicional. Parece que las partes se han centrado en cómo aprender a vivir en las nuevas condiciones, lo que significa que el desarrollo del próximo orden mundial y las reglas del juego tienen una oportunidad, sin que esta cambio se convierta en una lucha interminable de todos contra todos, con el riesgo de una catástrofe nuclear.
La iniciativa en este proceso la obtendrán quienes acepten la realidad antes que los demás, comprendan su lugar en ella y comiencen a actuar en consecuencia. Esto concierne no solo a los participantes en la crisis de Ucrania, sino también a los países neutrales hasta ahora, que aún no se han desprendido de sus propias ilusiones.